Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Herido #2

Espero que les guste~

Nota: Una segunda parte solo porque tuve inspiración suficiente xD

Todo empezó con un loco ladrón que había asaltado la caja registradora de algunos locales que intento correr y cuando se encontró con los policías que no tardaron mucho en acudir a la llamada de emergencia, terminó por lanzarse sobre un pobre señor que intentaba subirse a su auto y lo apartó para robarse su vehículo. El problema allí era que no sabía manejar y termino causando un gran accidente en el que, con mucha mala suerte en medio de la confusión de todo, Dogman termino en medio de todo eso.

Fue doloroso, un choque repentino que lo envío directo al suelo y lo dejo aturdido, con un fuerte dolor en su brazo izquierdo, sin necesidad de verlo para saber que estaba como debería.

-¡Dogman!- Chief no tardó mucho en estar a su lado, cayendo de rodillas, con preocupación pura en su expresión y las manos temblando, dudando un segundo antes de aferrarse a la sana del policía caído, quien se aferro con fuerza, buscando apoyo y consuelo. -Ya viene la ayuda, tranquilo- el perro se siente abrumadora, por la cantidad de ruido y la repentina mezcla de olores que hay a su alrededor, así que se centra en su jefe. Siente desesperación por el brazo que es incapaz de mover y mucho dolor, asustando también, con esa parte salvaje de si mismo deseando poder correr y encontrar un escondite donde lamerse las heridas, lejos de las manos que lo alcanzan, pero se obliga a quedarse quieto, porque se recuerda a si mismo que solo quieren ayudarlo.

El camino al hospital es incómodo y lo pone ansioso, removiéndose en la camilla, apretando los dientes para no gruñirle al paramédico que solo hace su trabajo y centrándose lo mejor que puede en su jefe, quien se había colado junto a él, y aun apretaba su mano, sintiéndose consolando aunque sea un poco en esa situación.

Dogman odia el hospital si es completamente sincero y no puede negar que no confía en quienes trabajan allí, incluso si sabe que en su mayoría tienen buenas intenciones, porque la primera y última vez que estuvo al despertar, su dueño estaba muerto y su cabeza estaba unida a grandes puntadas al cuerpo de este. No fue exactamente la mejor experiencia a pesar de todo, así que entrar a ese edificio una vez más y estar rodeados de esa gente, lo pone ansioso de una manera que se le hace cada vez más difícil no ceder ante el instinto. Esta aterrado y eso se convierte en puro pánico en el momento en el que lo obligan a soltar a su jefe. Llora, súplica y reclama, estirando su mano sana hacia Chief, quien lo observa con tristeza y dolor pero se queda en su lugar, incapaz de avanzar por las ordenes de los médicos por alguna razón, y en el momento en el que el hombre desaparece de su vista, es cuando Dogman llega a su límite.

Se retuerce, pelea y gruñe, incluso intenta morder cualquier extremidad ajena que se acerca demasiado, ansiando por simplemente escapar de allí. No piensa en que su brazo esta roto y necesita tratamiento, solo esta abrumado por todo a su alrededor y cegado por el instinto que toma mayor control que cualquier otra cosa. Escucha gritos, reclamos y ordenes, cree que escucha la voz de su jefe en medio de todo eso, y siente manos, muchas de ellas, que intentan agarrarlo y mantenerlo quieto pero solo logran que su pánico solo aumente, porque el dolor empeora y los toques se sienten poco amigables, su piel ardiendo.

Un pinchazo cambia las cosas.

Aun esta asustado pero el dolor empieza a sentirse lejano y poco claro, al mismo tiempo empieza a sentirse letárgico y atontado, incapaz de controlar sus propias extremidades. Suelta un gemido bajo y triste, sintiendo apenas las manos que lo tocan una vez más y lo mueven a su antojo, solo siendo capaz de lloriquear de manera lastimera, sintiendo sus extremidades tan pesadas que apenas puede removerse. La luz lo enceguece y siente cansancio, sueño, pero no se atreve a dormir, se siente vulnerable y desprotegido. Se siente flotante, apenas consiente realmente de lo que sucede a su alrededor, sin sentir realmente cuando le sacaron la chaqueta de su uniforme y sus zapatos, ni como acomodan su brazo antes de enyesarlo y lo terminan por poner en un cabestrillo, no tiene nada muy en claro. Aun quiere irse, en serio que si, pero a pesar de que se remueve y lucha como puede, se siente atado y restringido, solo logrando que su llanto se haga un poco más fuerte.

Y de repente, hay alguien más allí.

-¡Dogman!- la voz suena lejana y algo ahogada, como si sus oídos estuvieran tapados con algodón, y su vista esta nublada por el cansancio pero es capaz de ver un borrón naranja de repente y siente alivio, pudiendo reconocer al felino con su olfato bien agudo. Hay patas que lo liberar, puede sentir el pelaje suave y liso haciendo contacto con la piel, calmando un poco el ardor que dejaron los toques ajenos, y en cuanto tiene la oportunidad, se permite acurrucarse contra el pecho ajeno, aferrándose a su pelaje en cuanto puede y se centra en su voz, incluso si no puede entenderlo, dejando que eso lo arrulle. Petey y él pudieron ser enemigos durante un tiempo pero, para Dogman, el felino es parte de su pequeña familia y cree que lo cuidara en cuanto cierre los ojos, así que se hunde en la oscuridad.

Se despierta de repente quien sabe cuanto tiempo después, abriendo la boca para dejar entrar una gran bocanada de aire, tembloroso por los rastros se miedo que aun siente mientras alza su mano para rozar las cicatrices de su cuello. Puede sentir su cuerpo ahora, ya no tan pesado y descoordinado como antes, su mente se siente menos nublada y todos sus sentidos estar de vuelta, lo que lo hace suspirar con alivio y le  permite relajarse lo suficiente como para notar que...no esta en su cuarto. El techo que se eleva por encima suyo es muy alto y la cama en la que esta es demasiado acolchada, además de que falta ese ligero aroma a comida enlatada que se había medio adherido a su pequeño hogar. Se siente, observando su entorno con confusión ligera, reconociendo la habitación del felino en el departamento de este en el centro de la ciudad, con las cortinas cerradas para dejar el lugar en ligera oscuridad pero la puerta apenas abierta, dejando entrar algo de luz que viene del pasillo. Dogman emite un ligero sonido lleno de confusión, sin entender exactamente como había llegado allí al decir verdad, bajando la vista y frunciendo apenas el ceño ante el yeso que mantiene inmovilizado su brazo izquierdo, sus recuerdos un poco borrosos pero entiende el contexto en general, aunque eso aun no responde la razón por la que esta allí. Toca el material con los dedos, molesto porque se siente incomodo y el cabestrillo roza la parte de atrás de su cuello, justo en las cicatrices, pero al menos, ya no siente dolor en si. Supuso que eso es un punto a su favor.

Ahora que lo piensa un poco mejor, se pregunta donde estarán Petey y Li'l Petey.

Se arrastra por la cama, sintiéndose más torpe de lo que le gustaría, hasta que sus piernas cuelgan por el borde y es capaz de llegar al suelo, notando que su uniforme y zapatos han sido reemplazados por un pijama de pantalones largos y remeras sin mangas junto a medias por alguna razón, haciendo un sonido ligero para si mismo antes de avanzar y salir de la habitación, alzando las orejas de forma atenta. Avanza, sus pasos silenciosos ante la falta de zapatos, logrando llegar a la sala y alzando las orejas, olfateando apenas a su alrededor. No parece haber ruido alguno, sin contar el de los autos que puede escuchar pasar por la calle y la charla de la gente que pasa por allí, y el aroma de ambos gatos es suave, así que cree que ninguno de ellos esta de momento y eso solo lo confunde un poco más de lo que ya esta.

En serio, aun no entiende del todo como es que llego y que hace allí exactamente, en especial si el dúo de padre e hijo no están presentes pero supuso que podía esperar y obtener respuesta de parte de ellos.

Camina hacia la cocina, porque siente que su estomago vacío se queja y reclama por algo de comida, notando solo por el reloj que es casi media tarde en este punto, mirando de reojo a su alrededor y se dispone a buscar algo que pueda calmar su hambre. Los estantes de abajo, los que están a su alcance, están mayormente llenos de ollas y bolsas de bocadillos con aroma a pescado de que son del pequeño gatito pero no hay nada más allá de eso y es cuando alza la vista, entrecerrados los ojos ante los estantes de arriba, sabiendo perfectamente que el felino era capaz de guardar todo lo demás allí para que ni él ni el menor pudieran alcanzar nada fuera de horario.

Lo hizo en su propia casa, poner cosas fuera de su alcance, y eso lo ofende.

Busca una silla, arrastrándola con decisión e ignorando el fuerte ruido que causa ante eso, colocándola lo más cerca que puede de la mesada y es entonces cuando se atreve a subir, un poco difícil ante la falta de una mano y el extraño equilibrio que tiene ahora pero lo logra con cierta dificultad, quedando de rodillas por unos segundos antes de animarse a apoyar su mano sana en el respalda y usarlo como apoyo para pararse. Estira su mano para poder abrir una de las puertas, esperando no tener que moverse de allí o tendría problemas, y es cuando escucha que la puerta se abre de repente, seguido de voces, y no puede evitar hacer una mueca ligera, sintiendo que estaba haciendo algo malo.

-¡Dogman!- hay dos voces que se mezclan, una con encanto infantil y pura emoción, mientras la otra llena de espanto y cierto pánico. El perro los mira, teniendo la decencia de lucir avergonzado y arrepentido, con las orejas bajas, viendo como el gato mayor avanzaba con grandes pasos en su dirección y con una expresión llena de preocupación que lo toma por sorpresa.

-¡Deberías estar descansando!- tiene las patas extendidas en su dirección y Dogman, por unos segundos, solo puede mirarlo con sincera confusión. A logrado ver esa actitud antes, algo sobreprotector y paranoico, aunque usualmente eso esta dirigido por completo hacia Li'l Petey porque este tenía la manía y el talento para sacarle canas verdes al felino, pero esta vez, parece ser el centro de atención ajeno por unos segundos y no lo entiende del todo. -Baja de ahí, es peligroso- hace un gesto y a pesar de que el perro se siente algo perdido, termina por inclinarse, sintiéndose como un cachorro por unos segundos antes las patas que pasan bajo sus brazos y lo alzan con facilidad para bajarlo de la silla en la que esta. -¿Estás bien?- lo mira fijamente y el perro le devuelve la mirada, curiosos ante las patas que parecen revisarlo en busca de algo más que este mal a parte de su brazo enyesado.

Ladra con entusiasmo en forma de una respuesta positiva y en un intento de quitar esa expresión preocupada, apartar el miedo que brilla en los ojos verdes, saca le lengua y se para de puntas solo para poder lamer la cara ajena. Recibe una queja como esperaba y el gato se aparta, haciendo una mueca ante la saliva que estropea parte de su pelaje, pero parece un poco más tranquilo al menos y el perro lo toma como una victoria.

-Eres un asco- bufo y a pesar de sus palabras, esta sonriendo, a lo que el perro le devuelve el gesto tan grande como puede. Sus recuerdos después del pinchazo son vagos y borrosos pero sabe que el gato estuvo en el hospital, en su habitación, liberándolo y abrazándolo sin pensar para consolarlo. Siente una punzada de culpa ante eso, porque sabe que al gato no le gustaba ese lugar en particular, pero al mismo tiempo agradece que se haya atrevido a entrar.

-¡Dogman!- él se sobresalta, apartando la mirada del felino mayor que vuelve a buscar las bolsas con mercadería para guardar, a favor de bajar la vista y encontrarse con los ojos verdes brillantes del menor, quien se había acercado para abrazarse a su costado. -¡Estoy tan feliz de que estés bien!- su pequeña cola se mueve y el perro sonríe con cariño, pasando su mano con cuidado por la cabeza ajena en una suave y amable caricia que parece animar al otro un poco más. -Papá dijo que tuviste un accidente en el trabajo y que estabas herido, ¿aun te duele?- lo mira con preocupación y Dogman se asegura a negar con la cabeza, sincero.

-¿Estás seguro?- Petey pregunta, mirándolo, como si estuviera buscando alguna señal de mentiras o algo así. Dogman parpadea, aun sintiéndose perdido ante tanta preocupación, y duda un segundo antes de hacer un gesto hacia la parte de atrás de su cuello, con una mueca en el rostro en su intento de mostrar su incomodidad. -¿El cabestrillo de molesta?- asiente ante eso. -¿Es por la cicatriz?- vuelve a asentir y el felino tararea. -Creo que puedo hacer algo, dame un segundo- el perro lo observa irse, ladeando apenas la cabeza, curioso por lo que pasaba por la cabeza ajena pero teniendo que prestarle atención al pequeño que tironea con insistencia de su ropa. 

-Ven, papá dijo que debías descansar- toma su mano sana y tira, el perro dejándose guiar hasta la sala y sentándose en el sillón que había allí, ayudando al gatito a subirse a su lado. Dogman acaricia suavemente la mejilla ajena, sintiendo que se apoya en el toque, y la expresión del menor se relaja, tornándose en algo más suave. -Papá estaba muy preocupado- habla, casi en un susurro ligero, como si le estuviera contento una secreto. -Creo que vio algo que lo asusto un poco- y el policía no puede evitar hacer una mueca ante eso, sintiendo una punzada de culpa en su pecho. Cada uno tenía sus problemas con el hospital y esta bastante seguro de que el gato había usado todo el valor que tenía para entrar por él, solo para encontrarse una escena triste y patética de un perro medio anestesiado, muy aterrado por su entorno.

¿Una disculpa sería suficiente? Cielos, no cree que lo sean, pero puede ser un buen principio, ¿no?

-Hey- se sobresalta apenas ante la voz del gato y alza la vista, sin haberlo escuchado al decir verdad. -¿Puedo tocarte el cuello?- tiene algunas cosas entre las patas, lo más visible siendo una especie de tela, y Dogman duda un segundos antes de asentir, sorprendió cuando el felino directamente se sube al sillón sin mucho problema. Se sienta detrás de él, acomodándose en el pequeño espacio al parecer, y el perro se congela por unos segundos ante eso, sorprendido por la repentina cercanía, sintiendo las patas cuidadosas que empezaban a hacer algo con esa parte del cabestrillo que le molesta.

Dogman se remueve, pudiendo sentir los ojos verdes del mayor directamente en su nuca, lleno de preocupación palpable que no cree que vaya a desaparecer pronto, y siente las mejillas arder ante los ligeros roces que siente, entre avergonzado y nerviosos. No recuerda haber sido tratado con tanta delicadeza y cuidado desde que era un cachorro al decir verdad, sintiéndose extraño de ser el centro de atención de ese felino en particular que siempre parecía estar centrado en reconstruir su hogar y cuidar de su hijo pero que ahora esta atento a él, preocupado de manera genuina.

¿Es raro que disfrute un poco de eso?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro