¡ cincuenta años !

—Oye, pronto son nuestras bodas de plata.

Yeonjun comentó mientras los dos veían una película antigua en la televisión.

—Tú no piensas en esas cosas nunca, bebé, ¿qué ocurre? —las orejas del gato se pusieron alerta al notar cómo el pequeño Heeseung intentaba caminar cerca de ellos.

—Sólo me he puesto nostálgico, es raro —el perro se levantó, tomando en brazos al minino y lo acurrucó en sus brazos—. Tuvimos a Seungie demasiado viejos, mi querido omega.

—Vamos, quería tener cinco, ya lo sabes.

—Todo lo que pida mi lindo gatito —dejó al ya dormido Heeseung en su cuna, y besó con delicadeza a su gato en los labios.

Con lentitud, los dos se empezaron a besar y se dirigieron hasta la habitación donde, dominados por aquel amor que era difícil de soportar, se entregaron de nuevo como unos jóvenes adolescentes.

—¿Recuerdas nuestra primera vez? —preguntó Hueningkai.

—¿Cómo podría olvidarla? fue algo precipitado por mi parte.

—Todavía conservo la marca.

—Si, y ahí debe quedarse.

—Así será.