Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14. E y F

Hoy es lunes.

Lunes es igual a clases.

Clases con un nuevo docente.

-El señor Cooper no dará clases por un tiempo. -dice Agata. Esa noticia llama mi atención. -Surgieron unos asuntos urgentes que tiene que atender. -media sociedad femenina suspira indignada. -Pero no se preocupen- prosigue la mujer. -Tenemos un sustituto. -aclara, haciendo un ademán hacia la puerta para que entre al aula.

El lápiz con el que jugaba se me cae de la mano.

Allí es cuando él hace su aparición.

Cabello verde, peinado hacia atrás.

Una mirada perspicaz y muy profesional.

Una cara a la que juro que conozco.

Un aura perfecto y abrumador.

No hay duda alguna. Con ese tipo me choqué en el bar.

Su mirada se cruza con la mía, y el hombre me sonríe, sorprendido.

Le devuelvo una sonrisa corta y fingida, y miro hacia un lado.

El aula se llena de murmuros.

-Él es el señor Sunset, pero creo que la mayoría de ustedes ya le conocen. - emite Agata.

Lo miro, muy curiosa. Me parece haber escuchado ese apellido.

-Como ya habéis escuchado, soy Tareq Sunset, el principal patrocinador de Bonaparte y por lo que muchos de ustedes me conocen, el creador de medicina más influyente del país.

Mi boca se cae de la sorpresa.

Mi mirada busca a Loto.

Oh, oh. Gran error.

La perdimos.

Alerta fangirl.

Alerta fan número uno de este señor.

Después de eso, las clases fluyen bien.

Hoy nos toca aprender a medir la tensión arterial.

Todos nos ponemos por pareja.

Yo y Loto.

Benny y Tareq.

Como la chismosa que soy, me limito a echarle un vistazo al grupo de docente y alumno.

Benny se ve muy confiado, nada incomodado o nervioso por la presencia del señor. Es más, parece que se conocieran desde hace siglos.

-Tierra a Amanda. -La mano de Loto se agita en mi rostro. -Sé que es apuesto, pero tenemos cosas que hacer. No puedes ir por la vida chismoseando. -dice, soltando el aire del esfigmomanómetro. - 120/70. Es un buen valor. -asegura, quitándome el instrumento del brazo. Me lo da y estira su brazo izquierdo. -Ahora te toca a ti.

Miro el esfigmomanómetro, y luego a ella.

-No es tan difícil. -me intenta convencer Loto. -Sólo tienes que escuchar los latidos del corazón y descubrir los dos valores necesarios. -suspira.

-Por enésima vez te digo que no escucho nada. El único resultado que escuché es el de 30/20. -Le reclamo indignada.

-Señoritas, ¿cómo van? -el señor Sunset se acerca amistosamente a nuestra mesa, y se queda de piedra al ver cómo mido la tensión arterial. -¿Puedo enseñarte algo? -pregunta amablemente.

-Adelante. -Le señalo el instrumento. -Nada puede ir a peor. -afirmo con confianza.

Tomamos a mi amiga como sujeto de pruebas, y lo siguiente fue enrollar el aparato para sacar todo el aire restante.

-El error más común: envolver el esfigmomanómetro de manera incorrecta alrededor del brazo. -me explica. -esta flecha blanca se sitúa encima de la parte superior del brazo. Así. -me indica. -No hay que apretarlo alrededor del brazo, pero tampoco debe sobrar mucho espacio. Ahora tomas tu estetoscopio. -indica- bien. Bombea hasta los doscientos. Suelta el aire lentamente.

Hago lo que me dice y observo el reloj atenta. El aire se sale lentamente del objeto y escucho los primeros latidos de su corazón. -130/60.

Sunset sonríe. -Eso suena más convincente, señorita Prada. -sonrío satisfecha.

Llega la hora del recreo. Estoy empacando mis cosas, lista para ir a la cafetería, en donde me espera Loto.

Pero algo me detiene. No, de hecho, alguien me detiene.

-¿Y qué tal? ¿Te gusta este lugar? - pregunta el señor Sunset, apoyándose en mi mesa con los brazos cruzados.

-Sí, nuestra guarda Brenda es una señora genial. -Le digo fascinada. - además, la comida de la cafetería es deliciosa.

Sunset arquea sus cejas en confusión. -Eso está muy bien. -dice. -Por cierto, ¿eres de Nueva York? -pregunta.

Su pregunta me pilla por sorpresa. No me esperaba que el docente me preguntara algo tan personal.

-Sí- respondo, intentando dar la menos información posible. -Soy de Manhattan. Oiga...- prosigo, un poco apenada. -Lo del otro día... realmente lo siento.

Sunset se sorprende y le intenta quitar importancia al asunto. -No pasa nada, Amanda. Sólo fue un accidente. Lo veo en tu rostro, -prosigue- una chica como tú no tendría interés en chocarse intencionalmente conmigo.

De repente algo se me pasa por la cabeza. -Hablando de interés- digo, a lo cual él me mira expectante. -¿Por qué alguien como usted se interesa en mí? -pregunto, ocultando mi paranoia.

-Ah- dice, mirando hacia un lado pensativo. Luego voltea hacia mí, sonriente- Eres mi alumna, sólo quería ayudarte para que no te quedes atrás con el contenido escolar. Además, tu tenacidad me atrae. -suelta, sin ser demasiado sugerente. Luego contrae un poco el rostro. -Lo siento, no quise incomodarte. Ya no te molestaré más si mi presencia te hace sentir insegura. -asegura, levantando las manos a modo de rendición y negando con la cabeza.

Me quedé perpleja. -Ah, no no no. -Le respondo frenética. -Usted no me incomoda, -aseguro, moviendo mis manos en el aire. -Sólo preguntaba, porque simplemente me parecía extraño. -suelto con honestidad. -No creo que usted se fije en mí de manera romántica. -digo de forma indirecta, para establecer unos límites entre él y yo desde el principio.

Que conozca su lugar este perro.

Él comienza a negar frenético.

-Cielo santo, no. -sigue negando. -Soy un hombre casado. -prosigue, y mira a los lados, para asegurarse de que nadie lo vea. -Mi hijo me mataría si escuchara tales rumores. -susurra, sonriendo.

Lo analizo de arriba hacia abajo. -¿Usted tiene hijos? -pregunto sin dar crédito a sus palabras.

-Por favor, llámame Tareq. Sin formalidades. -sugiere. -Sólo tengo veinte años.

Me llevo las manos a la boca con sorpresa. -¿Veinte? -él asiente, rascándose la nuca apenado.

¿Casado y con hijo?

Parece que a este le gustan los agujeros.

Y la vida.

Y las mujeres.

-No quería incomodarte. -aclara, negando una vez más. - La verdad es que soy una persona bastante introvertida, y tu personalidad es algo que envidio. -dice apenado.

Ah, ahora lo entiendo. Es un nerd millonario al que le cuesta hacer amigos. No sé por qué lo taché de enemigo tan rápido. A decir verdad, es muy buena onda.

-Oye, ¿no has pensado en modelar? -pregunta, mirándome de nuevo. -Enserio, tienes una buena figura y un rostro muy definido. Con eso podrías ganar más dinero que con la medicina. -sugiere.

Es un visionario, lo sé. Parece que busca sacar lo mejor de una persona e impulsarla hacia el éxito. Cosas de emprendedores.

Niego con decepción. -No me gusta ser modelo. -le digo. Él sólo escucha atento y asiente a todo lo que digo. -fui modelo para una revista, pero lo dejé. ¿Sabes por qué?

Él niega.

Suspiro indignada. -Odio hacer dieta. Los horarios son muy apretados y la ropa que debemos promocionar es cutre. Lo peor son nuestras compañeras de trabajo. Son arrogantes y caprichosas, y muy perras. -digo apretando los dientes, claramente refiriéndome a Carola. Él arquea sus cejas, divertido. -No tienes ni idea de lo difícil que es que controlen tu vida, tu estilo y sobre todo, lo que comes. -suspiro, recordando los tazones de avena.

Tareq niega con pena. -Tiene que ser horrible. -repite, frunciendo sus cejas con desagrado.

En ese momento se oyen unos pasos rápidos, y veo entrar a Benny al aula, un poco apurado. -Papá, te buscan en el laboratorio. Alguien acaba de confundir tu nuevo antibiótico con cocaína. -emite, jadeando.

Los ojos de Tareq se abren en sorpresa. -¡Oh no, fuck! -exclama y se va con Benjamin apurado. -Adiós, Amanda. -se despide antes de desaparecer.

Yo me quedé en medio de la clase, embobada y más confundida que una vaca del revés. ¿Èl es el padre de ese diablillo?

Se lo tengo que contar a Loto.

                               °°°

-¿No lo sabías? -pregunta ella incrédula, tecleando su móvil con rapidez.

Yo sólo niego. -¿De dónde iba a saber que ese satánico era hijo de un empresario millonario apuesto y solitario? -pregunto irónica. -son dos polos opuestos, no se parecen en nada. Además, sus edades no cuadran. ¿Cómo quieres que lo sepa? -bufo, estirando mis brazos en la mesa.

Loto me muestra la foto de un artículo en la que aparecen tres hombres: Benny está en el medio y es sostenido por los lados por un Tareq sonriente y otro apuesto hombre de cabello castaño y largo.

Los tres usan un traje dorado hecho a medida.

Se ven como el balón de oro de Messi.

El artículo va sobre el agradecimiento a la familia Sunset por asistir a tal evento y esas cosas.

-Aver si lo entiendo -recapitulo, intentando unir las piezas de este rompecabezas. -Tareq es el padre de Benny. ¿Voy bien? -Loto asiente con paciencia. -Y el señor de acá, también es su padre. -Le explico, aunque ella ya está al tanto de todo. Asiente con simpleza. -Ellos son los padres de Benny.

Mi boca rueda hasta el suelo por la sorpresa. -¿Son tan importantes y yo ni los conocía? Demonios, vivo bajo una piedra. -mascullo indignada.

Loto se ríe mientras se come su galleta casera.

-La madre de Benny murió de cáncer de pulmón. -me explica. -Chan Sunset es el padre biológico de Benny y el creador de la famosa marca de coches GO-OC. -yo sólo escucho atenta, desplegando mis oídos como una antena. -posteriormente conoció a Tareq y después de un año de relación, se casaron.

Una historia brutal, no me imagino por lo que tuvo que pasar Benny para superar la muerte de su madre.

Pero la vida sigue adelante.

El resto de la semana transcurre bien. Las clases con el señor Sunset se tornan de maravilla. Sus clases son divertidas.

¿Acaso estoy loca? Acabo de decir que la escuela es divertida. Osea, que el aprendizaje no me aburre.

Es un hecho que debe ser recordado por las próximas generaciones.

Aunque hay un asunto que me carcome.

Lalo Cooper.

Por alguna razón, su ausencia me provoca un dolor en el estómago. Creo que es diarrea, pero no estoy segura.

El otro día se portó como un orangután rabioso. Aunque por otro lado debo admitir que me alegra el hecho de que me haya defendido.

Pero hay tantas cosas que detesto de él, así que que no se crea tanto.

Lo odio.

Lo odio.

Lo odio.

Pero aún así, echo un poco de menos su presencia.

Pero sólo un poco.

Y eso es sólo porque sus comentarios son muy graciosos.

Pero lo odio, ¿eh?

Yo ya decidí que me gusta Milo.

Amo a Milo.

Y a nadie más.

Y ni él ni nadie se interpondrá en mi camino.

Cuando acabe mis estudios seré capaz de irme al extranjero y reencontrarme con mi dulce y caballeroso Milo.

Y entonces se cumplirá mi mayor y más lejano sueño: encontrar y experimentar el amor tal y como me lo he imaginado hasta ahora.

Aunque hay un pequeño problema con el que no he contado.

Y eso son las notas.

Me muerdo el labio inferior mientras les echo un último vistazo a mis exámenes. E y F. A este paso repetiré el curso, y eso es algo que no me puedo permitir.

No. De ninguna manera.

-Señorita Prada. Está bien que tenga B en mis clases. -explica Agata. Se toma un sorbo de café. -Lo que no está tan bien son sus notas con el señor Cooper. -suspira y toma mis exámenes. -Sé que es difícil, pero si sus notas siguen así tendrá que repetir.

-¿Qué debo hacer para pasar de trimestre? -pregunto desesperada, llevándome las manos al pecho preocupada.

Agata hojea mi registro, y alza una ceja, algo confusa. -Usted tiene buenas notas en la ausencia de Cooper- aclara- y sus notas con los demás docentes también son para pasar. -explica y siento un gran alivio. Ella hace una pequeña pausa, y luego prosigue. -Necesita aprobar tres exámenes más en la materia de Cooper y podrá pasar de trimestre. -me dice, entrelazando sus dedos. -Aún tiene oportunidad de pasar -me explica, y una chispa de esperanza inunda mis ojos. -Todo depende de usted. -acaba diciendo con seriedad y se levanta.

Arrastro mis pies hasta mi cuarto. Cuando abro la puerta, me quedo inmóvil.

Loto está dándole de comer al gallo de la última vez. Y no sólo eso, sino que tenemos compañía.

-Hola, Amanda. -saluda Derek. -Justo a ti te quería ver. -dice sonriente.

Alerta problema.

-Así que tú serás mi senior durante las horas prácticas dentro de un mes -él asiente, abrazando a su gallo. -Pero eso sólo si apruebo la materia de Cooper. -prosigo, esperando que él lo niegue, pero sólo asiente. -Y estaré en la novena estación. -digo lentamente.

-Exacto. -se anima a soltar Derek. -Pero si repruebas, tu estancia en Bonaparte habrá acabado. -prosigue, algo amenazante. -Y estoy seguro de que no quieres eso. -advierte con seriedad.

Pues claro que no, cara torta. ¿Esperabas que diga: oi sí, quiero repetir?

Derek puede ser amable, pero presiento que es bastante crítico y que se toma su trabajo muy enserio.

Creo que debajo de esa fachada de chico paciente y amigable se esconde algo que no debería despertar.

Mierda, ahora tiene una mala imagen de mí, y creo que me odia.

¿Por qué siempre cago la primera impresión?

Suspiro indignada. Llevo una hora sentada aquí. No me entra nada en la cabeza. Demonios, el estudio no es para mí.

Mañana tendremos clases con Lalo. Ya resolvió sus asuntos importantes que por desgracia desconozco y está listo para hacerme la vida imposible de nuevo.

Al día siguiente cuando hace su aparición, algo se revuelve en mí.

Hacemos contacto visual, y sólo logro percibir frialdad y desinterés en sus ojos.

Debo admitir que estoy sorprendida.

Sus ojos se separan de los míos en un instante, sin mostrar alguna emoción.

A decir verdad, no creo que esto tenga que ver conmigo. Incluso durante sus clases se ve serio, y usa un tono de voz demasiado calmado mientras da clases.

Y no sólo eso, sino que evita el contacto físico con sus admiradoras, cosa que pensé que no pasaría nunca.

Incluso me parecía más probable que los cerdos vuelen a que él llegue a tomar tal decisión. Este cambio es demasiado drástico para su ausencia de una sola semana.

Algo le pasó, y por alguna razón me molesta que ya no sea tan molesto y... metiche.

Que me evite de esta manera sólo tendrá graves consecuencias para mi pobre alma.

A menos que haga algo para remediarlo.

La verdad es que nunca pensé que haría esto, pero aquí estoy. Recuerda que todo esto depende de ti, Amanda.

Toco la puerta de su despacho.

Escucho un "adelante ".

Abro la puerta mordaz, y me armo de valor para dirigirme hacia él.

Lalo deja de lado los papeles que venía leyendo, y me mira expectante. También serio.

-Hola Junior Amanda. -saluda, su boca aún formando una línea recta y profesional.

-Necesito tu ayuda. -suelto con brusquedad. Él alza sus cejas, sorprendido. -¿Hay algo que pueda hacer para aprobar tu asignatura?

Él me mira sorprendido. Luego, entrelaza sus dedos pensativo.

Una sonrisa le surca los labios.

La primera sonrisa del día.

Señoras y señores, acabo de devolveros a ese chico perverso y engreído que tanto extrañasteis.

-Creo que sí, señorita Prada, creo que sí...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro