
Capítulo XL
Luego de que la feliz pareja tuvo un fin de semana feliz, las cosas para ellos y sus amigos comenzaron a mejorar a lo largo de seis meses. Beatriz había fusionado el empleo que tenía como diseñadora independiente con la administración del gimnasio, convirtiéndolo también en una tienda de artículos deportivos y mudándolo a un nuevo lugar. El sitio donde se encontraba el gimnasio ahora contaba con una mayor amplitud, ofrecía mejores servicios y era considerado una zona de mayor concurrencia, motivos por los cuales los socios estuvieron de acuerdo en cambiar de lugar.
—¿Qué te ha parecido la nueva ubicación del gimnasio, Sergio? —le preguntó Beatriz esperando su reacción.
—Es un lugar maravilloso. Me gustan los colores vivos que tiene, la decoración y las nuevas ventanas. Además, está arbolizado lo que permitirá darle vida al lugar gracias a la vegetación que posee —decía Sergio mientras rozaba con sus dedos las paredes del lugar.
—El patio del gimnasio es un lugar con árboles frutales y buena sombra para aquellos que practican yoga o que quieran ir a tomar un descanso afuera. Es un lugar donde hay mucha ventilación y se siente bien estar allí —dijo sonriente la canina mientras observaba el inventario que había hecho de cada cosa en su antigua ubicación y añadió— Valió la pena invertir tiempo y recursos en un lugar como este —le dijo Beatriz al galeno al mostrarle cada una de las instalaciones del nuevo lugar, organizadas y numeradas en el inventario.
—Todo es hermoso. Además, te tomaste el tiempo para organizar las cosas que teníamos y me gusta realmente que no falte nada.
De repente, un chico que repartía periódicos llamó a Beatriz para entregarle la unidad correspondiente del día. La mujer lo abrió y quedó sorprendida por lo que vio.
—Sergio, ¿has leído el periódico? —le preguntó la mujer acercándose hacia él.
—No, no lo he leído. ¿Por qué me lo preguntas? —dijo el galeno bebiendo una taza de café mientras entraba a las instalaciones del gimnasio.
—Deberías de ver esto. Mira quien aparece en la portada en las noticias de hoy—dijo la canina mientras le entregaba el periódico al grisáceo.
—¡Vaya, no me lo esperaba!—dijo Sergio sorprendido al ver la foto de Diego en la portada.
El titular de aquella noticia de aquel periódico decía: "Reconocido instructor de gimnasio sentenciado por múltiples delitos", en la cual Sergio pudo leer todos aquellos actos que Diego había cometido y por los cuales debía responder con una condena a cuestas tras lo sucedido. Diego había sido condenado a 36 años de prisión por todos los delitos que tenía imputados, entre ellos los de concierto para delinquir e intento de asesinato.
—Yo tampoco imaginaba que mi exesposo terminara en la cárcel. Pero si cometió muchos delitos, debe pagar por ellos —comentó Beatriz tras leer la noticia completamente.
—El que mal comienza, mal acaba —dijo el galeno suspirando y entregándole el periódico a su socia, quien vio algo de seriedad en él.
—¿Ocurre algo, Sergio? —preguntó la canina preocupada.
—No, no es nada... o bueno, sí. Por un lado Diego está en la cárcel pagando por todo lo que hizo pero por el otro siento cierta ira contra él por todas las ofensas que me decía antes, además de que intentó atentar contra mi vida y por poco pierdo a Tomás.
—Se que no es fácil olvidar todo lo sucedido pero hay que salir adelante. Así como tú ayudaste a Tomás con todos los problemas que él tuvo, puede ser también la relación que ambos tienen un factor para superar cualquier obstáculo —decía la canina.
—Aunque no es fácil, tienes razón Beatriz. Mi relación con Tomás debe sobreponerse ante todo —dijo el galeno sonriente tras lo escuchado por su socia para luego observar todas las mejoras que el nuevo lugar tenía.
Por otra parte, las cosas también habían mejorado para Zack, quien había podido establecerse con su esposa y con su hijo en la ciudad, convirtiéndose pronto en una cadena comercial reconocida por los productos que vendía. Sofía estaba marchando bien con sus estudios y se perfilaba como una estudiante de gran talento por sus buenas calificaciones. Tomás se encontraba estudiando arduamente también para convertirse en un gran profesional como ahora lo tenía mentalizado.
—¿No vas a dormir todavía? —le preguntó el grisáceo a Tomás colocando su maleta en la mesa de noche junto a su celular —Quiero hacerte cariños de oso— dijo mientras sonreía ampliamente quitándose su estetoscopio y su bata.
—No, amor. Debo terminar de leer algunas cosas para el examen de la próxima semana y luego ya sí iré a dormir —respondía el oso pardo emocionado pero a la vez ocupado.
—Ese examen puede esperar, todavía tienes tiempo. Deseo que vengas aquí conmigo y disfrutemos de un delicioso e íntimo momento, nenito —dijo Sergio con una voz dulce, encantadora y apacible.
—Voy amor, dame unos minutos más. También quiero compartir ese momento contigo, jeje —dijo Tomás mientras seguía leyendo en el computador de su estudio.
—Tengo alfajores de chocolate, por si te interesa —sonrió el galeno con mucha inteligencia y suspicacia, susurrando aquellas palabras al abrazar por detrás al oso pardo y con una voz sensual.
—Mmm... ¿Tienes alfajores? —preguntó el oso pardo seducido y convencido.
—Sí, de chocolate. Tus favoritos —dijo Sergio acariciando el pecho de Tomás hacia arriba y hacia abajo por debajo de su camisa, sintiendo como el oso pardo se derretía como si fuese paleta helada en un día caluroso por las caricias de Sergio.
—Ufff... ¿Por qué no me lo dijiste antes, amor? Ahora sí me dan ganas de que vayamos a la cama ya —sonrió Tomás girando hacia atrás su cabeza, guiñando un ojo para luego levantarse e ir hacia la habitación y disfrutar de aquellos momentos placenteros, en los cuales ambos demostraban su amor y quedaban complacidos el uno al otro.
—Mmmhhh... así me gusta ver a mi chico. Estudioso, feliz y complacido por estar conmigo —dijo Sergio retirando ya lo poco que le quedaba de ropa tras haber dejado los zapatos y los calcetines en el estudio, la camisa en las escaleras y el pantalón en el suelo de la habitación.
—Tienes alfajores y me seduces con tu dulzura... ¿quién puede resistirse ante esos encantos? —susurró Tomás notando como las peludas y grandes manos del grisáceo lo iban desnudando por completo, sintiendo como su pecho era besado por los labios suaves de Sergio y halagado por lo que hacía al darle de comer alfajores.
—Mmmhhh... los alfajores ayudan a que seas dulce mmm... y eso me encanta —decía Sergio comiendo también, nalgueando suavemente el trasero de Tomás quien estaba sentado encima del grisáceo.
—Ah... Mmm... mi amor... ¡Ah! —exclamaba Tomás al sentir como Sergio lo nalgueaba y disfrutaba del sabor de los alfajores como si de un afrodisíaco se tratase para sentir más placer.
—Mmm... no aguanto las ganas de hacerte mío, mi oso —dijo Sergio girando el cuerpo de Tomás y trayendo su trasero hacia su rostro para separar sus cachetes y lamerlo excitantemente.
—Nggghhh... Oh... mi amor... ¡Ufff...! —exclamaba Tomás mordiendo su labio inferior entre quejidos de placer, separando con sus manos sus nalgas para darle paso a las lamidas de Sergio que se volvían más intensas y profundas.
—Mmm... que rico y dulce es mi oso pardo... mi novio amado que me hace feliz —dijo el galeno para luego lamer de arriba hacia abajo la entrada de Tomás, quien gemía fuerte tras sentir los movimientos rápidos de la lengua de su macho en su trasero.
—¡Ahhh... mi macho...! ¡Mi oso...!
—Me encanta hacerte gemir de placer, mi pasivo... —decía excitadamente Sergio quien ya tenía su miembro duro sin siquiera tocarse— Eso es... gime para tu macho... tus gemidos me excitan mucho, amor... —le dijo el grisáceo al oso pardo para luego detenerse después de impregnar el cálido sabor de su interior en sus labios— Es hora de hacerte mío.
Al haber dicho aquello con propiedad y dominio, Sergio separó las piernas de Tomás quien cerraba los ojos tras sentir como el grisáceo lo tenía boca arriba, introduciendo todo su glande dentro suyo para reflejarse aquella sensación en su dulce rostro.
—Ufff... como me gusta estar dentro de mi chico —dijo el galeno bajando su cabeza y apoyando sus brazos en la cama que se estremecía con los movimientos de ambos osos, con Tomás siendo penetrado por completo y Sergio disfrutando como loco.
—¡Ahhh...! ¡Sergio...! ¡Grrr...! ¡Amor! —exclamaba Tomás entre gemidos ahogados de placer mientras doblaba su cuello y agarraba firmemente las sábanas.
—¡Grrr... soy tu oso, amor...! ¡Tú eres mío...! ¡Fosforito!
—¡Deja de decirme fosforito...!
—¡Tú no me ordenas nada! —dijo Sergio para luego colocar a Tomás en posición de perrito y tirar de sus cabellos de una manera dominante, logrando controlar el genio de Tomás.
—¡Ahhh...! ¡Carajo...!
—¡Tomas, Tommy! ¡Mmm...! ¡Yo soy el oso que sabe amarte y dominarte! —decía Sergio dándole una dura nalgada a Tomás para luego introducir su miembro dentro de él y con mucha excitación penetrarlo descontroladamente.
—¡Ahhh...! ¡Ahhh...! ¡Ufff...! ¡Así, mi amor! ¡Domíname! —gritaba Tomás con excitación y lujuria tras sentir como Sergio lo penetraba con fuerza, masturbándose y manchando las sábanas con su líquido preseminal.
—Eso es, Tomás. No sabes como me fascina ponerte a gozar y a gritar en nuestros momentos íntimos —dijo Sergio lascivamente, envolviendo sus brazos por detrás de la cabeza de Tomás y encorvándose hacia adelante, lo embestía con más fuerza— ¡Ufff...! ¡Eres mío!
—Oh... Sergio... soy todo tuyo amor... —decía Tomás alzando más su trasero para que Sergio pudiera entrar con mayor facilidad y lo penetrara a su voluntad.
Sergio estaba desbordado de placer y sostenía el trasero de Tomás, penetrándolo a placer con movimientos pélvicos ardientes, certeros y vertiginosos que resonaban en su trasero con húmedos sonidos. Sin embargo, el grisáceo quería ver las expresiones de placer del oso pardo, le dio vuelta para envolverlo en un ardiente y sensual abrazo de oso con un estilo misionero, penetrando su interior con mayor dominio, sudando y jadeando sin cesar.
—¡Ahhh...! Tomás... no sabes como me encanta ver tu rostro lleno de placer —decía Sergio entre gemidos, bajando su cabeza para morder los pezones de Tomás y lamer el sudor de su pelaje.
—¡Sergio... ya no aguanto más...! —exclamó Tomás al masturbarse con fuerza para luego manchar toda su mano, pecho y rostro con su semen caliente, producto de tanto deseo y placer.
—¡Ohhh...! Yo tampoco aguanto más... Disfruta como estallo dentro tuyo, mi amor... —dijo Sergio entre sus gemidos entrecortados, sintiendo una electrizante sensación que conllevó a la eyaculación dentro de su novio y posteriores gritos de placer— ¡Grrr...! ¡Joder... que rico! ¡Ahhh...!
—Mi amor... Que bien se siente... ¡Ufff...! —exclamaba Tomás al recibir aquellos chorros calientes de semen del grisáceo que se desbordaban de su trasero, jadeando hasta el cansancio y sin parar.
—Gimes deliciosamente cuando hacemos el amor... no sabes como me encanta, Tomás —dijo Sergio saliendo poco a poco del interior húmedo de Tomás, sonriendo tras haber hecho el amor.
—Eres maravilloso... si que sabes dominarme —sonreía Tomás complacido tras todo lo disfrutado.
—Así es como debe ser, amor. Quiero verte feliz, emocionado y cada día más enamorados el uno del otro —dijo Sergio para acto seguido besar a Tomás y que éste le correspondiera a su apasionado beso.
Aquella noche fue mágica, llena de pasión y amor como los osos estaban acostumbrados a hacerlo. Después de aquella maravillosa noche y pasados un par de años más, Sergio dejó de trabajar en los consultorios y ahora se había convertido en el gerente administrativo del Hospital Central, por el empeño y la calidad humana mostrada al atender a sus pacientes y también por el nivel de profesionalismo con el cual se desempeñaba. Thael estudiaba Administración de Empresas tras interesarse por aquella carrera y pensaba en que pronto sería parte del equipo conformado por Beatriz y Sergio tras la decisión del grisáceo de vincularla.
—Me alegro tanto que te hayan ascendido, amor. Eres un excelente médico, te lo mereces —dijo Tomás durante la ceremonia que al galeno le habían realizado por su merecido ascenso.
—Gracias, amor. Esto te lo dedico a ti porque fuiste el motor que me impulsó a prepararme para esto —dijo Sergio complacido.
—Te lo mereces por ser como eres, cuñado —dijo Thael aplaudiendo felizmente.
—Muchas gracias, Thael. Eres una chica muy inteligente y se que pronto haremos un gran equipo contigo en la administración del gimnasio —decía Sergio colocando cada mano en el hombro de ambos, posando para una fotografía que quedaría para el recuerdo.
Por su parte, Enrique había abandonado la costura para hacerse cargo de sus nietos mientras que Fidel se había graduado en la carrera de periodismo. Clara ya trabajaba como profesora en el Colegio Mayor Dominicano y como Tomás había terminado sus estudios universitarios, ahora se encontraba culminando las últimas etapas de su profesionalización como médico, con el apoyo tanto de su pareja como de su familia. Todo marchaba bien para todos y cada uno de ellos, sin embargo aún faltaba algo en el que todos se verían involucrados.
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