Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. ¿Qué pasa con mi mamá?

Amanda
Yo lo llamo: el outfit perrón. Es llamativo, nada vulgar, es caro...Es ¡perfecto!

Me dirijo al cambiador para clientes VIP. Ya sabéis, tienen marcos de oro y todo ese tema de gente rica.

Al cruzar el pasillo VIP me llama la atención la campanita de la puerta.

¿Quién será a estas horas?

Abandono mi camino de la victoria guiada por la curiosidad. Ya sabéis, nunca está de mal tener un amigo barra novio rico.

Me escondo detrás de una columna para pasar desapercibida, no sea que el tipo me vea. Es que no quiero parecer desesperada, o peor aún, una acosadora.

Asomo mi pequeña y definida cara a la pared, y siento cómo la euforia me abandona. ¿Qué hace este individuo aquí? ¿Y lo acompaña su esposo perdedor? ¡Incluso trajo a su hija!

Por favor, díganme que es sólo un mal sueño, una pesadilla. ¡Por favor!

¿No? ¿No lo es? Pues vale, de todos modos mi trabajo aquí ya ha terminado.

Mi próximo objetivo es... agarrarme a Leah y escapar del paisaje sin ser vistas, pero ya que ambos se dirigen hacia acá, me parece que será un tanto complicado.

-Tristan, descansa con Charlotte, ya me encargo yo del resto. -ordenó mientras el otro perdedor asentía.

El enemigo principal se dirige hacia mí con paso firme, como si estuviera enfrente de su mayor archienemigo y quisiera reventarlo. O eso o mi perspectiva me está jugando una mala pasada debido a ese maratón de wrestling de la noche pasada. Juro que no exagero, eran unas cuantas horas puras de hombres semidesnudos que se parten las vergas a gran escala.

En fin, el problema es que ¡no tengo escapatoria! Por detrás soy amenazada por un estante de cristal lleno de productos lujosos, y, por delante, sólo tengo una columna que oculta mi totalmente importante existencia. ¡Estoy acorralada!

Of, ¡eso me pasa por no hacerle caso al horóscopo de hoy!

-¡Oiga, quisiera preguntarle algo! -exclama mientras se aproxima, estando a unos metros de mí.

Mierda, ¡me niego a dar cara con ese tipo!

Me agarro el cabello nerviosa para evitar que mis mechones salgan volando mientras arrastro mi ser hasta el extremo de la columna. Quién sabe, a lo mejor encuentro una salida en este lado.

Como si no fuera ya suficiente karma por hoy, me tropiezo con mi propio tacón. ¡Gracias, muchas gracias!

Caigo al suelo dramáticamente. Sí, como en esas telenovelas indias en las que la historia en sí no tiene sentido y los actores sobreactúan, con la única diferencia de que yo no tengo música de fondo y la caída es menos o casi nada ruidosa.

Por suerte no me rompí nada y pude agarrarme a una cortina para levantarme, cortina que para mi buena suerte pertenece a un cabinet, ¡cortina detrás de la cual definitivamente me escondo!

Lalo
Podría haber jurado que hay alguien detrás de esa columna, y mis instintos sobrenaturales me dicen que es una mujer. Sin dudarlo me dirijo al lugar, no sin antes intentar llamar su atención. ¡Yo quiero ese jodido traje!

Es tan raro que esta lujosa tienda no tenga personal, o siquiera clientes.

-Oiga, ¿quiere mi dinero sí o no? - protesto con hastío mientras me acerco a paso rápido al lugar del cual escuché un santo ruido.

Aquí no hay nadie. Me quedo con los brazos en jarra, y resoplo.

-Espera, ¿y esto?- Por un instante diviso una ola de movimiento tras una cortina y estiro mi brazo en su dirección con cautela. -¿Hay alguien aquí?

Agarro la tela cauteloso. Estoy seguro de que hay alguien detrás.

Amanda
Mi respiración es casi nula. Jódete Penny Wise, hoy estoy más pálida que tú.

Siento sus manos agarrando la tela de aquella maldita cortina, y sé que en un instante tiraría de ella para encontrarse conmigo.

Ya yo estoy rezándole al de arriba.

Ay Diosito, si me escapas de esta juro que ya no me burlaré de esas ridículas modelos de calle por mucho que las deteste y por feas y ridículas que se vean. ¡Tampoco me burlaré de sus baratos y nada profesionales "photo shoots!"

Parece que no hay trato. Veo cómo su palma varonil se apoya en la pared a una cortísima distancia de mi cabello.

Ay no, ¡ay no! ¡Nisiquiera llegué a escribir mi testamento!

Su mano va acercándose lentamente hacia mi cabello, mientras la otra levanta la cortina de tal forma que incluso se me ven los tacones. Lo sabía, ¡esto me pasa por chismosa!

-¿Señor?- una voz desconocida lo pilla desprevenido, y debido al susto, suelta rápido la cortina y se voltea. -¿Puedo ayudarle? -prosigue la mujer.

El perdedor se relaja y asiente con una sonrisa nerviosa, aún mirando en mi dirección. -¿Tiene aquel traje del escaparate en mi medida?

-Venga por aquí.- La mujer le hace un ademán, y éste empieza a seguirla. -Y díganme, ¿está casado?

-N-no realmente. -responde frotándose la nuca incómodo, mirando hacia atrás con intriga.

Respiro aliviada mientras salgo de mi escondite no tan secreto.

Y luego, respiro no tan aliviada al ver la cara furiosa de Leah.

Su zapatilla golpea el suelo con impaciencia, y sé que eso no es bueno.

-¿Cuánto necesitas para cambiarte de ropa? -pregunta exigente. -Sí, está enfadada. Muy enfadada.

-Ay amiga, no te vas a creer lo que me ha pasado. -sonrío nerviosa mientras juego con mis dedos.

Leah me mira emperrada.

Horas después estoy en mi escritorio, escuchando radio y hojeando algunos papeles.

Tomo un sorbo de zumo frustrada mientras algunas hojas flotan a mi alrededor.

Sabía lo arriesgado que sería para mí asistir a Bonaparte, pero tenía que hacerlo. Tenía que llevar a cabo mi plan y no me quedaba de otra. Ahora todo depende de mí y de cómo actúo.

Helene se acurruca a mi lado debajo de la luz de la lámpara. -No podemos defraudar a los nuestros, pequeña. ¿A que no?

Me chupa la mano a modo de respuesta.

Me estiro cansada en el sillón, y dejo caer los papeles en mi escritorio mientras tecleo mi teléfono.

-¿Sí? -suena al otro lado.

-Hola papá. -respondo mientras juego con mi pelo. -¿Qué haces?

-¡Oh, pequeña soda! -responde sorprendido. -estoy haciendo unos panqueques. ¿Tú que haces cariño?

-¿Panqueques? ¿A estas horas? -pregunto extrañada.

Mi padre se ríe.

-Sabes que es lo único que puedo preparar sin quemar la casa, cielo.

Epa, ese es mi padre.

-Por cierto hija, he oído que dejaste tu trabajo.- dice probablemente haciendo pucheros.

-Sí, no puedo hacer dos cosas a la vez, y sabes que desde siempre quise estudiar medicina. -aclaro.

Él suspira. -Lo sé, pero ¿no echarás de menos tu trabajo o a tus amigos?

Chasqueo la lengua molesta, aún jugando con mi cabello.

-Ya te lo he dicho, sólo echaré de menos el money y mi cuarto VIP, por lo demás estoy bien. Puedo sobrevivir sin eso.

Papá me escucha atento.

-Además, en Bonaparte usan uniformes de élite, ¿no es eso genial?

Él asiente mentalmente.

-Y...¡el uniforme de enfermera es rosa!

Aunque sí que estoy un poco melancólica. Creo que voy a echar de menos mi trabajo. Bueno, uno de los dos, porque claro, tenía dos trabajos.

Ambos eran de modelaje, uno lo usaba sólo de tapadera, mientras que el otro ...ya sabéis, era un poquitín más indecente y perverso, además de anónimo. Ah, y pagaba más jaja. El dinero es importante, no lo olviden.

En el trabajo de tapadera usé tanto mi nombre como mi imagen real, y no salí en revistas porque trabajábamos con redes sociales y no en papel. Lo peor de todo era la rivalidad y los photo shoots con otras modelos. No preguntéis sobre mi opinión, creo que ya sabéis cómo me cayeron las tipas y el trabajo en equipo.

En fin, sólo lo mencioné porque me acordé de mi archienemiga, quien es una momia milenaria, de mal estilo y lo más apestoso e insoportable que encontraréis en este mundo. ¡Incluso irrita más que yo!

"Almenos ya no tendré que ver a esa perra," pensé mientras me acurrucaba con Helene en la cama.

Frunzo el ceño algo insegura. Quisiera no volver a encontrarme al perdedor de esta semana. Ese sería el peor de los castigos que se le puede ofrecer a una narcisista con problemas múltiples de personalidad como yo.

Suspiro y pataleo sonrojada mientras pienso en el hermano de Leah.

Cuando estudie en Bonaparte tendré excursiones internacionales. Con algo de suerte aterrizaré en el mismo lugar que él. Luego le declararé mis "feelings," y después quién sabe, tres hijos, boda en Dubai y muchas cosas más. Se me cae la baba sólo de pensar en lo bueno que está. Lástima que no le pude ofrecer mi florecita.

-Ahora estoy triste.- suspiro con Helene en mis brazos.

Le ordeno a mi radio encenderse y empieza a sonar "it's a lonely night."

-Al menos te tengo a ti. -suspiro aliviada.

-Hoy es lunes. -digo emocionada mientras me manoseo en el espejo. -Genial, ¡nunca me sentí tan animada un lunes por la mañana!

Recojo mi cabello en un moño despeinado, y es que no puedo dejar de mirar mi reflejo vestido con un elegante y atrevido vestido azul. ¡Es que estoy divina!

Salgo a la calle a toda potencia y conduzco hacia Arista's.

Al entrar, todas las miradas se posan en mí. Podría jurar que muchas chicas me quieren dejar pelona con sus miradas fugaces.

Las ignoro y me dirijo a la parte trasera del local. Ahí asalto a la camarera malhumorada. Sí, como siempre su cuello.

Leah me mira satisfecha. -Amanda, por primera vez en la vida estoy orgullosa de ti. -asiente mientras finge limpiarse una lagrimita.

-Gracias maestra, no te defraudaré. - prometo entrando en el papel de un personaje dramático que acaba de comenzar una nueva etapa en la vida.

Ella asiente y toma a Helene. -Guardaré esta reliquia hasta que vuelvas.

-No encontraría persona más adecuada para esta importante misión. -confirmo segura, dándole una mirada sobreactuada. -Bueno maestra, esto es un adiós.

Leah me toma de los hombros. -Buena suerte, pequeña criatura.

Me limpio una lágrima imaginaria y le doy la espalda. -Algún día me recordarán como a un héroe. -saco pecho y me voy, mientras Leah y Helene se despiden de mí con un pañuelo.

Ahora sí. La radio en mi coche tiembla con "a thousand miles" de fondo y sé que si la poli me pilla me va a arrestar. Sí, por quinta vez. Tuve que pagar una buena cantidad de dinero para que no me quiten el permiso. ¿Veis lo importante que es el dinero?

Piso el jardín del hospital con determinación, y silbo al escanear el sitio. Nena, por algo es el hospital más famoso. Los rumores le dan el toque majestuoso.

Un edificio enorme, moderno e imponente me ofrece su presencia, dándose a conocer mediante un gran y llamativo cartel: Bonaparte.

Situado en el centro de un saludable césped y rodeado de otros pequeños edificios arquitectónicos, es el lugar en el cual podrías perderte si no tienes GPS.

Al otro extremo del edificio, una rubia de un cuerpazo que te cagas hace su presencia. -Lo añadiré a mi lista de compras-. Dice tipeando su móvil. -obviamente no le presto atención, estoy demasiado ocupada pensando en mi plan.

Me arreglo la pinza en el cabello y entro ansiosa.

Camino por un interminable pasillo que está lleno de adolescentes y adultos. El lugar es ruidoso y muy vivo, y eso me encanta. Pero lo que más me gusta es cómo la gente me mira y cuchichea algo como "Mira, ¿no es esa una modelo?" Puff, mortales.

Voy con la nariz por arriba cuando de repente me choco con una espalda varonil, que parece un muro. Ya empiezo con mis insultos imaginarios e incluso con un:

-Oye, ¿acaso tu mamá...? -pero las ganas de acabar el insulto desaparecen.

No.

Mundo, dime que esto no es cierto.

¡Dime que no es cierto!

Cabello negro y desordenado, camisa azul y pantalones a juego, un rostro definido y limpio, unos ojos alargados verde musgo que miran a través de tu ser y una sonrisa juguetona que promete problemas.

Vamos, el peligro perfecto del cual debería mantenerme alejada.

El individuo me mira sorprendido, y sonríe como si hubiera encontrado algo que buscó por mucho tiempo.

-¿Qué pasa con mi mamá? -pregunta con una ligera confusión en el rostro.

-No, nada. -sonreí lo más amablemente que pude.

Para mi sorpresa, él me devolvió la sonrisa.

-Hola, me llamo Lalo. -dice, después de lo cual se acerca a mí con discreción. -Pero tú puedes llamarme tuyo esta noche. -dice en un susurro.

Abro los ojos de par en par. Espera espera, ¿dónde tan atrevido, muchacho? ¿Encima hacemos "matching " de outfits? Oh no, definitivamente no.

La gente alrededor se para expectante, porque, al igual que a mí, les gusta el chisme.

Sonrío incómoda. -Yo soy Amanda- suelto mientras me acerco a su rostro y le susurro: -y puedes mantener tus frases pasadas de moda y todo tu ser lejos de mí.

Luego, me alejo de él con prisa. No tengo tiempo para esto.

Él se queda en shock, intentando digerir todo lo que acaba de pasar.

Como resultado, resuena una risa varonil y colorida que haría a cualquiera mojarse las bragas. Pongo una cara de "qué verga le pasa a este" y sigo caminando.

-Amanda. -dice entre risas. -Lindo paquete- prosigue con un tono juguetón.

Volteo bruscamente, molesta por su comentario, y lo escudriño con la mirada.

Estoy a punto de dirigirme hacia él, dispuesta a enseñarle modales, pero me lo ahorro, ya que el señorito se me acerca personalmente.

-¿Cómo dijiste? -pregunto, haciéndome la sorda.

Él me absorbe con la mirada y sonríe. Sí, todo este tiempo era un chupacabras y no lo sabía.

En un segundo me sorprendo de su cercanía y retrocedo con disimulo, pero él se acerca, muy seguro de sí mismo.

Me toma de la barbilla, y me obliga a mirarlo a los ojos.

Oh, dime que no acaba de hacerlo. Gran error amigo, y no me hago responsable de tus sesos disparados por el pasillo.

-Dije que las tentaciones como tú merecen pecados como yo. -lo miro incrédula, conteniendo mi ira.

Es que lo juro, ¡este individuo se lo está buscando!

Empujo su pecho con suavidad, aunque en mi mente ya estoy rompiéndole un bate de béisbol en la cabeza. -Oye, mejor empacas tu atrevimiento y te largas de aquí a la guardería, ¿sí? -sugiero y lo aparto con un dedo.

Tanto a él como al público se le cayó la cara.

Me alejé y lancé una mirada de "aléjate de mí criatura de los submundos," y me dispuse a marcharme, pero para mi sorpresa, el muy mongolo seguía partiéndose el culo.

No entiendo. ¿Le ponen los insultos o qué? ¡Yo ya no lo entiendo!

El público sigue aquí como si no tuviera nada mejor que hacer, porque claro, son todos unos chismosos.

-Nena, sólo admítelo, dí que quieres llegar a mi cama. ¿Qué te parece si te recojo después de clases?

Desgraciado, qué descaro más monumental.

-Escucha rata, ya me estás tocando los ovarios y te recomiendo que en lo que tú y yo compartamos pasillos no vuelvas a acercarte a mí.

El público estaba que se moría. Se oían cuchicheos, risas ¡e incluso silbidos!

Lalo levantó las manos a modo de burla. -No me devuelvas a la guardería, me portaré bien. Promesa de meñique - emite burlón. Todos alrededor empezaron a reírse de mí. ¡De mí! ¿Tienen acaso idea de quién soy?

¡No me digan que no se lo ha buscado!

Apreté los puños con toda mi fuerza, y exhalé en busca de calma. Mi expresión se tornó oscura, y pude ver una pizca de terror en la mirada del favorito de Dios al ser atacado por mí con un ataque de wrestling del dominio de Cain.

"Tú te lo buscaste, perdedor," pensé mientras le insertaría un puñetazo en la barbilla, pero sorprendentemente lo vio venir y lo esquivó tal y como mi boxeador favorito lo haría. La gente estaba sorprendida, cuchicheando e incluso apostando. Los ojos del tipo irradiaban una chispa de sorpresa y confusión, pues nadie se vería venir un golpe de parte de alguien como yo. Es normal, ¿no?

-¿Y vosotros qué me veis? ¿No tenéis clase? -pregunto furiosa a la multitud que nos grababa.

De una se largaron los muy perdedores.

-En cuanto a ti.- advierto emperrada- Más te vale no volver a cruzar calle conmigo.- sugiero mientras lo empujo con un dedo. Él me sigue mirando como si le hablara en turco, aún afectado por el ataque previo. Dicho esto, ahora sí me largo.

No cabe duda, el placaje con el que me detuvo es profesional, y sus reflejos, son excelentes. Me temo que encontré al hombre con el que menos me esperaba cruzar.

-Este año será muy divertido.- balbucea a mis espaldas.

Ya sabéis que no quería meterme en problemas desde el primer día, pero al ver las miradas expectantes de mis nuevos compañeros clavadas en mí con ansias y murmuros, supe que ya fallé en integrarme en la sociedad. Pero gracias, maldita criatura maléfica por aparecer y hacerme perder mi dignidad.

Todos buscan la mesa en la que está su nombre, y se sientan de dos en dos. Personas que llaman mi atención son: una chica tierna de ojos grandes e inocentes que juega con unos componentes químicos, de la cual sin duda debería alejarme, un chico con cara de amargado que parece decir: "no te acerques que te muerdo," y mi favorita. Oh no, ¿qué hace la momia aquí?

Nada más cruzamos nuestras miradas, ambas sonreímos nerviosas y nos dirigimos al centro de la clase, andando como un pavo real en cortejo.

Una en frente de la otra, nos cruzamos de brazos haciendo poses para inferiorizar a la otra.

-Vaya, vaya. Ya me parecía a mí que apestaba a colonia barata aquí. Ahora lo entiendo, ¡eras tú todo este tiempo!- exclama intentando espantarme como si fuera una mosca.

Ah no, no le voy a dar ese honor. Que se lo ha creído.

-¿Qué pasa Carola? ¿Ya te echaron por pendeja? -sonreí con chulería.

Visiblemente molesta, sigue sonriendo, cruzada de brazos. Mierda, todos nos miran de nuevo.

-Zorra vulgar, tú no perteneces al mundo de la medicina. -aclara directa.

-Ah no perra, tú perteneces al club, es donde tu mamá trabaja. Vete a echarle una mano. -le sugiero.

Ella se acerca a mí enfadada.

-¿Ah, sí? Pues tu mamá...-no acabó su frase porque la directora acababa de hacer acto de presencia.

Ambas volteamos, y rápido buscamos nuestros asientos.

-Esto no quedará así, perdedora. -susurra mientras me amenaza con su manicura puntiaguda y colorida. ¡Puaj! Le saco la lengua y me siento adivinen dónde, sí, al lado de la tipa tierna que hacía experimentos altamente peligrosos.

Ella me mira con sus ojos enormes, irradiando timidez. Yo sólo la miro y ya. -Hola.- suelto agitando mi mano en un saludo.

Me mira sorprendida, y luego agita su mano también.

Yo la ignoro para dirigir mi mirada hacia la señora de piel oscura que tiene el puesto de directora, con quien tuvimos nuestra entrevista para entrar a Bonaparte.

Su aspecto pequeño, edad mediana y su conjunto de ropa elegante y sutilmente imponente junto a su cara redonda y cabello oscuro y rizado indican que es buena onda.

Ella nos mira con sus ojos melosos y se presenta como Madame Diurna, directora y fundadora de este prestigioso hospital.

A su señal, un grupo de personajes entran en la sala.

-La señorita Nebula será vuestra profe de "Productos Medicinales;" la señorita Agata se encargará de enseñaros "anatomía y enfermedades," por lo tanto, el señor Dumas os enseñará los "Primeros Auxilios," y, lo más importante, el señor Cooper será vuestro tutor y profesor de "Cuidado e higiene." -explica la mujer con ansias.

¿Qué? ¿¡Cómo!? Este individuo, ¿¡profesor!? Cuando lo ví mirándome y sonriendo se me cayó la cara. Los alumnos me miraban como diciendo "ya valiste madres." Claro que la chica de al lado también me miraba.

En su rostro podía leer: "nada más entraste vas a salir. Me das penita."

Fruncí el ceño nerviosa, y me oculté tras el libro de anatomía.

Por favor, decidme que es sólo una pesadilla.

Ahora sí estaba en problemas, en unos muy serios. Todos se largaron menos el "señor Cooper," nombre que resuena con burla en mi mente. Puaj, qué asco de ser humano.

Ya valí mierda.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro