47. Una sola noche
Nota: Este capítulo tiene algo de +18 (nada muy fuerte, de todas formas) pero si no quieren leerla, pueden saltar hasta el primer separador, entenderán la trama con normalidad.
Espero que disfruten el capítulo.
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Ahora a quien veo en mi mente es a Adrián. No sé por qué pero siento como si lo estuviera traicionando. Y es una experiencia que no me gustaría repetir con nadie, menos con Adrián.
Pero Óliver no se detiene, y yo tampoco le pido que se detenga ni quiero que lo haga.
Confieso que por momentos pienso en detener todo, pero una voz interior me grita: «¡Ni se te ocurra!». Y siento que tengo que ser muy obediente con esa voz.
—Esto será algo de solo una vez —susurro en uno de los pocos momentos en que libera mi boca.
Al menos si es solo una vez será menos traición. Y pensar que Óliver podría ser mi excusa para beber la próxima vez que juguemos al "Yo nunca, nunca" y alguien hable del sexo de una noche, es emocionante.
—Huhum... —Solo murmura porque su boca se encuentra ocupada en alguna parte de mi cuerpo.
Y la tontería del juego ese es lo último en lo que soy capaz de pensar. Ambos estamos desnudos y a punto de hacer convulsión espontánea —o al menos hablo por mí—. Si este hombre se ve bien con ropa, sin ella es como... como...
No es real. Es como si tuviera un filtro de Instagram en la vida real.
—Me encantas —susurra muy cerca de mi oreja, antes de empezar a repartir besos y lamidas por toda la zona. Y bajar. Bajar más. Bajar...
¿Será posible morir de placer y deseo? Espero que no, porque se acabaría esta deliciosa tortura, y no quisiera que acabara nunca.
Sus ojos nunca se apartan de los míos... bueno, a veces van hasta mis senos y brillan un poquito más. Su boca se curva en una sonrisa y es una imagen tan única que siento unas ganas terribles de hacerle cosas que ninguna otra mujer le haya hecho.
Me muero por dejar una huella en él. Sé que es un conquistador, que no es fanático de las relaciones y que tiene la tonta excusa del trabajo para liberarse de cualquier compromiso, pero no me importa.
Hasta ahora para mí era impensable abrir mi cuerpo ante otro hombre sin llegar a abrir mi corazón, y si abría mi corazón tenía que tener una garantía de que de alguna manera seguiríamos juntos. Siendo novios.
Pero Óliver presenta la promesa de que el sexo puede ser solo sexo, y eso lo hace aún más excitante aún. Es algo totalmente nuevo para mí, y hasta hace unos días, impensable.
—Scarlett... —Suelta como una súplica, y continúo con lo que hago, solo porque me encanta oír mi nombre con ese tono...
—Scarlett... Scar...
Pero tengo que detenerme, porque sé que no resistirá mucho más si sigo así. Me ubico sobre él y empiezo a moverme lentamente, a rozarlo y masajearlo con mi contoneo. Echa la cabeza hacia atrás y aprovecho para tomar su miembro e introducirlo en mí.
Ay, como extrañaba esto. Pero no el sexo como tal, sino la intimidad, la cercanía, el sentirme deseada y amada... Bueno, amada no, pero sí sentirme poderosa sobre un hombre, especialmente un hombre como Óliver.
Y no es solo porque sea una visión, con esos pectorales y esos abdominales donde podría lavar hasta una lona de circo; es porque es buen amigo, buen hermano, buen trabajador, buena persona y ¡oh, como se mueve! Hace un movimiento con sus caderas que intensifica las sensaciones que logro con mis movimientos... Si esto sigue así me sentiré muy precoz.
Y la cosa no sigue así, se vuelve mucho mejor. Veo en su cara que se está controlando, y eso me encanta. Ahora se sienta, conmigo todavía encima, y me agarra de las caderas con fuerza para mejorar el ritmo de las embestidas.
—Oh, sí...
Sonríe cuando gimo.
—¿Te gusta?
—Oh, sí... Oh, sí... ¡Ah!
—A mí me encanta, me encantas —dice en una mezcla de palabras y jadeos.
Siento que ya no voy a resistir más. Un calor y un temblor empiezan a generarse desde el punto mismo en que estamos unidos y de repente mi cuerpo empieza a explotar en el orgasmo más increíble que recuerdo.
—¡Oli!
Él también se libera y gruñe mi nombre, mientras hala de mi cabello con suavidad pero con firmeza, y luego une sus labios a los míos y deja que la pasión de su orgasmo llegue hasta ellos.
Caemos a la cama como si algo hubiera explotado en la habitación —bueno, podríamos decir que algo en realidad acaba de explotar— y después de unos segundos toma mi mano para halarme hasta su lado.
Me acomodo junto a él mientras trato de controlar mi respiración.
—Qué hermosa eres... —dice en un tono que parece más para él que para mí—. Eres increíble.
—Oye, tú sí que sabes subirle el ego a una mujer después del delicioso —rio.
—¿Delicioso? Esto no fue el delicioso, fue el exquisito, el maravilloso, el...
—Ay no, no seas empalagoso —lo interrumpo y me rio más fuerte.
—Entonces lo llamaremos "el empalagoso".
Ambos reímos, y no puedo evitar poner mi mano sobre su mejilla y acariciarlo. El cierra un poco los ojos, como entregándose a ese gesto, respondiendo con la misma ternura.
—Laura no me va a perdonar que haya tenido sexo en su cama —digo mientras me tapo la cara de la vergüenza.
—No te preocupes, ahora cambiamos las camas de lugar.
Me rio fuerte.
—Creo que sería más fácil si tan solo le digo que duerma en mi cama.
—Quien dijo que la belleza y la inteligencia no combinan no te conoció... —Se acerca y me da un tierno beso.
—Y quien dijo que los hombres no saben echar piropos no te conoció.
—¿Quién dijo eso? —pregunta riéndose.
—Ni idea, pero si algún día alguien lo dice, ¿puedo presentarte?
Ambos reímos por un corto rato, hasta que su expresión se torna un poco más seria.
—Scar... ¿por qué dijiste hace rato que esto solo pasaría una vez?
Su pregunta me sorprende un poco. Pensé que ni siquiera me había escuchado.
—¿Qué tiene de malo? —le respondo—. Me dijiste que no tienes tiempo para tener novia.
—No dije eso... Lo que dije fue que mi trabajo no me permite tener relaciones normales.
Tengo ganas de preguntarle ¿por qué no? pero eso daría paso a una conversación sobre lo que significa esta noche, y la verdad, no quiero pensar en eso ahora.
—Es algo tonto. ¿Recuerdas el día que jugamos "Yo nunca, nunca"?
Asiente.
—Pues me sorprendí al ver que la mayoría habían tenido sexo de una noche, menos yo.
—¿Así que yo soy tu "nunca, nunca"?
—¿Te molesta?
—No, pero...
Unos golpes suaves en la puerta nos interrumpen. Me levanto y me envuelvo con una toalla.
—Debe ser Laura, seguro dejó acá las llaves.
—¿Quieres que salga por el ventanal? —pregunta y empieza a buscar su ropa.
Lo empujo para que caiga a la cama y le doy un suave beso en los labios.
—No, espera. Le entrego lo que haya venido a buscar y podemos seguir con... ¿Cómo le dijimos ahorita? El empalagoso.
Se ríe fuerte.
—No sería empalagoso si no hay repetición, ¿no?
—Exactamente —respondo con una pícara sonrisa.
—Pero arruinaría lo del "sexo de una sola vez".
—Dije "noche", no "vez" y la noche aún no se acaba.
Me mira con una expresión pícara que me encanta pero que no tengo tiempo para admirarlo. Vuelven a sonar los golpes en la puerta.
—¡Voy! —grito.
—Si... ¿si es recomendable que tu amiga me vea... así... aquí?
—Laura y yo no nos ocultamos nada. Y creo que podrá entender.
Aseguro bien mi toalla con mis manos y abro la puerta. Efectivamente es Laura, pero nunca creí verla así. Su rostro está empapado en lágrimas, y tan pronto me ve, se lanza sobre mí para abrazarme.
—¡Ya le dije, Scar! ¡Ya le dije!
Me cuesta un par de segundos caer en cuenta de lo que me está diciendo, hasta que al fin entiendo que habló con Héctor sobre su posible, y muy probable, embarazo.
—¡Amiga! ¿Y qué te dijo?
La tomo de las manos y hago que se siente en su cama.
—Que tenía que ser un error, que era imposible, que... ¿Tuviste sexo en mi cama?
Óliver, que aún se encuentra donde hace unos minutos nos entregamos al empalagoso, nada más encoge un poco sus pies, pero tiene una expresión como si estuviera tratando con todas sus fuerzas de hacerse invisible.
—Yo... —dice mientras lentamente mueve su cabeza hacia todos lados como buscando algo—, buscaré mi ropa y me iré.
Me duele un poquito entender que el segundo round nunca vendrá, pero pesa más mi amistad con Laura en este momento. Giro mi cabeza y veo su short a la derecha y su camiseta a la izquierda, y hago muecas con la boca para que entienda dónde están sus cosas.
Él trata de levantarse con la sábana tapando las partes importantes, pero Laura, que mira la escena sorprendida, está sentada sobre ella y alcanza a verle todo cuando Óliver se enreda y cae al piso desnudo.
—¡Perdón! ¡Perdón! Ya me voy... Ya me voy...
Toma sus prendas, se cubre atrás y adelante con ellas y lucha por abrir la puerta. Como tiene ambas manos ocupadas, solo se le ocurre hacerlo con un pie, pero eso desacomoda sus prendas y algo que cuelga se asoma para que Laura lo vea.
Mi amiga voltea a mirar hacia el techo y yo no le quito la mirada con una expresión aterrada en mi rostro.
—Mañana hablamos... —susurra y yo asiento la cabeza para indicarle que comprendo.
La puerta se cierra después de que sale y vuelvo a concentrarme en mi amiga.
—Lau, cuéntame bien qué pasó.
—¡Ay, Scar, esta noche ha sido un zurullo! —Quiero preguntarle qué significa eso, pero mejor dejémoslo así. Por el contexto deduzco que no es algo que signifique nada bonito—. Primero, me siento como sorombática, sigo sintiéndome como si fuera a morirme. Luego, voy donde Héctor para hablar por fin y... y... —No puede continuar pues las lágrimas empiezan a aparecer nuevamente y no la dejan hablar.
—¿Y?
—¡Y se enojó conmigo porque no estaba de ánimo para el coito!
Casi suelto la risa al escuchar la última palabra, pero la indignación me detuvo. La indignación, y el miedo de que Laura me pegara un almohadazo por reirme en un momento así.
—¿Quería sexo? ¿En el estado en que estás?
—¡Le dije que no me sentía bien y dijo que era una excusa! —Llanto—. Entonces le dije que tenía una hipótesis sobre la causa de mi malestar... ¡Y se lo solté así no más! —Más llanto—. ¡Y se enojó más que con lo del coito! —Mucho más llanto—. ¡Y a parte vengo acá y mi cama está llena de coito que ni siquiera es mío!
Lo último me hace sentir como una basura y quisiera imitar a Óliver con lo de hacerme invisible. Mientras mi amiga estaba teniendo la peor noche de su vida, yo estaba teniendo la mejor, pero ni siquiera puedo sentirme feliz por eso precisamente por ver a Laura en el estado en el que está.
Y por querer matar a Héctor.
Abrazo a Lau y empiezo a llenarme de rabia porque mi ex, con el que perdí la virginidad, le haya hecho algo así. ¿Habría pasado lo mismo si hubiéramos tenido un susto mientras éramos novios? Y yo que pensaba que Enzo y él eran totalmente diferentes, pero esto solo me demuestra que la genética tarde o temprano siempre sale a relucir.
—¿Pero qué te dijo exactamente? ¿Que no era suyo? ¿Que abortaras? Dime qué te dijo exactamente para ir a buscarlo y romperle algo en la cabeza...
—No... no recuerdo muy bien qué fue lo que dijo, fue más como la actitud, el lenguaje corporal... Me hizo sentir como si la culpa fuera solo mía.
—Son los riesgos a los que te expones cuando quieres volverte actriz porno... —No estoy loca. Sé que no es el mejor momento para hacer bromas pero tengo que aliviar la tensión de algún modo.
Laura lo entiende, al parecer, y me mira como si no tuviera remedio.
—Acuéstate ¡en mi cama, obvio! y trata de descansar. Me visto y regreso en un momentico.
—¿A dónde vas?
—A romperle las bolas a nuestro ex... —Me pongo el vestido vaporoso nuevamente olvidándome por completo de la ropa interior y empiezo a practicar unos cuantos movimientos con las rodillas para dejar tío a Héctor con éxito.
Aunque quizá sea tarde para eso ya.
Bueno, bueno!! ¿Qué les ha parecido el capítulo?
¿Se esperaban esa reacción de Héctor?
¿Les hubiera gustado ver a Óliver tratando de abrir la puerta en bola? XD
Espero que hayan disfrutado la lectura, y aprovecho para hacer una breve encuesta sobre su favorito en esta historia... Dejen sus votitos:
Team Óliver
Team Adrián
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