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Pequeño Petey #3

Espero que les guste~

Nota: Recibí muchos "Te odio" en los últimos caps. No me lo tomo personal, yo también los quiero y sé que aman mi drama, a pesar de que los deje flotando en nada hasta la siguiente parte ^_^

-Mi nombre es Grace- la felina rompió el ligero silencio entre ambos, pareciendo haber decidido que el perro era amigable quizás, este no lo tenía muy en claro. -Y este de aquí, es mi dulce gatito- agrego con tono meloso y lleno de cariño, restregando apenas su mejilla contra la cabeza del menor que se reía entre sus brazos, lamiendo suavemente su frente en un gesto que parecía ser muy en común entre ambos al notar la sonrisa brillante en el rostro del más pequeño.

-¡No soy gatito, soy Petey!- se endereza como puede, con orgullo infantil, y Dogman no puede evitar sonreír con encanto ante la escena. Más allá del tema de la clonación y demás, era lindo ver lo parecido que era Petey cuando tenía la edad de Li'l Petey. -¿Cómo te llamas tu, señor raro?- hay pura inocencia en su tono, mientras ella reclama en un susurro escandalizado. -Es raro, mamá. Tiene cabeza de perro y manos extrañas- señalo de manera casi acusadora, inconsciente y confundido ante la expresión de su mamá al parecer. -¿Eres así de raro por tu cicatriz?- ladeo apenas la cabeza, con esa cola suya moviéndose lentamente tras de si hasta enredarse apenas alrededor del brazo de quien lo sostenía.

-¡Petey!- Grace reclamo, escandalizada y con cierto pánico en su voz, luciendo avergonzada de cierta manera pero el perro no pudo evitar bufar con diversión. Ahí estaba la brutal sinceridad infantil, así que no se lo tomo personal. Ladro, lo suficiente como para llamar la atención del par, señalándose a si mismo y asintiendo en modo de respuesta a la pregunta del gatito, cuyo rostro se ilumino con asombro, mientras ella lucía un poco más preocupada que antes. -¿Tuviste una cirugía?- él asintió, no avergonzado por ello pero si sintiendo una cierta incomodidad cuando se trataba de mostrar abiertamente su cicatriz. Jadeo cuando recordó algo, rebuscando en sus bolsillos con cierto apuro, ignorando la pelota que se había olvidado que tenía y soltando un sonido victorioso al encontrar lo que buscaba, extendiéndolo con una gran y brillante sonrisa. -¿Eh?- ella lo tomo con curiosidad, cuidadosa, una lenta y suave sonrisa dibujándose en su rostro ante la tarjeta que le habían entregado. 

Es una tarjeta de presentación, una especialmente hecha por las pequeñas patas de Li'l Petey. Todo estaba escrito con crayones de colores, con dibujos cubriendo toda la superficie posible, mostrándolo incluso con una capa en pose de héroe y con las palabras "¡Soy Dogman, el super policía!" escritas justo en el medio, claras y casi luciendo como el titulo de un comic o algo así.

-¿Tienes un hijo?- ella parece encantada ante ese pequeño detalle, mientras Petey analiza la tarjeta con curiosidad. -Ah, debe ser encantador~- sonríe cuando el perro asiente. Él duda un segundos, avanzando un paso, lo suficientemente cerca para estirar la mano y tocar suavemente la nariz del gatito, quien parpadea ante eso, confundido. -¿Tienes tu propio gatito en casa? Que lindo~- sus ojos verdes se ilumina y el policía solo puede sonreír con nerviosismo, incapaz de explicar la realidad de su situación pero supuso que eso era bueno hasta cierto punto, no tenía muy en claro como funcionaban los viajes en el tiempo.

-¿Cómo se supone que puedes tener un gatito si eres un perro?- el menor frunció el ceño y Dogman no pudo evitar sonreír con cariño ante eso, comparando su expresión con la del Petey que él conocía.

-Existe la adopción, ¿recuerdas?- Grace no tiene problemas en explicar. -Adoptar te permite darle mucho amor a un pequeño y formar tu propia familia- Petey tarareo en señal de entendimiento, mientras el perro apenas pudo ahogar el triste sonido que venía de su pecho. Sintió una punzada, extrañaba a su pequeña familia y se pregunto si sería capaz de volver, quería abrázalos, incluso si tenía que pelear un poco en el proceso para que el felino se dejara pero eso era solo parte de la diversión.

Ahora que lo piensa, ¿Cómo estarán las cosas mientras él no esta? ¿Los asusto? ¿Los preocupo? ¿O su presencia allí y el encuentro repentino habían causado grandes cambios en su tiempo? Ah, sus dedos tiemblan con la necesidad de rascarse la cicatriz, lleno de ansiedad.

-¡Oye, señor raro!- levanta las orejas ante la voz del gatito, quien lo mira con ojos brillantes, llenos de emoción. -¿Quieres jugar conmigo?- le muestra una gran sonrisa, mientras su madre suspira con cansancio y resignación, con una disculpa silenciosa en sus propios ojos que lo miran. Y Dogman ladra, con animo y emoción, sacando la pelota que había agarrado para jugar con  Li'l Petey y la alza, ganándose un chillido ligero ante eso. -¡Juguemos, señor raro!- se retuerce, soltando un grito triunfal cuando su mamá se inclina para dejarlo en el suelo y no tarda mucho en correr, haciendo gestos grandes con sus pequeñas patas.

Dogman sonríe y ladra, haciendo rodar la pelota hacia el menor antes de inclinarse para apoyar sus manos en el suelo y correr tras el pequeño gato que suelta un chillido lleno de encanto.

Juegan durante horas, con Grace sentada en una banca cercana para verlos con una sonrisa cariñosa, encantada al parecer ante la energía de Dogman que puede competir contra la del pequeño e infantil Petey, quien de paso luce entusiasmado de poder jugar con alguien. Y lo hacen hasta el cansancio total.

-Muchas gracias por esto, Dogman- la felina abraza a su gatito, acunándolo con cuidado, dejando que se apoyara contra su hombro y allí dormitara, escuchándolo bostezas, con las baterías agotadas al parecer. El policía le muestra una gran sonrisa, aunque él mismo esta agotado y quiere dormir pero al mismo tiempo, se siente satisfecho y contento, aunque hay una repentina punzada en su pecho que intenta ignorar. -Espero que nos volvamos a encontrar- los labios del perro tiemblan ante eso, luchando por mantener su sonrisa, sabiendo que eso no sucederá en todo caso. -Adiós- hace un ligero gesto antes de darse media vuelta y empezar a alejarse, de seguro yendo a su pequeño hogar para acostar al gatito.

-Adiós, señor raro- Petey bosteza pero se endereza apenas para saludarlo con una sonrisa adormilada en su rostro, un gesto que Dogman le devuelve...hasta que desaparece de su vista.

Permite que su expresión decaiga al encontrarse solo una vez más, dejando escapar un tembloroso y largo suspiro, cediendo ante la necesidad de la ansiedad, rascando las cicatrices por encima de su uniforme. Una parte de si esta contenta, por ver al pequeño Petey en su etapa más feliz e inocente, eufórica también por haber llegado a ver en persona a Grace pero también siente tristeza. Sabe que eso no durara, que las cosas seguirán su curso como las conoce y desea con todo su corazón poder ayudar, evitar la muerte de Grace solo para que Petey tuviera una vida plena y feliz, incluso si eso cambiaba las cosas.

Siente un repentino hormigueo, que empieza en la punta de sus dedos y baja por sus manos, yendo por sus brazos y expandiéndose por todo su cuerpo. Frunce el ceño con confusión, incapaz de ver exactamente la causa de esa sensación, sin siquiera notar como los bordes de todo su ser parecen iluminarse. Un parpadeo, eso es todo. Un simple parpadeo y su entorno cambia una vez más, de un parque en el pasado, a estar de regreso dentro de la maquina en el presente.

-¡Dogman!- él siente un alivio enorme invadirlo cuando lo primero que puede ver al otro lado de la puerta transparente es el rostro de Petey, con el pelaje despeinado y la expresión lleno de preocupación, sus patas temblando mientras lucha por abrir la bendita puerta que los separa. Más atrás, retorciéndose entre las grandes manos de 80-HD, esta Li'l Petey, quien solloza y suplica para que lo bajen, intentando alcanzarlos al parecer. -¡Ábrete, changos!- la puerta al fin parece ceder y se abre, haciendo al felino tropezar un poco. Petey parece estar por extenderle una pata, quizás para ayudarlo a salir o solo alcanzarlo en todo caso pero Dogman se adelanta y medio se lanza sobre el felino, queriendo salir de allí lo más pronto posible. Empuja al mayor en el proceso y ambos terminar en un desastre en el suelo, con el gato soltando un gruñido ante el golpe y el peso que tiene encima. 

El perro esta dispuesto a bajarse, sabiendo que el otro detesta cuando se le encima de esa manera pero en vez de ser bruscamente empujado, como en las ocasiones en las que se emociona demasiado a la hora de mostrar afecto, hay brazos que lo rodean y lo aplastan en un abrazo casi desesperado.

-Pensé...Pensé lo peor- los dedos del gato se aferran con fuerza al uniforme policial y entierra su rostro en el hombro ajeno, medio acurrucándose alrededor del perro, quien puede sentir una larga cola que se envuelve alrededor de una de sus piernas. Dogman suelta un gemido triste pero lleno de alivio, devolviendo el gesto con fuerza, aferrándose al otro y olfateándolo con descaro, encantado ante el aroma al que tanto se había acostumbrado. Aunque el pequeño Petey había sido encantador, nada se comparaba con el Petey con el que se había encariñado y a quien consideraba su familiar. 

Li'l Petey corre hacia ellos en cuanto sus patitas tocan el suelo, luchando por aferrarse a sus padres con todas sus fuerzas, sollozando abiertamente y lleno de alivio, soltando disculpas al mismo tiempo. La pequeña familia reunida solo se abraza, con fuerza, en el suelo del laboratorio y entre lagrimas de alivio.

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