Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24. Bienvenido a la friendzone


Amanda
-¿Escuché bien? ¿El arrogante "usamujeres" quiere ser amigo de una chica? ¿Quieres ser amigo de esta humilde mortal? -me señalo divertida mientras finjo limpiarme una lagrimita.

Chasquea la lengua y espera mi respuesta con paciencia.

-Oye Cooper, ¿qué bicho te picó? ¿Contrajiste una enfermedad que partió tu única neurona por la mitad? ¿Es eso siquiera posible? -pregunto y lo miro pensativa.

Intento adivinar qué es lo que trama, pero no lo logro.

Noto desesperación en sus ojos, y sospecho de que se trae algo entre manos.

Niega molesto.- Sí, tengo que estar loco para querer ser tu amigo voluntariamente. -admite con incredulidad. Luego suspira. -Pero aún así, seamos amigos. -repite.

Alzo una ceja confundida.

-¿Por qué? -interrogo con sospecha. -¿Por qué de repente quieres ser mi amigo?

Toma una silla y se sienta enfrente mía.

Toma aire antes de soltar probablemente otra de sus boludeces.

-No es de repente. ¿Sabes? Eres una persona que me habla sin filtros. Te burlas de mí y me tratas como basura. -recuerda y niega frustrado.

Abro los ojos en asombro, pero lo disimulo poniendo una mueca sarcástica.

-Ah, entiendo. Eres masoquista. -me detengo a pensar. -Y quieres que siga resaltando tus defectos y recordarte lo bueno para nada que eres. -Le digo sarcástica. -Tranquilo, te puedo criticar sin que seamos amigos, si eso es lo que te preocupa.

-¡No, no entiendes! -bufa agobiado.

Observo atenta sus gestos. Me mira de nuevo, apenado, y le hago un ademán para que siga cuando veo que no habla.

Claro, ahora sí sabe callarse, pero pídeselo cuando estás harto de que te cuente su vida sin que se lo hayas pedido, aver si te hace caso.

Hablar por los codos se le queda corto. Habla incluso a través del oxígeno. Su mera presencia es habladuría.

-¿A qué esperas? Sigue. -Le aliento impaciente, y él frunce el ceño. -¿O quieres seguir así hasta diciembre? Tanto tiempo no tengo.

Y tampoco se lo dedicaría.

Dos segundos en el mismo lugar que él me bastan para querer desparecer por el resto de mi vida y que no me encuentre nunca.

Pero claro, eso es mucho pedir.

En fin, aver si acaba ya la frase.

Cuando veo cómo se frota el cabello frustrado y balbucea para sí mismo suspiro decaída.

Creo que vamos a seguir aquí hasta enero.

O no.

Me levanto con firmeza, decidida a alejarme de este lugar para hacer mi recreo en suma tranquilidad y lejos de él, pero como siempre me lo impide.

Su mano agarra mi muñeca, y siento su frío tacto sobre mi piel.

-Por favor. -ruega por primera vez en su vida, y lo miro con perplejidad.

Alterno la vista entre su mirada suplicante y su mano sobre mi muñeca, y decido sentarme de nuevo.

-Eres auténtica, no te importa caerle bien a los demás, y eso es lo que me gusta de ti.

Lo miro confundida. ¿Un cumplido? ¿Hacia mi personalidad y no a mi aspecto?

-Y me llevas rechazando desde el principio, lo que por una parte es deprimente. -admite decaído, aparentemente con todo el orgullo dañado. -Pero eso significa que nunca habrá algo más entre nosotros, porque ya pusiste límites desde el principio.

Okey. Eso sí es inesperado.

-Y tienes razón, nunca me paré a pensar en cómo se sienten las mujeres con las que me acuesto. -dice y me mira con culpabilidad. Se lleva las manos al pecho para parecer más convincente. -Es por eso que quiero iniciar una amistad contigo desde cero, y aprender a ver a las mujeres de otra forma. -prosigue y alzo las cejas en total incredulidad.

Él se ríe ante mi expresión. -No seas así. Tuvimos un mal comienzo, pero podemos cambiar el transcurso de nuestra enemistad. -aclara con firmeza y estira su mano en mi dirección. -Soy Lalo Cooper, profesor y asistente medical de Bonaparte. Me gustan las chicas lindas, sobre todo las de cabello rosa -declara con una sonrisa descarada.

Lo miro por un segundo, aún más confundida que antes.

Sacude su mano con impaciencia y me hace un ademán para que la tome.

-Y no muerdo. A menos que me lo pidas. -prosigue luego con picardía.

Lo miro molesta y extiendo mi mano hacia la suya. -Amanda, me gusta el color rosa y criticar a la gente. Odio a los hombres cuyo nombre comienza por La y acaba en lo. Jamás tendría algo con ellos. -digo directa, y se vuelve a reír cuando capta la indirecta.

Aprieta mi mano en la suya y siento cómo se revuelve mi estómago. Lo miro con seriedad. -Oficialmente doy comienzo a esta amistad. -declaro decidida, y él sonríe aliviado. -Pero con algo escrito de por medio. -declaro y su rostro se contrae en confusión.

-¿Por favor qué? -pregunta incrédulo, y comienza a reírse. -Venga pelirrosa, no me digas que quieres cerrar un contrato como en esas películas románticas donde los protas crean una relación falsa por el poder del guión, y que al final se enamoran y todo eso. -me explica con incredulidad mientras intenta contener su risa.

Alzo una ceja incrédula. -Eres consciente de que no estoy bromeando, ¿cierto? -pregunto con seriedad. Tomo una hoja de mi mesa y busco mi pluma de tinta rosa.

Sí, soy la única persona del salón que usa una pluma para escribir, pero ¿y qué?

Lalo me mira, y su sonrisa se desvanece poquito a poco.

-¿Me dirás que vas enserio con eso? -bufa incrédulo, disimulando su nerviosismo mediante una risilla.

-Mira bien mi cara Cooper. ¿Te parece que esté bromeando? -pregunto con seriedad y alzo una ceja molesta. -¿Acaso debo recordarte que mi amistad es exclusiva? -pregunto, dejándole claro que su amistad me vale dos vergas y que no moriré por no ser su amiga.

Ahora es él quien alza las cejas, visiblemente molesto. -Parece que todo el ego del mundo se unió para darte a ti a luz. Buah, más engreída que yo. -bufa enfadado.

Luego aguarda en silencio, atento a lo que hago.

Después de escribir una frase, comienzo a leer en voz alta:

-Nada de llamadas o visitas a partir de las ocho de la noche. -leo con detenimiento. -Me duermo antes que tu abuela. -suelto con honestidad.

Él asiente, algo sorprendido por la primera regla.

-No vendrás a mi casa si no estás invitado. Sin discusiones. -Le dejo en claro desde ya. Él se cruza de brazos y me mira con extrañeza.

Luego me hace un ademán para que siga.

-Me traerás rosquillas de Arista's regularmente.

Suelta una risa como si yo no tuviera remedio.

-Los fines de semana y en ferias no quiero ver tu cara ni en pintura. -advierto con seriedad.

-Eso ya lo veremos. -dice en un tono burlesco. -Haré que cambies esa regla por un: "debo verte a cada hora." - dice y me guiña un ojo.

-Si eso es un intento de chiste créeme, puedes hacerlo mejor. -digo con hastío.

-Auch. -simula que le duele el corazón con dramatismo.

Lo ignoro y sigo.

-Lo más importante: no somos amigos con derechos, lo que quiere decir que tendrás que reservar tus hormonas para alguien que sí las necesite. -Le recuerdo y él me mira en silencio, como si estuviera pensando en algo.

Se apoya en su mano y aprieta sus lindos ojos verdes con flojera. -Sí, lo que sea. -dice y hace un ademán para que siga.

-Estaré al tanto de todas las fiestas que hay. Esta mamasota no puede perderse ninguna party. -Le aclaro y de inmediato se pone a la defensiva.

Se levanta de la silla y señala mi hoja. -Añádele un subapartado a eso. -ordena y saca un boli para escribir su propia regla en mi regla. Aguardo en silencio.

-No irás sola a ninguna fiesta. En el peor de los casos te acompañaré yo. -exige con firmeza, y lo miro perpleja.

-¿Y quién dice eso? -pregunto, fingiendo incredulidad. -Yo voy con quien me dé la gana. -suelto y me paro enfrente suya con firmeza.

Él me mira con una pizca de cólera, y luego torna sus ojos con burla. -Está bien, si lo que quieres es que se aprovechen de ti mientras estás borracha no debes decirlo dos veces. -replica con ironía, y lo miro sorprendida.

Se encoge de hombros y me mira como diciendo: "¿tengo razón o qué?"

Le devuelvo la mirada sin gracia. -Está bien. -digo, quitándole importancia. -La doy por válida. ¿Algo más, papá? -pregunto con sarcasmo.

Me mira pensativo, y una risa tonta le surca los labios. -Papá, me gusta ese apodo. -dice y me señala.

Exhalo con hastío ante su comentario.

Entrelaza sus dedos pensativo, y me mira atento. -No bebas. -dice cortante. Luego lo añade a la lista. -Almenos no si estás sola o con un hombre que no es tu amigo.

Lo miro molesta. -En otras palabras, que no beba si no estás conmigo. Okey, supongo que es mejor ser violada por un amigo que por un desconocido. -digo, encogiéndome de hombros.

En un instante me lanza una mirada hostil que por primera vez me deja sin aliento.

-No te lo tomes tan personal, hombre. -digo pero me ignora. Luego me pasa la lista. -Acaba ya, ¿quieres?

Rechisto mientras añado mis últimas reglas:

-No chismosees sobre mi vida y de ninguna manera intentes descubrir cosas sobre mí.

Él asiente pensativo, disimulando su curiosidad.

-Serás amigo de mis amigos. -Le aclaro, y él acepta. -Ser amigo de esa flaca no es un problema para el gran Doctor Love. -alardea.

-Y me pasarás de curso sin esperar nada a cambio. -finalizo satisfecha.

Su mirada rápido busca la mía y me mira con perplejidad.

Unos ojos totalmente sorprendidos.

Un rostro perplejo en su máximo esplendor.

-¿Qué? N-

Se detiene confuso cuando ve mis labios espachurrando la hoja.

Dejo una marca roja con forma de labios sobre mi nombre, y le paso la hoja con chulería.

-Acéptalo Cooper, es tu única oportunidad de ser mi amigo. -Le aclaro con una sonrisa. -Si te niegas y me lo vuelves a pedir más tarde, te mandaré al carajo. -advierto mientras meneo la hoja en su cara.

Él frunce el ceño y niega. -Sólo me estás usando para pasar de trimestre. -se queja y aleja la hoja de un golpe.

Qué agresivo.

Pobre hoja, ella no le hizo nada.

Alzo las cejas con sarcasmo. -Tú usas a las mujeres todo el tiempo. -Le recuerdo y se hace el dolido. -¿Por qué yo no te puedo usar? -pregunto con falsa incredulidad. Le señalo la hoja con impaciencia. -No te hagas el difícil y firma aquí. Deprisa.

Aprieta la mandíbula y me arranca la hoja molesto.

Sus ojos se abren al repasar la hoja, y por alguna razón se queda atónito.

-¿Pasa algo? -pregunto aburrida.

Él sale de su trance rápido, y niega mientras sigue confundido. -Oye, ¿siempre usas rosa para escribir? -pregunta con una sonrisa llena de incertidumbre.

Lo miro con sospecha. -No, sólo cuando es lo único que tengo a mano. ¿Por qué, no te gusta?

Él niega. -Bueno, no soy una chica. Detesto el color rosa. -dice en un tono más divertido.

Hace un garabato profesional debajo de su nombre y me lo entrega. -Derechita al infierno que vas.

Sonrío triunfante. -Ahí nos vemos, amigo. -acentúo la última palabra divertida.

Ante esto se muerde el labio con frustración.

-Por cierto, bienvenido a la friendzone. -Le digo con una sonrisa coqueta.

Bam, derechito a su orgullo.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro