Capítulo 1. La apuesta.
—Amor, la comida estuvo deliciosa—agradezco con una gran sonrisa, porque de ser sincero no me cuesta nada reconocer los meritos en las artes culinarias de mi amada esposa Talía, digo luego de saborear mi humeante café dando por terminada la cena.
—Darren, hijo,— rompo el silencio entre ambos —acompáñame al estudio necesito hablar contigo— le digo aun sabiendo que esta simple petición le ocasiona molestia o peor aún, enojo.
Mi esposa me toma de la mano apretándola con amor y suavidad tratado de transmitirme paz y sosiego ante la conversación que tendré con nuestro amado hijo.
—Daniel, tesoro se gentil ya conoces su carácter desde niño cuando se fija una meta raras vez desiste de ella— me aconseja mi fiel compañera de vida, la veo suspirar pidiéndole a Dios o alguna fuerza sobrenatural que mi reunión no cause más incomodidad entre los miembros de esta familia.
Darren es el primero en levantarse con desgano de la mesa bajo la mirada cariñosa de su hermana mayor, Clementine.
Suelto suavemente la mano de mi mujer y camino con pasos agigantados en dirección al estudio, admiro el corpulento cuerpo de mi primogénito el cual se eleva por más de una cuarta ante mí, trato inútilmente de alcanzar el ritmo del andar de mi hijo a quien no le importa dejarme saber su molestia. Ambos tendríamos una conversación pendiente referente a su futuro.
Cierro la puerta con suavidad, ya que quiero transmitirle suficiente confianza y paz. Su figura es imponente, haciéndome entender la fascinación de Escarlet por él. Sus ojos marrones profundos ligeramente achinado es un hermoso legado de su madre, mi mujer, contrasta con su nieva piel, mi aporte genético, de espalda ancha y piernas largas. Es la combinación perfecta entre Talía y yo. Sin embargo, ese carácter terco es tan propio de él.
—Papá— inició Darren la inevitable discusión. Durante más de diez minutos trató infructuosamente de explicar, justificar y afirmar que sabía lo que hacía, sin evitar recordarme que ya alcanzó los 22 años, por lo tanto; no podemos continuar tratándolo como un niño incapaz de tomar sus propias decisiones. Intentó hacerme entender ya adentro de esa cálida habitación donde el olor de incontables libros impregnaba las fosas nasales de quienes entraban en ella.
En la cálida habitación rodeado de una atmosfera relajante entendí, en ese momento, que para tener éxito en esta conversación necesito tratarlo como mi par; un hombre hecho y derecho. Cerré mis ojos, respiré profundo, dejé que el olor característico de miles de hojas rebosantes de tinta llenara mis envejecidos pulmones, intenté ponerme en su lugar, pero mi experiencia de vida hizo que me aferrara a mi punto de vista.
En cierta forma una parte de mí se sintió orgulloso al verlo mantenerse firme ante su determinación de casarse con su novia Escarlet. Sin embargo, por otra parte rogaba que se retractara ante esa idea.
Mi hijo me observó sentarme y tocarme el tobillo gesto que desde hace más de dos décadas me relaja en situaciones de alto impacto evocando en mí, vivencias, donde las decisiones y acciones arrojaron consecuencias que determinaron el destino de mi vida. Es por eso que experimento sentimientos de dolor y frustración que me embargan el interior ante la posición tan intransigente de Darren.
—Darren, hijo, mío trata de entenderme se que eres todo un hombre, el mejor hijo que algún padre pueda tener— le dije en voz firme —por estas razones no pienso cohibirme de aconsejarte u orientarte cuando tengo la plena seguridad que estás a punto de cometer una locura con la cual podrías arruinar no solo tu incipiente vida sino que arrastrarás a Escarlet también.
Suspiro pensando en ella, Escarlet, una hermosa y jovial mujer, algo alocada, coqueta e impredecible chica que lleva saliendo con Darren desde hace más de un año. Ambos estudian la misma carrera, allí en las aulas de la universidad se conocieron. Me agrada suele ser respetuosa, gentil, pero en el fondo sé que esconde, como todas las personas, sentimientos e intereses.
—Dime, Darren, ¿cómo sabes que estás enamorado?, ¿cómo puedes tener la certeza que ella es la mujer de tu vida? si aún son tan jóvenes... ¿no crees que se están precipitando?— continué indagando tratando de hacerle entrar en razón.
—Por experiencia, Darren, te puedo asegurar que el matrimonio es una decisión que debería durar toda la vida— le expuse, mientras intentaba leerle la mirada buscando un poco de sensatez en mi hijo.
Darren algo decepcionado por mi insistencia e intromisión a su privacidad, exclamó —¡Claro que sé perfectamente lo que es el amor! ya te he dicho que soy un hombre y no un niño encaprichado— bufó convencido mientras se sentaba frente a mí.
—No creo que a tu edad sepas lo que es el amor— insistí —pero estoy seguro que si sabes de pasión, deseos, celos y la necesidad de querer estar con Escarlet, pero eso dista mucho del amor— mi voz se tornó melancólica debido a las miles de reminiscencias que llenaron mi mente.
—¡Papá!— Intentó interrumpirme, restándole importancia a las interrogantes que le acababa de exponer.
—Darren, espero que me escuches con mucha atención lo que estoy a punto de contarte, y si luego tú aún mantienes la misma posición yo seré el primero en apoyarte. Aunque créeme, hijo, sé que en cuanto yo finalice vas a tomarte un tiempo para meditar tu decisión de un matrimonio tan apresurado a tan corta edad— sentencié con voz pausada.
—Papá créeme, estoy seguro que nada de lo que tú puedas decir me hará cambiar mi decisión— protestó Darren algo resignado pero dispuesto a prestarme atención de lo que yo estaba a punto de exponer.
—Solo escúchame hijo, no me interrumpas por favor, necesito que esta conversación quede entre nosotros, ya que sin duda te dejará al pie de una encrucijada que tal vez si yo logro encontrar las palabras correctas esa encrucijada te guiará al camino de la felicidad en tu vida— dije mientras me acomodaba en el gran sillón cruzando mi pierna izquierda, dejándola reposar en la rodilla derecha y con un sutil movimiento de mi mano rodeé mi tobillo como buscando algo de valor, concentración y nostalgia, di un sorbo a la copa de vino tinto que tenía en la mesita al lado del sillón, y empecé a relatar.
Esto sucedió hace más de dos décadas pero te hará entender mi posición. Respiré profundo y centré mi mirada en los hermosos e intrigados ojos de Darren.
"Mi amigo Morgan y yo trabajábamos como jóvenes ejecutivos. Un día entrando al edificio corporativo camino hacia las oficinas para iniciar nuestra jornada laboral, mi amigo aprovechó de entregarme la invitación a su boda extendiéndome feliz la tarjeta.
Morgan anteriormente me había solicitado ser su padrino de boda, ofrecimiento que rechacé sin pudor sugiriéndole que encontrara a alguien que si creyera en esa tontería llamada amor.
Yo tenía la idea muy arraigada que el amor no existía, que era sólo una necia excusa para justificar el hecho de practicar el sexo con la misma persona sin tener remordimiento de conciencia. Tal vez para una parte de la población eso es cierto, espero por el bien de la humanidad que seamos pocos, gracias a Dios, mi amigo Morgan por el contrario se inclinaba a pensar que el amor es una fuerza que nos mantiene vivos o aún mejor, nos impulsa a seguir felizmente vivos. Sin embargo, a pesar de esas pocas diferencias, nuestra amistad se hacía más fuerte, con el pasar del tiempo habíamos aprendido a respetarnos en esos diez años que teníamos conociéndonos.
—Vamos, amigo, ¿no puedes al menos disimular felicidad por mí?, sabías que tarde o temprano esto era inevitable, tú más que nadie eres testigo fiel de mi amor por Raquel, ya tenemos tres años de noviazgo y estamos listos para el siguiente paso— dijo Morgan, mientras apoyaba su mano sobre mi hombro.
–¿Y cuál paso es ese?, ¿se puede saber, Morgan?– Pregunté con cara de pocos amigos, proseguí diciendo —si es por tener esos pequeños seres vivos fastidiosos, demandantes y generadores de gastos sin ningún ingreso, los pueden tener aún solteros, no tienen que casarse para eso— agregué subiendo las manos en dirección al cielo.
—¡Daniel!— refutó Morgan —¿es en serio? esos seres que acabas de describir según tu visión de la vida se les llaman niños y tú también tendrás al menos un hijo algún día, te acordarás de mí— respondió medio en broma, medio resignado mi amigo.
—¿Quién?, ¿yo? ¡nunca!, de eso nada, ya el mundo está sobre poblado para que yo quisiera tener de esas cositas que solo saben llorar, me niego, ¡eso jamás!— le contesté empleando un tono muy sarcástico.
—Te apuesto, amigo Daniel que cuando conozcas a ese alguien especial, te enamorarás como un tonto y verás que cambiarás de idea en menos de seis meses después de haberla conocido— presagió Morgan.
—¡Estás loco! te acabo de decir que no creo en el amor— renegué haciendo el gesto de comillas mientras llegábamos al frente de los ascensores. —Así que ya gané la apuesta— reí dándome por ganada la conversación.
—¡Morgan, apostemos!— solicité en tono de reto. —Te puedo demostrar que el amor no existe, solo necesito seis meses para convencerte. Selecciona cualquier mujer, y la tendré rendida a mis pies rogando, llorando para no quedarse sola. Ellas solo quieren estabilidad económica y un pendejo que les cubra todos sus gastos superfluos nada más, así son todas sin excepción— le dije creyendo firmemente en mi teoría.
—Cualquier mujer, ¿estás seguro, Daniel? después no hay vuelta atrás— aceptó el reto cruzando los brazos a nivel de su pecho.
Para ese momento ya estábamos al frente de los ascensores esperando como los demás empleados. Cuando escuchamos una conversación de tres chicas que estaban al lado nuestro. Reían y charlaban amenamente hasta que una de ella le preguntó a otra por su novio.
—¿Danna, viste este fin de semana a tu amor?, ¿cuándo lo conoceremos?, estamos cansadas de solo verlo en fotos, dile que lo esperamos el próximo fin de semana— la presionó una de ellas.
—Claro que lo vi, estuvimos juntos, pasamos el fin de semana en la cama, nos gusta aprovechar todo el tiempo posible— respondió con voz tímida aunque me percaté que sus mejillas estaban rojas a explotar. —Pronto lo conocerán en cuanto las condiciones estén dadas, lo prometo— oí decir ilusionada a la mujer.
—¿Aún tienen planes de casarse en seis meses?— intervino la otra compañera.
—Sí, así es, si Dios lo permite en seis meses seré la esposa de Edward— la escuché decir dando un suspiro lleno de ilusión, mientras entrabamos todos al ascensor. —Chicas, nos vemos en la oficina voy al departamento de recursos humanos a solicitar un préstamo— les informó la joven enamorada cuando marcaba el tercer piso.
Luego que todos salieron del ascensor y sólo quedamos Morgan y yo, me dijo —bien amigo que empiecen a correr los seis meses, ya te tengo tu reto. Te la pondré fácil, vamos a tu oficina para dejar claras las reglas del juego— me impresionó con este comentario.
Ya adentro de la oficina, sentado en mi escritorio, y Morgan al frente empezó a poner las reglas y bases de la apuesta.
—Tienes seis meses para conquistar a Danna, la chica del ascensor— quedé impactado por la selección, pero asentí mientras lo miraba fijamente. Y prosiguió.
—Yo debo estar presente para comprobar que ella literalmente caiga a tus pies rogándote y llorando para no quedarse sola— afirmé con un simple gesto de cabeza, restando importancia a la exigencia.
—Durante este tiempo no podrás ser infiel con nadie— ¡diablos!, eso no lo vi venir, quise negociarlo pero Morgan se mantuvo firme.
—Nadie en esta oficina se podrá enterar de la apuesta y mucho menos de tu relación con ella— esa condición fue de tal agrado y la secundé enseguida.
—No podrás despedirla en caso que ella te rechace— tranquilo aún no tengo suficiente poder dentro de la corporación para despedir injustificadamente a nadie dije en voz alta.
Y por último si llegas a caer tan enamorado de ella como para casarte yo seré el padrino de boda— terminó diciendo y bromeando Morgan, mirándome a los ojos.
Por pocos minutos guardamos silencio mientras yo meditaba, pero para su sorpresa acepté gustosamente.
—¿Y qué gano yo con esta apuesta?— le pregunté.
Luego de pensarlo me dijo —si ganas, mi hijo primogénito llevará tu nombre y no el mío. ¿Trato?—
—Trato— respondí y nos estrechamos las manos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro