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Capítulo 28. El idioma de dos cuerpos


Fui el primero en despertar preparé café y puso a llenar la tina le coloqué aceites, esencias aromática y regué un sin fin de pétalos de rosas que estaban en un popurrí al lado de la tina, satisfecho desperté a mi Anae con un beso.

Algo perezosa Anae entreabrió los ojos y disfrutó del aroma de un buen café. La miré con ternura dándole los buenos días junto con la taza, ella luego de tomar unos pequeños sorbos me hizo seña para que me se le acercara ella, aprovechó la situación para plasmarle un beso lleno de café dejando que el contenido de su boca pasara a la mía, demostrándome que soy; su amado.

Sorprendido por aquel gesto de entrega tan puro y sin inhibiciones literalmente ingerí disfrutando del mejor de café jamás bebido. Solté una carcajada y cargué en brazos a mi amada introduciéndola en la tina.

–¡Ulm!... ¡Qué rico!– expresó Anae cerrando los ojos dejándose relajar.

–Es para tratar de recompensarte en caso de haber lastimado tu delicado cuerpo sin querer anoche– dije algo avergonzado.

–No tienes que disculparte por nada, todo lo hermosamente vivido anoche no fue más que la primera entrega de nuestros cuerpos y déjame decirte que ellos se entendieron muy pero que muy bien– tomándome de las manos acercándome a ella. –Tú fuiste los suficientemente romántico, varonil y sensual como para que mi cuerpos se arrepienta de algo... ¡ah! y si...estás dispuesto mi cuerpo quiere, en este momento volver, a hablar otra vez con tu cuerpo– me retó pícaramente retó que acepté de mil amores.

La semana transcurrió de maravilla entre playas, restaurantes, largas caminatas, contemplar los atardeceres y claro está infinitas conversaciones entre nuestros cuerpos que no paraban de gemir expresando todo el amor acumulado por años. Solo nos queda una noche más ya que al día siguiente debíamos viajar de regreso a Japón.

Así que decidimos tener su última conversación corporal en una hamaca hasta que los rayos incipientes del amanecer nos hizo separarnos.

Ya habíamos recogido el equipaje y nos dirijamos al encuentro de Otto y Talía quienes estaban desesperados de vernos.



Le señalé a mi hija, Talía, a sus padres que se les acercaban... –Mami ¡te extrañe! – gritó dando saltitos hasta brincar a los brazos de Kimi, para luego tomar a su papá del cuello y aferrarse a él y decirle feliz –a ti también te extrañe– los cuatro soltaron una carcajada de felicidad.

Luego tomé el rostro de mi Kimi entre mis manos para besarle la cabeza como era costumbre, sin muchos rodeos le pregunté –¿fuiste feliz? ¿Te sentiste amada?– mientras buscaba su mirada.

–Si me sentí realmente amada y eso me hizo inmensamente feliz– respondió sinceramente y sosteniendo la mirada. Indicándome que la luna de miel fue un rotundo éxito. Tal como ambos se lo merecían.

Nampyeon buscó abrazarme largamente gesto que correspondí con agrado diciéndole –me alegra saber que en alguna forma ayudé para que tu amor ya no sea unilateral, mi gran amigo, los amos a los dos– confesé sin ningún temor, orgulloso de nuestra peculiar familia.

–Bien vayamos a nuestro hogar– sugerí encaminándonos al estacionamiento, colocando a nuestras dos amadas chicas en el medio y nosotros en los extremos.

–¿A dónde vamos papi?– preguntó extrañada Talía.

–Vamos a nuestro hogar– colocando la dirección el GPS le respondí con una tierna sonrisa a nuestra hija.

–¡Pero cómo! ¿Tu todavía a has ido preguntó Anae?–

–¡Pues, no!– respondí subiendo los hombros –será nuestro hogar por los próximos años así que lo conoceremos juntos en familia– contesté ilusionado de repetir la experiencia.

Al llegar encontramos una hermosa casa bastante moderna al final de una calle poco concurrida, a escasas cuadras de un hermoso parque, y el kínder de Talía a escasos 10 minutos.

Al entrar quedamos asombrados por la decoración vanguardista y hasta cierta forma minimalista, Talía corrió a buscar su cuarto y gritó al verlo justo como le gusta de princesas, había nuevamente dos opciones para nosotros tres; un cuarto matrimonial decorado al estilo occidental con una cama gigante y otro cuarto familiar decorado al estilo coreano tradicional. Sin dudarlo los tres se dirigieron a la primera opción pues así había dormido por los últimos cuatro años.

La viva transcurre feliz ya han pasado seis meses de mi matrimonio, decidí que era el momento de buscar trabajo como veterinaria, postulé por un par de meses y ¡Eureka!, conseguí en una clínica animal a una hora de casa.

Transcurrido seis meses más los tres estamos extrañados al no haber señal de embarazo en mi cuerpo. Lo atribuimos al stress de viajar dos horas diarias entre ir y venir de mi trabajo para luego regresar cansada a atender a mi familia ya que me rehúso a contratar a alguien para encargarse de mi hogar.

El tiempo pasa como agua entre los dedos ya se aproximaba nuestro segundo aniversario, estoy desesperada por quedar embarazada como prueba del inmenso amor que le tengo a Nampyeon. Otto nos sugirió ir después del aniversario a realizarnos algunos chequeos para descartar posibles problemas. fue el primero en despertar preparó café y puso a llenar la tina le colocó aceites, esencias aromática y regó un sin fin de pétalos de rosas que estaban en un popurrí al lado de la tina, cuando se dio por satisfecho fue a despertar a su Anae con un beso.

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