33. Un Plan Infalible
-Bueno, pues Scarlett es una excelente fotógrafa, ella fue la que hizo el calendario... yo le ayudé un poco. Yo también soy fotógrafa. Fue para un trabajo universitario -responde mi amiga.
-Wow, un trabajo así, tan profesional, seguro tuvo que sorprender al profesor. -La voz de Juliana es tan expresiva como su cara. No se ve como la típica ejecutiva seria y acartonada, parece más una diseñadora de modas, con su pinta extravagante, que una gerente de mercadeo-. Es que cada mes se va poniendo mejor. Y no solo hablo de los modelos, que por cierto están muy bien escogidos, sino las locaciones, la iluminación, incluso el mismo diseño de los días y meses; nunca hubiera pensado que se trata de un trabajo universitario. ¡Apuesto que te graduaste con honores!
-De hecho, falta poco para que nos graduemos, y aún no tenemos seguro nada. -Laura sigue hablando pues yo estoy como muda. O en shock.
-¡¿Qué?! ¿Cómo así? ¿Por qué?
-Porque en realidad fue muy difícil lograr terminar las fotos para el calendario... -responde mi amiga sin dar muchos más detalles.
-¡Claro! ¡Me imagino que contratar modelos profesionales debió costarte un dineral! -exclama y me mira mientras saca una menta de un tarrito metálico y se la lleva a la boca.
-En realidad no los contrató... De hecho no les pagó ni un peso -afirma Laura. Me siento muy extraña con esa forma de hablar de mí y mi trabajo como si yo no estuviera sentada frente a ellas.
-¡Oh, por Dios! ¿Entonces qué hiciste? No me digas que... ¡Te acostaste con ellos! -Me mira y deja salir una sonora risa muy contagiosa y estridente.
-No, no, no... Bueno...
-De hecho sí -interrumpe Laura-, pero no en el sentido prostitutivo del asunto...
La miro mientras imagino diez mil formas diferentes de matarla, no solo por no decirme qué hacemos aquí, o ser tan imprudente, sino porque ni siquiera sé si la palabra prostitutivo existe.
-Oh, por Dios... -Es lo único que repite la ejecutiva.
-A ver -exhalo y tomo uno de mis calendarios que Juliana tiene en su mesa-. En realidad, todos ellos fueron mis novios en algún momento de mi vida. Por ejemplo enero: duramos casi cinco meses cuando yo tenía veinte años y él veintitrés...
-¡Y apenas iba rumbo a la fama! -Vuelve a interrumpir mi amiga.
-¿La fama? -Juliana pregunta mientras mira la foto de Mau, y me da la impresión de que no lo conoce.
-Sí, él es Mau Bech, el cantante de "Rosa y espinas" -dice Laura con corazones en los ojos. O por lo menos así la veo yo.
-¡Ah, claro! Sí me parecía conocido... Wow, ¡¿saliste con él?! ¡Es un papucho! -También me parece ver corazones en los ojos de Juliana cuando hace esta pregunta.
-Sí, bueno... Sigamos. Con el de febrero salimos durante un tiempo muy corto y fue más un error que un novio. El de marzo fue mi pareja durante cuatro meses mientras yo tenía dieciocho años y él, treinta...
-¡Oh, pero si te gustan mayores! -Los ojos de la mujer se agradan mucho y una pícara sonrisa se dibuja en sus labios.
Siento que toda la sangre de mi cuerpo sube a mis mejillas. Antes de que pueda explicarle que en realidad no tengo un tipo de hombre, sino que mi atracción depende más de las circunstancias, el momento y la persona, la puerta de la oficina de cristal se abre y entran dos hombres y una mujer con trajes elegantes.
Juliana los saluda y nos los presenta. Roberto es un hombre en sus treinta, de aspecto serio y profesional, muy bien vestido. Se presenta como el jefe de la división deportiva de la marca. Jorge, el otro, es un poco mayor y también tiene una presencia imponente. Él es el representante de Atomik para Latinoamérica. La mujer, Alejandra, es mucho más joven que ellos y va vestida más informalmente. Es la asistente de mercadeo.
Los tres nos dan la mano con amabilidad y luego ocupan sus asientos. Juliana toma el mando de la reunión.
-Bueno, estábamos aquí hablando de ciertos detalles del calendario que nos gustó tanto y... Wow. Lo que hay detrás de todo el trabajo es increíble, ¡resulta que todos estos chicos son exnovios de ella! -exclama mientras me señala con una mueca.
¿Cuántas veces puedo morirme de vergüenza en esta sala de juntas?
-Claro, por eso el calendario me llamó tanto la atención -dice la otra chica, la asistente de mercadeo.
-¿Tú ya lo sabías?
-¡Obvio, por eso fue que insistí tanto en que hablaras con ella!
Las mujeres siguen enfrascadas en una conversación que al parecer nadie más entiende, mientras Laura y yo nos miramos, y los hombres parecen menos interesados.
-Perdón... En realidad, ¿qué hago yo aquí? ¿No era una entrevista de trabajo para Laura? -las interrumpo, arriesgándome a parecer grosera.
-Scar, en realidad no estamos aquí por mí, sino por ti. Ellos quieren hacer...
-¡Deja, que yo le explico! -Juliana interrumpe a Laura tan pronto comienza a hablar. O por lo menos a tratar-. Atomik se ha caracterizado siempre por innovar tanto en sus productos como en sus estrategias de marketing, y tan pronto vimos el calendario, nos encantó el que fueran caras relativamente desconocidas y que hubiera generado tanto revuelo en Internet... ¡Y eso que no teníamos ni idea que todos habían tenido una relación contigo! Ay, ya me imagino las posibilidades de esto para la campaña... ¡Me encanta!
-Yo sí lo sabía -susurra la asistente, y es ignorada por sus compañeros de trabajo.
-Sí, y nos pareció que esos modelos representan todo lo a Atomik quiere mostrar en Latinoamérica. Bellezas naturales, estilo de vida saludable... -aporta Roberto.
-Pff... ¿Saludable? Si estos tragan más grasa que máquina de liposucción... -Laura me da un codazo que me asusta y hace que me calle.
-Sí, sí. Lo que más nos interesa es que nos des los contactos de los modelos y nos cedas los derechos de las fotos. -El otro hombre suena más severo que los demás, ignora lo que acabo de decir y, al final, suelta algo que me deja aun más confundida que todo lo que acaba de pasar-: Te pagaremos muy bien. Tú pide lo que quieras.
Siento un coro de ángeles que canta el aleluya, y una luz celestial que me ilumina para recordarme que las tragedias no vienen solas, a veces vienen con su propia solución.
Nos dieron tres días para pensar en los pormenores y condiciones del contrato. Lo que quiere mercadeo es rehacer las fotos para su nueva colección de ropa deportiva y trajes de baño para hombres. Tomarán de nuevo todas las fotos, pero con la condición de que los modelos sean los mismos. La locación escogida es isla Marina, una de las Islas del Rosario en la costa caribeña que cuenta con paisajes hermosos y la privacidad suficiente para hacer una espectacular sesión de fotos, tal como ellos la quieren.
Los hombres insistieron en que podía venderles los derechos en lo que quisiera, siempre y cuando todos, absolutamente todos los "modelos" aceptaran. Para ellos también habrá un muy buen dinero, pero la condición es la misma: o todos o ninguno.
No explicaron por qué, pero imagino que mi calendario tuvo tanta acogida, que volver a hacerlo es una garantía de éxito para su campaña, además de que usarían aquello de que todos eran mis ex como gancho publicitario.
Yo no estoy muy convencida de querer exponer mis intimidades o las de mis exparejas de esa manera, pero más que nunca necesito el dinero, tengo que asegurarme financieramente ahora que la dinámica de mi familia no es la misma de antes.
Sin embargo, tengo el leve presentimiento de que esta vez será mucho más difícil convencer a mis ex para hacer de modelos otra vez, sin contar con que tendrán que abandonar por un tiempo sus trabajos, familias y vidas para ir a la playa y posar, a pesar de no tener más que el tonto calendario de una estudiante como experiencia en modelaje. O por lo menos es el caso de la mayoría.
¡Ah! Y no olvidemos que hay dos o tres molestos conmigo, que no quieren ni siquiera saber de mi existencia y, gracias a los estúpidos mensajes que les envié estando borracha, el resto piensa que aún los amo. ¿Cómo voy a convencerlos de reunirnos otra vez?
-Por la plata baila el perro. Estoy seguro de que si les dices que les van a pagar muy bien, dejarán de lado el odio o el amor que te tengan. -Héctor y Laura llevan media hora proponiéndome diferentes métodos para convencer a mis ex de volver a posar para un calendario.
-Lo importante es que sepas cuánto les van a pagar, así será más fácil convencerlos. Bueno, aunque más importante que eso, es saber cuánto nos pagarán a nosotras.
-No lo he pensado... Pues es que siento que yo no haré mucho; el trabajo es más de los modelos que mío -aseguro.
-Pues entonces ponles la condición de que tienes que ser la fotógrafa -propone Héctor.
Me quedo un momento pensando en sus palabras, y tienen mucho sentido. Puedo hacer la exigencia que quiera, incluso algo más allá del dinero; o rogarles a mis ex que exijan mi presencia ahí -aunque muchos no quieran verme-, o simplemente pedírselo como un favor.
Analizo todas las posibilidades cuando justo recibo la llamada de Alejandra, la asistente de mercadeo de Atomik. Quiere saber cuál es mi decisión, pues necesitan comenzar con la producción del calendario, ya sea con mis modelos y mi idea, o con otros modelos cualquiera.
Como aún no tengo una decisión tomada, empiezo a titubear cuando, sin esperarlo, Héctor me quita el teléfono.
-Aló, soy Héctor Ibarra. El representante de la señorita Alcalá.
Pone el teléfono en altavoz mientras Laura y yo nos partíamos de la risa. Y en mi caso, también de nervios.
-Buenas tardes, señor Ibarra. Estaba preguntándole a Scarlett si ya había tomado la decisión de trabajar con nosotros y cuáles eran sus condiciones.
-Sí, estábamos esperando su llamada. Para ir al grano, mi cliente va a trabajar con ustedes, pero obviamente tiene condiciones. La más importante es que ella debe tomar las fotos. Es la única manera en que garantice que los modelos firmarán.
En este momento solo puedo pensar: «¿Qué? ¿Yo puedo garantizar eso? ¡Yo no puedo garantizar eso!»
Por alguna razón, Héctor quita el altavoz y acerca el teléfono a su oreja.
-Ajá... Sí... Ajá... No. ¿De qué valor estamos hablando?... No, ella debe ser la fotógrafa, si no no nos interesa. -¿¡Qué!? Empiezo a hacerle muecas y a tratar de quitarle el teléfono de las manos para recuperar el control de la conversación, mientras él esquiva mis embestidas-. De acuerdo, consúltenlo y nos avisan. Pero ya saben cuál es nuestra condición, y no nos vamos a mover de ahí.
Cuelga así no más. Quiero matarlo; es la única propuesta seria que tengo de trabajo y es posible que me la haya arruinado. Laura no dice nada, solo me mira igual de estupefacta que yo, sin entender ni un carajo de lo que pasó.
-¿Qué hiciste, idiota? Yo necesito el dinero... ¡Sabes lo mucho que necesito ese dinero! -Tengo tanta rabia que estoy a punto de ponerme a llorar.
-Ay, sí, Héctor... Debiste dejar que Scar aceptara lo que le estaban ofreciendo. Sabes que necesita ese dinero...
La mano reconfortante de mi amiga me acaricia la espalda y tengo que poner a prueba mi fuerza de voluntad para no dejar salir ni una lágrima.
-Se llama ne-go-cia-ción, mujeres. Es lo que hacemos los abogados. Y les aseguro que será lo mejor para Scarlett. -Se levanta de la silla, muy seguro de sí mismo y sin un ápice de compasión en su cara.
-Esto es porque terminamos, ¿verdad? Es porque no has podido superarlo...
-¿Qué? -pregunta Laura indignada.
Su relación es muy bonita y fuerte, y nunca había visto a mi mejor amiga tan feliz. Ya hasta me contó que lo de hacer las escenas porno va viento en popa. Que si llega a tener dificultades para encontrar trabajo, ya sabe a qué se puede dedicar, de lo mucho que han practicado.
Yo sé que lo que acabo de decir es una estupidez. Si alguno de mis exnovios me ha superado, ese es justo Héctor. Pero es que me dio tanta rabia, tanta impotencia y tanta frustración que no se me ocurrió otro modo de reclamarle.
-Ay. Por Dios, Scarlett, tú sabes muy bien que entre tú y yo hace mucho tiempo no hay nada. Y tú -dice cambiando su mirada hacia Laura-, sabes que solo tengo ojos para ti y que esta dice cualquier pendejada cuando se enoja. Tranquilas. Van a ver que me van a agradecer cuando esa gente llame diciendo que aceptan la propuesta.
Me levanto y voy hacia la cocina a buscar un vaso con agua para calmarme. No sé cuánto tiempo pasa, pero es el suficiente para pensar en muchas cosas. Quiero salir corriendo, que todo fuera un mal sueño, que no me doliera tanto perder una oportunidad así. Que inútil me siento. Solo puedo pensar: «¿Pará qué demonios estudie fotografía si voy a morirme de hambre? Hubiera estudiado algo que diera plata y que fuera más fácil para encontrar trabajo. Estoy segura que no van a volver a llamar».
Ahora sí es imposible seguir conteniendo las lágrimas, y como ya nada me importa, las dejo salir sin más. Me duele no poder ayudar económicamente a mí mamá y, aunque suene egoísta, la presión que mis papás pusieron sobre mí al separarse es lo que más lastima.
Siento unos brazos rodeándome desde atrás y dejo caer mi cabeza hacia adelante. Reconozco los abrazos de Héctor.
-Ya, Scar... No te preocupes.
Me hace girar y me sorprendo al ver a Laura mirándonos desde la entrada de la cocina. Reacciono separándome de Héctor pues no quiero ponerla celosa.
-No la sueltes, amor. Necesita apoyo -dice mi amiga con dulzura y a los pocos segundos de estar de nuevo en los brazos de mi amigo, ella también nos rodea con los suyos.
Duramos unos cuantos segundos en ese ménage à trois de abrazos, hasta que suena mi teléfono en el bolsillo del pantalón de Héctor. Alcanzo a ver en la pantalla que es Alejandra, de Atomik.
-¿Aló? -contesta mi amigo y guarda silencio por varios minutos-. Está bien, mañana estaremos ahí a las nueve.
Cuelga y me entrega el teléfono con cara de póquer.
-¡¿Qué pasó?! -preguntamos con angustia Laura y yo, al unísono.
-¡Que quieren firmar, aceptaron la propuesta económica y podrás tomar las fotografías!
Volvemos a abrazarnos, ahora de la felicidad, mientras Héctor y Laura brincan, aplastándome hasta hacer de mí un sandwich humano.
-Pero... ¿Qué te dijeron exactamente? -pregunto cuando retomamos un poco la compostura y dejo de ser asfixiada.
-Debes ir mañana a las nueve en punto a la oficina a firmar el contrato, nosotros te acompañaremos.
Laura voltea a mirarme y una bella sonrisa adorna su rostro. Tengo tanto que agradecerle; si no fuera por ella ni siquiera me habría animado a intentar vender mi calendario y nada de esto hubiera pasado. Es la mejor amiga que alguien pueda tener.
El contrato que me entregan dice más o menos así: bla, bla, bla, los doce modelos deben firmar, bla, bla, se tomarán las fotos en una isla del Caribe durante un mes, bla, bla, bla, tengo un mes para convencer a mis ex de que participen, bla, bla, bla, yo estaré dentro del equipo de fotógrafos, bla, Laura también irá como fotógrafa, bla, mi pago, bla, bla, bla, más cosas legales, un acuerdo de confidencialidad y más cosas legales.
Me dan un anticipo del cincuenta por cierto, que me ayuda a pagar algunas deudas mías y otras de mi mamá. También aprovecho para llevarla al salón de belleza, a comprar ropa y a comer, para subirle el ánimo.
Desafortunadamente el efecto es momentáneo, pues aunque la veo sonreír ante los cambios y las cosas que le regalo, al regresar a casa vuelve su expresión triste.
Trato de no prestarle demasiada atención para que tenga su propio espacio. La conozco tanto como ella me conoce a mí, ambas sabemos cuándo es conveniente intervenir. Lo que me preocupa más en este momento es cómo voy a convencer a mis modelos de que dejen sus trabajos y sus vidas para irse un mes al Caribe a posar nuevamente para un calendario.
Esa idea no me deja ni dormir tranquila. Todas las noches me veo en un paisaje idílico, con arena blanca y un mar aguamarina en calma, y doce hombres hermosos tratando de ahogarme en él. La imagen me levanta nerviosa y bañada en sudor, gritando un nombre diferente cada noche.
Hasta que una noche me levanto con una idea que es más una revelación; era el plan perfecto para convencer a mis examores de que volvieran a ser mis modelos, solo que al menos ahora no lo harán gratis.
Tengo a un escritor que empieza a hacerse un nombre en el mundo literario, un modelo profesional, un policía, un estudiante de derecho, un contador, un profesor, un influencer, un empresario, un mesero, un ejecutivo financiero, un vago, una estrella de rock y un plan que no puede fallar. O al menos eso espero.
Muchas gracias por sus votos y comentarios. Los quiero un montón.
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