Capítulo 25. Remembranzas de un amor dulce y amargo.
Mis palabras fueron disminuyendo conforme mi hijo Darren, intenta a toda velocidad comprender lo que acaba de escuchar.
Un cómodo silencio arropa la enorme, pero cálida biblioteca donde junto a mi hijo protagonizamos una danza de miradas. Yo aún toca mi tobillo recordando con inmenso agrado haber vivido su amor por duplicado en distintas etapas de la vida. Dos amores que me marcaron en el buen sentido de la palabra.
En contadas ocasiones me pongo a pensar sin sentir la necesidad de juzgar el amor de Danna por Edward; fue o es un amor, como quieran mirarlo, que la llevó a transcender sus límites morales a cambio de intentar alargar la vida de su prometido. Sin embargo estuvo dispuesta a manchar con ligeras pinceladas grises su inocente alma, con lo que para muchos sería; una falta grave a pocos pasos de considerarse un pecado. Alma que fue liberada de todo dolor al acobijar un nuevo y perfecto amor junto a Ángel en compañía de su travieso hijo, ahora forman una hermosa familia de cinco. Digo sin miedo a recordar nuestro pasado delante de Darren, mientras acabo el último sorbo de la copa.
Para mí ese tipo amor; él que está dispuesto a dar todo sin esperar nada a cambio el que me enseñó a amar con todo mí ser, él que me mostró el verdadero camino hacia la felicidad, él que lo llenó de una fuerza descomunal para ser el pilar fundamental de ésta familia en unión a tu madre, mi esposa, mi alma gemela, o mejor dicho el alma con la cual danzo cada vez que estoy cansado, cada vez que estoy feliz, cada vez que me dejo perder por ese par de ojos achinados que hacen de mi día a día una experiencia maravillosa. Volverme hombre me tomó varios años desde el momento que aposté como un crío malcriado y egoísta en la entrada de un ascensor hasta el momento que decidí entregarme en cuerpo y alma a mi gran e indiscutible amor de quien es actualmente, mi amada esposa.
Un suspiro de satisfacción se alberga en mi corazón con la esperanza de que tú, hijo sepa elegir el tipo de amor del cual querría vivir.
Me tomo el tiempo necesario para meditar y elegir las últimas palabras pues no quiero pronunciar las erradas, todo lo contrario, ya que estas serán el más importante consejo que le entregaría a la generación a la cual yo mismo le di vida.
El amor no es una palabra de cuatro letras que decimos sólo como sustitución o sinónimo a la palabra "quiero" para retener por un tiempo a la persona que está a nuestro lado. No, hijo mío, el amor son acciones de devoción total sin reserva. Entregamos voluntariamente nuestro cuerpo en sacrificio por la felicidad de la persona amada, como pilar de fortaleza, como bastón de apoyo, aprendemos a caminar al compás que nos marca el andar de esa persona. Le susurro a mi hijo desplegando una sonrisa al recordar mi amor por Talía.
El amor, proseguí, es dejarse descubrir mostrando una lista inmensa de defectos, de los cuales de alguno ni siquiera estamos consciente que lo tenemos pues salen a flote al convivir. Pero tranquilo porque la lista se reduce casi a cero cuando son nuestras virtudes las que hacen feliz a la persona de la cual estamos enamorados.
Segundos después siento sobre mí la tierna y comprensiva mirada de Darren, dejo que mis arrugados dedos jugueteen con mi anillo, para luego continuar.
El amor es permitir que el alma de tu pareja baile por toda la eternidad con la tuya, dejando que sean los latidos de nuestros corazones quienes entonen la más hermosa melodía. Termino de argumentar, rogando al cielo que mis palabras sean suficiente para transmitir mi sentir, dando por concluida la conversación.
La reacción de Darren a estas últimas palabras me indican que probablemente sean las que se retengan en su corazón. Lo escucho suspirar repetidas veces emitiendo cantarines sonidos no por falta de aliento ni por cansancio, sino porque creo es esa pequeña intromisión de aire la cual permitirá tallar en su alma la necesidad de encontrar a su compañera de baile.
No sé realmente cuanto tiempo le toma a mi hijo llevarse la mano a la boca al darse cuenta que lo que acabo de contarle es mi vida amorosa. Él se debate entre hablar o callar dejando que un agradable silencio nos arrope dentro de esta burbuja, sin embargo, se levanta para entregarme un largo, sincero y pleno abrazo de esos que sólo padre e hijo se pueden dar en los momentos más significativos de sus vidas.
—Gracias, viejo, gracias— me dice al oído mientras deposita un beso en la mejilla.
—Es un placer, ¿sabes?, tu madre, Clementine y yo te amamos inmensamente— le vuelvo a repetir con un hilo de voz.
Lo veo salir con una aptitud nueva en él, minutos después la puerta se abre lentamente mientras una risa que conozco a la perfección llena mis oídos y lo veo entrar con su madre en brazos cual princesa es. Apresura su andar hacia mí para depositarla son suavidad en mi regazo. No dudo en llenar esa hermosa cara con elegante arrugas alrededor de sus vivaces ojos, mis adorados ojoachinados, con centenares de besos castos hasta que mis labios se topan con los suyos e iniciamos una danza sincronizada que sólo se logran con años de amor.
— Ya paren par de tórtolos, ¿no han tenido suficiente de esos escandalosos besos?—bromea nuestro hijo justo antes de dejamos solos.
Darren se mueve inquieto por su cuarto, su cuerpo va de un lado para otro como león enjaulado, se desviste camino al baño, dejando una estela de ropa en el piso, debajo de la helada lluvia artificial se toma el tiempo para aclarar sus ideas y recuerdos vividos con Escarlet, pero al compararlo con lo narrado por su padre entendió que aún les quedan caminos por recorrer.
Ya más relajado respira profundo e hizo la primera llamada telefónica significativa en su vida como adulto.
—Hola estrellita— inicio la comunicación apelando al diminutivo que con cariño la identifico.
—Hola sol— mi novia responde con mi apelativo.
Luego de escucharla relatar todo lo que hizo durante las horas que no estuvimos juntos. Respiro profundo en busca de encontrar las palabras correctas, lejos que querer herirla quiero afianzar nuestra relación, así que selecciona las mejores frases que permitan hacerle ver mi punto de vista.
—Necesitamos hablar— vuelvo a tomar otra bocanada de aire para llenar mis pulmones y prosigo —he pensado mucho, ¿sabes?, creo que necesitamos tomarnos un tiempo para estar en una buena posición para poder casarnos— logro contar hasta cinco para oír a Escarlet resonar infantilmente en la bocina del celular.
—Pero yo quiero casarme ya, no quiero esperar, me niego a eso— me protesta ella. Me doy cuenta que será una pérdida de tiempo enfrascarme en ésta discusión, pues por experiencia sé que cederé por cansancio y no por convicción.
—Es muy tarde, estrellita, mejor lo dejamos hasta aquí, mañana hablamos, que pases buenas noches— cuelgo sin esperar respuesta.
Una tormenta de miles de incertidumbres, preguntas e inquietudes invade mi mente mientras mi corazón intentaba encontrar su propia melodía. Resignado cierro mis ojos, dejo reposar mi cabeza sobre mi mullida almohada, cruzo mis brazos colocándolo debajo de mi nuca. Opto por dejarme abrazar por Morfeo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro