
Capitulo veintitres | Animo
B E L L A
No se como había terminado en el mismo coche con ronny llevándome a casa. Terminamos en un puesto de tacos, hablando sobre la velada, sin importar la dieta y a un día de irnos a España. Después me ofreció llevarme a casa y aquí estábamos estacionados ya en frente del edificio.
Ninguno de los dos hablaba, la música en el carro sonaba por lo bajo.
— Gracias por traerme. — Hablé.
Este me miró y me sonrió.
— No es nada, no te iba a dejar tirada después de una buena cena. — Vaciló.
— Buenos tacos por cierto, no le digas a samy que comimos eso o se enojara. — Le advertí.
Este río.
— No lo hare, créeme. — Soltó para después desviar la mirada.
Suspiré sin darme el ánimo de bajar del coche. Corazón vacío de María becerra empezó a sonar, sonreí disimuladamente pensando en que momento tan irónico empezaba aquella melodía.
— Bella.
Me llamo. Confundida volví a alzar la mirada encontrándome con sus ojos obscuros mirándome atentamente.
— Si?
— No quiero regar el momento ni mucho menos pero solo quería aprovechar que estamos aquí solos, los dos. — Mencionó con un tono tranquilo. — Que me siento muy mal por todo lo que te hice pasar cuando estábamos juntos.
>> Me arrepiento de no haber aprovechado una mujer maravillosa como tú.
No supe cómo reaccionar, sin embargo creo que me dejó sin aliento después de eso.
"Te falto valor, pero yo tuve compromiso"
— Las cosas ya pasaron ronny, no tienes por que preocuparte ahora. — Respondí.
— Solo quiero saber que de verdad me vas a perdonar por todo. No puedo seguir viéndote o estar en el mismo lugar y sentirme una mierda de persona. — Hizo una mueca dolido.
Fruncí ligeramente el ceño al ver su arrepentimiento, no fingía.
— Te perdono por cómo actuaste en el momento. — Solté.
— Merecías a alguien que te hiciera feliz sin dudar, y lamento no haber sido el suficiente hombre para darte todo lo que merecías. — Dijo.
Asentí.
— No hace falta que me digas todo esto ronny, de verdad..
Solté un poco fuera de lugar. Pero este siguió hablando.
— Se que ahora tienes a muchos vatos por detrás, y me da un poco de coraje al darme cuenta que yo de verdad la cague. — Finalizó.
— Ronny. — Apague la radio en cuando la canción acabó. — Yo también la cague, no fuiste el único. El tiempo ya pasó, ya olvide todo eso, fue duro, pero pudimos seguir adelante, tú por tu lado y yo por el mío. Y ahora todo está bien, entiendes eso?
Este me miró inseguro.
— Lo entiendo, lo entiendo..— Murmuro.
Le sonreí.
— Deberías darte la oportunidad de ser feliz con alguien más. — Mencionó de repente.
— Estoy bien así, sola. — Respondí enseguida.
Este me miró con diversión en sus ojos.
— Cuando me refería a que tenías muchos atrás de ti, en realidad me refería a que tienes a uno justo frente a tus ojos. Deberías de darte la oportunidad bella. — Fruncí el ceño.
— A que te refieres?
— No hay que ser tontos para no notarlo. — Rodo este los ojos.
De repente el tema el cual estaba evitando todas estas semanas llega a mi cabeza.
Sebastián.
— Olvídalo, no quiero hablar de eso. — Me cruce de brazos en mi lugar.
— Entonces, ¿Roier?— Me miró burlon.
Bufé.
— No roier nada, ronny. No hay nada entiendes eso?, yo y el estamos bien así. No le gusto, ni el a mi. — Solté paranoica.
— Yo nunca mencione eso, pero si es así, cuenta el chisme completo no mi bel? — Se giró un poco hacia mi para verme mejor.
— ¡No hay ningún chisme!
— Te acabas de descubrir solita, mira yo ni sabía de eso fíjate! — Levantó las manos en forma de inocencia.
Le fulminé con la mirada para después salir del auto y cerrar la puerta detrás mío. Escuché como este me siguió hasta el edificio.
— No se a que te refieres con roier, pero definitivamente lo que sea que estes pensando es mentira. — Le dije antes de subir al elevador.
Este se cruzó de brazos con una sonrisa burlona en sus labios.
— Le gustas isabella. A ti no te atrae ni un poquito? — Me pregunto.
Sentí como mis mejillas ardieron en ese momento de la vergüenza. Apreté el botón del ascensor varías veces seguidas pero seguía en espera.
— No le gusto. — Solté entre dientes.
— Sigue haciéndote la ciega, todos sabemos eso menos tú. — Se burló.
Le mire nuevamente.
Oh claro que lo sé, el me lo confesó y yo le ignoré mandándolo a la mierda, ¡lo sé!
— Por que estamos hablando de él? — Le pregunte.
Este se encogió de hombros.
— Quiero hacer algo bueno por ti, devolverte todo lo que yo no pude en su momento. Estoy haciéndote un favor para quitarte la venda de los ojos. — Hizo una mueca.
— No tengo ninguna venda en los ojos. — Me quede por lo bajo.
— Cuando vas a admitir que a ti también te encantaría gritarle a la cara lo mucho que te gusta? — Cuestiono.
Abrí y cerré la boca nerviosa sin saber muy bien que decir, mis dedos estaban empezando a cansarse de lo mucho que llevaba apretando el botón del elevador.
— No digas mamadas. — Fue lo único que dije.
Ronny ríe.
— Vas a negarlo?
— No me gusta, no me atrae. No nada, entiendes eso? ¡Es mi mejor amigo! — Recalque.
Ronny rodo los ojos.
— Eso veremos bella..— Lo escuché soltar por lo bajo en cuanto las puertas del ascensor se abrieron.
Le mire con intriga dispuesta a reprocharle pero este ya estaba caminando hacia la salida.
— ¡Nos vemos mañana campeona! — Me grito desde la puerta de salida.
En ese momento yo ya estaba dentro del elevador recargada en las paredes de ella viendo como este me sonría con burla desde su lugar.
Maldito tatuado.
Me encontraba subiendo al cuarto piso donde estaba el departamento de mi hermana, en cuanto salí camine por el pasillo pasando a un lado de la puerta de osvaldo. Hace días no hablábamos, desde que sebas y el habían arreglado sus indiferencias junto con Aldo, nos habíamos distanciado un poco.
Seguí mi camino hasta topar con la puerta de nuestro hogar, cerré la puerta detrás mío en cuanto estuve dentro. Las luces de la cocina estaban prendidas, supuse que estaban cenando en cuanto escuché varias voces provenientes de allá.
Era ya tarde, pasaban de las once y me intrigaba quien rayos estaba aquí sabiendo que teníamos que madrugar temprano para emprender el viaje a Madrid.
Me dirigí directamente hacia mi habitación para cambiarme de ropa, ponerme algo más cómodo como un camisón que le robe a mi hermana y unos pantalones cortos, me desmaquille y baje las escaleras. Me detuve en el marco de la cocina al ver la situación.
Samantha y Ari preparando algo en la estufa mientras que juan tomaba una cerveza al lado de Sebastián y Félix, parecía que habían dejado un lego a medias en la mesa por beber.
— Que hacen aquí? — Pregunté en general llamando la atención.
Enseguida estos se dan cuenta de mi presencia.
— Mi niña, ven siéntate. Vamos a comer algo, quieres? — Me dijo Ari saludándome desde su lugar.
Negué acercándome a donde ellas y antes de poder hablar Samantha lo hace por mi.
— Ya ceno, andabas con Ronny verdad? — Me miró esta.
Incómoda me senté en una de las sillas de barra sintiendo la mirada cuestionable de Sebastián encima mío.
— Con ronny? — Preguntó sorprendido Juan.
— Ah si..estaba haciendo unas compras y me lo encontré y me invito a cenar. — Expliqué.
Note como Sebastián rodo los ojos y bajo la mirada hasta su celular.
¿Y ese que?
— Ah entonces ya cenaste, bueno aún así nos quieres acompañar? — Propuso ari.
Asentí.
— Se dan cuenta que ya es tarde y mañana temprano tenemos un vuelo de más de cinco horas? — Vacile.
— Nos iremos todos juntos desde aquí, por eso estamos si no ya estuviéramos bien dormidos. — Se explicó juan con una sonrisa en su rostro.
— Oh, se quedarán a dormir acá? — Pregunté.
Juan asintió.
— Si, samy ya nos prestó un colchón inflable, no te vamos a molestar robándote tu cama. — Bromeó ari.
Sonreí por lo bajo. Mi mirada recayó inconscientemente en Sebastián después de eso, las palabras de ronny llegaron a mi cabeza enseguida.
No pude evitar ponerme nerviosa.
— Por cierto bella, no vamos a tener que pagar hotel llegando a Madrid. — Me comento mi hermana con emoción para después sentarse a un lado mío.
La miré dejando aquella sensación extraña que tenía hace unos segundos.
— Enserio?, entonces donde nos quedaremos? — Cuestione.
— Con unos amigos, valdo hizo una colaboración con ellos y estos les prestaron una mansión. Nos dijeron que si queríamos quedarnos también ahí ya que habían demaciada a habitaciones de sobra, me pareció fácil aceptar. — Me dijo.
La mire ligeramente sorprendida.
— Y quienes son esos amigos, si se puede saber. — Curiosa me recargue en la barra.
— Son de argentina, te van a caer muy bien. — Me dijo con un tono divertido.
— Son carre y spreen. No se si haz escuchado hablar de ellos en redes. — Mencionó Juan interviniendo en nuestra conversación.
Negué.
— Creo que me suenan, pero no estoy muy segura. — Solté dudosa.
— Son un amor de personas, te vas a llevar súper bien con ellos. — Me ánimo Ari.
Eso me hizo sentir mejor.
De repente Sebastián se levanta de su lugar dejando su cerveza a medias.
— A donde vas? — Me anime a preguntarle al ver como se dirigía a la salida.
— A dormir. — Respondió cortante sin siquiera mirarme.
Extrañada por su actitud busque respuestas girando hacia los demás dejando que Roier se fuera a la habitación.
— A estado así todo el día. — Juan me leyó la mente.
— Deberías hablar con el, no nos quiso decir a nosotros nada. — Me dijo Felix.
— Seguramente no a dormido bien, siempre se levanta de mal humor el wey. — Intento excusar mi hermana.
La mire y note como se puso nerviosa.
— Ire a hablar con el. — Dije para después salir de la cocina.
Aquí había algo raro. Pensé.
Subí las escaleras sin prisa hasta topar con la puerta de mi habitación, no toque, no hacía falta ya que la puerta estaba entreabierta. Note como estaba tirado bocarriba en su colchón a un lado de mi cama. Me acerqué tratando de no llamar su atención para sentarme a un borde del colchón.
— Estas bien? — Le pregunte por lo bajo llamando su atención.
Este suspiro para después cubrirse con su manta hasta la cabeza. Rodé los ojos por aquello.
— Roier. — Le llame pero este siguió sin responder.
Me levante de mi lugar para acercarme un poco más, me senté a su lado y después me recosté, giré mi cuerpo para después destaparle hasta los hombros. Este mantenía una expresión seria con sus párpados ligeramente abiertos.
— Que te pasa? — Le pregunté intentando buscar su mirada.
Sin mirarme respondió;
— Nada. — Su voz salió más ronca de lo normal, acto que no tardó en ponerme nerviosa.
¿Por qué?
— No me ignores. — Solté.
— No estoy ignorándote. — Reprochó.
— Entonces por que no me miras a los ojos cuando te estoy hablando. — Le dije.
Este acto seguido alza la mirada para verme directamente, me sonríe falsamente.
— Contenta? — Suelta con sarcasmo para después regresar a su posición normal y mirar hacia el techo.
Bufé.
— Sebastián, deja de comportarte de esa manera, solo quiero saber que te pasa. — Me quejé.
— ¡No me pasa nada Isabella, podrías dejarme en paz por un minuto?! — Soltó en voz alta.
Le mire sorprendida fingiendo que no me había dolido que se dirigiera hacia mi con ese tono. Me levante del colchón dándole una última mirada fulminante.
Me dirigí a mi cama para darle la espalda ya recostada, me cobijé con las sábanas y apagué la única luz que estaba prendida en la habitación.
Minutos después lo escuché maldecir.
— Puta madre bee, lo lamento, no debí hablarte de esa forma..— Lo escuché decir arrepentido.
Esta vez yo lo ignoré, no por que quisiese, si no por que quería que más podía llegar a decirme.
Escuché como se movía en su cama pero trate de ignorar el presentimiento qué tal vez ya estaba sobre mi cama, pero cuando volvió a hablar supe que estaba a mi lado.
— Bella perdóname, no te enojes. — Soltó con desespero. Su mano se dirigió a mi hombro.
— Vete a dormir sebastián. — Solté entre dientes aferrándome a las sábanas.
— Bee sabes que no era mi intención hablarte de esa manera, es solo que estoy un poco molesto por algo que sucedió horas atrás y yo no debí desquitarlo contigo. — Me explico detenidamente.
Fruncí el ceño aún sin girarme hacia el.
— Pues eso debiste pensar antes..— Murmure.
Sebastián suspiro resignado. Entonces me di la oportunidad de girarme y reincorporarme en mi lugar, este me miró.
— Lo siento bella. — Me dijo arrepentido.
Le sonreí sin poder evitarlo.
— No pasa nada, me vas a decir por que estás así? —Fui al grano.
— Ya te dije, pasaron cosas que me hicieron enojar, es solo eso. — Se excusó desviando la mirada hacia la pared.
— Y que fueron esas cosas? — Pregunté con curiosidad.
— No creo que quieras saberlo. — Soltó una risa floja.
— Que te hace pensar que no quiera saberlo?
— Por que se trata de ti. — Confesó en casi un murmullo.
Sus ojos chocaron con los míos no pude evitar sentirme débil frente a él, intenté regular mi respiración en cuanto me di cuenta de lo que había dicho. A pesar de que estábamos a obscuros podía ver a la perfección sus facciones cada que hablaba, la luz de la luna reflejaba por la ventana dándonos un cálido ambiente.
Me quede callada, sin saber que decir o que hacer, ¿que se supone que deba de decir?
El sabe que hemos ignorando lo de la última vez durante estas semanas, yo tuve la culpa de dejarlo ir. Pero eso el no lo sabe.
— Bella, se que algo cambio entre nosotros desde aquel día, lo e notado, y creo que tú también. Aún así no puedo evitar pensar todo el tiempo en eso.
Fui la primera en cortar aquella conexión agachando la mirada.
— Roier no creo que sea buen momento para hablar sobre eso. — Le dije.
— Y entonces cuando? — Soltó enseguida con un tono molesto.
— No ahora. — Le encare.
— No puedes hacer como si nada hubiese pasado bella, no puedes ignorarlo por siempre. — Se quejó este.
Nerviosa me encogí en mi lugar.
— No puedes obligarme a sentir algo que de verdad yo no siento.. — Murmure.
Su mirada recayó, y note el dolor atravesarme la cabeza. Me sentí fatal, me sentía culpable.
Pero era la verdad, ¿no?
— Rivers tenía razón..— Lo escuché decir después de un rato.
Fruncí el ceño.
— Que?
Roier soltó una risa. — Ella me dijo que esto no iba a pasar, supongo que tú también estás un poco pegada a las reglas verdad?
Confundida me senté frente a él.
— A qué mierda te refieres?! — Prendí la luz del tocador para así verle mejor.
— Cuando escribimos esas reglas en ese diario esa noche, sabes quien puso la de "prohibido andar con cualquier del grupo"? — Me dijo. — Fue rivers, lo hizo por que sabía que sería el único pendejo en romperla primero.
>> Rivers siempre se cree la que todos tienen que obedecer, por eso osvaldo le tiene miedo, igual que Aldo. Y Juan ni se diga, solo lo hace por ari. — Se quejó este con un tono verdaderamente molesto.
— Sebas.
— Ahora yo tengo que hacerle caso a rivers nada más para no romperle el corazón?, si ni siquiera a ella le va a afectar que yo no siga siendo su amigo, sabes? — A este punto este hablaba más fuerte de lo normal. — Ya me canse de ser su pendejo, el de todos.
>> ¡Siempre e echo lo que ustedes quieren! ¡Lo que ella quiere! Ya me tiene hasta la madre, se que es tu hermana y estarás de su lado, no te hará falta fingir que te importo esta vez.
— Sebastián no sabes lo que estás diciendo. — Le interrumpí molesta.
Este me miró incrédulo. — Se lo que digo, es la verdad bella. Por eso mi día estuvo de la chingada hoy, rivers me amenazo, me dijo con su tono chantajista que no sería capaz de romper las reglas solo por lo que yo siento. ¿Aún crees que les importó?
Hice una mueca.
— Ella te dijo eso? — Murmure sorprendida.
Mi hermana no sería capaz, o si?
— Si. Lo hizo, y se veía orgullosa en cuanto me lo dijo.
— Ella no..
— Ella si Isabella. No me vas a creer? — Me miró dolido.
— Conozco a mi hermana, ella jamás llegaría a ser de esa forma. — Solté.
Roier bufó.
— Bien, no me creas. — Estuvo apunto de salir de mi cama pero yo se lo impedí.
— Te creo sebastian, es solo que es difícil de asimilar algo así. Entiéndeme! — Le dije.
— Solo lo dices para que no me sienta mal. — Murmuro.
Negué.
— No, créeme que no. — Este bajo su mirada a mis labios y en ese momento mi mundo se paralizó.
— Que tiene el que no tenga yo? — Me pregunto con un tono dolido.
Hice una mueca.
— Sebas, sabes que no..
— Es por que somos amigos, no? — Sus ojos vagaron por los míos, note como se cristalizaban.
Mi corazón empezó a romperse en dos. Tome sus manos junta a las mías sintiendo como este se aferraba.
— No es eso. — Conteste.
— Entonces por que?, por que no puedo ser como ellos? — Soltó desesperante.
— Por que tú eres mejor que ellos. — Interrumpí enseguida.
Note un brillo extraño en cuanto le dije aquello.
— Pero no quiero arruinar todo lo que hemos pasado por esto. —
Este pareció decepcionado con mi respuesta.
— Sera mejor que olvidemos esto y sigamos como siempre, no? — Me sonrió a medias.
No pude siquiera responderle, y cuando el lo noto se sacó de mi agarre y se dirigió a su cama. En silencio se acomodo dándome la espalda, cerré los ojos con arrepentimiento sintiendo como las ganas de llorar entraban a mi.
Por alguna extraña razón sentí que no fui sincera con el.
Y era lo que más me dolía.
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