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XLV

No todos los días habían sido malos, y eso le dejó de preocupar a Hoshi cuando encontró que despertar ya no era tan malo, ahora disfrutaba las mañanas con Woozi, amaba leer con él e incluso decir tonterías que si no le sacaban una sonrisa a su compañero al menos recibía un suave golpe o una detallada mueca. Le gustaba despertar con alguna de sus canciones favoritas, le gustaba la comida y la tranquilidad de un día entero, incluso había dejado de extrañar el sol, ya no se preocupaba porque ropa debía ponerse o cómo actuar frente a los demás, no se preocupaba de pagar cuentas o tener que lidiar con personas desagradables, si quería dormir todo el día lo hacía, si quería un café era cuestión de pedírselo al secuestrador, si quería un pastel solo tenía que comportarse animadamente, si quería estar solo le decía a Woozi que descansara un rato. Si quería salir solo debía imaginar que lo hacía y alejarse de todo sumergiéndose en la bañera. No necesitaba muchas cosas para ser feliz, de hecho, no necesitaba nada, todo lo tenía consigo y le bastaba.

—Deberíamos quemar los libros y hacer una fogata.— Dijo cuándo releía por tercera vez un cuento. Woozi apenas soltó un quejido que dejaba entre afirmación y negación. —Algunos malvaviscos y ya tendríamos todo listo, encenderemos fuego frotando el cuenco contra la pared. ¿tú que piensas?

—No, le prenderas fuego a las camas.

—Solo a una, la otra no la necesitamos.

—¿Quién dice que seguirás durmiendo conmigo?

Woozi dejó el libro de lado esperando una respuesta. Hoshi mostró una amplia sonrisa dejando caer el libro del sillón, se levantó y caminó hasta donde su compañero sentándose sobre la cama, se dejó caer de espaldas escuchando el quejido de Woozi, había caído sobre su pequeño compañero pero no se preocupó de hacerle daño, sabía que de vez en cuando Woozi exageraba para quitárselo de encima.

—supongo que yo. Hay que preguntarle a él.— Apuntó a la cámara resguardada por las rejas. —Si me dejas dormir con Woozi cambia estas dos camas por una más grande.

—No cabe por la puerta.

—Entonces juntaremos las pequeñas.— Hoshi rodó sobre la cama para quedar a un lado de Woozi. —Es incomodo que tengamos muy poco espacio.

—Entonces duerme tu solo en tu cama.

Hoshi le sonrió como antes lo hacía estando libre, una sonrisa sincera sin estar plagada de preocupación o estrés, estaba tranquilo y feliz. 

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