No lo pienso mucho, lo justo es justo, así que me decido darle la verdad, mi verdad sobre mi amor el cual pensé que era dulce y terminó siendo amargo. Para ser ecuánime con Danna en un principio ella era solamente una apuestas, pero en poco tiempo se coló en mi corazón dejando un huella imborrable.

Esa hermosa mujer me enseñó que el amor puede venir con duplicidad en muchas versiones y la nuestra fue sexual activa y unilateralmente emocional, pero  para males se mantuvo en el aquí y ahora, para de cada quien por separado.

Es una experiencia no quiero repetir porque sobre todo me niego a cometer el mismo error que tuve con Danna, al no comunicarnos, ese fue nuestro talón a Aquiles, debo lamentablemente reconocer que nunca ninguno de los dos nos tómanos el tiempo para conocer el pasado del otro, ni siquiera tuvimos la intensión de planificar un futuro para ambos. Sólo vivíamos y disfrutábamos el día a día.

Ahora, no estoy dispuesto a pasar por eso otra vez. Procedo a contar mi antigua y dolorosa relación casi con lujos de detalles sobre todo lo relacionado a la muerte de Edward, que en paz descanse.

Aprovecho la oportunidad para comentar mi deseo de ocultar ese tatuaje con otro, esa idea tiene un año dando vueltas en mi cabeza. Para mi asombro Talía sugiere no ocultarlo ya que es un hermoso recuerdo de mi pasado y en base a eso ahora yo tengo una visión distinta del amor.

La miro con detenimiento y una ráfaga de dolor atraviesa sus cautivadores ojos achinados que tanto me enloquecen. Pasa suave su mano por mi tatuaje y con una cálida sonrisa me deja saber su experiencia.

—Hay marcas de amor que son dignas de llevar y recordar, aunque sé que lloraste por ese sentimiento. Tu marca es hermosa— dice Talía mientras la acaricia.

—En cambio la marca que me dejó mi ex no es nada hermosa ni digna de ver, de hecho esa fue la razón legal que tuve que usar para obligarlo a firmar el divorcio ya que él se rehusaba a dejarme ir— rememora con lágrimas su pasado, sin embargo, las  reprime para no darle a su ex el gusto de sentirse derrotada.

—¿Cuál marca? — pregunto extrañado y algo curioso.

Ella se voltea lento luego de respirar profundo un par de veces se recoge su larga cabellera y a nivel de la nuca hasta casi la altura de uno de sus hombros. Diablos allí está, una gran mancha irregular, algo áspera y mucho más oscura que el resto de su piel.

—Él me quemó con agua caliente cuando le solicite el divorcio la segunda vez— Veo con ira y una inmensa frustración como está linda y maravillosa mujer le cuesta pronunciar esa frase.

—¿Qué es un criminal, cómo se le ocurre hacer algo tan inhumano?— espero histérico, —¿cómo pasó que no pudiste esquivar para evitar la quemadura?— pregunto mientras acariciaba la zona afectada.

—Él esperó a que yo me durmiera— mi Talía se lamenta llorando y tapándose la boca para evitar despertar a la bebé.

Yo sólo pude hacer una cosa; besarla una y otra vez en esa marca para recuerde mis labios en su piel y no el doloroso pasado. Troncón me presiona para hacer acto de presencia e intentar consolarla también a lo que accedo gustoso así nos entregamos al amor hasta cansarnos y saciarnos.

La claridad del amanecer me despierta, la veo tan relajada que decido preparar el desayuno, pero ella no tarda en acompañarme en la cocina.

Luego de un beso de buenos días, Clementine despierta buscando los brazos de su mami. Intento leer las instrucciones para preparar el biberón pero eso está diseñado para que un especialista nuclear lo entienda. Miro hacia mi zipper con la intención de amenazar a troncón advirtiéndole nada de hijos por ahora, al menos hasta que aprenda a alimentarlo. Así que desisto y trato de calmar a la bebe mientras su mami a la velocidad del rayos lo prepara, el cual devora en un santiamén.

El siguiente día es irreal para mí,  salgo del baño, me alisto para ir a trabajar. Mi hermosa Talía prepara el desayuno y para mi sorpresa me entrega mi almuerzo asiático, el cual disfrutaré con mucho orgullo. Antes de salir beso a mis dos amores feliz para afrontar un día más.

Finalizado mi arduo trabajo paso por mi casa cambiándome de ropa y recogiendo varias mudas y artículos de higiene personal. Decido facilitarle la vida a mi hermosa mujer comprando algo de comida para llevar.

Al llegar Talía me recibe con la bebé en brazos ya casi dormida, beso con loca pasión a dueña de mi corazón mientras le quito con suavidad a Clementine para dormirla yo. Miro nuevamente mi zipper permitiendo que troncón decida si quiere ser padre, río al imaginarlo responsable y centrado en su hijo. Salgo del cuarto, ya la mesa estaba lista, pero insisto en bañarme primero, limpio y rejuvenecido es la sensación que recorre mi cuerpo luego de una buena ducha tibia.

Estamos en la mesa le entrego un juego de llaves, ella las mira extrañada

—¿Qué abren?— su mirada refleja confusión total.

—Es el duplicado de mi casa así que ahora tú debes entregarme un duplicado de tu casa— mantuve la mirada sin rastros de duda alguna. Feliz de aproximar a troncón a su anhelo de crear a muchos tronconcitos y varias cuevitas.

Tomo a mi mujer, si mía, de las manos —tú y yo ya somos grandecitos para eso de pasar dos o tres años de noviazgo, así que, mejor empezamos a vivir juntos desde ya, me encanta la idea de ser la figura paterna para Clementine. Troncón se remueve en mi entrepierna aprobando a Clementine como hermana mayor de sus hijos.

Y sin esperar su respuesta, prolongo un tierno y sincero beso mientras la abrazo para luego acariciar la cabecita de la bebé.