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58. Una negociación

La misma oficina que recordaba. Han pasado varios meses desde la última vez que estuve y todo sigue igual. Lo que ha cambiado es que antes me parecía una sucursal del paraíso, ahora es como una nueva sede del infierno.

Juliana tiene la misma sonrisita que ponía en la isla cuando me preguntaba sobre alguno de mis ex. La muy desgraciada tenía todo fríamente calculado y yo fui tan tonta que nunca me di cuenta.

—¡Bienvenidos! Qué gusto verlos otra vez. —exclama con una sonrisa demasiado amplia, demasiado blanca y demasiado orgullosa de sí misma.

Seguro fue a ella a quien se le ocurrió la idea. Me la imagino urdiendo todo un plan macabro para tener ratings y que su marca pichurria venda millones, para ella poder recibir un miserable aumento. La odio.

—¡Hola, Scarlet! —me saluda extendiendo demasiado la "e".

Nunca dos palabras me provocaron tanta gastritis. ¿O será su hipócrita tonito de voz? Lo que sea, me ha provocado acidez.

La saludo cordialmente, tratando de dejarle entrever solo un poco lo molesta que estoy. Héctor le ha pedido a Javier, mi exsuegro, que nos acompañe. Él es un abogado titulado y lo más importante: con permiso legal para defenderme, cosa que aún no tiene Héctor en su calidad de estudiante.

Junto a Juliana hay dos tipos vestidos de traje, estilo "Hombres de negro" que se nota que son abogados. Es que no podrían ser otra cosa, ni aunque quisieran. Incluso debieron haber nacido ya con sus trajes puestos. 

—Bueno, hemos solicitado esta reunión —dice Javier, después de que todos nos hemos sentado en la mesa de juntas—, para negociar la publicación del material audiovisual promocionado en Youtube o cualquier plataforma, pues se grabó sin el consentimiento de mi cliente.

—Permítame contradecirlo —responde uno de los trajeados al lado de Juliana. El hombre se ajusta las gafas y abre una carpeta, para empezar a leer un documento—. En la cláusula vigesimoctava del contrato firmado por usted, se aclara que "cualquier material audiográfico, fotográfico, videográfico o de cualquier índole, que sea recabado por el contratante, en este caso Atomik, con sus equipos tecnológicos y humanos, será propiedad de Atomik y podrá ser usado en diversos sustratos publicitarios, incluyendo: medios impresos como vallas, volantes, catálogos, avisos de revista, y demás medios audiovisuales como spots televisivos, trailers, web series, cortos, películas, entre otros...

—¡Pero nunca dijeron que harían un "reality"! —interrumpo.

—No digas nada... —susurra Héctor en mi oído.

—Web series —dice con demasiada entonación—. El programa no es un reality per sé, es una web serie con diversos capítulos que se transmitirán en Youtube. Además, "entre otros" podría incluir cualquier tipo de producto audiovisual, incluido un reality.

—¡Pero es que nunca me contrataron para eso!

—Shhhh —Me callan Héctor y Javier al mismo tiempo.

—Usted fue contratada para tomar fotografías y hacer un calendario. El camarógrafo fue contratado para grabar la mayor cantidad de material posible, y la señora Juliana fue contratada para sacar el mayor provecho a todo el material recolectado por la marca, en beneficio propio.

—¡Ah, en beneficio propio! ¡Pero no mío! 

Javier toma su copia del contrato para revisarlo, se devuelve algunas páginas, adelanta unas cuantas, señala con un resaltador algunas partes, arruga su entrecejo, luego lo relaja, luego vuelve y lo arruga, ¡y yo me estoy volviendo loca!

—Permítanme por favor un momento con mi cliente —dice mi abogado mientras se levanta de la mesa y me toma del brazo. 

Salimos de la oficina seguidos por Héctor, y no me gusta para nada la cara que trae Javier. 

—Lo mejor es que negociemos unas regalías sobre la emisión de la serie web —dice en un tono severo, a juego con su cara.

—¡¿Qué?! ¡Pero si yo no quiero que hagan de mi vida un reality!

—Papá, ¿no podemos evitar de alguna manera la publicación de eso? ¿Qué hay de los demás implicados? ¿Los modelos? De pronto hablando con ellos... —Héctor trata de aportar ideas, aunque por el tono de su voz puedo deducir que ya sabe las respuestas a esas preguntas.

—Deben haber firmado un contrato similar a este. De hecho, tú también lo firmaste.

—Sí pero no recuerdo haber dado un permiso tan amplio para la utilización de mi imagen.

—Tendría que revisar ese contrato también, pero debe tener la misma cláusula. Recuerden que se aseguraron de que no fuera una sesión de derechos como tal, básicamente es una renuncia a cualquier impedimento, es decir, nadie que haya firmado puede negarse. 

—¡Pero no me parece justo! —grito indignada. Miro a Héctor y recuerdo que él revisó el contrato y no vio nada de malo, así que le pego un manotazo en el brazo—. Si no fuera porque dejaría huérfano al bebé de mi mejor amiga, te mataría.

—¡¿Y a mí por qué?! — se queja.

—Porque tú revisaste el contrato, pero parece que te escapaste de tus clases de derecho porque tienes tanto de abogado como de bailarín de ballet. 

—¡Discúlpame pero tal vez me enfermé el día que dieron la clase de cómo firmar contratos para hacer un calendario de tu vida amorosa!

Vuelvo a pegarle, ahora con más fuerza.

—Bueno, muchachos, ya. No tiene sentido que se pongan a discutir —dice Javier.

Ahora le pego a Héctor en el otro brazo.

—¡Ouch! 

—Debilucho.

—¿Se van a quedar peleando o quieren saber cómo podemos sacarle el mejor provecho a esta situación?

—¿Cómo? —preguntamos al unísono. Vuelvo a pegarle a Héctor y él vuelve a quejarse.

—En el contrato, después de esa cláusula de no impedimento, hay un inciso que aclara que cualquier material adicional al calendario que se desarrolle por parte de la marca y que genere ingresos no contemplados en el contrato actual, deberá ser abonado según un nuevo acuerdo entre el contratista y el contratante.

—No entiendo... —No sé si es por los nervios o el estrés, pero siento que me está hablando en chino. 

—A ver... ¿Quieres decir que como el reality o serie web no se había contemplado dentro del contrato inicial, tenemos derecho a un nuevo pago? —pregunta Héctor y ya lo entiendo mucho mejor.

—Exacto. Y es un valor que aún podemos negociar. 

—¡Pero yo no quiero plata! ¡Prefiero conservar mi privacidad!

—¿Y sabes si tus novios piensan lo mismo? —pregunta Javier.

—Exnovios —señalo tajantemente.

—Bueno, eso. Si ellos no tienen problema, pueden llegar a un muy buen acuerdo, y estamos en un tiempo en el que no mucha gente rechazará unos cuantos millones. 

—¿Pero si todos lo rechazamos? ¿Si nos unimos podríamos detener la publicación? —pregunto con un aire de esperanza.

—Pero, Scar... mi papá tiene razón. Si podemos sacar provecho financiero, ¿por qué vamos a negarnos?

—¡Porque no quiero ser el hazmerreír de las redes sociales! —Hago una pausa para respirar, y empiezo a sentir un ataque de pánico que se apodera de mí—. ¡Dios mío! Se va a cumplir lo que tantas veces me dijo mi mamá. ¡Me voy a quedar solterona de por vida!

Mi respiración se agita y los hombres tratan de calmarme. Se quedan unos minutos tratando de convencerme de que si le puedo sacar un provecho económico a la situación, podría montar incluso mi propio estudio de fotografía, o viajar por el mundo, o comprar una nueva casa. Pero en mi mente lo único que puedo ver son las burlas y los memes que se van a viralizar. Ya me imagino los videos de tiktok usando audios de mi voz discutiendo con Enzo... ¡Ay no! 

—Tenemos dos reuniones más después de esta, y sinceramente ni sabemos para qué los estamos esperando. Lo que está firmado, ya está firmado. Sin embargo, Juliana quiere hablar con ustedes. —Interrumpe mis pensamientos uno de los sujetos de traje que estaban en la sala de juntas. 

Javier pone su mano en mi espalda y me empuja un poco para que regrese a la sala. Héctor me sigue y nos sentamos en los mismos puestos que hace un rato. 

—Bueno, como dijo el doctor Santander, no tendríamos por qué discutir nada más, cuando ya hay contratos firmados —dice Juliana con un tonito de superioridad que me hace querer escupirle en la cara—, pero la marca está tan satisfecha con todo el trabajo final que quiere llevar esto por las buenas. Queremos darles tanto a ti como a los modelos, una buena retribución por su trabajo. 

Uno de los abogados extiende su mano y nos entrega un papel. En él hay escrita una cifra llena de ceros. 

—Esto es lo que Atomik va a pagarle a cada uno como compensación por lo del reality —dice el hombre sin soltar el papel.

—¿No que era una serie web? 

—Para el caso es lo mismo. 

La cifra es muy adecuada, pero yo sigo sin pensar que esto sea una buena idea. 

—Mi novia, Laura, ¿aparecerá también en el programa? ¿Ella también recibirá esta cantidad? —pregunta Héctor.

Ahora lo entiendo. Si Héctor y Laura reciben esta cifra, mi ahijado o ahijada tendrá más seguridad económica de la que podría tener siendo hijo de una recién graduada desempleada y un estudiante de derecho, que por lo que veo, puede que no llegue a ser un gran abogado.

—Esto no compensa lo que ustedes van a ganar de mis aventuras amorosas —digo con seguridad y devuelvo el papel.

Juliana, los de traje y mis dos abogados me miran sin decir una palabra. De hecho, creo que ni están respirando. 

—¿Y qué pretendes? —pregunta Juliana con desdén.

—Que nos paguen a todos el doble de esta cantidad. Y que Laura también esté incluida. 

—¡Ja! No tendríamos ninguna obligación legal para hacerlo. De por sí la suma que les estamos ofreciendo ya es bastante generosa, teniendo en cuenta que ustedes firmaron la autorización para que usáramos su imagen.

—Pero los firmantes tienen derecho a revocar ese consentimiento, si sienten que su intimidad o su buena imagen está siendo violada —afirma Javier, quien parece haber entendido mi plan, sin que yo lo tuviera ni siquiera bien formulado—. No creo que se quieran arriesgar a eso cuando ya han anunciado el programa.

Uno de los hombres de traje se levanta de su silla y se acerca a Juliana para decirle algo al oído. 

—Bueno, entenderás que lo que planteas no es una decisión que puedo tomar sola. Estamos hablando de mucho dinero, y tengo que consultarlo con la junta directiva antes.

—Por mí está bien. 

—¿Cuándo obtendremos una respuesta? —pregunta Javier.

—Debería ser antes de que se emita el primer capítulo, ¿no? —dice Héctor.

Juliana asiente de mala gana, y dejamos la oficina con el compromiso de que a final de la semana recibiremos una respuesta. 

Javier nos ha dejado en el apartamento de Laura, luego de pasarse todo el camino admirando mi astucia para negociar y no conformarme con lo primero que me ofrecían. Él mismo pensó, luego de releer bien el contrato, que no había nada por lo que pudiéramos pelear. Cuando vio que yo quería más, y luego de analizar la posibilidad de que los demás no estuvieran de acuerdo, se le ocurrió una salida. 

Y qué bueno que así pasó todo, pues como ambos me dijeron, a nadie le cae mal un dinero extra, así sea a costa de mi vida sentimental. 

La semana transcurre entre mensajes de Óliver tratando de disculparse por algo que no debería y mi mamá y Perbelardo besuqueándose en el sofá de mi sala. A parte de eso, no me ocurre nada interesante, salvo que ya es viernes y en la pantalla de mi celular está apareciendo el nombre de Juliana.

—¡Hola, Scarlett! —Saluda con efusividad cuando contesto—. ¿Cómo va todo?

Me choca ese tonito que siempre maneja conmigo, como si fuéramos amigas de toda la vida. ¡Pff!

—Hola, Juliana. Bien, gracias. —Soy lo más seca posible.

—Te acabo de enviar dos trailers más para la serie web, sé que te van a encantar. En uno, explotaremos la presencia de Mau, ¡será la locura!

¿Qué? ¿No teníamos que llegar a un acuerdo primero?

—No los he visto, pero... sobre nuestro acuerdo...

—Sí, sí, por eso te llamo. Resulta que hemos publicado estos trailers que te digo... ¡Y Youtube se ha reventado! Tienes que entrar a ver los comentarios, ¡la gente no puede esperar para ver la serie! Va a ser todo un éxito. ¡Vas a ser famosa!

—Yuju —digo sin ganas.

—Por eso la marca me ha autorizado a llegar a un acuerdo contigo y tus ex para pagarles lo que pediste —afirma luego de ignorar mi evidente alegría falsa.

Guardo silencio un momento, me cuesta un poco creer que todo haya salido bien. Al menos por la parte económica.


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