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15. Una hamburguesa

¿Quién se habrá inventado las abdominales? Ese es un ejercicio para gente con mucha fuerza de voluntad. Aunque el peor se humano de todos no fue ese, sino el que se inventó las sentadillas. No llevo ni tres y cada vez me cuesta mucho más trabajo levantarme.

Al final desisto de mi rutina de ejercicios, tomo una chaqueta, guardo mis llaves en el bolsillo y decido que salir a trotar es mucha mejor idea que matarme con ejercicios a los que nunca pude acostumbrarme.

Hoy debo fotografiar a Axel, y aunque sé que debí empezar a hacer ejercicio mínimo una semana antes, solo hasta hoy vi la real necesidad de que el instagramer fitness vea que me ejercito.

A dos calles de mi apartamento hay un parque lleno de árboles y con una larga pista para trotar. En todo el tiempo que he vivido aquí, nunca la había utilizado, pero tal vez hoy me ayude a despejar la mente y a quitarme el estrés por tener que volver a ver a Axel.

El parque se encuentra casi vacío. Algo totalmente natural puesto que son las seis de la mañana y hace un frío peor que el del corazón de todos mis ex. Entro a la pista y comienzo a calentar con una caminata suave. Estiro mis brazos, levanto un poco mis piernas, giro mi cintura a ambos lados. Después de unos minutos veo a una mujer vestida muy elegante, paseando a su perro. Luego llegan dos mujeres que comienzan a trotar como si la muerte las viniera persiguiendo, y poco después, un hombre ya entrado en años camina hasta la mitad del parque y le tira un frisby a su perro.

Es increíble que no reconozca ninguna cara. Está bien que en esta ciudad no demos muy sociables con los vecinos, pero al menos debería conocer a alguien. Me siento como si viviera en una piña debajo del mar.

A los pocos minutos, cuando siento que mi cuerpo está listo para más ejercicio -aunque no mucho-, empiezo a trotar. No recordaba lo bien que se siente, como que te llena de energía y de pensamientos positivos que te cambian totalmente el estado de ánimo. Incluso te evita tener que pensar en la sesión de fotos que tienes que hacerle al ex que no puedes ver ni en pintura porque en el fondo aun no puedes olvidar la manera tan vil en que te puso los cachos.

Por su culpa no puedo ver en Animal Planet una vaca watusi sin sentirme identificada.

Respiro hondo para tratar de sacar esos pensamientos de mi mente, y para prepararme para una vuelta más. Un hombre alto, fornido, y vestido de gris de la cabeza a los pies, se une a la pista unos pocos metros delante de mí. Su trote suave permite apreciar muy bien su trasero, que se mueve con firmeza pero con ritmo.

No soy muy mirona que digamos, pero tal vez el sentir que nadie me observa y estar en una posición tan privilegiada detrás del sujeto, me impide dirigir mi mirada hacia cualquier otro lado.

Debe ser un culo mágico, porque me ha hipnotizado. Llevo no sé cuántos minutos embobada apreciando la belleza de las maravillosas creaciones del Señor, y de los papás del personaje, hasta que tropiezo con una rama que había esquivado sin contratiempos en las vueltas anteriores, cuando no tenía traseros hipnóticos delante mio.

Mis manos se raspan y comienzan a sangrar. Mi rodilla derecha duele peor que una traición y mi orgullo ha muerto. El sujeto se aleja sin siquiera escuchar mi grito al caer. ¡Ah! Pero las mujeres que trotaban sí que me escuchan y me ven; pasan junto a mí sin poder disimular una risa y sin ayudarme siquiera.

Suficiente ejercicio y ridículo para mí por un día. Me levanto como si no hubiera pasado nada, y regreso a mi casa maldiciendo las pompis del desconocido.

El estudio que alquilé es grande y bonito. Tiene muchos accesorios e indumentaria para ponerse creativo con las fotos. Valentina, la dueña, es amiga de mi familia desde hace muchos años, y se puede decir que fue quién me motivó a iniciar mi carrera en el modelaje, y luego detrás del lente.

Crecí viendo cómo prosperaba su estudio, lentamente, pero dándole los suficientes modos para vivir y criar a sus hijos cómodamente, después de que su esposo los abandonara.

Por eso me negué rotundamente a que me prestara el estudio sin pagar. Creo que si tus amigos tienen un negocio, tu deber es pagarles lo justo por sus servicios, o incluso más, en cambio de pedirles rebaja o su trabajo gratis.

Desde hace media hora organizo luces, telones y accesorios mientras llega Axel. Las manos aún me arden por la caída de la mañana, y mi rodilla aún duele. La que no sobrevivió fue mi sudadera, quien ahora tiene un hueco enorme y que no evitó que me raspara. Aunque a veces se me olvida, de vez en cuando el dolor de la tela del jean rozando la raspadura en mi rodilla, me hace recordar el trasero del desconocido.

«Eso te pasa por vieja verde» me regaña mi consciencia.

Axel entra al estudio, anunciándose ruidosamente al tropezar con una luz y por poco tirarla al suelo. Su rostro se pone rojo de inmediato mientras trato de controlar la risa.

-Hola, Scar. Siento mucho llegar tarde. ¿Cómo estás?

-Scarlett, para ti. Bien, gracias. ¿Puedes por favor sentarte en la butaca alta que está frente a ti? Mientras más rápido empecemos, más rápido acabamos.

-Como nuestra relación, je, je.

Me hago la sorda para no tener que responder a ese chiste tan estúpido y empiezo a fotografiarlo.

No pasan muchas cosas extraordinarias en la sesión; Axel se porta totalmente profesional, intercambia pocas palabras conmigo y sigue todas mis instrucciones. Incluso ha traído una maleta con distintas prendas, de muy variados estilos. Hay camisas elegantes, pantalones, chaquetas y, por supuesto, ropa deportiva.

Hago que se cambie un par de veces a lo que accede con rapidez, me facilita por completo mi trabajo. Es muy gratificante trabajar sin más distracciones que sus músculos bien formados, sus tatuajes y todo su buen ver. Porque yo puedo tener aún muchos rencores -de hecho él y Enzo son los únicos de mis ex a los que les guardo rencor- pero no puedo negar que Axel es un postre para la vista. Sobre todo así, cuando en su cara condensa todo el fuego que luego traslada a la cama; esta vez por el bien de la sesión, claro.

Después de tomar más de cien fotos con más o menos diez pintas diferentes, le aviso a Axel que ha sido todo, y le agradezco sinceramente que se haya portado tan bien en la sesión. Los nervios y ansiedad que tenía esta mañana han desaparecido por completo, gracias a su buena actitud.

Él solo sonríe como respuesta y mira su reloj. Luego mira hacia la puerta, y como por arte de magia llega un domiciliario con unas bolsas de papel en la mano.

-¿El señor Axel Brand? -pregunta el muchacho.

-Soy yo. Qué puntual. Muchas gracias.

-Con gusto señor, gracias por pedir en Organicosas -responde el muchacho y se va, despidiéndose también de mí.

-¿En qué momento pediste un domicilio? ¿O es que ahora se puede pedir comida telepáticamente?

Axel se ríe.

-Lo pedí antes de venir para acá, con la instrucción de que llegara justo a esta hora. -Pues sí que se coordinaron. Y sí que me sorprende que hubiera calculado tan exactamente el fin de la sesión-. ¿Dónde nos podemos sentar?

Acerco dos sillas de las que Valentina guarda en el cuarto de los cachivaches y las acomodo junto a una mesita auxiliar que tiene en el estudio.

Sin perder su sonrisa, abre las bolsas y revisa lo que cada una contiene. Me entrega una cajita de cartón y un envase con una bebida café espesa. Él saca otra caja y otra bebida, pero la suya es amarilla.

-Tienes que probar esta delicia. Es la mejor hamburguesa que vas a comerte jamás -asegura entusiasmado.

Saca su celular y empieza a buscarle el mejor ángulo a su comida. Tuerzo los ojos ante la molestia que me causa ver que se le dé tanta importancia a un simple plato. Nunca he sido de subir en las redes sociales hasta cuando entro al baño, pero recuerdo que él es un influencer.

-¿Te pagan por eso?

-A veces, pero este es el emprendimiento de un amigo, así que le estoy ayudando.

Me enternece. Aunque no me sorprende, la verdad es que una de sus virtudes más grandes es ser un buen amigo. A él le encanta que a los demás les vaya bien, y si en sus manos está ayudar a que eso pasé, hará todo lo posible por ayudar.

-Pues debiste ayudarle con el nombre. ¿Organi... Qué?

Suelta una risa muy contagiosa. Me gusta verlo así... Me gustaba, me gustaba.

-Organicosas, y créeme que le traté de ayudar con eso, pero es muy terco. Además el nombre se le ocurrió a su esposa, y su mujer lo gobierna...

Ambos reímos despreocupadamente.

-¿Tú comiendo hamburguesa? Dios mío, ¡el apocalipsis! -digo sarcásticamente, cambiando un poco el tema para que no se genere ningún silencio incómodo.

-No seas exagerada -responde de buen ánimo-. Además estas no son cualquier hamburguesa. Son orgánicas, y la mía es vegana. Pruébala y luego me dices si tengo razón. También te pedí tu malteada favorita: frapuchino.

Una sonrisa se escapa de mis labios al darme cuenta de que recuerda esos detalles. Sin hacerle más preguntas, y arriesgándome a probar algo "orgánico" -Dios mío, no más de pensar en esa palabra ya mi cuerpo me pide grasa- le pego un mordisco a mi hamburguesa.

«Pinche Axel, odio que tenga razón». La hamburguesa está deliciosa, ni parece orgánica.

-¿Qué te parece? Deliciosa, ¿cierto? -pregunta con suficiencia pero sin llegar a ser petulante.

-Pues para qué te voy a mentir. Sí está rica. -Obviamente me quedo muy corta con la descripción, es una delicia total, pero no quiero que se le suba a la cabeza.

Que no se acostumbre a tener razón.

-¿Quieres probar la mía? Casi ni se nota que es vegana.

Asiento y en lugar de darme la hamburguesa en las manos, la lleva directamente a mi boca. Siento que es un gesto muy íntimo, o no sé si es por haber leído tantas veces El infierno de Gabriel, que alimentar a otra persona tenga un significado diferente ahora, pero me obliga a mirarlo directamente a los ojos, aunque él está concentrado en mi boca.

Admito que me pone un poquito nerviosa y empiezo a recordar una época en que estábamos juntos y fuimos felices. Pero me siento algo triste porque tengo que aceptar que tal vez en ese tiempo tomé el papel de la novia tóxica y celosa, buscando siempre su caída, un pequeño resbalón con el cual confirmar que me engañaba, hasta que al fin encontré lo que tanto buscaba.

Tal vez las cosas habrían sido diferentes si no me hubiera puesto a buscar lo que no debía. Bueno, pero así nunca me hubiera dado cuenta de que me mentía. A lo mejor todo pasó como debía ser.

Ambos terminamos la hamburguesa y continuamos con las bebidas. Axel de vez en cuando me pregunta cosas de mi vida, mis estudios, mi familia. De vez en cuando hace comentarios divertidos y me recuerda lo agradable que era pasar tiempo con él.

En un momento empieza a darme vueltas en la cabeza algo que dijo hace rato y de un momento a otro, algo sale de mi boca casi sin pensarlo.

-¿En serio crees que nuestra relación duró poco?

-¿A qué te refieres? -pregunta asombrado.

-Hace un rato dije que quería terminar rápido con esto, y lo comparaste con nuestra relación.

Guarda silencio y me mira solemne. Repito mi pregunta para que no se quede sin respuesta.

-¿Te pareció poco? Estuvimos juntos nueve meses.

-Fue poco para mí.

Valentina entra y nos pregunta cómo nos fue con la sesión. Me levanto del suelo, recojo los desperdicios de comida y los tiro a la basura. Axel hace lo mismo y se acerca a su maleta para recoger todas sus cosas. Le agradezco a Valentina por su ayuda, ella me abraza y me vuelve a ofrecer su estudio para cuando lo necesite.

Axel y yo salimos y nos dirigimos a mí carro.

-Scar, yo...

-Gracias por la sesión y por la hamburguesa. Espero que a tu amigo le vaya muy bien con su negocio.

Subo y comienzo a conducir hacia mi apartamento, a pasar el resto de la tarde pensando en Axel y sus palabras. Y a poner a prueba mi fuerza de voluntad para tratar de no pensar en él.

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