23. Misión imposible
Y aquí estoy, parado enfrente de un enorme edificio abandonado con pinta de ser un lugar turístico para solterones en sus veinte.
Y sólo estaba a la esquina de nuestra casa, no sé cómo nunca supe de este lugar.
Definitivamente vivo debajo de una piedra.
-Chicos, este sitio es genial. -les digo a los chavales, con los brazos en jarra. Luego saco algo de mi bolsillo y se lo extiendo al jefe del grupo. -Repartidlo entre los cuatro. -digo y le pongo unos veinte dólares en la mano.
La cara de los niños se ilumina, y dan un brinco de alegría.
-¡Gracias, señor! -agradecen y desaparecen entre las lápidas con rapidez. -Vaya, estos sí que son valientes.
Ahora, a lo que vine. Peach, sé que estás aquí. Tu olor a chucho mugriento inunda este lugar.
Decido partir con firmeza, y rezo porque la niña no haya llegado a tomar alcohol, o peor aún, a meterse cosas extrañas en la boca. Como la vez en la que casi se come un tampón, aunque por suerte papá la detuvo.
Lo juro, esta niña es retrasada.
No sé a quién salió.
Suspiro con cansancio.
Observo los oscuros y perturbadores alrededores.
Lápidas, tumbas, musgo, enredaderas, y... una silueta a lo lejos que se mezcla con el paisaje y desaparece en un segundo.
Parpadeo dos veces con rapidez. ¿Será mi imaginación?
Vuelvo a observar con mucha atención, esperando a que reaparezca y que así no quede mal delante de mi conciencia.
Y ahí está de nuevo. Una diminuta y extremadamente rápida sombra que corretea por este siniestro lugar.
No me lo pienso dos veces cuando comienzo a correr en su dirección.
-¡Charlotte! -grito mientras me acerco al lugar en el cual fue avistada la pequeña silueta. -¡Aquí se acaban tus travesuras! ¡Y estás castigada! -Le advierto subido de tono mientras doy pasos con firmeza en su dirección.
Al fin estoy enfrente del árbol detrás del cual la sombra se ocultó. -¡Sal de ahí, jovencita! -ordeno furioso, y al recibir la ley del silencio, decido sacarla a la fuerza. -Serás- murmuro y doy rodeo el árbol.
Me callo.
Y miro alrededor con confusión.
Aquí no hay nadie.
-¿Hermano? -escucho una voz de niña y volteo rápidamente. Abro los ojos con incredulidad ante la escena.
¿¡Qué hace esta aquí?
De pie enfrente mía está la pequeña princesa, sosteniendo algo con tenacidad.
O mejor dicho, a alguien.
Parpadeo con rapidez para ver si se trata de una ilusión, pero para mi suerte (o desgracia) no es así.
Miro embobado a la chica que se sostiene de Charlotte, y reacciono cuando mi hermana se queja por el peso de la pelirrosa.
Sonrío nervioso. -Ja, ja. Tiene que ser una broma, ¿verdad? -me pregunto a mí mismo mientras sostengo a Amanda por los hombros.
Está extraña.
Se ve débil y vulnerable, y su aspecto es desordenado, no impecable como cuando domina los pasillos de la escuela con su habitual gracia y tenacidad.
La chica me rodea el cuello con torpeza, y veo que sus pies no son capaces de sostener su peso.
En un intento de evitar que se desmaye y se estampe contra el suelo, la agarro con firmeza de las caderas.
Se abalanza sobre mí y casi choca su cabeza contra mi cara.
Joder, qué peligro de mujer.
-Charlotte, explícame qué ha pasado aquí. -ordeno con firmeza, alejando a Amanda de mi cara. La peste a alcohol que emana invade mi nariz.
-Me topé con este ángel cuando entré a la fiesta. Le duele el corazón, así que decidí llevármela a casa para ayudarla y que luego me conceda un deseo. -dice con tristeza. -Pobre ángel, seguro que se le rompió el corazón cuando cayó del cielo. -suspira, y parece contener unas lágrimas.
Sólo está borracha, su corazón no le duele.
-Tranquila pequeña, tu hermano se encarga de todo. -Le aseguro mientras apretujo sus mofletes. -Déjamelo a mí. -digo y me llevo a Amanda a rastras. Charlotte me sigue al interior del edificio.
-Oye guapo, ¿cómo te llamas? -observo molesto a la pelirrosa, quien se apoya con lentitud en mi hombro, y deja todo su peso sobre mí. Sonríe como una boba mientras pasea los dedos sobre mi pecho. Genial, no se acuerda del amor de su vida. -¿No lo ves? Soy el diablo. -digo con sarcasmo.
Amanda me mira como si yo fuera un chiste. Incluso borracha se burla de mí. -Eres muy gracioso. -tararea y pasea sus manos sobre mi barbilla. -Y también estás buenote. -susurra mientras se tapa la boca con vergüenza. Yo la miro incrédulo, intentando asimilar el hecho de que me haya hecho un cumplido.
Hoy está un poco atrevida.
Charlotte alterna su mirada con cierta fascinación entre ambos.
Sus ojos toman un tono brilloso, y creo saber por qué.
Seguro se está imaginando que soy el villano de alguna estúpida peli que se acaba quedando con la prota y le hace tres hijos.
Debo decirle a mamá que le prohíba ver esas cosas. La niña es muy joven para el amor.
Amanda suspira mientras la arrastro, y parece que lo hace intencionalmente, pues deja caer su peso sobre mí como si yo fuera un muro.
-¿Por qué no la llevamos a casa? -pregunta Charlotte en su inocencia.
Porque definitivamente me la tiraría.
Suspiro con pesadez mientras arrastro el cuerpo apestoso de la chica por la escalera. Charlotte agarra los pies de Amanda con cuidado y determinación, siendo de gran ayuda en esta misión que parece imposible.
Por fin estamos por subir el último escalón del piso de arriba, del cual proviene la música.
-Porque no está sola. Este molesto y sexy ángel no sale de fiesta sin su amiga con cara de amargada. -mascullo molesto, y veo cómo la gente de alrededor me lanza miradas. La mayoría son de admiración, y la menoría, porque estoy arrastrando conmigo un cadáver femenino y borracho.
-Lo difícil será encontrar a su amiga. -murmuro frustrado y siento al ángel en un sofá.
-¿Ya te vas, guapo? -pregunta la pelirrosa, y me agarra de la camisa. Acerca su cara peligrosamente a la mía, y siento su apestoso aliento golpeando mi hermoso rostro. -Ven, enséñame tu lado oscuro, demonio sexy. -sugiere y se muerde el labio con sensualidad. Sus ojos perforan a los míos con descaro mientras me jala hacia ella, intentando tirarme encima suya, pero contengo mis impulsos y me mantengo firme.
La agarro de los hombros decidido, y la aparto de mí. -Quietecita, pelirrosa. No puedes provocarme de esa manera mientras estás borracha. No sabes lo que te puede pasar. -la advierto con seriedad. -Quédate con mi hermana hasta que encuentre a tu amiga. -ordeno y me largo en busca de su friend con rapidez.
Para mi suerte el sitio no está tan lleno, me imagino que muchos se habrán ido a buscar un lugar más íntimo, pero rezo por que su amiga gótica siga aquí.
Joder, qué irresponsable, ¿cómo puede dejar a Amanda en estas condiciones por ahí?
¿No sabe que la pueden violar?
Mi paciencia se agota cuando alguien choca contra mí violentamente.
Volteo con rapidez, molesto.
No seré indulgente contigo, morrita. Pienso mientras me preparo para regañar a quien haya osado chocarse contra mí.
-Oiga, ¿ha visto a un ángel molesto con cabello rosa por ahí? -pregunta una gótica de trenzas oscuras, mientras me mira con cansancio.
Luego se calla y me observa con detenimiento. Enchina sus ojos algo insegura, y yo la analizo con más detalle, también.
-¿¡Profe!? -exclama incrédula mientras me señala.
-¿Amiga de Amanda?- pregunto decidido. Ella asiente. -¿Sabes dónde está? -pregunta.
Suspiro decepcionado y cruzo mis brazos. -Ay flaca, ¿qué te harías sin mí? -pregunto y le hago un gesto para que me siga. -Por cierto, ¿estás sola?
Ella niega. -Estamos con Tristan. -dice de golpe, sin alterar su rostro serio habitual.
Mi corazón se contrae, y me detengo por un segundo. Ella deja de caminar y me mira. -¿Pasa algo? -pregunta con inquietud. Comienzo a caminar de nuevo con rapidez y niego. -No, nada. -sonrío y me rasco la nuca incómodo.
Veo cómo la vagabunda le teclea a alguien. Luego manda un mensaje de voz. -Oye, Spider-Trist, encontramos al ángel. Luego te digo dónde estamos.
Trago saliva con nerviosismo.
Le enseñaré a la chica dónde está Amanda y luego desaparezco.
Después de abrirnos paso entre la multitud, logramos dar del sexy ángel.
Yo y su amiga nos miramos sorprendidos, y luego miramos a la pelirrosa, quien baila en un aro de hula-hoop y se toma una botella de cerveza que no sé de dónde diablos sacó.
-¡Milo, te dedico esta canción! -exclama borracha y comienza a cantar sin la más mínima vergüenza. -So call out my name...
-No te asustes, esto es sólo el principio de su borrachera. -me aclara su amiga después de ver mi expresión de horror. -Lo que viene luego es aún peor. - advierte como si me estuviera susurrando un secreto.
-¿Sabes qué? Yo me voy. -digo y tomo a Charlotte de la mano. -Esta criatura necesita salir de aquí antes de que me encarcelen por maltrato animal. -hago un ademán hacia la niña con preocupación.
La amiga me mira extrañada. -Tristan también está, ¿no quieres verlo? -pregunta y enrolla sus manos alrededor de Amanda.
Niego con rapidez. -No le digas que estuve aquí. -ordeno con firmeza. Ella sólo asiente. -Está bien. -dice mientras se esfuerza en levantar a Amanda del sofá. Suspira y maldice por lo bajo, así que le echo una mano.
-Oye, ¿todo bien? -pregunto con sospecha, y suspiro al ver su intento fallido de arrastrar a la pelirrosa.
°°°
-Oye, gracias por cuidarla ¿eh?
Hago un ademán para quitarle importancia. -No hay de qué, flaca. Ahora desaparece, tu amigo está borracho en alguna parte del edificio. Encuéntralo antes de que se vaya con los delfines.
Leah me mira con extrañeza. -No voy a preguntar lo que eso significa. -dice y voltea.
Luego desaparece.
Y no sé cómo lo hice, pero actualmente estoy sentado en un banco en el patio trasero del edificio, con unas maravillosas vistas hacia el cementerio y vigilando a Amanda hasta que su amiga con cara de culo vuelva.
Me amaso la cara. Estoy muy cansado.
Tuve que devolver a Charlotte a casa. Menos mal que no vivo lejos y que papá está en casa.
No vale la pena mencionar a mamá, pues se pasa la vida trabajando.
<<No le pongas The Weeknd a la borracha>>
Es lo que su amiga me advirtió antes de desaparecer.
-¿Lost in fire dices que quieres escuchar?
Ella asiente mientras se tumba en el banco boca arriba.
-Está bien. -hago caso y le subo el volumen.
Me estiro en el asiento mientras la música suena y me llevo las manos a la cabeza tranquilo.
Ella tararea y juega con sus dedos mientras mira el cielo.
I wanna fuck you slow with the lights on
You're the only one I've got my sights on
La miro de reojo. La inocencia que derrocha y la música que escucha como que no tienen nada que ver el uno con el otro.
I can't lose you, babe (I can't lose you)
I can't lose you, babe (I can't lose you)
Mierda, no puedo dejar de mirarla.
Me muero por tenerla en mi cama...
"Si en media hora no he vuelto, que Dios se apiade de ti," sabias palabras de su amiga.
Trago saliva y mis ojos casi se salen de las cuencas cuando veo en dónde se lleva las manos.
-Oye pecas, detente. -ordeno y alejo sus manos con rapidez de su vientre.
Ella me sonríe.
Procede a agarrarme las manos y comienza a deslizarlas sobre su vientre, pero la detengo con torpeza antes de llegar a su zona íntima. -¡No! -ordeno de nuevo, enfadado.
-Sí. -replica demandante.
-O te paras o te paro.
Forcejeo fervientemente con mis impulsos para detenerla, mi agarre siendo de momento firme.
De momento.
Paso a observarla de arriba hacia abajo con detenimiento.
Tumbada de esa forma se ve tan atrevida, tan preparada para mí.
-Te gusta, ¿verdad? -me saca de mi trance con su cara de boba, y saboreo inconscientemente el chorro de sangre que provoqué mientras me mordía el labio con fuerza.
-Cállate. -digo y me alejo de ella con brusquedad.
Miro en la dirección contraria molesto, de brazos cruzados, para evitar su molesta presencia.
Es como cuidar de una niña. De hecho, es como cuidar a Charlotte.
Es una tortura.
Y más con esta música.
Well maybe you can bring a friend (bring a friend)
She gon' ride on top your face (top your face)
While I fuck you straight (while I fuck you straight, yeah).
Me tapo la cara frustrado. Leah, si no vuelves pronto, te juro que me meten preso.
Amanda comienza a soltar un suspiro suave y me estremezco. Me atrevo a mirar en su dirección, pero creo que esa fue una mala decisión. Una muy mala decisión.
-Al fin miraste. -dice entre gemidos y se muerde el labio inferior mientras me perfora con la mirada. -No sé quién eres, pero tócame. Mira, aquí. -dice y veo cómo se frota la zona íntima por encima de la tela con una mano. -Tócame así. -suspira y levanta sus caderas con sensualidad.
Trago saliva mientras miro con suma atención cómo se ondea encima del banco con descaro, estando con las piernas abiertas enfrente de mí.
Mi voz comienza a temblar. Intento apartar la vista, pero no puedo. Mis ojos no reaccionan ante las órdenes del cerebro y se atreven a recorrerla sin vergüenza.
-Ah. -suspira mientras su mano se desliza suavemente sobre su corto pantalón.
Se apoya en sus codos para tener una vista panorámica de mi rostro, y se muerde el labio con sensualidad.
-Tócame. -ruega en un susurro, y comienza a subir y bajar su pelvis con una lentitud dolorosa, sus gemidos aumentando con cada toque suyo.
Me limito a mirarla en silencio, y odio admitirlo, pero la forma en la que se mueve me excita.
Y ella lo sabe, porque no deja de restregarme en la cara el poder que tiene sobre mí.
La puta que me parió, siento cómo me empalmo, y en vez de detenerla, quiero seguir mirando.
Quiero tocarla.
Quiero follarla.
-Eres muy traviesa, Amanda. -Susurro y me doy cuenta de lo ronca que está mi voz. Ella me mira con morritos, y su respiración tan corta me estremece.
-Desde que llegaste a mi vida sólo me diste problemas. -admito un poco molesto y dejo mi mano ser guiada por la suya.
Acaricio sus suaves y finos muslos, y alterno mi mirada entre su entrepierna y su rostro.
No sé en cuál me debería centrar. Los dos me excitan de igual manera, joder.
-Quiero follarte tan duro que supliques para que me detenga, y darte en todas las posiciones hasta que tu vagina recuerde mi forma, quiero-
-¿Y a qué esperas? -sonríe con malicia, y me doy cuenta de que mi mano ya la está acariciando. -Uff, date prisa y fóllame.
No.
Ese es el detonante que necesito para jalarla hacia mí.
No me importa si está borracha, le voy a dar igual. No me importa si salgo preso, almenos habrá valido la pena.
-Ven aquí. -ordeno demandante y la jalo con brusquedad hacia mí, sentándola con rapidez en mi regazo.
Enreda sus manos en mi cabello con destreza y pega su fino y sensual pecho contra el mío como si tuviera miedo de perderme.
Le respondo con la misma desesperación, apretando sus caderas con deseo contra mi pelvis. Ella suelta un gemido sobre mis labios y me estremezco cuando su lengua se cuela en mi boca con una rapidez que ni a mí me dio tiempo de reaccionar.
Nuestros labios chocan con pasión y salvajismo entre ellos mientras mis manos marcan el ritmo de sus caderas sobre mi erección.
Su respiración es caliente y amarga, y me embriaga con su olor a alcohol.
Sus manos recorren mi camisa roja y la desabotona con rapidez, sin dejar de besarme. Sus ojos perforan los míos con descaro, y por alguna razón me siento acechado.
La apego más a mí como si supiera que la voy a perder, enrollando sus caderas con mis brazos, sin detener el beso.
Entonces comienza a deslizar su lengua hacia mi garganta, cortándome la respiración. Comienzo a ahogarme y ella se detiene, separando sus labios de los míos.
Tanto mi corazón como el suyo laten desbocados, y se ríe de cómo toso.
Luego me muerde el labio inferior con sensualidad, y comienza a torturarme moviéndose lentamente sobre mi pantalón. -Hablas demasiado, chico. Quiero ver acciones.
Borracha es muy molesta. Comienza a mostrar su verdadera naturaleza. Es atrevida y descarada, y su mirada me juzga con burla.
Abro mi boca sobre la suya. Corresponde a mi beso con intensidad, y siento un cosquilleo en el abdomen cuando comienza a buscar la cremallera de mi pantalón con desesperación.
Es atrevida. Muy atrevida.
Sus besos mojan mi pecho y bajan por mi abdomen como mariposas mientras acaricia la tela de mi bóxer con una lentitud dolorosa.
Jadeo con intensidad ante sus estímulos, y siento un escalofrío recorrer mi espalda cuando sus besos se convierten en mordiscos.
Si no fuera porque estoy excitado ya la habría parado. Los hilos de sangre que comienzan a chorrear de mi piel mordida me escuecen, pero la forma en la que me acaricia el bóxer alivia el dolor.
Bajo la mirada y jadeo desesperado mientras le jalo el cabello para guiar su cara hacia mi bóxer, pero me rechaza.
Está jugando conmigo.
Incluso borracha se sigue burlando de mí.
-Venga, baja ya. -susurro molesto, y ella me lanza una mirada que me deja sin aire.
Me lame el abdomen mientras perfora mi rostro con esa aguda mirada naranja.
Luego se detiene y vuelve a posarse en mi regazo. Me besa el cuello con lentitud y cierro los ojos relajado.
Pero los vuelvo a abrir cuando escucho unos pasos aproximándose y miro detrás de Amanda.
Escucho una voz femenina bastante familiar y aguardo atento para saber si debería alejar a la pelirrosa de un golpe y fingir que aquí no pasó nada o seguir en el acto y hacerle tres hijos.
Mierda, primera opción.
Los pasos son cada vez más firmes y suenan con cercanía.
Se aproximan dos personas.
Y si me concentro más en el ruido, me doy cuenta de que son hombre y mujer.
Y se acercan.
-Quítate, Amanda. ¡Venga, venga! -forcejeo con ella para quitármela de encima, pero se aferra a mi camisa y ríe a carcajadas.
-¡No quiero, señor demonio! -exclama con una risa tonta. Luego intenta pegar sus labios en alguna parte de mi cara, pero la detengo y agarro sus muñecas con firmeza. -Joder, suéltame pelirrosa, que nos van a descubrir. -murmuro frustrado, pero en un segundo me quedo de piedra cuando dos rostros conocidos me miran atónitos desde la espalda de Amanda.
Carola sale a paso rápido del lugar, golpeando el suelo con cólera y desapareciendo en la oscuridad de los árboles que rodean el cementerio.
Benny está inmóvil, callado. Su mirada me reprocha en silencio. Siento cómo me acuchilla con esos ojos cansados, envueltos en sus características ojeras.
-Espera Benny, no es lo que parece- digo mientras aparto a Amanda bruscamente y me levanto para dirigirme hacia él, pero éste niega y aprieta los ojos frustrado.
-No sigas joder. Ya he visto demasiado. -dice casi gritando y voltea para irse con rapidez.
-Espera, ¡sólo escúchame! -Le pido, pero desaparece.
Suspiro frustrado, llevándome la mano al rostro.
¿Qué he hecho?
¿Qué mierda he hecho?
Me abotono la camisa con prisa, y quiero salir del lugar y dejar atrás a esta maldita hija del mal que sólo me trae problemas, pero para su suerte aparece su amiga.
Y también Tristan.
Cruzamos una mirada rápida, pero como está borracho seguramente no recuerde nada.
-Buenas noches. -me despido y salgo del lugar con rapidez.
-¿Me ayudarías a llevar a estos dos a sus casas? -pregunta Leah a mi espalda, pero por hoy ya tuve suficiente drama.
-Llama a sus padres, ellos lo harán. -digo sin darle tiempo de replicar, y me marcho corriendo.
Busco a Benny, la rubia no me interesa demasiado, pero él... joder, nunca dejo de cagarla cuando se trata de él.
¿Qué debo hacer para estar en buenos términos con mi primo y que deje de odiarme?
Me tomo el rostro cansado.
No lo encuentro.
Seguro habrá tomado un taxi.
Seguro se largó a su casa.
Suspiro exhausto, y una idea algo arriesgada pasa por mi cabeza.
°°°
Hoy es lunes.
Tengo clases con los ayer involucrados a primera hora, y pienso arreglar las cosas a como dé lugar.
Entro a clase decidido y saludo motivado.
Todos me saludan de vuelta.
Bueno, la mayoría.
Pero eso no importa.
Observo la mesa vacía de Benny.
Y luego la de Carola.
También está vacía.
Me atrevo a mirar en la dirección de Amanda, y me siento aliviado cuando veo su característica mueca de desagrado.
No faltó a clases.
Bien, eso es genial.
Si se acuerda de la noche anterior y me denuncia ya no es tan genial.
Diosito, estate de mi lado.
Lo que voy a hacer hoy es deprimente.
Vergonzoso.
Y bajo.
Muy bajo.
Camino decidido hacia la mesa de la pelirrosa cuando toca el timbre, y ella se hace que no me ve.
Se levanta con prisa y da media vuelta, decidida a largarse, pero la tomo rápido del brazo.
Voltea molesta y me acuchilla con la mirada.
-¿Qué quieres? -pregunta fastidiada.
-Buenos días a ti también, Amanda.
-Al grano, señor muro. Al grano. -hace un ademán aburrida y se zafa de mi agarre.
Me agacho para quedar a la altura de su rostro, y luego susurro:
-Seamos amigos.
Amanda me mira atónita, sin saber qué decir.
-¿Qué?
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