56. Una buena decisión
Mi madre vuelve a desabotonar el primer botón de mi camisa y, para ser sincera, estoy a punto de pegarle con un cojín en la cara, a ver si se calma un poco.
-¡Mamá, que es solo una salida de amigos!
-A ver, primero que todo, no me grites. Segundo, ¿quién dijo que los amigos no pueden ser algo más?
-Pero este no es el caso. Recuerda que ya fuimos novios.
-Y donde hubo fuego cenizas quedan. -Lleva sus dedos a mi botón de nuevo, empeñada en que enseñe más de lo que es decoroso.
-Y las cenizas se las lleva el viento -afirmo con seguridad mientras aparto sus dedos de mí.
-¿Y el viento será ese vecino buenorro con el que llegaste del viaje?
Pues sí parece ser el viento porque se esfumó como tal. Desde mi dramática salida de su apartamento no me ha vuelto a escribir o a llamar. Su hermano, en cambio, me ha enviado un par de mensajes que no he querido ni siquiera leer, así que no sé nada de los hermanos. Seguramente Óliver ya volvió con la tal Sabrina y se me cumplió lo del "sexo de una noche". Bueno, un viaje.
-El vecino no tiene nada que ver con esto, o con mi vida sentimental -afirmo más para mí misma.
-Pero se te está yendo el tren...
-¡Ya, mamá! ¡Ya estoy harta de que te proyectes en mí! -suelto de repente, sin haber tenido la intención real de decirlo, pero con un alivio inmediato por haberlo hecho al fin.
Mi mamá guarda silencio un momento. Creo que nunca en la vida la había dejado sin palabras. Luego parece que algo hace conexión en su cerebro y continúa:
-Esta bien. Quédate solterona. Eso le pasa a uno por querer lo mejor para sus hijos.
-Mamá, yo no me voy a quedar solterona. -Me acerco a ella para abrazarla y besarla en la frente-. Tranquila, ¿si? Yo sé que quieres lo mejor para mí pero es algo que debo encontrar por mí misma, sin influencia tuya o de ningún hombre.
-Ay, no, no me digas que ahora te volviste lesbiana. Por mí no hay problema, pero entonces tenemos que disimular en las fiestas familiares porque a tu abuela puede darle un soponcio...
-¡No, mamá! ¡No soy lesbiana! Es solo que quiero estar sin novio por un tiempo.
-¿Y desde cuándo cambiaste tanto? Estoy segura que en el aeropuerto se confundieron de Scarlett y me mandaron otra...
-Te aseguro que son la misma de siempre. -Bueno, tal vez ella tiene razón, tal vez en ese viaje descubrí algo que necesitaba descubrir desde los catorce años. Algo que no me hace correr hacia el primer hombre que me sonría, solo por no querer estar sola.
Tal vez convivir nuevamente con mi pasado enterito me hizo darme cuenta de que a pesar de todo el camino recorrido, no he llegado a ninguna parte.
A lo mejor por primera vez en mi vida sé que lo que quiero no es compañía.
Tomo las llaves, mi bolso y me despido de mi mamá, volviendo a abotonarme la camisa para tapar el escote, cuando mi mamá ya no me ve.
En realidad no tengo ganas de salir con Adrián. Sé que sería un excelente compañero de vida, pero la idea de volver con él no me entusiasma igual que antes del viaje. Y mientras voy conduciendo, pienso en todas esas cosas bonitas que vivimos juntos y descubro que son recuerdos que siempre atesoraré, pero quiero algo más.
Adrián pide una cerveza y yo un cóctel sin alcohol. Lleva varios minutos mirándome con una mirada muy cálida, tan seductora que me hace dudar de todo lo que venía pensando y las decisiones que creía que ya había tomado.
-Estás hermosa, Scar.
-¿De qué querías hablar conmigo? -No pretendo ser cortante o grosera, pero ese tipo de halagos, que antes me ponían nerviosa y me encantaban, ya no tienen el mismo efecto. Lo que quiero es que se defina nuestra situación de una vez por todas.
-Creo que ya lo sabes.
La mesera nos trae nuestras bebidas, y me da algo de tiempo para escoger sabiamente mis próximas palabras.
-¿Vas a adoptar un perro, verdad? -¿En serio, Scarlett? ¿Eso es lo mas inteligente que se te ocurre?
Adrián sonríe porque es amable y porque ya me conoce. Sabe muy bien el tipo de cosas que salen de mi boca cuando estoy nerviosa.
-Amo esas cosas que dices. En realidad... Amo todo de ti, Scar.- Toma la mano que tengo la mesa entre las suyas y sonríe-. No hay nada que quiera más que volver contigo.
Mis labios se estiran por voluntad propia y forman una gran sonrisa. ¡Pero no! Debo poner mi mejor cara de póker y apegarme a la decisión que ya había tomado.
Dejo escapar todo el aire de mis pulmones mientras pienso en cómo organizar las palabras que quiero decir.
-Y yo te amaré siempre, Adrián. Amaré tu ternura, tu romanticismo, tu amabilidad y la sonrisa con la que te levantas en las mañanas. Pero a veces el amor no es suficiente.
Adrián no intenta disimular su confusión.
-¿Qué quieres decir? ¿Me amas pero no quieres volver conmigo?
-No, lo que quiero decir... Bueno, sí. No quiero que volvamos.
Suelta mi mano y las mete debajo de la mesa. Mira hacia todos lados menos a mis ojos, como si temiera encontrar más explicaciones en mi mirada.
-Tú siempre serás mi persona favorita -continúo-, pero en este punto, necesito saber quién soy, sin tener a nadie a mi lado. Necesito saber que no necesito de un hombre para vivir feliz.
Siento como si acabara de quitarme un gran peso de encima.
-Pero Scarlett... Tú sabes que conmigo puedes hacer lo que quieras... Incluso si quieres una relación abierta...
¿Qué?
-No entendí. -Sí entendí pero quiero saber si entendí bien.
-Mira, yo no soy idiota. Sé que tú y el de la iluminación tuvieron algo en la isla. Y si te soy sincero, pienso que solo fue una "diversión de verano" por así decirlo. Pero te amo tanto que estoy dispuesto a que sigas teniendo tus romances con él mientras estás conmigo.
Este hombre se enloqueció. Está bien que nunca se ha caracterizado por ser celoso o posesivo, pero no creo que esto sea lo más sano para él o para mí.
«Cállate, estúpida, y aprovecha», dice una vocecita en mi interior, que debe estar vestida de diabla sexi, pero a la que tengo que ignorar. ¿Dónde está su contraparte ángel que me diga que sea sensata y no acepte lo que puede ser un arma de doble filo?
-Creo que no me entendiste. No quiero estar sola para acostarme con otros. Quiero vivir mi vida sin que mi seguridad, estado de ánimo o felicidad dependan de lo bien que me trate un hombre. Y me gustaría que me apoyaras en eso... Me gustaría que de vez en cuando nos viéramos y la pasáramos bien... -Abre mucho los ojos y luego los entrecierra de una forma muy pícara-. Que la pasáramos bien yendo a cine, a bailar, a tomar algo... cosas de amigos. De todas formas pasar tiempo contigo siempre me ha hecho feliz.
-Pero... no sé...
La expresión que tiene ya me ha aclarado todo. Parece que si no es románticamente, él no quiere involucrarse en ninguna actividad conmigo.
Al final, él entiende por qué he tomado esta decisión y nos quedamos un rato más hablando de otras cosas. Antes de despedirnos, me pide tiempo para procesar todo, para decidir si lo mejor es que no regrese a mi vida, o está de acuerdo conmigo en que no tiene que haber nada romántico para que seamos felices juntos.
Regreso a mi casa sintiéndome mucho mejor, como hace mucho tiempo no me sentía. En los últimos días he comprendido que puede que no esté enamorada de Adrián, sino de su recuerdo. Cuando acabas de salir de una relación con un novio de pacotilla, te aferras a cualquier recuerdo de uno mejor, de una época en la que te sentiste amada y respetada, y aunque sé que Adrián me sigue queriendo, quiero saber cómo estar por mi cuenta. Quiero llegar a ser feliz por mí, sin que estén involucrados los actos de un tercero.
Pero parece que mi felicidad siempre va a depender de un tercero. Específicamente, de mi mamá. O más bien, de su ausencia en mi casa. Al llegar a mi apartamento, envuelta en una sensación de total tranquilidad, fue arruinada por la señora, quien me sacó a la fuerza información sobre la cita, y estuvo cuarenta y siete minutos dándome lora sobre la importancia de estar con un hombre responsable, trabajador y guapo. O mejor dicho, de estar con Adrián.
Aunque traté de explicarle mi punto de vista, la doñita se enojó más que el mismo Adrián por mi decisión. Ha pasado toda la tarde sin hablarme y mirándome feo, por lo que he decidido exiliarme en mi cuarto, al menos hasta mañana.
Después de un relajante baño con agua casi hirviendo, me pongo la pijama más calentita que encuentro, mi favorita: un mameluco estilo bebé con tiernos extraterrestres sonriéndome desde sus navecitas; y me meto entre las cobijas, a pesar de que tan solo son las seis de la tarde y la luna aún no empieza a asomarse. Busco algo en Netflix en mi TV, cuando siento la vibración de mi celular.
Es una notificación de un mensaje de Whatsapp de Laura, en el que me envía una foto de lo primero que Héctor y ella le compraron al bebé: una cobija con muchos ositos en ella. Que lindos. La foto y toda la situación dibujan una sonrisa en mi cara. A pesar de que nos tomó por sorpresa a todos, mi ahijado o ahijada o ahijade llenará de alegría la vida de todos nosotros.
Me alegra mucho que Héctor haya recapacitado por fin y se haya disculpado con Lau. Muy pocos hombres están dispuestos a reconocer sus errores y arrepentirse de ellos, pero esto es tan de Héctor. Habría sido un buen novio para conservar.
«No pienses bobadas, ahora es el cuasimarido de tu mejor amiga», dice el ángel en mi hombro, que ahora sí se hace notar. Bonita la hora.
«Pff, por favor, nunca tendría algo con Héctor, ¡mucho menos ahora! Siempre lo querré como amigo y ya», le digo al angelito para que se tranquilice.
«Ya todos te conocemos, Scarlet. No eres la mejor tomando decisiones sensatas», me responde.
«¡Pues porque usted siempre se desaparece!»
«Ah, entonces ¿ahora la culpa es mía?»
«Ja ja ja ja», se ríe el diablo al otro lado.
«¡Bueno ya! Suficiente de ustedes dos», regreso a mi celular para distraerme y dejar de discutir imaginariamente con un diablo y un ángel, porque temo salir perdiendo.
Vuelvo al Whatsapp y encuentro un mensaje de mi mamá. Su adorado José Abelardo vendrá por ella y no pasará la noche aquí. ¿Sabrá que se llama Abelardo? Sería bueno saberlo, como para poder hacerle bullying frente a ella. Sonrío al imaginarme eso y luego veo que Samuel me ha escrito quince mensajes. Aunque no quería leerlos, es tonto que lo ignore a él cuando es su hermano el que no quiere saber nada de mí. Los mensajes hablan de todo un poco, primero me pregunta qué pasó, luego dice que su hermano ya le contó lo de Sabrina y que no tengo nada de qué preocuparme, después se pone bastante cursi describiendo cómo sería mi vida si perdono a su hermano y hago parte de su familia, ya luego cambia el tema y me pregunta si tengo quitaesmalte pues tiene pereza de ir a la tienda.
Mensaje de Scarlet:
Para qué necesitas quitaesmalte? Eres de esos emo que se pintan las uñas de negro?
Mensaje de Samuel:
Q es un emo?
A veces olvido que el mocoso y yo no somos de la misma generación.
Mensaje de Scarlet:
Olvídalo. Pero no tengo quitaesmalte, mi mamá me lo acabó.
Mensaje de Samuel:
Como estas?
Mensaje de Scarlet:
Con pereza.
Mensaje de Samuel:
Mi hermano ha estado con un humor sacado del mismisimo infierno.
No me importa. No.
Mensaje de Scarlet:
Ah.
Bloqueo mi celular y dejo de hacer caso a sus vibraciones. Una imagen mental que no necesitaba era la de Óliver, porque desde la otra noche en su apartamento, cada vez que pienso en él, también pienso en ella.
Pongo una serie cualquiera de ciencia ficción en Netflix -no tengo ganas de ver ningún tipo de romance-, hasta que tengo que levantarme de la cama pues suena el timbre.
Recuerdo que mi mamá me escribió que iba a salir y, aunque no escuché la puerta, supongo que ya se fue. Es más, supongo que quien timbra es ella, debió haber dejado su bolso olvidado.
O sus condones.
Mi mente hace una arcada -ni siquiera sabía que podían haber arcadas imaginarias- mientras atravieso la sala vacía.
-¿Ahora qué olvidast...? -Me quedo muda, tiesa y fría al abrir la puerta y darme cuenta de que no es mi mamá.
Es el hombre que ha recorrido mi mente los últimos días en toalla, solo que en carne y hueso y oliendo mejor que nunca.
Maldita sea.
Hola, holaaaaa!
Volví después de 84 años XD bueno, en realidad la que volvió fue mi inspiración, así que volveré a publicar un capítulo semanal hasta que acabe la historia.
Si todavía están por aquí: Las amoooooooo!!! Gracias por todo su apoyo, por su "actualiza porfa" y sus hermosos mensajes y comentarios. Nunca pensé en abandonar esta historia, pero he tenido unos meses difíciles.
Gracias a todas por comprender y por seguir leyendo. Se merecen un beso y un abrazo del tamaño de las pendejadas de Scarlet jajaja.
Espero que les haya gustado, muak!!!
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