Capítulo 8. Cariño, sexo o algo más.
Caído el ocaso, Paula, sugiere cambiarnos de ropa para continuar la celebración en el salón informal. Danna aún tiene sus pies descalzos, pero siento que la temperatura está bajando así que subo a buscar unas medias de lana, bajo, me arrodillo para colocárselas y abrigar sus ya helados pies, sonrío agradecido por complacerme. Ella sólo me entrega un beso en mi mejilla, allí estallan los aplausos de los presentes. Algo que ninguno de los dos nos esperábamos.
Estos dos están como tortolitos, que amores, tengan cuidado y no se pierde, yo también quiero un amor así. Fueron varios de los comentarios burlescos que recibimos a voz llena que resonaban en el salón.
Luego de la cena decido que es momento de regresar, y entre risas, bromas nos despedimos, justo antes de iniciar nuestro viaje Paula me pide bajar la ventana de Danna.
—Recuerda que te quiero el lunes en mi consultorio— mientras le daba un beso en la mejilla.
—Sí, allí estaré sin falta gracias— confirma.
—¿Y, eso por qué necesitas ir a consulta?— intervine intrigado mientras ya había avanzado varios kilómetros.
—Voy ponerme en control para evitar embarazos, yo no puedo salir embarazada de ti bajo ningún concepto— dice con voz firme y sin dudar.
—¿Qué? ¡Coño! ¿Tú no te estás cuidando?, pensé que lo hacías porque te reúnes dos veces por semana con tu prometido— le reclamo mientras me estaciono como un loco en el hombrillo de la autopista. Salgo del carro y paso las manos por mi cabeza como desquiciado, fuera de control, y otra vez me digo ¡Dios! esta mujer está acabando con mis nervios.
—¿Por qué no me lo dijiste anoche?, ¿estás loca?, pudiste ponerme sobre aviso— digo mientras me rasco la cabeza una y otra vez en señal de desesperación.
—Anoche no pensé en eso realmente tomé conciencia hoy en el desayuno luego del comentario de Paula, pero tranquilo ella me dio la pastilla de emergencia, por eso necesito ir mañana para ponerme en control— alega tratando de tranquilizarme.
—Pero espera un momento, ¿eso significa que tú no te cuidas cuando estás con él?, como quiera que se llame— pregunto tan asustado que troncón desaparece en mi entrepierna.
¡Diablos! y yo pensé en un rapidito oral en pleno viaje, para que esta mujer me venga con esto, me quejé para mis adentro.
—No, no me cuido, no tengo necesidad de ello, no desde hace ocho meses, yo estoy segura en sus brazos— dice cerrando el tema.
—¡Bien, mierda!, las consultas las pago yo eso entra la categoría de gasto general del contrato y no quiero discusión— exigí sin tener intensiones de negociar ese punto.
Ya tenemos tres meses saliendo mis avances son impresionantes según mi punto de vista, aunque Danna no parece darse cuenta en lo más mínimo de ellos.
Todavía se le ilumina el alma cuando recibe el bendito mensaje de su prometido, estemos donde estemos, haciendo lo que estemos haciendo; eso incluye para mis lamentos una vez en la cama disfrutando de una muy buena tarde de sexo. Ella corre como loquita feliz al encentro con él, eso me hace hervir la sangre, he estado a punto de impedírselo, pero tengo muy claro que ella lo prefiere, por ahora. Así que sólo me queda ir a comprar una hermosa tobillera para calmarme y relajarme, últimamente yo mismo se la pongo cuanto regresa del encuentro con él. Es mi forma de ponerle una especie de grillete haciéndole saber que cuevita es mía, y claro está, de troncón también.
Otra cosa que me exaspera es el hecho que no me permite entrelazar nuestros dedos en cuanto siente el enlace retira los suyos y me toma del dedo meñique, ¡Dios!, quiero caminar con nuestros dedos entrelazados como cualquier pareja, pero con ella no he podido hacer algo tan simple, a pesar que ya hemos avanzado sexualmente, nada de dedos entrelazados. ¿Por qué una mujer puede darse el lujo de tener sexo con alguien, pero no permitirse entrelazar sus dedos? eso no es lógico ni normal. Pero siendo sincero mientras que troncón y cuevita sigan entrelazados, trato de no complicarme mucho.
En cuanto al vino tinto una vez la forcé indirectamente a tomarlo, solicité al mesonero que retirara el agua de la mesa y ordené vino tinto como acompañante, elegí comida picante, pero ella prefirió quemarse literalmente la boca que tomarlo. Allí desistí de la idea de disfrutar de un buen merlot con ella. Si lo pienso bien prefiero que cuevita se trague el elixir que sale de troncón a que su boca tome vino tinto.
Odio que apague el celular cuando va al encuentro con él. Le he dicho que me comprometo a no llamarla que no es necesario que lo apague, pero ella insiste en hacerlo delante de mí. Me enoja enormemente esperar esas seis horas hasta que lo vuelve a prender, son eternas, las odio. Estas son las horas donde manuela entra en acción, no sabía que sexualmente soy ambidextro, porque hasta me estoy volviendo experto en turnar las manos.
No he logrado que ella use para mí una lencería sexy a pesar que siempre le envío una nueva con cada vestido. Sin embargo, si compro la lencería de algodón se la pone inmediatamente justo frente a mis ojos, ¡claro!, no le dura nada puesta ya que le la quito con los dientes.
Hoy, por primera vez, voy camino a su casa media hora antes de la acordada. Necesito adelantar unos contratos, ella está de permiso por una virosis y no se incorporará hasta dentro de cuatro días, así que es la escusa perfecta para ir adentrarme en su vida privada. Mi troncón se emociona pensando en lo que le hará a su cuevita, la ventaja de saber que ella está evitando a toda costa un embarazo me ha permitido experimentar las mejores tandas sexuales sin preservativos, vaciarme dentro y sobre de ella, se ha vuelto el pasatiempo favorito y casi obsesivo de troncón, a veces me pregunto si mi blancuzca sustancia es inagotable.
—Hola, buenos días, Danna– saludo sexualmente feliz en cuanto abre la puerta de su apartamento.
—Buenos días señor, pase, siéntase como en casa— responde con una sonrisa aún vestida ropa de casa. Justo como quería verla.
—No lo esperaba tan temprano por favor tome asiente, deme diez minutos— media dormida y apenada trata de cubrir la pijama con una bata a juego. Verla así, hace que troncón se despierte en un solo movimiento presionando mi pantalón.
Me dedico a recorrer visualmente su sala la cual encuentro increíblemente acogedora, limpia y con olor a hogar. La decoración es sencilla y armoniosa, en la repisa donde está la tv hay un juego de fotos de ella con un hombre bastante apuesto, sé muy bien que es él, por la cercanía de ellos en las fotos, me pierdo en su mirada, haciendo que troncón decida dormir un poco más. En este momento ella me sorprende con una de las fotos en la mano.
—Él es mi amado yo daría todo mi ser por él, realmente lo amo mucho— toma la foto y la coloca con mucho cuidado en su lugar.
—Es militar por lo que veo— es lo único que sabe amargamente de mi boca.
—Sí, regresó de Afganistán hace diez meses, ¿sabes?, regresó con honores, él es mi héroe, prestó sus servicios como paramédico– expresa orgullosa.
—¿Cómo se llama?— pregunto, porque necesito investigar quien es mi rival, pero ella desvía la conversación así que no la presiono.
Luego de tres horas trabajo. Danna se levanta con una sonrisa a flor de boca, boca que quiero devorar y morder, para colocar una bandeja en el horno, le sugiero pedir comida por teléfono, pero ella insiste que no era molestia sólo hay que hornearlo y ya.
En cuanto el horno suena los olores son increíbles era una nueva faceta de ella que estoy encantado conocer y es suculentamente maravillosa. Pone la mesa y sirve la mejor lasaña de berenjena que he probado en mi vida.
—¡Madre mía! esto está delicioso y lo digo en serio, es parecida a la de mi abuela— digo con la boca llena mientras me sirvo otra ración.
—Sí, lo sé es el plato preferido de mi prometido, de hecho lo hice pensando en él y que tal vez hoy podría recibir su mensaje– dijo con voz apagada.
¡Dios!, oírla y verla sí me mata celos, estoy a punto besarla y hacerle el amor con tal que lo olvide y se fije en mí, pero eso me pondría en desventaja con respecto a él.
—Bueno, parece que él y yo tenemos los mismos gustos tanto en la comida como en las mujeres— dejé salir de mi boca, sin pensar, algo frustrado.
—Ten cuidado con lo que dices, te abrí la puerta de mi casa como mi jefe y no como el hombre con el cual tengo un contrato— me reclama algo dolida.
Busco su mirada, suspiro celoso, frustrado, y sí, lo reconozco; la quiero sólo para mí, sé de mis sentimientos hacia ella, pero ¿cómo se los hago saber?, vuelvo a suspirar buscando controlar mi incomodidad.
—Mejor cambiemos el tema antes de caer en polémica— sugiero, mientras me levanto para lavar los platos, era lo mínimo que puedo hacer después de comerme la mitad de la comida de su prometido.
De pronto el timbre suena de manera desesperada, ¡Dios mío!... que no sea él buscando su lasaña, rezo fuerte, pero ella se levanta tan tranquila como si estuviese segura que no hay probabilidad que eso ocurra. Ella abre la puerta, pero a mí me tiemblan las piernas, mi troncón cobarde se escondió en lo más profundo de mi ser mientras que puedo casi saborear mis testículos, pensando que era el come lasaña, pero era un niño llorando con un bolsito en las manos.
—Ve a bañarte, todo estará bien, te quedaras con mi amigo aquí mientras yo me encargo— le susurra Danna acariciándole la cabeza.
—Daniel, ¿puede darle algo de comer mientras que yo regreso?, ¿puedes hacer eso por mi?, por favor, regresaré en unos quince minutos— pide dejándome con mi peor pesadilla, un niño, ¿qué demonios voy a hacer, yo, con ese espécimen humano en vía de desarrollo? Busco a troncón con la intención de advertirle; nada de niños.
Luego de bañarse y cambiarse de ropa, que según yo estaba llena de vómito, se sienta a mi lado sin decir palabra, veo como sus lágrimas bajan incesantemente por sus pequeñas mejillas. Le ofrezco lasaña, pero no reacciona, así que reviso la despensa y encuentro cereal de frutas y leche líquida en la nevera, le ofrezco, asiente entusiasmado. Al final de devorar tan infantil comida, empieza a bostezar al punto de casi dormirse allí sentado, lo cargo, se aferra a mi cuello, me acomodo en el sofá con él en mi regazo.
Quince minutos después llega, toma con delicadeza al niño de los brazos para llevarlo a su casa. Me explica que su madre estaba en etapa terminal de cáncer y los médicos ya no podían hacer nada por ella así que la mandaron a casa a morir en familia, que cuando se descontrola por el dolor el niño siempre viene por ayuda mientras su papá está trabajando, Danna le administra la morfina con la esperanza de disminuir aunque sea un poco el dolor y cuando la situación está controlada lleva al niño a su casa. Cuando pregunto por el esposo de la vecina, me explica que el pobre tiene dos trabajos de lunes a viernes y los fines de semana vende dulces en las ferias para poder cubrir los gastos médicos de su esposa.
Mantenemos un grato, pero necesario silencio por unos minutos.
—Te has ganado un premio por haber ayudado, así que hoy eres tuya por toda la noche— dice muy seductora, premio que pienso usar toda, diablo toda la noche, festejé y como era de esperarse troncón se activo de inmediato.
Intenté seguirla, pero me paró en seco, —iremos a tu casa, Daniel, porque este es el apartamento que hemos preparado como nuestro hogar para después de la boda, así que no haré nada indecente en él.
Al llegar a casa nos bañamos juntos, disfrutamos de acariciarnos, por primera vez fue más romántico, según yo, que sexual, sin embargo en esta ocasión tanto troncón como cuevita se negaron a participar, gesto que en cierta forma me hizo ver a Danna desde otro punto de vista.
Ese punto de vista que he evitando por años, ese punto de vista que me ha hecho consultar con mi almohada preguntándome si estoy listo perder mi adorada soltería. De algo estoy seguro la quiero junto a mí, en cuerpo y alma, como mujer, amiga.
Debo encontrar el momento indicado para hablar con ella, la quiero de forma exclusiva tal cual lo soy con ella. Dios mío, evita que otro leñador corte a mi troncón, rezo justo antes de caer en brazos de Morfeo abrazado con firmeza a su cuerpo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro