
17. Tijera de carne
-¿Es enserio? ¿Pepa pig? -pregunta incrédulo, una sonrisa atravesando su rostro como por quinta vez.
Yo lo fulmino con la mirada, intentando disimular mi vergüenza. -¿Y qué pasa? Pepa es una cerda educada y muy tierna. -le explico. -Además, ese pijama me queda de perra. -aseguro con total confianza.
Él se ríe y apoya su cabeza en el asiento. Luego me mira con una pizca de diversión. -Tú y ella tenéis algo en común. -dice y luego se calla.
Va a decir algo estúpido, lo sé.
Y entonces me voy a enfadar y le voy a arrancar la cabeza para jugar fútbol con ella.
Acerca su rostro a mi oído, y comienza a susurrar algo con descaro: - las dos parecéis puras, pero ambas sois unas cochinas -dice, haciendo referencia a la noche anterior. -Eres una cerdita muy traviesa. -prosigue con su actitud descarada.
Entonces me pongo revoltosa y él vuelve con la cara a su sitio, conteniendo una risa divertida.
-Conque hoy vas de grosero, ¿eh? - bufo indignada, cruzándome de brazos y mirándolo molesta. -No sé tú, pero al único pariente de Pepa que veo aquí eres tú. -lo señalo indignada, y él me mira con cierta curiosidad- eres perverso, descarado y apestas a orgasmo. Eso sí es ser sucio. Hasta el váter de Brenda es más limpio que tú. -suelto de manera rápida.
Él se ríe sin filtros, y me mira con diversión. -¿Por qué te molesta tanto que me tire a tus compañeras? -pregunta y voltea sobre su cuerpo. Me examina con la mirada y apoya la barbilla en su mano.
¿Por qué?
¿¡Que por qué!?
Yo no sé si este se golpeó la cabeza al nacer, si a Dios se le olvidó insertarle un cerebro, o cuál es la circunstancia que le prohíbe entender por qué acostarse con diez mujeres a la semana es algo malo.
Suspiro.
Inspiro y expiro para ser capaz de explicarle lo que es la moral a este muchacho sin recurrir a la violencia.
Me froto la sien con paciencia, y él sólo espera mi respuesta.
Lo miro con seriedad. -¿Tú sabes lo que es la virginidad? -le pregunto. Si voy a enseñarle algo, debo hacerlo bien.
-En términos profesionales es una persona que no ha tenido sexo en la vida. ¿Y qué con eso? -pregunta con una mueca aburrida.
-Okey, vamos por el buen camino -más o menos- Vale, ahora ¿por qué crees que una mujer tiene relaciones sexuales? -él me mira, entrecerrando los ojos. Se nota que este tema no le interesa demasiado. -En primer lugar, por hombres como yo- aclara con confianza, señalándose y asintiendo con orgullo. -Y en segundo, porque quieren ser penetradas, es algo tan obvio que hasta mi hermana pequeña podría responderlo. -dice decaído y suspira. -Amanda, ¿qué tiene esto que ver con mi pregunta? ¿Acaso eres virgen? -prosigue decaído, soplando el mechón que se le coló entre los ojos.
Niego con decepción, cruzándome de brazos. -¿Ves? El problema es que no eres consciente de tus acciones. -Le aclaro con calma. -Estás tan centrado en tus necesidades carnales y tan cegado por tu arrogancia que no te fijas en cómo se siente una chica con la que te acuestas.
Eso llama su atención, y me mira atento, esperando a que prosiga. -Estoy segura que tomaste más de una virginidad -le explico, y siento cómo un nudo se forma en mi garganta. Mierda, este tema parece afectarme más a mí que a él.
Su mirada se suaviza, y noto en sus ojos la curiosidad. Es bueno que tenga su atención.
-Ellas te confiaron su cuerpo, y lo más importante, sus sentimientos. -prosigo, y mi voz suena cada vez más baja. -las atraes con palabras bonitas y halagos, ellas se abren contigo y después de tenerlas en tus redes, te deshaces de ellas porque te aburres.
Lo miro severa.
-Puede que para ti sea sólo sexo, pero para las mujeres es mucho más que eso. Somos sensibles emocionalmente, y confiamos con demasiada facilidad. -me muerdo el labio con furia, pero contengo mis emociones. -No tienes idea de cómo se sienten cuando las abandonas en la cama. Se sienten culpables y sin dignidad. Por culpa de hombres como tú que les promete el cielo se dejan llevar, y luego desconfían de los hombres por el impacto que tuvieron sus mentiras sobre ellas.
Niego de nuevo, y luego lo miro con cólera. -Muchas de ellas no vuelven a formar una relación, incluso se alejan de los demás a largo plazo. Pero lo peor de todo es que ese impacto emocional las acompaña por muchos años, ¡y tú no tienes ni idea de los cambios que produces en sus vidas sólo para satisfacer tus deseos por una noche! - casi grito mientras gesticulo, y observo cómo Lalo me mira atónito.
Jadeo con dificultad, y agradezco que nadie haya volteado o escuchado nuestra conversación.
Su mirada sigue fija en mí, llena de sorpresa. Noto una chispa de terror en esos ojos verdes que siempre me miran con descaro, y veo cómo intenta pronunciar algo, pero no lo logra.
Gracias a Santa Bárbara reacciono y despejo mi mente de cualquier sentimiento de melancolía o agresividad.
Acerco mi rostro al suyo antes de levantarme. -Eres egoísta y engreído, pero algún día caerás en las redes del amor y el mal que has hecho volverá a ti por doble, porque el karma existe, Doctor Love. -le declaro y me largo, pero su brazo me detiene. Volteo y lo miro con seriedad. Él sólo busca mis ojos y me observa con una mezcla de confusión y rabia, sin decir nada.
Me suelto de su agarre y me dirijo hacia otro asiento, porque aunque no lo parezca, sólo han pasado unos minutos desde que el bus está en marcha.
Encuentro un asiento libre al lado de un desconocido, y me dirijo con rapidez hacia allí. -Oye, ¿me dejas pasar? -le pregunto, aunque suena más como una orden. Él asiente frenético y me hace sitio para que me siente al lado de la ventana.
Abrazo mi bolso Chanel y cierro los ojos para despejar mi mente. Al parecer, la yoga que practiqué hace un tiempo sí que ayuda.
Pero todo va mal cuando comienzo a tener pesadillas de nuevo.
Las sombras del pasado me persiguen nuevamente sin piedad, y me muestran las imágenes más dolorosas que pueden existir para mí, obligándome a recordar de nuevo el día en el que Irmi nos dejó.
Su cabello corto y negro, y ese aura rudo que la caracterizaba siempre, esa mala leche con la que siempre se metía en problemas...
Siento el sudor recorrer mi frente, y abro mis ojos con lentitud, luego me doy cuenta de que mi cabeza descansa en el hombro del extraño de al lado.
Alzo la mirada en su dirección para ver si es consciente de mi invasión a su privacidad y para saber si debería prepararme para una regañina de su parte, pero eso está muy lejos de ser la realidad.
Mentiría si dijera que no conozco el perfil diabólico de este moreno, o ese cabello despeinado que irónicamente siempre le queda maravilloso.
Mentiría si dijera que no reconozco esa vestimenta elegante y casi siempre de color verde, que usualmente la veo arrugada o apesta a cigarrillos, mentiría. Y sería la mentira más grande que hubiese contado en la vida.
No sé por qué ni cómo llegó hasta aquí, pero tampoco quiero descubrirlo, sólo admitiré que dormido se ve como la estrella más pura que haya caído en la faz de la Tierra. Claro, después de mí.
Aunque todos sabemos que eso no es así.
Suspiro frustrada y apoyo mi cabeza en la ventana. Aún falta mucho para llegar.
°°°
-Señorita. -siento una mano fría rozar mi cara. -Oiga, señorita- frunzo el ceño molesta, y sigo apoyada en la ventana, con los ojos cerrados. -No soy fan de Selena Gómez. Vete de aquí. -balbuceo con esfuerzo. -¡Señorita! -grita alguien mientras empuja mi cara con los dedos. Rápido me despierto y miro hacia los lados asustada.
Luego volteo, y veo a un chico detrás mía. Miro sus dedos, y luego su cara. - ¿No te enseñaron a despertar a una dama con decencia? -Le chillo molesta.
El chico de origen asiático me señala la puerta del bus. Yo sigo su dedo con la mirada y reacciono al darme cuenta que esta es mi estación. Me levanto de golpe y tomo mi bolso con rapidez.
-¡Baka! -le agradezco en japonés y salgo pitando por la puerta al ver que ésta casi se cierra. -¡Hey! El asiático me ve molesto, pero le quito importancia.
En tik tok una le decía eso a su novio asiático cuando le daba de comer, y decidí usar esa palabra tan educada.
Estoy orgullosa de mis dotes excepcionales para aprender idiomas nuevos.
Comienzo a caminar con tranquilidad, y ya me alegro de por fin poder espachurrar a mi preciosa Helene, a quien la cuida Leah, porque aunque no lo parezca, ella ama los animales.
No puedo evitar pensar en por qué demonios dormía Cooper a mi lado en el bus, y por qué no estaba cuando me desperté, aunque una idea fugaz recorre mi mente e instintivamente agarro mi bolso con fuerza.
Lo abro con rapidez para echarle un vistazo.
Espero que nadie juzgue mi paranoia, pero tengo motivos para estar así.
Entonces decido tomar un atajo para llegar antes a Arista's, pero esa es la peor decisión que pude hacer en la vida.
Alguien dijo una vez que los atajos te llevan sólo a desgracias, y cuánta razón tenía, porque un muchacho encapuchado se acaba de llevar mi bolso en un instante de guardia baja.
-Oye, ¡vuelve aquí!- grito y comienzo a correr en su dirección.
En ese momento sólo tenía una opción, y era perseguirlo. No lo dudé ni un segundo, porque ese bolso, aparte de ser muy caro, contiene cosas poco ortodoxas que pueden poner mi identidad en peligro.
O recupero el bolso o muero en el intento, esta situación realmente es de vida o muerte.
El chico es rápido, no cabe duda, y al tomar un camino tan oscuro y estrecho como al que él decidió recurrir, me veo forzada a ser atlética.
Sonrío con suficiencia al ver que el callejón no tiene salida y que por fin podré darle una paliza al ladronzuelo.
Cojo carrerilla para que no se me escape trepando los muros o algo, porque esa es una de las varias posibilidades de escape para un malhechor, y con algo de suerte me abalanzo sobre él, inmovilizando su cuello con una mano vacía y la otra la dirijo a su ojo izquierdo, lista para perforarlo con mis garras si se le ocurre intentar escapar.
Entrelazo hábilmente mis piernas con las suyas y levanto su barbilla con la otra mano.
Tomé la decisión correcta al pillarlo por la espalda, porque es una posición que me favorece mucho.
-No te muevas, o te mataré. -le susurro amenazante en el oído.
-V-vale. -logra formular con terror.
Arrastro sus piernas con rapidez y lo tumbo boca abajo en un instante. Luego, inmovilizo sus brazos sentándome en ellos sobre su espalda. Enredo mis piernas entre las suyas de nuevo para que no se escape, y le quito mi bolso.
-¿Quién te ha enviado? -pregunto con seriedad, por dentro ardiendo de la cólera. Él se niega a hablar, y decido apretar un poco sus piernas. -¿Qué es lo que buscas?
Él jadea del dolor y se retuerce en el suelo, pero no dice nada. Se me agota la paciencia y decido voltearlo para que me vea a la cara.
Cuando lo hago, me quedo atónita. Por un instante bajo la guardia y él logra zafar sus manos para taparse el rostro con horror. -Por favor, perdóname. -emite temblando.
Mi mirada se suaviza al instante al recordar lo dura que es la vida de la calle.
Sus ojos azules expresan terror y vergüenza, y me doy cuenta de lo joven que es debido a su apariencia. Tiene un cabello lila revuelto que le da un aspecto descuidado e inocente, y un rostro de porcelana, lleno de arañazos.
Él aprieta los dientes mientras cierra los ojos con miedo, esperando que no le haga nada.
-Oye, mírame. -Le ordeno con seriedad. El levanta la mirada con sumo cuidado, y sus ojos se expanden por la sorpresa. -Esto te llegará para sobrevivir por un tiempo. -le aclaro molesta mientras le pongo una gran cantidad de billetes en la mano. Lo ayudo a levantarse, y él me mira sorprendido.
Observa el arañazo que tengo en una mejilla y que sangra abundante, y dirige su mano hacia él.
Me pongo alerta por si quiere hacerme algo, pero no actúo, sino por el contrario, me quedo inmóvil.
Su palma sobre mi mejilla arde como nunca lo hizo y suelto un quejido involuntario, pero cuando la aparta, ya no siento ningún rastro de sangre o dolor.
Toco mi mejilla con asombro, y siento cómo aquella herida se desvaneció.
Lo miro, aparentando severidad, y me cruzo de brazos. -Consíguete un trabajo, y no vayas por ahí mostrando tu don. -lo regaño. Él asiente con timidez. -Si te vuelvo a pillar robando, te arrancaré el ojo sin piedad. -le advierto, señalándolo.
Él abre esos enormes ojos en sorpresa, y asiente. Luego voltea y trepa el muro con rapidez.
¿Veis? Los malhechores trepan muros con facilidad. Os lo dije.
-Qué coincidencia encontrarte por aquí. -susurra una voz masculina por detrás, y antes de poder reaccionar, siento un golpe detrás de la nuca. Lucho por no perder la conciencia, pero no lo logro.
Qué sigiloso... ¿Quién será este desgraciado?
Maldición, me arrepiento tanto de no haberme equipado con mi tijera de carne...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro