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Halagándolo


Mi respiración se encuentra agitada. 

Puedo sentir como unos cálidos labios ascienden por mi cuello hasta mi oreja, donde getilmente depositan un beso, su lengua hace de vuelta el recorrido mientras esas delgados dedos sotienen mi punto débil expuesto ante él en un adictivo movimiento que me hacen temblar. 


  — Detente...


El aire en mis pulmones se hace tan espeso que me cuesta respirar y enronquece mi voz. 


  — ... detente ...


Él niega, y mis manos no encuentran la forma de dejar de sujetar sus caderas, de hundir mis dedos en su blanca piel pese a que mis pensamiento me gritan que detenga esto. 

Maldición, sus dedos queman cerca de mi glande moviéndolos en círculos con tanta lentitud que...¡mierda! 


  — Hmp...


¿Te gusta?


¡Vaya pregunta!


Por supuesto que me gusta, jamás me había sentido tan caliente al ser masturbado. Ni siquiera recuerdo cómo llegamos a esto, pero ¡diablos!, la forma en la que relame sus labios antes de morderlos me hacen endurecerme aun más.  

Por un instante, siento como su mano detiene su fluido vaivén sobre mi pene y creo que por fin dejará de hacerlo. 


Gran error. 


  — Detente...detente... Sehun...


  — No puedo...¿no es lo que usted quería...doctor


Sí, sí quiero esto...


Es tan incorrecto, tan sucio que mis caderas se apresuren a moverse al encuentro de mi erección contra sus húmedos y rosados labios. Su aliento caliente quema mi piel haciéndome perder el control y tomar su cabello con una mano. 

Mis venas palpitan y estoy seguro que mi corazón tendrá un infarto al miocardio porque toda mi sangre está acumulándose en un solo lugar. 


  — Sehun... 


—   Dígame...Doctor Wu...


Mis labios se sienten resecos y solo termino de aspirar todo el aire que puedo con mis pulmones para soltar una miserable palabra y alza mi vista admirando ese perfecto y voluminoso trasero aun cubierto por esa maldita blanca. 

La única prenda en la albina piel del joven. 


  — Continúa... 


Asiente con sensualidad abriendo esos delgados y rosados labios de forma tímida soplando su aliento contra mi erección. Tomo con fuerza su espesa cabellera y puedo sentir su lengua delimitar la hendidura de mi glande antes de tomarlo por completo y...


 ¡Yifan! ¡Abre la puerta!


Abro los malditos ojos, mi único día libre en la semana. El único día que no pude hacer algo para mantenerme ocupado y en mi cansancio cedí al sueño como los pacientes a la anestesia. 

Mi sueño, un sueño húmedo igual que un adolescente me muestra que mi mente está dando demasiado espacio a ese niño. ¿Y cómo evitar que mi cerebro cree esos sueños? Nada.

No se puede, ¿cómo voy a acercarme a un neurólogo para que revise mi cerebro por pensamientos impúdicos que rondan mi mente?  Sobre todo si el único con el que cruzo palabra me aborrece. 


 ¡Yifan! 


Maldito Jongdae, maldito domingo. Estúpido día en el que se me ocurrió invitarle una taza de café y conversar con él, ¿quién le dio permiso de hacerse llamar mi amigo?


Nadie.


El muy cínico no necesita eso. Él solo se acercó ese día de mi ingreso y me jaló por la corbata hacia la cafetería gritando lo bien que nos llevaríamos y como él encargaría de llenar su vida de luz y alegría. Y cuando mi voz negó a su invitación a comer, frente a las puertas del establecimiento, el sonrisa de gato gritó un fuerte "Ah waeeeeeeeeee".


— Deberías abrirle la puerta a tus amigos más seguido.


El susodicho entra tranquilamente con unas bolsas negras en sus manos y se sienta en la cama jugando con la copia de mis llaves.


— ¿Qué haces aquí?


— ¡Madre mía! Sino querías que entrara me hubieras dicho. 



Niega con rostro de indignación y se sube a la cama con todo y zapatos por lo que arrugo el ceño y él parece tomarlo como reto porque se los quita para limpiarlos con mis sábanas blancas cual esponja.

Desgraciado.


— Jongdae... Baja de una...


—Oh Sehun. Junmyeon me habló de tu problema amoroso.


Frunzo el ceño porque si Jongdae sabe, quiere decir que casi toda el hospital debe saberlo, y joder, eso no puede pasar. No pueden enterarse de que me gusta uno de mis pasantes.


Esperen...¿Qué?


¿Amoroso?¿Problema?¿Gustarme?


Joder, aun me duele la maldita erección y Jongdae parece divertido con una lata de jugo de uva para beberla como niño pequeño tomando la lata con ambas manos bebe el contenido de un solo golpe y eructar manchando aun más mi cama con gotas moradas del jugo.


Hijo de su...


— Jongdae...


Comienzo, y quizá mi voz suene ocho octavas más baja de lo usual porque mis testículos se aprietan al estar sentado en la cama, y al hecho de que me estoy empezando a encabronar.

Respira. No puedes matar al pediatra.


El hospital necesita del niñero. 


— No le he dicho a nadie más. Él niño apenas y es legal. Joder, que buenos gustos tienes. 


Me guiña un ojo con esa sonrisa burlona dibujada en sus labios y por alguna extraña razón ese simple comentario me hace apretar los puños. ¿Ya habrá visto a Sehun para decir que mis gustos no son malos?


¿Y a mí que mierda me importa quién  vea o deje de ver a mi pasante?


Ja, ja... Mi pasante...


Y vaya, siendo sinceros, Sehun es todo menos alguien feo, porque una vez que me estoy poniendo sincero, ese niño tiene todo para poder ser mi problema con nombre, apellido y un gran culo que apretar.

 
— Entonces pensé que deberíamos hacer algo para que se te haga con el crío. ¡No sabes lo feliz que me siento! Incluso pensé que eras asexual, o peor...¡ heterosexual !


— Kim Jongdae...


— Tienes la ronda con él mañana, ¿no? Lo vi el viernes, pobrecito, parece que le sacaste el alma cual dementor de Harry Potter, eso, o de verdad es tan blanco que las luces parecen traspasar su piel, si le sumas que se estaba midiendo la bata que les regalas a tus pasantes...¡Parecía un fantasma!


— Ah...


— Primero que nada, debemos crear un buen plan, y sobre todo, tienes que quitar esa cara de asesino a sueldo mal pagado. Incluso parece que tienes de esos asistentes que a todo paciente les diagnostican Lupus*.


— Por última vez...


— Es que no me imagino que clase de cosas le dirás, algo así como "Haces que mi músculo cardíaco se hipertense y mi niveles de presión se eleven hasta provocarme una gruesa...


Adiós a mi erección.


Después de años sin verla Jongdae es el único capaz de apagar el fuego en mi interior.


— No estoy interesado en el pasante.


— A otro perro con ese hueso, compa'.


— ¿ Qué fue exactamente lo que te dijo Junmyeon?


— Que el pasante te la paraba.


Abro los ojos de forma descomunal porque, ¿qué tiene Junmyeon en la cabeza? Joder, intento que Jongdae lo vea como por sorpresa y no por nerviosismo.


— Jong...


— Bueno... Ah, quizá dijo algo que él niño te ha sacado de tus casillas, y lo único que importa es que estás dedicándole tiempo a pensar sobre él cuando... A ti todos te valemos madre.


— Es decir, ¿ustedes piensan que tengo interés en un niño porque he pensado en él? ¿No han pensado que lo hago porque tiene un cerebro genial y es alguien con altas posibilidades de ser el mejor en toda su área? ¿No tienen en mente que es alguien con un desempeño excepcional en sus clases prácticas y además con un promedio superior al mío? Vaya, me siento bien de poder conocer a alguien con un potencial enorme y admirable, alguien con quien pueda trabajar. 



— ¿Estás halagando a alguien?... Tú nunca...Woow...


Niego tallando mis sienes. Esto es imposible. Necesito un baño, seguir a solas.

Dejó a un boquiabierto Jongdae en mi cama y voy al baño donde espero el agua limpie más que sólo mi cuerpo.

Entiendo algo de su reacción, no es como si fuese el alma del hospital y todos me amaran. Hago lo trabajo, con tanta perfección como puedo, y no demerito a nadie pero simplemente, no veo que merezcan un halago.

Y en todo caso, ¿por qué debería halagar a alguien? ¿Son mejores que yo?

No, no creo. Mi orgullo lo impide.

Y ahí está el maldito punto.

Acabo de huir de mi habitación para que el agua limpie mi alma, porque acabo de halagar a alguien. Y no a cualquiera.

A un pasante.

Un pasante que hace dos días tuve cerca de mí por más de tres horas e intenté, intenté con toda mi voluntad ignorar.

Ignorar esos labios. Esa mirada perdida, como sus ojos brillantes y color miel se expandían cada vez que leía el número real de casos especiales  que se trataban de forma anual, esos dedos moviéndose por su bolígrafo con impaciencia. 

Su piel pálida, tan blanca que podía ver el camino que su vena yugular hacia a su cuello mientras preguntaba sobre la medición de desempeño para acceder a un puesto en el hospital, como su cuello se movía exponiendo un poco de esa pura piel. Sus delicadas clavículas... y el dulce contoneo de sus caderas al momento de caminar. 

Puede que me haya quedado unos segundos mirando como su figura avanzaba al lado del chico de mejllas regordetas, mi pasante de especialidad, con quien parecía cómodo para lanzar comentarios sobre dudas y asentir cuando escuchaba atento la experiencia de Minseok. 

Y conocí su rostro de exasperación, cuando el otro pasante, Taemin, hizo comentarios sobre la edad mínima de contratación, ¿acaso mis veintenueve años aparentan más?

Y ese aroma. 

Pareció afectarme solo a mí. Agridulce y fresco, que hizo mi agua mi boca. Mi presencia se vio afectada que tuve que aclarar mi garganta siendo asfixiado por ese aroma que se apoderó de mis pulmones. ¿Cómo los demás no lo percibían?

Su dulce aroma que me embriagó y eso causó mi rabia. Mi enojo. Mi molestia impresa en cada palabra hacia él, disimulada hacia los tres. 

No explicaba el por qué mi cuerpo ansiaba lanzarse sobre él y apretarlo con mis brazos, hundir mi nariz en la nívea piel de su cuello y aspirar esa piel suave y tersa. Medir el contorno de su caderas con mis dedos y marcarla como de mi propiedad al apretarla. 

Dejar marcas de mis manos sobre su piel. De mis labios sobre su cuello. 


 — Estoy loco...


  — Yifancito...


Mi dolor de cabeza, y no, no la de abajo precisamente. 


  — ¡Yifancito bebé!, iré a usurpar la comida de tu cocina que por derecho real me corresponde. Ya no te la jales tanto, se te va a caer. 


Niego. 

No puedo estar pensando en él. No puedo tocarme pensando en las curvas, ligeramente pronunciadas, pero visibles de su esbelto cuerpo. Porque mi cuerpo comienza a reaccionar a los recuerdos de una forma tan vívida que me niego a tocar mi nueva erección pensando en el pasante. Mi pasante. 

Un joven que veré todos los días por los próximo seis meses, bajo mi instrucción. Siguiendo mis órdenes.


— Contrólate.


Me regaño. Me miento pensando que con un encuentro sexual con el primero que se me ponga liberaré todo esta frustración acumulada en años de abstinencia. Mis ojos se niegan a abrirse para observa la debilidad erecta de mi carne. Soy humano. 


—Lo único que necesito es un acostón.  


Me miento de nuevo. Me miento a pesar de que mi mente se ha creado escenas en los últimos dos días con mi pasante durante su primera ronda, conmigo. 

Porque mi mente no puede dejar de pensar en lo asombro que es, cómo logró captar cada cosa explicada el pasado viernes mientras los otros me cuestionaban, él daba por ello demasiadas cosas. 

Suprimo el hecho de que al darme la vuelta ese día, esbocé una sonrisa contento de tener a alguien con quien no necesitaré dar más de dos órdenes. Suprimo el hecho de que corrí, casi volé hacia la sala ese día que Kyungsoo entró diciendo que todo estaba listo. 

Que mis manos sudaban como no hacía tanto, y que he halagado a alguien sin retractarme en ello. 

Que mi corazón estuvo sintiéndose alterado por su voz al hablar. Que mis oídos amaron ese pequeño siseo en sus palabras, casi imperceptible, pero presente. 

Escuchó un ruido en mi cocina que lográ sacarme de tan locas ensoñaciones, tal vez debería salir y salvar mi casa de ese demonio gatuno que está aquí. 

Tal vez solo debería dejar que la secretaria de JongIn venga a mi casa el próximo fin de semana. 


  — ¡Ah waeee!...¡Yifan! ¡Se me quemó la carne!


Oh solo debería clonar a Jongdae y tenerlo a mi lado siempre, eso también serviría. 



•••


Lupus*. Enfermedad inflamatoria ocasionada cuando el sistema inmunológico ataca a sus propios tejidos. Afecta varios órganos, como los riñones, las articulaciones, la piel, la sangre e incluso el cerebro.


La referencia es a Dr. House, donde los médicos a su cargo siempre diagnosticaban Lupus a sus pacientes.




••

Tal vez piensen que va muy rápido el enamoramiento de Yifan, pero él sufrió el "amor a primera vista",  además de que no sabe cómo manejar los sentimientos, YiFan es alguien de letras, buen cerebro pero nulas relaciones interpersonales. 


Este capítulo es especial . 

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