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18 de junio de 2015.
Hoy era el día. Meredith me había dicho que estaba preparada para visitar el mundo humano. Supuestamente solo debía concentrarme en mis recuerdos de los humanos y visualizarme a través del pasillo por el que llegué al Otro Lado para transportarme.
No lo conseguí, y me desanimé muchísimo. Meredith creía que era porque seguía sintiendo nostalgia por mi vida, pero no sentía absolutamente nada. Sólo quería volver para ver como estaba mi familia después de cuatro meses.
Después de varios intentos lo conseguí. Volví a sentir como una fuerza sobrenatural tiraba de mí y me arrastraba por el pasillo negro.
Esta vez el viaje sólo duró unos segundos y no un día, como cuando vine al Otro Lado.
Caí, literalmente, del cielo. Mi cuerpo dio un gran golpe contra el suelo de hormigón del cementerio, al lado de mi tumba. Justo donde me había ido al Otro Lado. El golpe no me dolió, ni siquiera lo sentí. Sólo oí el ruido, ajeno a las personas que veía en el cementerio. Mi tumba estaba llena de rosas rojas y blancas y algunas margaritas, probablemente de parte de Jackie.
No tenía los pies apoyados en el suelo. Levitaba. Mi alma flotaba en el aire, permitiendo que me desplazara más rápido de lo que un humano con los pies en la Tierra lo haría. De modo que comencé a ''correr'', si así se podía llamar, a casa de mi marido y mi hija.
La sorpresa fue enorme cuando vi un enorme cartel rojo que anunciaba con grandes letras blancas ''SE VENDE''. Meredith dijo que las almas, con el paso del tiempo, perdían todo tipo de sentimientos, y que esto comenzaba a suceder a los tres meses de llegar al Otro Lado. Yo llevaba cuatro, pero sentí con todo mi alma el dolor que me produce pensar que han vendido mi casa. Nuestra casa.
Entré de una manera simple, atravesando la pared. Todo había desaparecido. Solté un grito de frustración que se oyó como uno ahogado. Rebusqué cualquier pista que pudiera decirme dónde estaban mi marido y mi hija, pero no encontré nada. Todo estaba vacío.
Salí levitando a toda prisa a casa de mis padres, tres manzanas más lejos de la nuestra. Cuando llegué, para mi alivio, el coche de Will estaba allí. Al atravesar la pared, todos estaban reunidos en el salón.
Sabía que no debía hacerlo, pero no pude contenerme. Pensé en visualizarme, allí, en mitad del salón, a dos metros de los sofás donde estaban los seres que más amaba. Lo hice.
Nadie se dio cuenta, o eso creí yo. Un gritito ahogado emergió de lo más profundo de la garganta de Jackie, y rápidamente me escondí detrás de una pared. Miré mis manos, ahora blancas. Me había visualizado como alguien completamente blanco. Mi piel era blanca. Como Meredith dijo, el efecto desapareció enseguida y yo volví a ser traslucida, así que entré de nuevo al salón. Vi a Jackie llorar y balbucear que me había visto. Y que tenía miedo.
Mi propia hija me tenía miedo.
En los ojos de Will pude ver la preocupación. Me sentí fatal por lo que había hecho. Querría haber hablado, haberles chillado que los quería a todos, que iba a visitarles constantemente, pero no pude. De nuevo una fuerza descomunal tiró de mí, transportándome al Otro Lado a través del pasillo negro.
N/A:
¿Cómo estáis? Espero que esta parte os haya gustado, a mí personalmente me encanta el rumbo que ha tomado esta historia corta.
Como siempre, quiero saber vuestra opinión, así que podéis dejarla en los comentarios.
Esta historia la escribo junto con mi amiga DarleneElla07.
Muchos abrazotes,
Raquel.
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