
Capítulo XV
El lunes por la mañana cuando Sergio despertó, llamó a Tomás para hablar un poco con él antes de que se fuera para la universidad.
—Hola mi osito afelpado. Hoy espero que hayas amanecido de maravilla —decía el grisáceo mientras preparaba café luego de levantarse de la cama.
—Claro que sí, amor. Amanecí muy bien y el hablar contigo alegra mi día —respondía el oso pardo tomando el transporte respectivo hacia la universidad.
—Eres más dulce que la miel, mi oso. Me agrada mucho hablar contigo y desearte los buenos días cada vez que despierto —decía Sergio alegremente colocando su hombro en su celular mientras abría algunas galletas saladas.
—Jajaja, sí. Aunque sea cuando ya he subido al bus para ir a la universidad pero gracias.
—¿No te gustaría que te llevara yo mismo? Así puedo madrugar más.
—No, no. No te preocupes amor. Debes descansar porque se que tus turnos son pesados, de hecho recuerdo cada noche cuando me visitabas estando hospitalizado, no puedo olvidar esos maravillosos momentos contigo, mi amado doctor oso.
—B-Bueno... aunque al comienzo no fueron siempre buenos momentos. Muchas veces me insultabas, sabes.
—Perdón, amor. Perdón por eso, mi oso de goma. Es que antes era muy bipolar y encontrar en ti una buena compañía me hizo darme cuenta de muchas cosas. Tú eres lo que necesitaba para salir adelante y mantener mi vida motivada. Creo que viendo desde otro ángulo mi accidente, podría decir que fue el llamado de atención que necesitaba para que alguien se preocupara por mí.
—Ya lo creo, bebé. Yo me siento muy feliz de tenerte a mi lado, de mantenerme en constante comunicación contigo aunque llevamos algunos meses sin poder vernos por tus estudios.
—Sí, amor. Lo sé. De hecho el próximo fin de semana lo tendré libre ya que sólo realizarán los exámenes reprobados aquellos que no alcanzaron a sacar un promedio mínimo. Por suerte, no estoy en esa lista y no los deberé hacer.
Sergio no lo pensó dos veces cuando escuchó aquella noticia y su corazón latía fuertemente con emoción. Tomó en su mano derecha su celular y recordando el lugar que había visitado el día anterior dio el primer paso hacia su cita mientras bebía su taza de café.
—Amor, podríamos aprovechar el fin de semana y vernos ya que te extraño un montón. ¿Podríamos vernos en la plaza el domingo a las 9:30 a.m.? —decía el médico esperando la confirmación de su oso pardo entre sorbos cortos.
—¡Oh... Cielos...! ¿Acaso me estás proponiendo una cita? —preguntaba Tomás mientras estaba muy sonrojado.
—No, no propongo una cita. Es una cita contigo mi querido oso pardo de ojos hermosos. Hace mucho que saliste de la clínica y debido a que tanto tú como yo hemos estado realmente ocupados, quisiera pasar el domingo contigo mi amor. Necesito verte ya que extraño tus mimos, tus caricias, tu suave piel y las cosas bonitas que siempre me dices.
—Awww... Sergio... yo también extraño todo de ti, especialmente el aroma de oso grisáceo tan delicioso que emana tu pelaje bien cuidado. Es tan rico ese aroma como el oso de felpa que me diste el último día que estuve en la clínica.
Sergio estaba completamente rojo como un tomate y al beber su café, saltaba en su cama de la dicha como un niño de 5 años cuando le dicen que le comprarán un nuevo juguete por portarse bien durante todo un tiempo prolongado. El grisáceo estaba muy feliz, estaba contento y más enamorado que nunca.
—Mi amor me haces tan feliz y también extraño tu aroma de miel que me encantaba cuando frotaba tu pelaje. Eres muy dulce, Tomás. Tan dulce que si fueras un dulce de miel ya te habría comido por completo, jeje.
—Jajaja, si tú fueras un postre ya te hubiese comido también mi amor. Me siento muy afortunado de tenerte como mi oso y gracias a ti mi mundo dio un giro de 360 grados. Me gusta estar contigo y compartir tiempo juntos cuando podemos.
Sergio se sentía muy complacido tras escuchar aquellas dulces palabras de Tomás, él se dejaba llevar por el simple hecho de sentir mucho amor hacia aquel oso pardo que lo enamoraba más y más.
—No puedo estar lejos de ti ahora mi oso. Tú estás metido en mi mente y en mi corazón, no había sentido con nadie lo que ahora siento por ti y si te soy honesto no pensaba que alguna vez podríamos llegar a conformar una linda pareja como lo somos ahora. Tú eres el sol que ilumina mi mañana, la miel que endulza mi día y la brisa fresca de primavera que sopla por mi ventana.
—Sí... yo... pues... tampoco lo pensaba... pero date cuenta de cómo es la vida, jeje... Awwwwwwwwww... mi oso... tus palabras son muy dulces... —decía en voz baja Tomás y muy sonrojado ante aquellas palabras escondía su cara entre sus apuntes universitarios.
—Tú eres más dulce que mis palabras, jeje. Gracias por hacer parte de mi vida, Tom. Gracias de porque sabes que de verdad te amo y te aprecio muchísimo.
—Awww... eres muy tierno conmigo. Ansío que llegue el domingo para estar contigo mi precioso oso de goma
—S-Sí... contaré los días, las horas, los minutos, los segundos y las milésimas si son necesarias para verte mi amor...
—Yo también haré lo mismo mi oso gris de inmensa ternura y gran corazón. Amor, debo colgar porque ya estoy entrando a la universidad pero no quiero.
—Tienes que. Te deseo éxitos en este maravilloso día —decía Sergio feliz y enamorado.
—Gracias amor. No quiero colgar, cuelga tú primero —dijo Tomás estando ya dentro de la universidad.
—No, no. Cuelga tú —sonrío dulcemente Sergio.
-No, cuelga tú -insistió juguetonamente Tomás.
—Cuelga tú, jiji —dijo el galeno entre risitas y en voz baja.
—Mejor colgamos los dos ya que ninguno de los dos tiene la voluntad de hacerlo primero, jeje —sugirió Tomás mientras esperaba la respuesta de su amado.
—Jaja, me parece una excelente idea —respondió Sergio para luego colgar al tiempo que su oso pardo universitario.
Sergio estaba feliz y dichoso tras haber invitado a Tomás a salir. Durante esa semana no pensaba en nada más sino sólo en eso. Cada llamada, cada mensaje, cada pensamiento y emoción era sólo por eso hasta que finalmente aquel domingo llegó.
—¡Sergio! ¡Sergio mi amor! —gritaba Tomás muy emocionado tras ver a su oso grisáceo en el lugar que habían citado para encontrarse.
—¡Mi Tom! ¡Mi oso pardo! —exclamó el galeno con sus brazos extendidos para abrazar fuertemente a aquel chico que lo hacía feliz todo el tiempo.
—Que guapo te ves -dijo Tomás mientras notaba que el galeno tenía puesta una camisa de flores hawaianas algo ajustada a su pecho, una camisa blanca sin mangas que resaltaba su pecho, un short de la misma tela que la camisa y unas chanclas de color blanco y celeste, lentes oscuros y gorra blanca.
—Lo mismo digo yo, mi amado oso pardo —dijo Sergio al notar que Tomás llevaba una camiseta sin mangas de color verde manzana ajustada a su cuerpo y unos lentes de sol amarillos, con un short que combinaba con su camiseta a parte de tener una cadena con una T en su cuello.
—Extrañaba verte, no sabes cuánto había esperado este momento de tenerte aquí —dijo el oso mientras lo abrazaba más y más.
—Awww... también te extrañé, mi oso. No sabes cuánto y lo que me gusta que me abraces... o-oye... ¿qué haces...? —dijo Tomás sintiendo el abrazo y sonrojándose un poco por como Sergio lo olfateaba.
—Olfateando ese rico aroma a miel que tu piel destila cuando te duchas con el mismo jabón que yo uso, jeje —dijo el galeno mientras tomaba aire y resoplaba feliz tras olfatear a su oso pardo.
—Hueles a lo mismo que yo jajaja, al parecer nos encanta mucho a ese jabón, y ya que estamos aquí, ¿a dónde iremos, amor? —sonrío Tomás mientras separaba poco a poco el abrazo de su oso y tomaba sus manos.
—Ya lo verás, cariño. Es un lugar hermoso al que te voy a llevar —dijo Sergio mientras agarraba las manos de Tomás y seguía el mismo sendero que había recorrido con Enrique el fin de semana anterior.
Tomás estaba emocionado y no separaba sus manos de las manos de su oso. Sentía una brisa fresca recorrer su pelaje mientras su dulce acompañante lo guiaba y estaba contento por recorrer aquellos caminos empedrados y bonitos por donde Sergio lo paseaba. Después de un largo trayecto caminando, ambos llegaron a la entrada del Barrio Italiano.
—Mira amor, este es el lugar donde quise preparar nuestra primera cita —dijo el galeno sonriente al llegar y tomó la mano de su oso pardo para guiarlo.
Sin embargo, Tomás se quedó parado y petrificado, sólo pudo decir algunas palabras.
—M-Mi oso... -dijo Tomás mientras bajaba la cabeza y sentía cómo comenzaban a brotar las lágrimas de sus mejillas.
—Tommy... ¿qué sucede...? Lamento si te hice algo que...
—No, no... al contrario... mis lágrimas no son de tristeza... son de alegría... es la primera vez en tanto tiempo que realmente... me siento amado... me siento feliz... m-me siento...
Y sin poder continuar hablando más, Tomás abrazó muy fuerte el regazo de Sergio y se echó a llorar como un niño en los brazos de sus padres. El oso pardo estaba feliz, se le notaba demasiado mientras que Sergio acariciaba sus cabellos y acercaba su cabeza hacia su panza para que su amado se sintiera más cómodo.
—Tu panza es tan suave y acogedora. Me gusta, es cálida —sonrío el oso pardo frotándose contra ella en una sensación llena de ternura.
—Es lindo ver como te frotas en ella, jeje. Pero no venimos a llorar que si no nos perdemos todo el día de las cosas lindas en este barrio —dijo el oso sonrojado y sonriente mientras extendía los brazos en su compañero.
—Tienes razón, mi oso. Vamos, quiero ver con detalle todo lo que podemos hacer en nuestra primera cita —dijo Tomás sonriente tras haber limpiado sus mejillas y estar un poco más calmado para luego entrar al Barrio Italiano, observando todo alrededor.
Cuando entraron al Barrio Italiano, Tomás y Sergio pudieron recorrer algunas calles principales de ese lugar. Entraron a las catedrales que el barrio poseía y en los jardines jugaron juntos en el pasto. Se tomaron fotos juntos, comieron gelato artesanal que compraron en una dulcería y subieron juntos a un tándem para recorrer las floristerías de la calles Salernitana, Dolce Vita, Udine y Palermo.
—"Ti amo con tutto il cuore, il mio bellissimo orso. Mi rendi felice ogni giorno"—dijo Sergio tomando una de las rosas que estaban puestas en un kiosko para dársela a su amado.
—¿Dónde aprendiste a decir eso, eh? —le preguntaba Tomás mientras lo miraba.
—Me estaba preparando para decirlo y lo estudié muy bien jaja. Traducido al español significa: "Te amo con todo mi corazón, mi oso hermoso. Me haces feliz cada día" —dijo Sergio sonriente y rascándose la cabeza muy sonrojado.
—Por eso es que considero que eres más dulce que la miel, no sólo me dices cosas bonitas en español sino también en italiano y también me haces feliz cada día, amándote siempre más —dijo Tomás lamiendo los labios de Sergio.
Sergio sintió aquella lamida y no desaprovechó la oportunidad para besar los labios de su amado oso pardo. Por primera vez pudieron besarse sin ser interrumpidos por absolutamente nadie y en su primera cita. Para ellos fue un momento mágico y un beso duradero que ninguno de los dos quería terminar.
—Ups, lo siento —dijo Sergio al sentir que su estómago rugía un poco.
—Jaja... lo siento también mi amor... —dijo Tomás al sentir la misma sensación que el galeno.
—Tenemos hambre, por fortuna estamos cerca del restaurante dónde vine por primera vez.
—¿Ah, sí? ¡Oh, qué espléndido! —exclamó Tomás mientras agarraba su rosa y se dirigía hacia el lugar que Sergio lo guiaba.
Caminaron unos cuantos metros y llegaron hacia el restaurante. Sergio ya sabía de antemano todos los platillos que allí servían porque Enrique le había explicado, además se había encargado de reservar una mesa especial para ese encuentro romántico. Aquel lugar se encontraba decorado con una mesa clásica y flores victorianas, sillas de metal pintadas de blanco con cojines de terciopelo rojo y la vista estaba dirigida hacia el lago, haciendo ver un panorama romántico y halagador para cualquier pareja, en este caso Tomás y Sergio. Ambos tomaron asiento luego de que Sergio le anunciara al camarero lo que habían pedido para almorzar.
—Espero que no te moleste el que haya pedido el almuerzo por los dos —dijo el galeno tomando las manos de su amado en la mesa.
—No, no. No me molesta en lo absoluto, bebé. Al contrario, estoy feliz porque comparto este momento tan maravilloso contigo y a pesar de ser nuestra primera cita noto que te esforzaste mucho para que todo saliera bien —dijo Tomás entrelazando los dedos de sus manos con los de su oso.
—Tenía miedo de que algo no saliera bien pero hasta el momento no ha habido ningún inconveniente —dijo Sergio para luego acercar sus labios hacia los de su oso pardo y besarlo con mucho amor.
Tomás correspondió a los picos cortos de Sergio, sus abrazos, sus mimos y demás actos de cariño sonriendo bastante, sintiéndose querido y amado. Minutos después les habían traído sus almuerzos conformado cada uno por sopa minestrone, un buen risotto al limón con un plato de espaguetti y para terminar un rico postre de lasaña dulce con cioccolato nero. Los dos osos estaban comiendo cada platillo de manera pausada, compartiendo entre sí sus comidas entre muestras de afecto, amor y mucha ternura.
—Está delicioso todo mi amor —dijo Tomás al probar su risotto al limón y darle de comer un poco a su oso.
—Sí amor, además prueba la lasaña que está deliciosa también —dijo Sergio al darle una probada de aquel dulce postre a su amado.
Ambos comían felices y se sentían tan queridos el uno al otro que cada minuto para ellos era agradable al estar juntos. Al terminar de almorzar siguieron recorriendo otros lugares interesantes del Barrio Italiano como Maggiolo, Puccini y Barlovento que eran lugares donde se encontraban las joyerías, las ropas de marca y los almacenes de cadena. Allí ambos compraron algunas cosas mientras estaban visitando ese barrio hasta que sin darse cuenta llegó el atardecer.
—Son las 5:46 p.m. amor. Debemos irnos, es tarde ya —dijo Tomás tras haber mirado su reloj.
—Calma, calma mi amor. Antes de irnos te mostraré un último lugar al cual quería llevarte al comienzo pero decidí mejor dejarlo para el final —dijo el grisáceo mientras pedía un cochero que los desplazara hacia el pequeño lago situado al oriente de aquel lugar.
Estando en el coche siguieron los mimos, los besos y los abrazos cariñosos de ambos osos demostrando plena felicidad hasta llegar al lago, dónde Sergio guió a Tomás hacia una canoa y le pidió al canoero un paseo para los dos.
—A-Amor... ya esto es mucho... ya ahí sí me da pena —dijo el oso pardo sonrojado.
—No te preocupes. Quise que nuestra primera cita fuera maravillosa, así que sube conmigo y terminemos con broche de oro este lindo momento navegando en Venecia mi amor.
Tomás se convenció al final y se sentó con Sergio en la canoa. Aquel chico canoero que los paseaba los dirigía por el lago mientras ellos apreciaban como iba cayendo el ocaso, adornando las nubes con cálidas tonalidades que anunciaban pronto la aparición de las estrellas. Pudieron apreciar como todo ya se oscurecía durante el recorrido y observaron las luminarias de aquel lago y como brillaba todo alrededor, maravillados tras ver las linternas volantes por el cielo y que hacían de aquel domingo una experiencia inolvidable.
—Gracias, gracias mi oso hermoso por tan maravillosa cita —dijo Tomás cuando nuevamente habían regresado al puerto del cual partieron con un enorme abrazo a su amado.
—De nada, mi amado novio —dijo el oso grisáceo feliz correspondiendo al abrazo de su oso pardo.
—Me haces el novio más feliz del mundo, mi oso. No sabes lo mucho que me ha encantado nuestra primera cita y recorrer Venecia contigo me ha encantado... ¡es espléndido ese lago! —dijo Tomás encantado mientras ocultaba su rostro el el pecho del galeno.
—Tu felicidad es la mía, mi amor. Ha sido genial este domingo contigo y una experiencia maravillosa e inolvidable, además de que te haya gustado mucho el paseo en el lago. Gracias por ser mi novio y gracias por estar a mi lado —dijo el galeno contento caminando con su oso ya de vuelta a casa.
—Siempre seremos felices ya que eres el hombre que cambió mi vida —dijo Tomás mientras era guiado por Sergio hacia la parada de taxis más cercana maravillado por todo lo vivido.
Ambos se separaron en aquella parada pero sabían que existía una fuerte conexión que demostraron mientras estaban disfrutando juntos en su primera cita. Aquel momento tan romántico sería inolvidable para ambos al darse tanto amor después de meses sin estar juntos por culpa de sus ocupaciones.
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