Mi pasante
— Pasante Oh, hay un par de cosas que debemos discutir...
La forma en que sus labios permanecen entreabiertos y sus pestañas apenas se tocan al cerrarlas me hace pensar que jamás en mi vida había visto algo más hermoso.
Que la suavidad de sus mejillas tiene mi corazón.
Pero quizá mis palabras y tono de voz sonaron demasiado serias, porque esa bella imagen se rompe con unos ojos abiertos, con la expresión de nerviosismo instaurándose en el precioso rostro de mi pasante, quien se aferra al agarre de sus dedos sobre las mangas de mi bata.
— Doctor...
— Oh Sehun, no me mires así.
El mar de miel que destilaban sus ojos curiosos me aturde unos segundos en los cuales me doy cuenta de que he hablado con dureza de nuevo, y que mi mano está sujetando quizá con demasiada brusquedad su suave barbilla.
Tranquilo Yifan.
— Yo...no sé cómo actuar...
El dulce tono de su voz nerviosa me hacen sonreír y bajar mis manos a su cintura para apretarla con cuidado y recargar mi frente contra la suya.
Compartiendo el mismo aire en esa pequeña distancia entre los dos.
— No tengo intención de retractar mis actos. El volver atrás sería para continuar lo que dejamos pendiente.
¿Se pueden imaginar la belleza de esos ojos brillando de emoción y alegría conforme mis palabras salen con ese timbre de voz que nunca había usado en mi vida?
Al inicio, cuando mis dedos colocaron el seguro, los pensamientos de continuar con la misma brusquedad los pendientes del ascensor invidieron mi cuerpo, pero en este momento, después de verlo tímido frente a mí, con la mirada baja y sus pies moviéndose como signo de su nerviosismo, mi cuerpo y mente cambiaron de pensamientos.
No pude evitar acariciar su mejilla, tampoco probar sus labios con parsimonia y mucho menos sonreírle como nunca lo había pensando hacer en mi vida.
No pude sostener ninguna barrera cuando su agridulce aroma se estampó contra mi rostro proyectándome hacia su cuerpo como un metal hacia el imán.
Mi pasante es mi imán, yo soy un débil metal.
Mi pasante estaba terminando con toda mi cordura.
— Usted...
La duda de su voz me hace sentirme cobarde, ¿qué mierda estoy haciendo mal para que no comprenda la intensidad de mis palabras?, ¿tanto miedo le causó?
Maldición Yifan, no sirvió comportarte como imbécil.
No, no lo hizo, ¿por qué demonios mi mente hizo el escudo lanzándole miradas de reproche por estar destruyendo mi alma, cuerpo y mente?, ¿en qué momento se me ocurrió tratarlos junto a los otros pasantes como un inútil?
Pero para empezar, ¿cómo se supone que yo haga lo que debería hacer?
— No me tengas miedo.
— Yo no le tengo miedo.
La forma en la que esa voz sale, la mirada fija en mi rostro pese a que esas mejillas se han encendido un poco más...me muestran un avance.
— No sé lo que esperas, tampoco sé qué puedo darte, y esto de forma profesional no debería ser, mi ética profesional me lo prohibe... y sin embargo...
Y sin embargo poco me importa acercarme a sus labios, tampoco mi ética me reprime cuando mis manos lo sostienen con mayor fuerza y mi cuerpo lo empuja hacia el escritorio que cruje en cuanto su cuerpo se sienta en él.
Mi profesionalismo está siendo tentado por la forma en que sus manos se expanden por mi pecho y acarician de forma tímida, como pidiendo permiso de hacerlo a lo cual respondo apretando su labio entre mis dientes y abriéndome paso entre sus piernas que lentamente se abren.
Mis manos lo toman por la espalda, quema el solo contacto al rodear por completo su cuerpo y deslizar mi lengua entre caricias a la suya.
Es tan cálido y suave que mis pensamientos no divagan en las acciones, porque mi boca abandona la suya para deleitarme en su mentón e ir descenciendo hasta la manzana de Adán la cual tomo con los labios y comienzo a succionar.
— Doctor...
Los suspiros de su bocan sale y me siento más demandante conforme una de mis manos abre lentamente su camisa exponiendo poco a poco su blanquecino pecho.
Tan blanco y puro como un conejito.
— Di mi nombre, llámame por mi nombre...
Torpemente su cabeza se mueve en una afirmación, y mis pupilas se deleitan por la érotica escena que son sus pezones rosados, completamente duros para mí que mi boca no duda en probar.
— Mhm...
Y la forma en que su cuerpo se retuerce, entre jadeos y quedos gemidos me enloquece al igual que el sabor de su dulce piel.
Porque esos pezones tan sensibles se hunden en mi boca, mi lengua los acaricia con círculos constantes antes de morderlos y jalar con suavidad su piel.
La esencia de su piel extasiando mi ser.
— Yifan...
Maldita sea.
Mi pene se humedece con cada jadeo, con sus suspiro siento como se tensa dentro de mi pantalón, pero la forma sensual con la que dice mi nombre hace que mi pene palpite y queme buscando salir.
— Sehun...
Alzo mi vista mientras mi lengua recorre el contorno de su pezón abandonado, mientras me pierdo en la vista de su rostro sonrojado, los labios rosas abiertos y jadeando en conjunto con un lindo hematoma que se forma a la altura de su cuello.
Como marca de mi posesión.
Una de mis manos viaja, me atrevo a probar más de mi pecado al sentir su pene palpitando bajo la palma de mi mano, al deleitarme cuando su pelvis se mece hacia el frente restregándose contra mí.
— Yo...
— Shhh, no hables...
— Yifan...
— Déjame atenderte, conejito...
Las palabras salen de mi boca sin consentimiento, no había pensado en mostrar alguna forma de afecto, pero extrañamente mis labios se sueltan murmurando contra su cuello cada pequeño delirio de mi mente al bajar el cierre de su pantalón.
— Estás tan húmedo y caliente...
— Hmp...
Esos suaves gemidos son música en mis oídos, son una extensión celestial que me motiva a meter mi mano bajo la tela de su boxer negro y tomar con sutileza la cabeza de su pene.
— ¡Yifan!
Debí callar ese grito de alguna forma, pero mi ego se hincha conforme sus labios se desatan en palabras poco coherentes, en movimientos pélvicos constantes.
Mientras mi pasante pide por más y mi mano atiende moviendo en círculos el pulgar contra su glande, apretando y masajeando la hendidura que comienza a dejar salir líquido seminal, el suficiente para que mi mano se pueda deslizar sin problemas por su erección.
Es tan caliente y suave, no tan grande pero se alza con firmeza, se mueve sola al ritmo de sus caderas cuando mi mano se queda quieta.
— No te muevas.
— P-Pero...
— Obedece a tu superior...
Y en un asentimiento de cabeza su pelvis cesa para darme permiso a mí de hacerlo a mi ritmo, de extender mi mano sobre su miembro subiendo y bajando lento, masajeando su cabeza con destreza y llevando mis pensamientos a acariciar buscando solamente su placer.
Un par de besos en sus hinchados labios, mis labios suspirando sobre los suyos atrapando cada uno de sus jadeos mientras aumento el ritmo y me pierdo en esos ojos brillantes que se cierran cuando ya su cuerpo no resiste y se corre con ímpetu contra mi mano.
Cuando su esencia quema mi piel y su cuerpo se arquea al retorcerse de placer me siento perdido una vez disfrutando de su orgasmo aun más que el mío.
— Así es, muy bien hecho...
El sabor dulce de sus labios y sudor combinados.
— Bien hecho, bebé....
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¿ Qué tal? 😏😏😏😏
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Estoy muy alegre de todos sus comentarios y muestras de amor en mi perfil 💚
Muchas gracias 💚💚
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Ganó el Chanhun, así que no duden en pasar a ver ...
Y también, ¡ nuestra colaboración!
Espero les den mucho amor 💚🙈
La la la...
Los amo 💜
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