
Capítulo XXIX
El tiempo de vacaciones de Tomás había sido una buena oportunidad para que tanto él como Sergio, gozaran de ellas con total plenitud y disfrutaran de su tiempo. Además, el mes de diciembre había llegado y la suave brisa se sentía en el ambiente,con la música agradable y característica con su recibimiento, alegrando el corazón de todas las personas. Grandes y chicos, jóvenes y adultos mayores disfrutaban por igual esta temporada tan especial llena de magia, luz, color, esperanza y muchas otras cosas más que la describían. Eran alrededor de las 8:00 p.m. cuando la pareja conversaba tranquilamente y recorría los alrededores más representativos de la ciudad.
—Todo esto es maravilloso, Tom. Diciembre ha llegado con mucha alegría y espero que la pasemos muy bien juntos —decía el galeno con entusiasmo, observando unos bastones y unas campanas iluminadas cerca del parque central.
—Es cierto, mi oso. Todo está tan bonito por donde quiera que lo mires y me gusta la decoración de este año porque se ve todo más iluminado que el año anterior —decía Tomás quien veía unos renos con luces amarillas.
—Es verdad, me gusta la creatividad que cada persona tuvo para decorar su casa, su club o su negocio. Valió la pena tomarme una semana de vacaciones para poder estar contigo —comentaba Sergio al seguir caminando por varias casas y locales comerciales de la mano con Tomás.
—Me alegra que hayas decidido tomarte una semana de vacaciones para que me acompañaras aquí, amor —decía Tomás quien esta vez había tomado la iniciativa de invitar a salir a Sergio, recorriendo las principales calles de la ciudad adornadas de principio a fin luego de haber visto la decoración del parque central.
—No quise llevarte la contraria, especialmente cuando es la primera vez de que tú me invitas a salir —dijo el galeno quien giraba la cabeza por todos lados y veía como todo era alegría por doquier.
—Eso es tierno de tu parte. Por otro lado, me agrada saber de que te interesaste en ser socio de Beatriz y su nuevo gimnasio, lo cual me alegra mucho más —dijo Tomás tomando la mano del galeno, viendo como algunos niños corrían y jugaban alegremente por donde ellos transitaban.
—Claro que sí, amor. Me siento feliz de tenerte cerca y amarte siempre —dijo el galeno para luego besar los labios de su novio.
—Eres muy lindo, por eso así como tú haces cosas bonitas por mí, también se me ocurrió hacer algo lindo por ti —dijo Tomás mientras sujetaba la mano de Sergio y sonreía completamente.
Sergio no comprendía cual era la intención de la sorpresa que el oso pardo le tenía. De hecho, le causaba mucha curiosidad y lo carcomía el hecho de saber que le estaba esperando, hasta que Tomás se detuvo y le pidió algo que él consideró un poco extraño.
—¿Por qué me pides que cierres los ojos, amor? —preguntaba extrañado el galeno.
—Porque esto es especial y no quiero que lo veas aún. Arruinarías la sorpresa si lo haces —respondía el oso pardo.
—¿Pero por qué tanto misterio? Cuando yo pensaba sorprenderte no hacía tanto hermetismo —decía el galeno con algo de desespero.
—Deja de desesperarte y se paciente, Sergio —le decía Tomás mientras se acercaban más y más hacia la sorpresa— Justo aquí puedes abrir los ojos.
Sergio se descubrió la venda que tenía en los ojos y quedó sorprendido ante lo que vio. Se encontraba bajo un árbol de nueces, sus frutas favoritas, decorado con muchas luces de colores, fotos y mensajes de amor y cariño, donde también había una cesta dorada que estaba ubicada en un mantel de colores rojo y verde con motivos navideños.
—Tomás... no puedo creer que hayas hecho esto por mí...
—Quise hacerlo, Sergio. Siento que es lo poco que puedo hacer ante tantas cosas lindas que tú has hecho por mí. Tú has sido lo mejor que me ha pasado y nunca me canso de decirlo.
—No sé... no se qué decirte... —decía el galeno muy emocionado ante todo lo que veía a su alrededor.
—Jaja, no digas nada y sólo disfruta del momento —dijo el oso pardo para luego abrir la cesta y sacar un paquete de galletas navideñas con figuras diversas en su interior.
—Es la primera vez que tienes la iniciativa de invitarme a salir, te has lucido con este marco grandioso.
—Lo había planeado desde hace algunos días cuando iniciaron las decoraciones alrededor de la ciudad, lo que sirvió de inspiración para que hiciera esto y preparara lo necesario para este momento —decía el oso pardo mientras servía las galletas de chocolate y vainilla, además de un vaso de leche tibia para cada uno.
—Esto es simple, emotivo y de cierta manera inesperado. Pensé que sería quizás algo más a mi estilo, jaja.
—No, no lo fue. Tú tienes tu estilo para hacer las cosas y yo tengo el estilo de hacer las mías, eso es lo que nos hace diferentes y únicos.
—No cabe duda que tienes total razón en lo que dices —dijo el galeno para luego besar los labios de su oso— Te amo.
—Y yo a ti también te amo, Sergio —dijo Tomás correspondiendo a su beso de manera pasional mientras acariciaba sus mejillas.
Tomás también había llevado algunos otros bocadillos que rápidamente fueron consumidos por ambos, limpiándose los restos de comida el uno al otro. Al terminar, nuevamente se tomaron de la mano para recorrer otros lugares iluminados por la magia de la navidad.
—Todo es tan bonito cuando la Navidad llega —dijo Sergio mirando por doquier las ventanas de un suburbio por el que caminaban.
—Jajaja, sí. Ese oso polar de nieve se parece a ti, mi oso —dijo Tomás al comparar al galeno con un oso blanco en una pastelería.
—¿Por lo gordo o por lo esponjado? —preguntaba sonriente el galeno.
—Por lo dulce, amor —respondió Tomás mientras miraba las decoraciones y el resto de luces de los demás lugares que recorrían.
Así, acompañados de la magia de la navidad, aquella semana para Sergio y Tomás fue maravillosa. Muy pronto se encargaron de organizar una deliciosa cena navideña en compañía de sus familiares y sus amigos para pasarla bien por la época. Sergio como buen cocinero y Tomás como buen ayudante se encargaron de absolutamente todo al preparar cada detalle para que la ocasión fuera muy especial.
—Espero que esta cena haya sido del total agrado de todos y cada uno. Lo hicimos con mucho cariño para ustedes —dijo Sergio con un tradicional suéter navideño de colores azul y blanco al terminar de comer.
—Muchas gracias a ustedes por esta maravillosa cena —dijo Zack con un suéter verde que tenía unos pinos estampados mientras observaba a los demás invitados— Como siempre, Sergio y Tomás hacen que todo sea posible y delicioso.
—Eso es cierto, un brindis por estos dos osos que a lo largo de este maravilloso año nos han hecho parte de sus vidas con sus momentos inolvidables —dijo su esposa levantando la copa con un atuendo parecido al de su esposo pero en un modelo femenino.
—¡Salud! —dijeron todos para luego rozar sus copas con el sonido característico del brindis que culminaba con algo bien hecho.
—Gracias a todos por acompañarnos esta noche y ojalá reciban muchos regalos —dijo Tomás quién vestía un suéter rojo y blanco con dos osos que tenían cuernos de renos con lentejuelas luego del brindis realizado.
Al terminar la cena, cada uno se despidió y marchó contento hacia su morada con la satisfacción de haber compartido en completa armonía y amistad en una época tan maravillosa, bonita y llena de luz como lo era la Navidad.
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