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19 de junio de 2015.
Meredith ha venido a buscarme al rincón de aquella inmensa sala negra en el que suelo estar. Diría que traía un rostro que mostraba pura ira, pero no podía. Su paso acelerado hacia mí era lo que me indicaba su enfado. Tiró de mi brazo traslucido y me transportó con ella a otra sala, esta vez completamente blanca y en la que yo era una sombra negra.
Literalmente, aluciné con lo que vi. ¿Todos estos seres se habían suicidado?
La sala estaba repleta de personas sin rostros, a mi parecer, de todas las edades y razas existentes.
Cuando llegué Meredith me explicó que los que llegaban aquí por voluntad propia eran los que tenían el poder sobre el resto de almas. Seguí a Meredith hasta una pared blanca que solo tenía un punto negro. Me dio la mano, y metió la otra mano a través del punto negro, atravesando la pared junto conmigo.
Cuando vi que era eso, deseé no haber entrado jamás.
Ahora todos tenían rostro, incluso Meredith. Era tenebroso. Estaba aterrada. La cara de Meredith estaba descompuesta por el lado izquierdo, al igual que su brazo izquierdo y su mano izquierda. Parecían quemaduras. En ese momento me pregunté que rayos le había pasado. ¿Habría arriesgado su vida lanzándose al fuego o algo así?
20 de junio de 2015.
Seguía aterrada. Según me había contado Meredith, la Meredith sin rostro y cubierta de negro, había perdido la consciencia al sentir tanto miedo, por lo que me habían traído de nuevo a la sala negra en la que ahora vivo.
Según ella, sólo querían advertirme sobre mi actos de hace dos días, cuando me aparecí frente a mi familia y Jackie me vio.
Estaba arrepentida, y quería volver la mundo humano para ver como estaba Jackie dos días después del incidente.
No veía el problema, así que lo hice.
Esperaba aparecer en el cementerio, junto a mi tumba, pero aparecí en el salón de mis padres, justo donde me había ido la otra vez. Entendí entonces que cuando volviera al mundo humano, estaría en el lugar en el que había estado antes de irme al Otro Lado.
En la casa reinaba un silencio aterrador, y me carcomía por dentro pensar que esto era por mi culpa. ¿Y si habían pensado que la casa estaba maldita y se habían ido?
Recorrí todos los rincones de la casa, pero al no encontrar nada decidí ir a la casa en la que vivía con Will y Jackie.
Fue una mala idea.
La casa había sido vendida. Varios camiones de mudanza descargaban muebles que parecían caros, y una mujer que portaba un bebé estaba hablando en el jardín delantero con Will, que le estaba dando la mano a una Jackie que admiraba como metían los muebles a la casa. La mujer sonreía con confianza, y eso me puso algo celosa. ¿Estaría Will preparado para olvidarme con otra mujer? Ese pensamiento me torturaba. Decidí esperar hasta que se fuera a casa, y cuando lo hizo, les seguí a toda prisa.
Se estaban alojando en un pequeño hotel de las afueras de la ciudad. Les acompañé hasta su habitación, la habitación 118.
Estaba a un paso de entrar y ver en qué condiciones vivían, de averiguar que intenciones tenían: si quedarse en la ciudad o irse, pero la fuerza volvió a tirar de mí llevándome, de nuevo, al Otro Lado.
No sabía que las almas podían llorar, pero ahora mismo yo estaba soltando lágrimas mientras era arrastrada. Nadie me dijo que esto sería tan duro, ni siquiera Meredith. Volvía a echar de menos el mundo humano, poder abrazar a Will y leerle cuentos a Jackie. Echaba de menos mi vida.
Quería volver a la vida.
N/A:
¡Buen día, chicos! ¿Qué, os ha gustado el capítulo? Cada vez se nos hace más fácil escribir esto.
Quedan cinco páginas, en las que van a suceder muchas cosas interesantes ;).
Esta historia la escribo junto con mi amiga DarleneElla07.
Muchos besos y abrazotes,
Raquel.
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