Cachorro Hiperactivo #2
Espero que les guste~
-¿Li'l Petey?- Petey frunció el ceño cuando llego la cocina y no vio a su hijo allí, solo la silla corrida y el pequeño plato plástico sobre la mesa, con restos de comida en señal de esa conducta tan desordenada que tenía el gatito para comer. -¿Dónde estás?- junta todo eso y deja el plato para lavar más tarde, limpiando la mesa con un trapo húmedo y llegando a acomodar la silla antes de continuar con su búsqueda. -¡Li'l Petey!- se paro, bufando para si mismo, golpeando apenas el suelo con una de sus patas al mismo tiempo que su cola se agitaba de manera brusca. -¡Más te vale que te aparezcas ahora!- había aprendido con los meses que el silencio podía ser una advertencia muy grande cuando tenías hijos pequeños, era una señal clara de que estaba haciendo alguna travesura y estaba al borde de meterse en problemas, estaba más que seguro de ello.
-Aquí estoy, papá- el gatito termino apareciendo, jugando con las cosas que sostenía entre sus pequeñas patas y manteniendo las orejas bajas, su cola medio siendo arrastrada. Detrás de él, 80-HD también se presento, con las manos robóticas escondidas tras la espalda y logrando parecer de alguna manera avergonzado, incluso sin expresión facial.
-Ah, changos, es muy temprano para esto- Petey se paso una pata por el rostro, teniendo un mal presentimiento que solo crecía al notar como el menor se negaba a mirarlo siquiera, y sacudiendo apenas una de sus orejas al escuchar un sonido particular, una especie de gemido raro que solo lo hizo cerrar los ojos para respirar profundo y armarse de paciencia. -¿Qué hicieron ustedes dos?- se cruza de brazos, enarcando una ceja hacia ellos, preguntándose no por primera vez como era posible que su robot se viera arrastrado a las travesuras de su hijo con tanta facilidad.
-Creo...- dudo, mirando la ropa que sostenía y haciendo un ligero puchero. -Creo que cometí un error- el gato suspiro y se agacho, tomando entre sus patas lo que su hijo tenía, frunciendo apenas el ceño con confusión visible.
-Por favor, por el amor de todo lo que existe en este mundo, dime que ese chucho no esta andando desnudo por ahí- reconoce la parte superior del uniforme de policía y su gorro, haciendo una mueca ante sus propias palabras.
-No- el menor dudo y le hizo un pequeño gesto al robot, quien al fin muestra lo que estaba ocultando, el origen de los extraños gemidos ahogados que el felino había escuchado antes. Los ojos de Petey se abren hasta el limite cuando le muestran abiertamente al cachorro, quien cuelga en el agarre que el robot mantiene, con su cola moviéndose con animo sin fin y sus pequeñas patas tocando apenas los dedos naranjas del robot, con los ojos brillantes llenos de curiosidad y una gran sonrisa en su rostro, ladrando un par de veces.
-Me quiero morir- suelta sin siquiera pensar, ignorando el jadeo escandalizado de su hijo a favor de acercarse un paso más, su mente incapaz de realmente procesar lo que estaba viendo a pesar de que la prueba viviente estaba justo frente suyo. -¿D-Dogman?- extiende la pata, erizándose al darse cuenta de que en realidad no es una ilusión o un holograma bien hecho, congelado por unos segundos ante las pequeñas patas de pelaje castaño que se aferran a la suya y la nariz húmeda que recorre su pelaje, siendo olfateado con curiosidad. Hay asombro en ese pequeño y adorable rostro, que se convierte en encanto en un parpadeo, abrazando la pata de pelaje naranja y restregar así su mejilla contra las almohadillas ajenas, soltando un sonido apenas contenido. -Esto es tan raro- traga en seco, dudando un segundos antes de terminar por alejar al cachorro de las manos robóticas y acunarlo, revisándolo con cierto asombro. No hay cicatriz alguna, como si la cirugía nunca hubiera sucedido, y es completamente animal pero sus patas tienes ese ligero parecido con manos, como la suya propia, en señal de que no es tan mascota como alguna vez lo fue. -Muy raro- Dogman bufa, sacudiendo la cabeza con un estornudo al parecer y se estira para poder agarrar la pata de pelaje naranja, empezando a mordisquear los dedos ajenos. Petey parpadea, los dientes del perro se siente más pequeños y su mordisco es como un pinchazo ligero, pudiendo notar por su expresión que lo consideraba una especie de juego o algo así. -¿Cómo?- se mueve para dejarse caer silla más cercana, mirando a su hijo, quien se remueve en su lugar.
-Yo...pensé que si podía convertir a Dogman en un cachorro, se quedaría aquí e íbamos a poder pasar el día juntos- Li'l Petey se siente avergonzado ahora por sus acciones al decir verdad, no lo había pensado muy bien. -Pero no leí bien el instructivo del aparato-
-¿Aparato?- enarco una ceja y 80-HD, ahora con las manos libres, no dudo en abrir su compartimiento para sacar de allí tanto dicho aparato como la nota del instructivo con la que había llegado. Petey frunce el ceño, analizando eso con ojos entrecerrados llenos de sospecha repentina que hacer que el pequeño gato se encoja aun más en su lugar. -¿Compraste algo con mi tarjeta?- siente el comienzo de una migraña o una jaqueca, no lo tiene muy en claro.
-Perdón- murmuro, dándose cuenta apenas de lo que había hecho al decir verdad. Compro algo sin permiso y para colmo, transformo a su amigo en un cachorro por quien sabe cuanto tiempo, se siente muy mal por todo eso.
-Estás castigado por un mes, sin salidas de aventuras y sin horas de juego con Dogman- suspiro, el gatito haciendo un puchero y luciendo al borde de las lagrimas pero asintiendo ante las palabras ajenas, acurrucándose entre las manos robóticas que de repente lo acunan con cuidado. 80-HD se acerca un poco más a su creador y Li'l Petey no puede evitar sonreír con cierta diversión a pesar de todo, porque Dogman se ve muy entretenido en mordisquear los dedos del felino, suyo pelaje esta lleno de saliva en este punto. -Y en cuanto a ti, en serio, tienes un problema serio con la baba- bufo con asco, apartando su pata de la boca del perro, quien solo le muestra una gran sonrisa. -¿Qué rayos se supone que debo hacer contigo ahora?- lo sostiene por debajo de los brazos para alejarlo y mirarlo, ganándose un fuerte ladrido entusiasta como única respuesta. Casi parece que esta diciendo "¡Jugar!" como respuesta a su pregunta.
El sonido de un teléfono que suena con una música pegadiza hace que la realización llegue al felino.
-Changos, tu trabajo- hace una mueca. -¡Tu trabajo!- acerca al cachorro a su rostro de repente, dándose cuenta de repente que este no podría ir realmente a su trabajo, no hasta que pudiera volver a la normalidad en todo caso y eso dejaba al gato para lidiar con ese pequeño problema. A la vez, el perro tampoco podía justificarse ante su jefe, otra cosa con la que el felino debía lidiar. -¿Qué se supone que le debo decir a tu jefe ahora?- Dogman solo parpadeo, encogiéndose de hombros con una sonrisa inocente, sin saber que responder. -Ah, eres adorable pero no me ayudas- bufo para si mismo, inclinándose para dejarlo en el suelo. El perro pareció asombrado ante eso, sonriendo con encanto, moviéndose con cierta torpeza por unos pocos pasos antes de apoyar las cuatro patas y empezar a correr, soltando ladridos emocionados. -80-HD, teléfono- extendió su pata, este entregándole dicho aparato, haciendo una mueca de espanto al notar que en la pantalla se mostraba el nombre del jefe de policías. -Y ahora, modo niñera- el robot hace un sonido y entrega al pequeño gato a su padre antes de ir tras el cachorro, el felino esperando con toda la esperanza del mundo que este no estuviera mordiendo nada.
-¿Papá?- Li'l Petey lo mira, abrazándose a su pecho, arrepentido y triste.
-Tu y yo, hablaremos de esto después- fue una sentencia y el menor hizo un puchero, aunque asintió, sabiendo que no podía evitarlo. -Ahora, ve- lo deja en el suelo, dispuesto a centrarse en el aparato que no tarda en volver a sonar una vez más en señal de llamada entrante. -Y disfruta de tu momento de juego con Dogman, porque no lo tendrás en un tiempo- el gatito se apresura a alejarse tan rápido como le permiten sus cortas patas y dejan al gato solo en la cocina, quien respira profundo y deja escapar todo el aire con un suspiro lleno de cansancio.
Atendió la llamada después de armarse de valor, teniendo que alzar su voz al principio ante los gritos que vinieron del otro lado, y no tuvo otra más que explicar la situación, sabiendo que no era lo más raro que había sucedido en esa ciudad pero aun así, algo con lo que tendría que lidiar en todo caso.
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