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Capítulo IX

A la mañana siguiente, TaeHyung se duchó y se vistió para ir al médico con JiMin. Allí una doctora le vio y el chico contó, entre lágrimas, lo que le estaba pasando y JiMin contó cómo estaba con él.

— Parece que tienes un buen amigo— opinó la doctora y el chico trató de sonreír, pero no pudo, estaba muy triste— bueno, vamos a seguir una dieta estricta, ¿de acuerdo? Vendrás aquí a que te pesemos cada semana. Quiero que tomes estas pastillas. Te seguirás sintiendo triste, pero podrás continuar con tu vida, ¿de acuerdo?

El chico asintió y cogió la receta. Cuando salieron, compraron las pastillas y JiMin le invitó a desayunar para que el chico pudiera tomarse la medicina.

Aquellas pastillas eran gloriosas. Aun se sentía triste por el tema de JungKook, pero sentía que ya no quería estar las veinticuatro horas del día en la cama, llorando. Es más, no sentía ganas de llorar. Podía hacer su vida.

— ¿Qué vas a hacer en verano?— preguntó JiMin.

— Mis padres quieren que hagamos un viaje familiar y quiero hacerlo— dijo— he estado muy centrado en JungKook en estos cinco años... hace tiempo que no viajo a Daegu a ver a mi familia. Me va a sentar bien volver al pueblo y olvidarme del jaleo de la ciudad... Voy a pedir que me vea un médico en Daegu que me supervise la dieta. Espero encontrar inspiración allí para volver a bailar, quizás en medio del campo... Y es hora de que tú descanses, JiMin, no creas que no sé lo que has hecho. Si yo he aprobado este año ha sido por ti, ahora es el momento de que tú también te tomes unas vacaciones y disfrutes de tu relación, creo que eso es lo último que has hecho en este año.

El chico le abrazó y, en silencio, recogieron la habitación, para dejar la residencia. Esperaban que el año siguiente fuera mejor.

JungKook, por su parte, no estaba mucho mejor que TaeHyung, solo que en su caso, tenía el lastre encima de haber sido el causante y, por tanto, debía soportarlo. Había pasado todo el curso viendo a TaeHyung adelgazar, ir a los cuartos de baño a vomitar, sin comer, llorar por las esquinas, desmayarse en los pasillos... no podía soportarlo. No podía soportar verle así y menos aún pensar que era por su culpa. Quería hablar con él, hacerle sentir mejor. Pero sabía que era imposible, Ahora TaeHyung dormía con JiMin y sabía que, si se acercaba a la habitación de JiMin, éste le pegaría, y no sin motivos. Por otro lado, no sabía hasta qué punto le haría bien a TaeHyung su presencia. Todas las noches se quedaba viendo una foto del chico, mirando vídeos de ellos, deseando cambiar las cosas, arrepintiéndose de lo que hizo. Una y otra vez en su mente se formaba la misma frase "ojalá no lo hubiera hecho".

Y aquella era la misma frase que tenía mientras recogía su cuarto. Hoseok ya había recogido sus cosas y se había ido sin despedirse. Se suponía que iba a ser un verano donde ellos iban a estar juntos... sólo esperaba que el siguiente años las cosas fueran a mejor.

VACACIONES

Los últimos días del mes de junio, JiMin fundió su teléfono móvil hablando con YoonGi y TaeHyung. Estaba más tranquilo, pues el chico hacía video llamada con él y se le veía menos delgado, había cogido peso y estaba considerablemente más tranquilo.

— ¡Mira!— dijo TaeHyung, levantándose la camiseta— ya no se me ven las costillas.

— ¡Estás desarrollando músculo!

— Sí, como adelgacé mucho y ahora estoy siguiendo una buena dieta, mientras hago ejercicio, estoy desarrollando músculo.

— Me alegro de verte mejor, amigo.

— No lo habría conseguido sin ti.

— Para algo están los amigos.

— Falta poco para que llegue YoonGi, ¿cierto?

— Sí.

— ¡No vas a poder cerrar las piernas cuando se vaya!

Ambos rieron, las conversaciones sobre sexo eran cada vez más amplias, aunque TaeHyung no era muy participativo y se sentía reticente. JiMin no se lo podía reprochar. JungKook se había estado acostando con él mientras le engañaba. Eso era de poco hombre.

Faltaba sólo una semana para el uno de julio, para que sus padres se fueran a China a ver a su hermana y para que YoonGi viniera a su casa.

Cada noche se acostaba pensando en todos los besos y caricias que se darían, en todo lo que YoonGi le haría, dónde se lo haría y más de una noche había acabado practicando sexo telefónico con él al no poder aguantar más.

Finalmente, el día uno, sus padres se despidieron de JiMin por la mañana.

— Pórtate bien.

— Lo haré, mamá.

— No traigas a gente a casa y no montes fiestas.

— Papá, ya sabes que sólo va a estar YoonGi y no vamos a montar fiestas, sólo estaremos los dos.

— Bien, ¿tu amigo y tú seréis capaces de apañároslas solos?

— ¡Son mayores, querida!

— Sí, supongo que sí. ¿Cuándo vendrá? Nos gustaría verle antes de irnos.

Llamaron al timbre, allí estaba YoonGi con una bolsa de viaje y muerto de los nervios. JiMin le había dicho que sus padres no sabían que él era homosexual, pero que se lo imaginaban. Así pues, quiso dar buena impresión. Iba lo mejor vestido y peinado que pudo y llevaba presentes para los padres de JiMin.

JiMin abrió la puerta y gimió en voz baja, YoonGi estaba mucho más guapo. Se había teñido el pelo de negro, lo llevaba un poco más largo y se notaba que había estado haciendo ejercicio.

Los padres de JiMin alzaron una ceja al ver las miradas de complicidad de los dos jóvenes.

— Eh... ¿Qué pasa tío? Entra...

JiMin no estaba acostumbrado a tratar a YoonGi de aquella forma, pero tampoco podía abrazarle y decirle palabras dulces al oído delante de sus padres.

— Bueno, ellos son mis padres. Papá, mamá... él es YoonGi.

— Encantado de conocerlos— dijo YoonGi, con nerviosismo. Los padres de JiMin le sonrieron— les he traído algo en agradecimiento a dejar que me quede en su casa con su hijo este mes y medio— dijo YoonGi dándole los regalos a los señores Park.

— No hacía falta, de verdad— dijo la señora Park.

— No tendrías por qué molestarte.

Abrieron sus regalos, el regalo del señor Park consistía en una pluma estilográfica, mientras que el regalo de la señora Park consistía en un pequeño bolso.

— Es precioso, gracias— dijo la señora Park, abrazando a YoonGi.

— Me gustan mucho las plumas— dijo el señor Park, guardando la pluma en su bolsillo.

El chico sonrió y la madre de JiMin abrazó a su hijo.

— Parece buen chico— le dijo al oído— te llamaremos cuando lleguemos. No hagas trastadas y cuídate mucho— añadió y JiMin sonrió.

— Claro que sí mamá.

JiMin abrazó a su padre.

— Bueno, YoonGi, quedas en tu casa— dijo el señor Park, saliendo de casa junto con su mujer.

— Gracias, señor, buen viaje.

La puerta de la gran casa de JiMin se cerró y YoonGi puso su bolsa de viaje en el suelo y se lanzó a la boca a JiMin, cayeron al sofá y rodaron hasta parar al suelo. Las manos de JiMin bajaron hasta el trasero de YoonGi y lo agarró con ansias al tiempo que YoonGi apretaba su miembro contra el miembro de JiMin.

— Ah... cuanto te he echado de menos...— gimió y YoonGi sonrió.

— ¿Me has echado de menos a mi o a mi trasero?

— A los dos— respondió, con una sonrisa.

El chico rio y apartó las manos de JiMin de su trasero, se incorporó, sentándose encima de él y le desabrochó los pantalones, se los bajó junto con la ropa interior y, sin perder un instante, se metió el miembro de su chico en la boca y comenzó a chupársela con ansia contenida.

— Ah... cariño... sigue...— aceleró y, al poco, sintió aquellas deliciosas corrientes eléctricas que comenzaron a sacudir su cuerpo— Ah... YoonGi... me corro...— paró y con una mirada penetrante, le besó— ¿Vas a follarme?— le preguntó, aunque ya sabía la respuesta, quería escucharla.

— Ah... claro que voy a follarte...— respondió, mientras se desabrochaba los pantalones y comenzaba a masturbarse delante de JiMin.

JiMin paró la mano se YoonGi y comenzó a masturbarle al tiempo que éste terminaba de desnudarse, dejó de masturbarle, se había quedado pasmado al ver el cuerpo desnudo de YoonGi: sus brazos fuertes, sus abdominales marcados, sus piernas tersas. No podía reaccionar. ¿En qué momento YoonGi se había puesto así? Sólo quería que aquel chico le hiciera suyo, sentirse de él. Se quitó la camiseta y le besó.

— No pierdas el tiempo... házmelo...

Abrió la bolsa y comenzó a rebuscar, frunció el ceño y comenzó a sacar la ropa. Finalmente, volcó la bolsa y resopló.

— Se me ha olvidado el lubricante.

Sabía de sobra que su miembro no entraba por la entrada del chico sin la ayuda del lubricante, sabía que JiMin era muy estrecho y que, sin el lubricante, le dolería.

— Da igual... sé que me va a doler... pero no importa... hazlo.

A pesar de la orden, YoonGi no podía, su amor hacia él le atenazaba.

— Hazlo ya, ¿qué importa el dolor? Sólo quiero sentirte...

Ni siquiera había empezado a prepararle. Se mordió el labio inferior, ensalivó la entrada del chico y luego puso su miembro. Estaba asustado, pero también excitado, comenzó a restregar la cabeza de su miembro en la entrada de JiMin, era otra forma de dilatar su entrada, menos eficaz, pero era otra forma.

Poco a poco, logró introducir la cabeza de su miembro y sintió dolor, se sentía demasiado apretado. Empujó hasta el final y JiMin gritó. YoonGi no se atrevió a moverse, veía a JiMin sollozar, sólo quería salir de él y saber qué tal estaba.

— No te muevas— le dijo, sollozando.

YoonGi le secó las lágrimas con los labios y JiMin le miró a los ojos.

— Te quiero.

No pudo evitar sentirse fatal, acababa de destrozarle por dentro y JiMin sólo podía decirle "te quiero"

— Yo también te quiero— dijo YoonGi, apoyando su cabeza en su cuello.

El mayor no podía aguantar mucho más dentro de JiMin, la entrada del chico le estaba matando, era demasiado estrecho...

— Mastúrbame— susurró JiMin.

YoonGi le miró y obedeció. Agarró el miembro de JiMin, que se había quedado completamente flácido tras la penetración, y comenzó a masturbarle. JiMin cerró los ojos y, lentamente, YoonGi salió de él. Una vez que lo hizo, respiró y comenzó a masturbar a JiMin.

A los segundos el miembro de JiMin estaba completamente erecto y, aunque YoonGi y JiMin se sentían doloridos, querían hacerlo. Así pues, con mucha suavidad, YoonGi le penetró y comenzó a moverse lo más despacio que pudo.

JiMin cerró los ojos y le abrazó, le estaba doliendo, aun se sentía molesto por la primera intromisión. Pero, por otro lado, no quería que YoonGi parara, nunca se lo había hecho así, despacio. Poco a poco y, con dolor, sintió que el orgasmo le sobrevenía. Se abrazó aún más fuerte a YoonGi y le clavó las uñas, sintiendo el orgasmo. YoonGi salió de su chico todo lo despacio que pudo y, cuando lo hizo, vio que su propio semen salía de JiMin junto con restos de sangre. Aquello no le gustó nada, se asustó.

— Deberíamos ir a urgencias— dijo, muy serio pero JiMin le abrazó.

— No será nada. Ni siquiera me duele— mintió.

YoonGi se tumbó a su lado, se sentía muy inseguro, quería que alguien revisara a su chico, quería que alguien le dijera que estaba completamente bien porque, si le decían lo contrario, se moriría.

— ¿En qué piensas?— preguntó JiMin, acariciándole la cara.

— En que no soporto la idea de que algo te pase— confesó y JiMin se encogió de hombros.

— Me sobreproteges demasiado. Son cosas que pasan. TaeHyung me contó que...— empezó y se interrumpió a sí mismo.

— ¿Qué te contó TaeHyung?

— Que le pasó esto con JungKook— dijo, apesadumbrado— no me gusta acordarme de JungKook y TaeHyung.

— Ya sabes que no nos va a pasar a nosotros.

— Lo sé. Soy el chico más guapo de la Universidad— dijo, sonriendo, pero volvió a ponerse serio—no sé qué vamos a hacer el año que viene... TaeHyung está realmente mal...

— El verano es largo, se dejarán de ver, recapacitarán, es muy probable que se echen de menos y lo arreglen— aseguró YoonGi, deseando que lo que dijera fuera cierto.

Fueron a la habitación de JiMin y entraron en su cuarto de baño, se dieron una ducha y se metieron en la cama. Estaban cansados y, en el caso de JiMin, aun se sentía dolorido. Se sentó en la cama y, mientras se acostaba, rogaba que aquel dolor pasara pronto o estaría sus estupendísimas vacaciones con YoonGi sin hacer nada.

A las dos horas se despertaron, JiMin miró a YoonGi, el chico estaba despierto observándole.

— ¿Cuánto tiempo llevas mirándome?

— Tres años— dijo, suspirando.

Se besaron y JiMin se puso encima de YoonGi. Al hacerlo se dio cuenta de que su entrada aún estaba dolorida. Mierda.

— Podríamos ir a la farmacia— dijo, como si nada— no tenemos lubricante...

— Sí, es verdad... pero ¿lo compras en la farmacia? Digo, los hay en tantos sitios...

— Tengo una farmacia cerca y no me apetece ir más lejos— contestó.

YoonGi le miró, entornando los ojos, y JiMin apartó la mirada. ¿Acaba de apartar la mirada? Estaba ocultando algo.

— ¿Quieres ir a la farmacia a por algo más que por lubricante?— preguntó YoonGi.

— No...— respondió el chico, con la boca pequeña. YoonGi sonrió y comenzó a quitarle los calzoncillos a su novio— ¿Qué haces?— preguntó, asustado.

— ¿Tú que crees que hago?

— ¡Para!— dijo, tratando de huir de los fuertes brazos de su novio.

— Vamos, JiMin, me apetece mucho...— dijo, con una sonrisa.

— ¡Pues a mí no!

— ¡Ya verás como sí!— dijo, atrapándole entre sus brazos y quitándole los calzoncillos— en el momento en el que empiece a masturbarte y a hacerte de todo en...— dirigió su mano hacia la entrada de JiMin.

— ¡Quita!

— ¿Por qué?— preguntó YoonGi, componiendo cara de pena y tratando de no reír— sólo quiero follarte salvajemente. Como hacíamos en la Universidad cuando empezamos, ¿recuerdas?

— ¡NO!

Si el sexo suave le había dolido, no quería imaginarse cómo le dolería el sexo duro. Los brazos de YoonGi se relajaron y el chico miró a su novio.

— JiMin, tenemos la suficiente confianza y complicidad para decirnos las cosas. No creo que haga falta toda esta parafernalia. Te he hecho daño, ¿verdad? Antes, cuando lo hicimos...

— Tengo la esperanza de que se me pase...— dijo el chico, muerto de vergüenza.

— ¿Puedo ver si te he hecho alguna herida?— pidió YoonGi. JiMin puso los ojos en blanco y, sintiéndose avergonzado, se puso boca abajo con el culo ligeramente en pompa— ¿Por qué pones los ojos en blanco? No es la primera vez que te pones así para mí.

— Pero sí por esto— dijo JiMin.

YoonGi agarró las perfectas nalgas de su novio y las separó, en el momento en el que lo hizo, JiMin emitió un débil quejido de dolor.

— Tienes una pequeña herida... pero yo no soy doctor, podría ser grave. Mejor vamos a urgencias, vístete.

— Sí, claro... como no eres tú el que tiene que ir por ahí enseñando el trasero.

— JiMin...

— Mira, vamos a la farmacia y, si en la farmacia nos dicen que tenemos que ir a urgencias... vamos a urgencias— dijo y YoonGi suspiró.

— Pero derechito a urgencias.

Se vistió y YoonGi le miró, le dio un beso y le acarició el mentón.

— Lo siento. Sé que a veces soy muy pesado, pero sólo quiero que estés bien— se explicó. JiMin, agradecido, le abrazó.

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