Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XIX Beatriz Araya

No comprendo nada; ¿cómo es posible que Sergio se haya ido así de un día para otro sin despedirse de mí? ¿Tan poco le importó? Seguramente, pero no entiendo por qué, si es así, David me dijo eso. Además, también me lo comentó la señora Esperanza. No es posible que ambos estén equivocados. Sin embargo, aun así, decidió largarse. Aunque no lo puedo juzgar, es justamente lo que tenía pensado hacer a pesar de sentir cosas por él.

—¿Por qué tan pensativa, Beatriz? —preguntó Esperanza, su tono enigmático me sorprendió. En ese instante, recordé que, antes de encontrarme con David, había estado en su búsqueda para informarle sobre mi partida.

—Nada importante, solo estoy un poco cansada porque acabo de dar un paseo.

—Entiendo, ¿ya te enteraste? —preguntó ella con una mezcla de frustración y melancolía.

—¿De qué? —dije, dudosa.

—Sergio se ha ido —confesó Esperanza, con la voz entrecortada y claramente destrozada.

—Sí, David me conto que él recibió una mejor propuesta en otro lugar y se fue sin despedirse.

—¿Te dolió que no lo hiciera? —indago con curiosidad.

—No, sé que para él es importante alcanzar sus sueños; me siento feliz de que lo esté consiguiendo —respondí sonriendo tratando de disimular lo que sentía.

—Y si te dijera que no es así, ¿qué pensarías?

—No la entiendo, señora, ¿qué me está tratando de decir? —cuestioné, confusa.

—Sergio no recibió ninguna propuesta; se fue porque tuvo una discusión con David. Antonio me lo comentó esta mañana.

Enterarme de eso me impacto totalmente.

—¿Discutieron por mi... culpa? —pregunté, sintiéndome terrible.

—No lo sé; sin embargo, si fue así, ya no importa. No te sientas mal, son cosas que pasan; a veces el destino nos pone trabas en el camino, pero uno es quien decide cómo enfrentarlas.

—No puedo no sentirme responsable sabiendo que, posiblemente, debido a mí él se ha alejado; ¿al menos saben dónde se encuentra? Si es así, puedo tratar de hablar con él.

—No sabemos hacia dónde se fue; sin embargo, Antonio mandará a alguien a buscarlo y regresará; puedes tenerlo por seguro. Es muy terco y no se dará por vencido.

Me tomé unos minutos para procesar toda la información; de pronto sentí curiosidad por saber por qué la señora Esperanza se escuchaba tan triste y qué motivo tendría Salazar para buscarlo. ¿No es mucha coincidencia que ambos se hayan encariñado con él? Quizás solo estoy dejando volar mi imaginación.

—Juana Dolores me dijo que me estabas buscando. ¿Era eso lo que me querías comentar?

Qué curiosa es la vida, estaba tan feliz hace unas horas y solo deseaba informarle de mi partida, pero ahora ya no sé lo que quiero; ¿cómo es posible sentirme así por alguien que ni siquiera conozco bien? No sé qué estoy esperando para recoger mis cosas e irme de una vez por todas de este lugar. Pero, para ser honesta, no me siento bien con esa idea; no quiero marcharme así sin saber nada de él. Seguramente volverá en unos días y yo estaré lista para retomar mi rumbo.

—Sí, era justamente eso —me sorprendí con remordimiento al mentirle.

—Tranquila, él volverá, lo sé —expresó Esperanza dándome un abrazo con optimismo.

—Espero que así sea, señora —dije, insegura.

Esa noche no pude conciliar el sueño, por más que lo intenté. Solo me preguntaba: ¿por qué todos aseguran que él volverá? ¿Cómo puede ser tan evidente para ellos y no para mí? ¿Cuánto tiempo estaría dispuesta a esperar por él? ¿Y si conoce a alguien más y decide no regresar? Son tantas las cuestionantes que invaden mi cabeza en este momento que lo mejor será dejar que el tiempo sea quien dé las respuestas.

Así fueron pasando los días, semanas y meses sin tener alguna pista de Sergio, y en realidad era algo que ya me presentía, y más sabiendo cómo es; veía su regreso poco probable, pues su determinación y orgullo sé que no lo dejarán hacerlo.

¿Será feliz en donde se encuentra? ¿Me pensará en algún momento? Durante este tiempo, las cosas han cambiado un poco por aquí; el señor Salazar poco a poco le ha dado todo el control y dominio de la hacienda a Juan David, algo que para todos se está haciendo cada vez más notorio, pero nadie comenta nada, al menos no abiertamente.

Aunque tengo que reconocer que no solo ha mejorado su trato con él, sino también con todos los demás, incluyendo a la señora Esperanza, que, a diferencia de cómo se llevaban cuando inicié a trabajar, ahora parecen dos buenos amigos. ¿Qué habrá cambiado?

Me atrevo a confirmar que en Juan David también algo se ha renovado, aunque no sé si él mismo se ha percatado de esto, pues se ha dado de forma muy paulatina y casi imperceptible. Pero para darse cuenta, solo hay que poner en una balanza cómo se expresaba antes y cómo lo hace ahora.

Incluso, cuando recuerdo esa conversación que tuvimos en las ruinas de la hacienda a la que fuimos hace algún tiempo, me causa gracia ver cómo se han transformado sus pensamientos y metas, aun sin proponérselo.

Ahora ama su trabajo y, cada día que pasa, crecen en él grandes expectativas e ideas para hacer de esta hacienda líder en ventas, tanto que a veces me recuerda a su hermano cuando lo escucho hablar de ello. Sin embargo, jamás podría verlo de la misma forma.

Ciertamente, David se ha vuelto un muy buen amigo, una persona a la cual admiro y respeto, pero nada más. Incluso les confieso que nuestras largas charlas, donde me cuenta anécdotas divertidas de ellos, han sido clave para que me encuentre todavía aquí, pues a través de él he podido conocer una versión de Sergio que lo hace más humano y completo.

De hecho, les compartiré una que me pareció realmente graciosa y hermosa en partes iguales. Cuando tenían 12 años, su padre Roberto les dijo que, si lo acompañaban y ayudaban en su trabajo al menos cinco días en la semana, les daría al final del mes una mesada con la que podían hacer lo que ellos quisieran.

Ambos tenían claro lo que harían con su primera paga: comprarían un postre típico mexicano llamado "capirotada", que solo habían probado una vez hace algunos meses, y del cual quedaron encantados. Pero, para ese tiempo, comprarlo era un lujo. Así que, ese día que finalmente recibieron el dinero, fueron directamente a la pastelería; sin embargo, la encontraron cerrada. Aparentemente, la dueña no se encontraba bien de salud, y se marcharon a casa decepcionados.

Al día siguiente, Sergio se quedó acostado diciendo que no se sentía bien, y David tuvo que acompañar a su padre casi a regañadientes a cumplir con su labor, aunque este sabía que más bien era una mentira de su hermano. Por lo que pensaba, en todo el camino de regreso, en no hablarle en lo que restaba de la semana. No obstante, cuando llegó, lo encontró junto a su madre con sus ropas llenas de miel, leche y uno que otro resto de ingredientes que llevaba la receta, sin dejar de mencionar el desastre que había en la cocina y que, más tarde, terminarían recogiendo juntos.

Debido a que a Sergio se le habían formado unas ampollas en las plantas de los pies por las largas horas que tuvo que caminar para comprar todo lo que necesitaba para hacer la receta, ya que su padre y David se habían llevado los caballos con los que el hogar contaba. Pero nada de eso les importó cuando dieron el primer bocado de aquella delicia, que no se asemejaba al que hacía la señora Carmela, pero al menos no tenía mucho que envidiarle.

Después de escuchar esa historia, decidí que quería aprender a hacerlo también, aunque no tengo claro si fue porque en mi interior albergaba la ilusión de que algún día Sergio lo aprobara de mis manos o si tenía la curiosidad de saber si era tan delicioso como lo había descrito David. Así que le pedí a Juana Dolores que me enseñara.

La primera vez fue realmente desastrosa; no quería que ella me ayudara mucho, solo que me guiara con las cantidades y el manejo del fuego, pero el resultado no fue lo que esperaba, por lo que decidimos intentarlo en dos ocasiones más, obteniendo el mismo resultado.

Cuando me iba a dar por vencida, finalmente, la señora Esperanza bajó a buscar lo que creo era una naranja, pero terminó sintiendo curiosidad por lo que estábamos haciendo y se nos unió. Nos indicó que teníamos que realizar algunos ajustes en la receta y me dio una charla de cómo tenía que aprender a trabajar en equipo. Luego de varias horas y risas, el resultado fue increíble.

—Está realmente sabroso, señora Esperanza —dije emocionada, saboreando cada bocado.

—Es así, señora, sin usted nunca lo hubiéramos logrado —confirmó Juana Dolores.

—Gracias, aunque creo que no es para tanto; he preparado platos más complejos.

—¿Más difíciles que esto? —pregunté asombrada.

—Claro, ¿Cómo creen que logré conquistar a Antonio? Después de su accidente, venía todas las tardes a traerle comida y uno que otro postre de vez en cuando; de hecho, este era uno de sus preferidos, a pesar de realizarse más en Pascua.

—Qué interesante; jamás lo hubiera imaginado, pero ¿a qué accidente se refiere? —cuestioné curiosa.

—Uno que sufrió hace muchos años ya; ahí perdió a sus seres queridos y también parte de sí mismo. Fue la razón de su amargura. A partir de ese momento, su vida cambió.

—Comprendo —solo logré decir. No quise indagar más porque siento que es un tema que podría causar malos recuerdos y no me parecía justo arruinar ese momento.

Luego de esa tarde, Juana Dolores, la señora Esperanza y yo nos reuníamos a preparar un nuevo platillo una vez a la semana, y desde entonces, amé cocinar casi tanto como tocar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro