Capítulo 17. Cuando las matemáticas fallan.
Con Clementine en brazos jugando con mi corbata en espera que Talía termine la vídeollamada la cual se extiende más tiempo de lo deseado, espero impaciente aunque no se lo dejo saber. No es que necesite algunas explicaciones, las cuales si necesito, sino que ya ésta regordeta hermosura hace doler mis brazos.
En fin lo que me tiene fuera de control es que acabo de darme cuentas que mi mente es bipolar, si bipolar, por un lado mi consciencia o parte racional ésta en espera por Talía y por otra parte no muy lejana mi subconsciente no para de sacar cuentas ¿una mamá, un papá y un papi? Diablos, mis matemáticas básicas no funcionan bajo ésta compleja ecuación.
Decido hacer lo que haría cualquier otro hombre. Primero puse en claro mis prioridades, la primera cambiar de posición del bebé que está buscando dormirse sobre mí. La segunda volver a intentar resolver esa fórmula matemática que no me cuadra y la tercera rogarle a Dios que la bendita vídeollamada finalice.
Respiro profundo para iniciar mi plan de acción optando por la cuarta prioridad, servirme un vaso de agua, si agua, pues necesito tener clara mis ideas, así como la haría cualquier macho pecho peludo o alfa, como quieran llamarlo, en estas circunstancias. Mientras despego mis labios del vaso me invade la presencia de una quinta prioridad, hablar con troncón. Diablos y después las feministas dicen que los hombres no podemos hacer varias tareas a la vez.
Acuno a la niña quien ya cerró sus adorables ojitos, lista la primera prioridad, misión cumplida.
Hago una fuerte retrospectiva de cada una de mis cochinas clases de matemáticas desde mi educación inicial hasta la universidad, ni aún usando reglas memotécnicas o simuladores matemáticos esa bendita ecuación tiene respuesta lógica. Incompetentes profesores de matemáticas que no me prepararon para el cálculo más improbable de mi vida, debería demandarlos.
Al sentir que una inquieta migraña quiere hacer acto de presencia en mi ya rebosada cabeza, la detengo enfocándome con en la tercera prioridad. Sí, rezo a Dios, cuantas vírgenes recuerdo, semidioses griegos, egipcios y celtas conocidos. Pero la vídeollamada no finaliza, pues se intercambiaban entre la mamá, el papá y el papi haciendo que yo me vea obligado a retomar las matemáticas nuevamente.
Intento con reglas de tres, Pitágoras, ecuaciones, funciones, sólidos en revolución, trigonometría, derivadas e integrales, ya saben por eso de que deriva quien sabe integra quien puede. Diablos, hasta quise activar la calculadora del celular, pero nada. Quince minutos después aún estoy con mi dilema numérico.
Repaso mi lista veo que las prioridades uno, tres y cuatro están lista, las tacho. Vuelvo a enfocarme en los números, diablos, prefiero cambiar de estrategia abandono las matemáticas y lo enfrento por humanidades.
Opción uno; ella es adoptada, opción dos; ella es hija de mamá y uno de los dos hombre es su papá, opción tres; uno de los dos hombres es su padrino, opción cuatro; uno de ellos es su tío o algún familiar cercano. Diez minutos después voy por la opción veintitrés; en ese país asiático a cualquier hombre se le llama papá o papi. Dios mío, la migraña ya se apoderó de mis desorientadas neuronas.
Repito la prioridad uno, pues mi brazo derecho lo siento medio dormido. Aprovecho para retomar la prioridad tres, intento llamar la atención de Talía para ver si corta la vídeollamada. Al no obtener resultado me enfoco que parle paso a la quinta prioridad la cual hasta el momento no la he tomado en cuenta.
Trueno, diablos y centellas, troncón, qué coño hiciste en nuestras vidas pasadas que mi actual vida no logra tener un romance tranquilo y tradicional. Realmente debiste ser un animal sexual o un mujeriego empedernido, porque eso de cavernas masculinas no va con nosotros. De algo si estoy seguro es que estamos en medio de éste Karma productos de sus aventuras sin control. Te advierto de ahora en más te tendré a dieta. Diablos, troncón, estás castigado ni manuela vendrá por ti. Termino el monólogo con quien según yo es el culpable de mi desastrosa vida amorosa.
Cuando intento retomar mi dilema matemático y ahora también humanístico Talía por fin apaga la laptop. Genial, grito para mis adentro, pero aún mantengo una casi falsa sonrisa en mis secos labios.
Talía intenta cargar a la niña para llevarla a su cuarto, insisto en hacer yo para evitar despertarla. En cuanto la acuesto y la arropo me dirijo a la cocina en busca de Talía. Ella está tratando de destapar una botella de un merlot pero sus manos temblorosas se lo impiden. —Déjame hacerlo tu trae las copas— le susurro al oído.
—Bueno, necesito que me expliques un par de cositas sino es mucho pedir— la presiono mirándola a los ojos pasándole la copa.
—¿Crees que puedas esperar un día?— solicita ella.
— Pues no, es hoy el momento ideal— insisto sutilmente.
—Lo primero que necesito saber es... ¿Estás divorciada legalmente?— pregunto dudoso dando un sorbo a la copa.
—Sí, legalmente y emocionalmente divorciada— dice sin ningún tapujo.
—¡Bien!, pues no tengo ninguna intensión de tener una novia casada, la condición de amante se me da realmente mal— siento una corriente helada atravesar toda mi espalda al recordar mi pasado con Danna. —¿Por qué viniste a Venezuela sin tu hija?— continuo sanamente intrigado.
—Fue la condición que me impuso mi ex para darme la custodia total de Clementine ella debía permanecer por ocho meses sin mi influencia— miramos en silencio hacia la habitación donde duerme su bebé.
—¿Quieres decir que de ahora en adelante no tendrán más contactos entre ustedes dos, ni siguiera por la bebé?— extrañado por la anterior afirmación intento entender a un padre así.
—Sí, no más contacto de ningún tipo, nada de nada. Al menos que la niña requiera de algún trasplante por parte de él o de algún familiar— responde feliz y relajada.
—¡Genial!, pues no quiero compartir a mi novia— le dije antes de apoderarme tiernamente sus labios.
Mientras la beso siento que el Karma desaparece de apoco, al menos la K no emite muchas vibras negativas. Estupendo mi aquí y ahora va viento en popa. Pero troncón sigue castigado.
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