51. Una despedida
—¿Escuchaste eso? —le pregunto a Óliver, quien con sus labios acaricia la piel de mi cuello, mi pecho y va bajando cada vez más.
—No es nada...
Tiene razón. Tal vez fue algún borracho tropezando o algo así. Vuelvo a concentrarme en lo que hace su boca para dejarme llevar por completo, pero suena un nuevo golpe y me parece escuchar voces.
—No me puedes decir que eso no es nada —afirmo alarmada.
Mi vecino suspira y se separa de mi pecho para mirarme a los ojos.
—¿Si vamos a ver qué pasa podremos volver a concentrarnos? Trato de hacer algo aquí...
—Lo siento... pero sí, así estaré más tranquila.
Nos levantamos de la cama, acomodamos un poco nuestra ropa y abrimos la puerta. La escena es más que extraña. Álvaro está tirado en el piso, con sangre en su boca, y Adrián se encuentra recostado en la pared frente a mi cuarto.
—¿Qué está pasando?
—¡El imbécil de tu novio me reventó la boca! —grita Álvaro.
—¿Adrián? —Volteo a mirarlo totalmente anonadada. Nunca había visto su expresión; una mezcla de furia, vergüenza y arrepentimiento—. ¿Qué pasó?
—No... no sé... yo...
—¡Se me tiró encima como un animal!
—Tú cállate. Óliver, ¿puedes ayudarlo a ponerse de pie?
Óliver me hace caso y extiende su mano al pedazo de idiota sangrante que aún está tirado en el piso.
—Adrián... ¿Qué fue lo que pasó?
Balbucea algo que no logro entender y me doy cuenta de que está ebrio. Ambos lo están.
—¡No te va a decir nada porque ni siquiera sabe por qué me atacó! —me grita Álvaro.
—Bueno, ya basta. Debería irse a su cuarto —dice Óliver molesto.
—¿Y Míster Músculo por qué se mete?
—No le digas así —susurro entre dientes.
—¿Pero no le has visto los músculos? Si este me da un puño me manda a usar caja dental.
—Pues no me tiente, entonces.
—No le hagas caso, Óliver. Si en sano juicio es pendejo, imagínatelo ebrio.
—¿Qué vas a hacer? —murmura Óliver en mi oído—. Ambos están muy mal, y si los dejas aquí seguro se matan.
—Lo sé...
—Si quieres me llevo al mueco mientras tú hablas con el otro.
Me quedo mirándolo por unos segundos, apreciando lo maravilloso que es. ¿O lo ingenuo? ¿No se ha dado cuenta de que en todos estos días he tenido más contacto con Adrián que con cualquier otro novio? Trato de sacar esas ideas de mi cabeza pues no quiero llegar a pensar que no le importo ni un poquito a Óliver, pero no puedo ignorar que no cualquiera se ofrecería a ayudarme en un lío como este. Acaricio con suavidad su mejilla, ¡Dios, cuánto me pesa que volvamos a ser interrumpidos! Jamás pensé que usaría el método de planificación coitus interruptus a la fuerza.
—Gracias —le digo suavemente mientras él sonríe.
Luego se acerca a Álvaro y le agarra el bíceps.
—¿Cuál es su cuarto? —le pregunta.
—Necesito hablar primero con Scarrrrr —enfatiza la "R" y de un jalón suelta su brazo de Óliver.
—Mañana habla con ella, vamos.
—¡Que no! —grita el baboso.
—Dijo que un puño mío lo dejaría sin dientes. ¿Probamos?
Álvaro se calla y empieza a caminar. Ambos se alejan por el pasillo y aprovecho para acercarme a Adrián.
—Perdón...
—¿Por qué?
—Por pegarle a tu novio...
—¡Ja! Dios me libre de volver a ser novia de ese. Ven, hablemos en el cuarto.
Tomo su mano y entramos a mi habitación. Se tropieza con algo y casi se cae. Se agacha para recoger lo que lo hizo tropezar y levanta el brasiere que Óliver me quitó hace solo unos minutos.
—¿Interrumpí algo?
—Eh... no... estaba empacando mi maleta —respondo insegura.
—Pues estabas dejando algo muy importante... —dice sonriendo.
Sonrío de vuelta pero me avergüenza mucho recordar cómo terminó esa prenda ahí. Y no es que sea una mojigata o algo así, pero no es un tema en el que quiera ahondar con él.
Adrián se sienta en la cama que era de Laura y se tambalea un poco. ¿Qué tanto pudo haber bebido desde que me vine de la playa hasta que terminó frente a mi puerta, cogiendo de saco de boxeo a Álvaro?
—¿Quieres que traiga algo para la borrachera? —le pregunto.
—¿Estás borracha? Porque si quieres te traigo algo...
—Eres tú el que está borracho.
—Ah ¿sí? Ni lo había notado.
—Voy a buscarte un alka-setzer —aseguro y camino hacia la puerta.
—No, no, no... —Estira su mano y agarra la mía—. No necesito nada. Bueno, sí necesito algo, que te sientes aquí conmigo.
Me acerco a él y me siento a su lado.
—¿Quieres contarme qué pasó? ¿Por qué golpeaste a Álvaro? ¿Qué te hizo?
—Estaba tratando de amarme a la mujer que robo... Perdón... robarme a la mujer que amo.
«Ay, no. No, no, no...»
—Adrián, yo...
—No tienes que decir nada... pero ¿te puedo preguntar algo?
—Claro —respondo nerviosa.
—¿Quieres volver conmigo?
«¿No dijiste que no tenía que decir nada?»
Hace unos días, hubiera saltado en una pata hacia él y lo hubiera desnudado en medio segundo si me hubiera preguntado eso. Pero ahora... algo ha cambiado. No es solo el hecho de que necesite estar borracho para decírmelo, sino que ya no me veo a su lado.
Cuando lo volví a ver ese día en mi carro sentí que el piso se movía, y todo este tiempo me imaginé una y otra vez continuar con nuestra historia, retomar donde lo dejamos, volver a vivir juntos, hacer una vida a su lado... pero ahora, no puedo visualizar nada. ¿Qué me hizo cambiar de opinión?
—¿Y entonces? —me saca de mis pensamientos.
—Adrián...
Se acerca lentamente a mí, llevando sus labios hacia los míos. Todo sería perfecto si no se sintiera como tan... incorrecto. Su boca empieza a hacer contacto con la mía mientras pienso si corresponderle o no, pero él pone fin al dilema cuando devuelve todo el contenido de su estómago en mis pies. Gracias a Dios casi alcanza a esquivarme por completo.
Karma.
—Lo... siento...
—No te preocupes. Recuéstate. —Me quito las sandalias y le ayudo a acomodarse en la cama.
Se sube un poco hasta que su cabeza cae sobre la almohada. Quito la sábana de mi cama y la pongo sobre él.
—Te amo —dice mientras me da una última mirada y cierra los ojos.
Mis ojos quedan fijos en él por un momento y me pregunto ¿por qué no estoy brincando en una pata? Lo que acaba de decir debería hacerme sentir en las nubes, pero me da un poco de melancolía. Me gustaría corresponderle, pero en este momento agradezco que está borracho, dormido y tal vez mañana no recuerde nada de esto, porque por ahora no sé qué responderle.
Luego de buscar un trapeador por todo el hotel —a estas horas tampoco esperaba encontrar despierto a algún conserje o camarera—, limpio todo el karma que Adrián dejó en el piso. Abro la ventana para que el mal olor no se concentre, aunque ya es tarde. En el aire, el olor a vómito y borracho no va a dejarme dormir.
Parece que no me queda otra opción que irme a buscar otro cuarto dónde dormir. Me da risa pensar que tengo un montón de opciones. ¿En qué momento mi situación se volvió tan descabellada? Hace unos meses tenía una vida normal y ahora siento como si fuera parte de un extraño proyecto tipo "El show de Truman".
Tomo mi celular y lo desbloqueo para escribir un mensaje.
Scarlett:
¿Estás despierto?
Óliver:
No. XD obvio sí.
Contesta enseguida.
Scarlett:
¿Y quieres dormir?
Óliver:
No, quiero hacer cardio. Cardio empalagoso. Y tú?.
Justo lo que quería leer.
Scarlett:
También me gustaría. Y tu compañero de cuarto?
Óliver:
No creo que le interese un trio. Golosa XD
Scarlett:
Nooooooo jajajaja. Que si estás solo en tu cuarto.
Óliver:
Estoy solo. Ven
Scarlett:
Qué pasó con Álvaro?
Óliver:
Veeeeeeeeeeeeennnnn
Scarlett:
Ay pero no me grites!!!
Óliver:
No es un grito, más bien es un argumento amable para que dejes de escribir y vengas.
El mensaje me da un poco de risa. Me aseguro de que Adrián está cómodo y salgo de la habitación. Todo el hotel se encuentra en silencio y llego muy rápido a la habitación de Óliver. La puerta está abierta y al asomarme dentro, una mano me hala y aterrizo en unos brazos fuertes que me rodean. Unos brazos que siempre tienen el mismo efecto y solo hasta ahora lo noto: me calman y me ponen nerviosa a la vez. Es extraño. Los labios suaves y carnosos de Óliver me dan un beso apasionado que me eriza la piel de cada rincón de mi cuerpo.
Mis manos van a su cintura y comienzan a levantar su camiseta. Pasa una mano por detrás de mi cabeza para cerrar la puerta de un solo golpe. Comienza a caminar hacia atrás y tropezamos contra una cama. Se separa por unos instantes de mí, se sienta y lleva sus labios a mi cintura mientras levanta mi vestido.
Sus manos acarician mis partes más sensibles y hacen que sienta los latidos de mi corazón en mi garganta. No había notado que desde su celular suena una seductora melodía que debo averiguar cómo se llama. Pero eso más tarde, ahora no sé ni como me llamo yo.
I'm findin' ways to articulate
The feeling I'm goin' throughI just can't say I don't love you
'Cause I love you, yeah
Óliver tiene que irse al top número uno de los mejores amantes. Es una mezcla entre ternura, pasión, fuerza, dedicación y creatividad. Es de esos hombres que se toman su tiempo hasta que te hacen gritar de placer, y ponen como prioridad tu disfrute y son totalmente devotos a ti. Me sorprende todo lo que despierta en mí, y aunque probablemente en Bogotá no repitamos nada de esto, podría pasar muchas noches más así.
Después de que alcanzamos juntos el climax —yo por tercera o cuarta vez— pongo mi cabeza sobre su torso desnudo y él dibuja remolinos con sus dedos en mi espalda.
—La mejor forma de despedir este viaje... —dice Óliver con la voz entrecortada por el ejercicio.
—De hecho, eres lo único bueno que pasó.
En realidad no quería decir eso, pero se me salió. No quiero que piense que estoy enamorada de él o algo así, porque no lo estoy, y con un hombre ilusionado en mi vida, ya es suficiente. Me dedica una sonrisa que me derrite.
—Bueno, tal vez si lo piensas mejor te darás cuenta de que pasaron muchas cosas buenas.
—¿Ah, sí? ¿Cómo qué?
—Vas a tener un muy buen calendario que mostrar en tu portafolio, conociste una hermosa isla, y viste cómo le rompieron la cara a tu ex...
Me hace reír.
—¿A Álvaro?
—¿El de ahorita? No solo a ese, sino al otro baboso que tiene un hermano que también es tu ex.
¡Cierto, Enzo! Ambos reímos y Óliver gira un poco para mirarme de frente.
—Por cierto... ¿Qué pasó con Álvaro? Al que queremos que le saques los dientes de un puño —pregunto.
Óliver sonríe pero luego parece caer en cuenta de algo y se pone serio.
—¿De verdad te gustaría que le partiera la cara?
—¡No! Bueno, no por ahora, sino hasta que se lo gane. ¿Lo llevaste a su cuarto?
—Sí, y balbuceaba algo como que él también quería participar, que habías sido egoísta por no invitarlo... No sé. Casi todo lo que dijo me parecieron tonterías.
—¿Quería participar en el calendario? Pero si ya estábamos completos.
—Los borrachos dicen muchas estupideces.
—Igual que los ex. Incluso sobrios.
Volvemos a reír y me doy cuenta de lo mucho que me gusta su risa y lo fácil que me sale cuando estoy a su lado.
—¿Cuáles son tus planes cuando regresemos a Bogotá? —pregunta.
—Reorganizar mi portafolio, actualizar mi página en Behance y mis redes sociales...
—¿Y tus planes conmigo? ¿Todavía quieres que lo nuestro sea de una sola noche?
La pregunta me toma un poco desprevenida y me pone nerviosa. ¿Qué pasa si contesto algo que él no quiere oír? No sé si estoy preparada para analizar nuestra situación en este momento. Me encanta tenerlo de amigo, y de amante me fascina, pero ¿se pueden mezclar esas dos cosas?
Como la cobarde que soy, esquivo su pregunta dándole un beso que nos haga olvidar que en unas horas volveremos a la realidad.
¿Les gustó? Espero que sí <3 Nos acercamos a la recta final y muchas cosas van a descubrirse muajajajaja... bueno, no tanto, pero sí espero que les guste el final que he pensado.
¡Un gran abrazo desde Colombia!
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