Trabajando para mi esposo
Mi plan resulta de maravilla. Hoy mismo empezaré a trabajar para mi esposo. Entro a la oficina de Thiago con elegancia para aportar a la sorpresa que se llevará ese par. Mi vestido tubular y tacones negros me acompañan en mi misión.
En realidad, no he desempeñado mi carrera ni una sola vez desde que me gradué, no es que no me guste, es solo que no he tenido tiempo. Antes de entrar a la universidad, mamá y yo quedamos que en cuanto terminara la carrera, me ocuparía de verdadera pasión: la pintura. He estado constantemente viajando para obtener ideas para mis pinturas con estilo surrealista que me vuelven loca. He llegado vender muchas pinturas bajo el anónimo de: "Julieta". Bueno, mi nombre en español, pero igual, qué más da. Mis pinturas no son tan famosas como las de Jeff Koons o Gerahard Richter, que también son artistas contemporáneos, pero tienen su peso.
—Aquí está, la ingeniera industrial, Juliet —me anuncia Jack.
Tal como lo quise, Thiago está sorprendido, lo mismo que Sandra. Me miran como si fuera un extraterrestre. Si tuviera pinturas en la mano, los retrataría ahora mismo, y llamaría a mi obra: "Los sorprendidos".
—¿Qué haces aquí? —cuestiona finalmente mi adorable esposito con el ceño fruncido.
—Voy a trabajar para mi esposo —respondo desinteresada. Sandra me mira con recelo.
—Hola queridita —farfullo con mi sonrisita de Cruella de Vil. Ella suelta un resoplido, y yo me regodeo en su ruina.
—¿Qué? Jack, ¿qué significa esto? —continúa Thiago al borde de la histeria.
—Necesitabas una ingeniera industrial, ahí tienes una —me señala con el índice.
Thiago aprieta la mandíbula.
—Juliet, no puedes trabajar aquí.
—¿Por qué? —Me siento en su silla giratoria y cruzo las piernas.
—Quedamos que yo trabaja y tú te encargabas de la casa, ¿ahora quién lo hará? —Reposa las manos en el escritorio.
—Ah, no te preocupes por eso. Bueno —digo poniéndome de pie—, ya perdí suficiente tiempo. Jack ¿dónde queda mi oficina?
—Por aquí —señala a la salida.
Le sigo caminando lo más lento que puedo, y me detengo en mi enemiga.
—¿No me das la bienvenida?
—Bienvenida —dice masticando las palabras y sin mirarme a la cara.
La oficina que me muestra Jack está llena de vivos colores que, por un momento creo estar en un salón de clases del pre escolar. La estética de ese lugar, se aleja por completo de la imagen tradicional de oficinas convencionales. Las paredes están recubiertas de un amarillo brillante que por ningún momento se desvía de la elegancia, y en otra parte de la pared, está colgado un par de pinturas, las reconozco como mis hijas. En un espacio de alfombrado azul noche, un juego de sofás de figuras geométricas compiten por ser el más divertido. La luz se filtra a través del enorme ventanal y acoge desde el escritorio celeste hasta la puerta de salida. Me quedo sin habla.
—Lo mandé diseñar exclusivamente para ti —explica él.
—¡Es fascinante! ¡Incluso pusiste mis pinturas! Sabes que te adoro, ¿no? —Pruebo mi silla giratoria.
—Lo sé. Bueno, aquí empieza tu trabajo. —Abre una carpeta de archivos en el ordenador.
—Ay no. —Me cojo el rostro—. Me canso con tan sólo verlo.
—A eso viniste, ¿no? —Me mira con malicia.
—Mmm, en realidad no.
—Ah pues, lo siento mucho, pero debes hacerlo.
SANDRA
Estoy realmente conmocionada, ¿qué rayos hace aquí? No puedo creerlo, no debería estar aquí. Eso malogra mis planes; pero no se lo permitiré, ya lo verá. La cargaré de mucho trabajo hasta que quiera irse y ser ama de casa. Ella no pertenece aquí, ni mucho menos a lado de Thiago.
Llega la hora de almuerzo, me dirijo a la oficina de Thiago para almorzar con él, y de la nada sale Juliet y se cuelga de su brazo. El la mira sorprendido, pero no la aparta.
—¿Vamos a comer cariño? —pregunta melosa.
Esto es sofocante para mí, él se deja arrastrar por ella. Sandra, tranquila, es su esposa... Los celos me carcomen, aunque sé que su matrimonio no es real. Los empleados se los quedan viendo y los saludan con cordialidad. Puedo escuchar sus cuchicheos.
—¿Quién es ella? —pregunta una pelirroja.
—Es la reina.
—¿Qué?, ¿a qué te refieres?
—Es la esposa del rey, la esposa del presidente. Es guapa, ¿no crees?
—Sí, una belleza.
Los comentarios me irritan, Juliet es una verdadera molestia.
THIAGO
Juliet actúa rara, muy rara. Ya sé que ella es rara de nacimiento, aun así, me sigue pareciendo más raro de lo normal.
—¿Qué fue todo eso? —le pregunto extrañado.
—¿Eso de qué?
—Eso de cariño, colgarte de mi brazo. —Me suelto de su agarre cuando llegamos al comedor de la empresa.
—Ah, debemos aparentar bien, ¿no crees?
—Sales con cada cosa —suspiro.
En el momento preciso que nos sentamos, aparece Jack y ocupa la silla vacía.
—¿Por qué empiezan sin mí? —pregunta con fingida tristeza.
Juliet se acomoda el cabello.
—¿Tú no almorzaste ya con Cecilia?
—Sí, pero nuevamente tengo hambre.
Pedimos los almuerzos, y mientras llega, Jack y Juliet no dejan de reírse exageradamente. Hablan de puras tonterías y se ríen de estupideces. No debería sorprenderme, pero me siento incómodo. Parecen la pareja perfecta. Si se llevan así de bien, ¿por qué no se casaron? Serían los recién casados perfectos, derramando miel por todo lado. Ya me los imagino en casa, peleándose por lavar los platos, o por lavar la ropa, o limpiar la casa. A ningunos de los dos les gusta hacer las actividades domésticas, pero estoy seguro que lo harían por satisfacer al otro. Y dormirían... juntos. Ella no pondría ningún reparo en dormir junto a él, y mucho menos lo haría dormir en el suelo...
—Está un poquito duro —dice Juliet peleando con su carne.
Dejo mi tenedor para ayudarle, pero Jack lo hace antes que yo. Me quedo como quién dice vestido y alborotado.
—¿Quieres probar esto? —Él le da un poco de su pescado en su boca, ella relame los labios rojos.
—Delicioso, debí haber pedido pescado, mi carne está dura.
—Debiste.
Se me quita el apetito.
JULIET
Por un corto periodo de tiempo me pongo seria y realizo mis actividades en la oficina. Hasta que lguien llama a la puerta, Sandra.
—Juliet, aquí te traigo las encuestas —dice dejando un USB en mi escritorio—, revísalas, debes decidir qué producto le conviene más al público.
—Bien, gracias.
No sé por qué, pero ella espera a que abra el archivo y... ¡¿Todo eso tengo qué hacer?! Hay un montón de encuestas, estadísticas, gráficos... Mi cerebro es un gráfico.
—¿Todo esto?
—Así es. —Con una sonrisa de hiena se retira pisando fuerte.
¡MALDITA!
—Demasiado trabajo —lloriqueo.
Me paso toda la bendita tarde metida en esas cuatro paredes y mi trabajo parece nunca terminar. Me arde los ojos y me duele la espalda. Esto no es divertido, no me apasiona, y es sumamente cansador. Por un momento desvío mi mirada hacia la ventana, incluso las nubes grises son más felices que yo. Vuelto a mi escritorio para continuar con mi calvario. ¡¿En qué estaba pensando cuando me metí en esto?!
Thiago entra a mi oficina.
—Ya es hora de salida.
¿Ah sí? No me digas...
—Aún no termino. —Me derrumbo en el escritorio.
—¿Cuánto te falta?
—Todo esto. —Le muestro la pantalla.
—Es bastante.
—¿Me ayudas?, ¿sí? ¿si?
—No, es tu trabajo.
—Malvado.
Alguien toca la puerta, es Sandra nuevamente. Tengo ganas de hacerle la guerra, pero me contengo. En realidad, no tengo suficiente energía.
—Thiago, ¿puedes llevarme a casa? Mi auto se averió
¡¿Qué?! ¡¿quién se cree que es para pedir ese favor al esposo de otra?! Rápidamente mi mirada se enfoca en el aludido, parece estar pensándolo, eso no me gusta.
—Es que ahora...
—Va a ayudarme —le interrumpo—. ¿Por qué no tomas un taxi?
Su expresión no me está gustando para nada.
—Es que hace tiempo tuve un inconveniente y pues tengo miedo. Viajar sola en taxi no es una buena idea para una mujer.
Estoy a punto de decir que se pida un driver, pero Thiago se me adelanta.
—Bien no te preocupes, te llevaré a casa.
¿Qué?, ¿va a dejarme con todo este trabajo? Algo indefinido se clava en mi pecho. Prefiere dejarme sola y prefiere ayudarla a ella. Eso duele. Para herir menos a mi orgullo, vuelvo la mirada a la pantalla, no quiero ver la mirada triunfante de esa ladrona de esposos.
—Nos vemos luego —dice él.
"Nis vimos luigui". Ni siquiera me digno en contestarle.
THIAGO
—Parece que tu matrimonio está progresando —dice Sandra.
—¿Eh? —No sé qué decir. ¿Eso parece? ¿Juliet y yo parecemos cercanos? —. No, bueno, es decir...nos llevamos mejor. Hasta me he acostumbrado a vivir con ella. —Inevitablemente sonrío, pero borro mi sonrisa al instante.
—Ah, ya veo. —Sandra decide observar hacia la ventana—. La empresa está mejorando, ¿vas a divorciarte de Juliet?
Su pregunta me toma por sorpresa. Incluso freno de golpe. Menos mal estamos en la urbanización donde ella vive, de otro modo habría causado un gran problema.
Cuando recién me casé con ella era lo que más quería, pero ahora..., ahora es algo diferente. Me he acostumbrado a ella, se me haría extraño ir a dormir y no verla, levantarme por la mañana y no escuchar sus canciones mal entonadas, entrar a la habitación y ver su ropa tirada en el suelo, es... ¿Juliet ya quiere divorciarse?
—¿Ya no quieres divorciarte? —cuestiona con voz apagada.
—¿Eh? —titubeo—. Por ahora no. Sería muy extraño, ¿no crees? La gente hablaría demás, debe pasar un poco más de tiempo.
Ella asiente y sonríe apenas.
—Sí, claro.
Detengo el auto frente a su casa, ella besa mi mejilla tomándome por sorpresa.
—Gracias. —Baja presurosa y se pierde.
Enseguida voy a casa, enciendo la luz y veo en el sofá una chaqueta de Juliet, entonces me acuerdo de ella.
—Juliet, ¿estás aquí?
No obtengo respuesta. Aún debe estar en la oficina. Busco mi móvil en el bolsillo del pantalón y le marco, nuevamente no hay respuesta. Pongo el auto en marcha con dirección a la empresa. Las luces están apagadas, solo el gabinete de los vigilantes está activo. Subo a su oficina con prisa para encontrarla dormida.
—Vaya manera de trabajar.
Me acerco a ella. Está recostada sobre unos archivos. Veo hacia su pantalla, ya no le falta mucho. Me quito el saco y se lo pongo sobre su espalda. Después de una hora me pongo de pie, e intento despertar a Juliet, pero tiene el sueño pesado, la muevo una vez y llamo su nombre, pero nada. Solo sé que está viva porque respira.
—Te dejaré aquí.
Salgo de la oficina y regreso a moverla una vez más, duerme como piedra. No puedo dejarla aquí. Ay Juliet, Juliet, hasta dormida es un fastidio. Debió cansarse mucho. Me acerco a ella, volteo su silla giratoria en mi dirección y me pongo de espaldas a ella, luego de cuclillas, y coloco sus brazos sobre mi cuello atrayéndola hacia mí. Me levanto balanceándome, pero logro estabilizarme. De pronto viene el recuerdo de Jessy, aquella lejana vez cuando la llevé en mi espalda. Se siente la misma calidez; su respiración en mi cuello hace que me estremezca; muevo la cabeza intentando desprenderme de esas sensaciones.
JULIET
Estar en la espalda de Thiago es una sensación maravillosa, su aroma es delicioso, sus manos son tibias... Podría permanecer así por siempre. En realidad, me desperté la primera vez que me movió, pero quería saber qué haría conmigo. Después de todo tener tanto trabajo no fue tan malo. Me sube al auto y finjo que me despierto.
—¿Dónde estamos? —Me sobo los ojos.
—Al fin te despiertas.
—Ah sí, estaba muy cansada.
—Deberías reconsiderar el trabajar en la empresa.
¿Y dejar el camino libre a la roba maridos esa? Jamás.
—Ni lo sueñes.
—Veamos cuanto duras...
Thiago me levanta tempranísimo para ir a la empresa. Esa parte es la que menos me gustar de trabajar, levantarse temprano. Al final de la jornada laboral lo busco para irnos juntos. Lo encuentro con Sandra en su oficina, él la toma por los hombros y la mira de una manera que no me gusta.
Un escalofrío me recorre entera. ¿Qué está pasando?
—Juliet —dice al notar mi presencia—. Llevaré a Sandra a un hospital, no se siente bien. Te veré en casa.
Sin más ambos pasan de mí dejándome sola.
Estoy muy muy celosa, ¡muy celosa! ¡No la soporto! ¡La odio, y a él también!
Voy a casa y preparo la cena. Llega las nueve, las diez y él no llega.
Salgo a la puerta, veo un auto aproximarse, espero que sea Thiago, pero el auto se pasa de frente. Subo a la habitación y tomo mi teléfono, le marco, pero no responde, debe estar con Sandra. Los celos me matan, me duele tanto...odio estar de este modo, si no es Jessy tiene que ser Sandra. ¿Qué estará haciendo con ella? ¿Qué? Maldición. Me lanzo a la cama junto a mi celular y busco en YouTube: canciones para esposas engañadas. Me aparece un sin fin de opciones, elijo la que dice: "Comienza amanecer" de Perla, la cantante tiene un parecido a Sandra, quiero cambiar la canción, pero me gusta la letra, la repito una y otra vez y no sé como pero ya estoy cantándola a todo pulmón.
Comienza amanecer, sobre la espera del reloj son casi las seis, tan tarde y tú sin volver...
¡¿Por qué no vuelves ya Thiago?!
Los celos me hacen ver, el sucio cuarto de un hotel, los veo a los dos, desnudos haciendo el amor...
¡Thiago, maldito Thiago! ¿Qué pueden estar haciendo un hombre y una mujer a estas horas? ¿Por qué Thiago? ¡¿Por qué?!
Yo nunca he sabido por qué, me cambias por otra mujer.
Jessy y Sandra, mis peores pesadillas. Jessy está perdonada, pero esa Sandra...
Quisiera gritar, quisiera correr y escapar, y veo que no soy capaz.
Eres una cobarde Juliet. Tomo mi teléfono una vez más, pero esta vez marco a Jack. En cuanto me contesta canto:
—Sálvame del olvido, sálvame de la oscuridad...
Él suelta una risotada.
—¿Qué ocurre querida?
—Jack, llévame a un bar...
THIAGO
Vuelvo a casa muy tarde, me muero de sueño. Quería venir antes, pero Sandra no me dejaba. Tuve que dejarla hasta su casa y esperar a que se durmiera después de tomar la medicina que le recetó el médico. Lo bueno es que solo tenía estrés.
Reviso mi teléfono y veo llamadas perdidas de Juliet, debe estar preocupada. Subo a la habitación y no la veo, busco en toda la casa, pero no la encuentro. ¿A dónde habrá ido a estas horas?
Llamo a casa de sus padres y al parecer no está ahí, ¿cómo se le ocurre salir a estas horas?, ¿y si no salió?, ¿si le pasó algo? Le llamo a su teléfono, pero está apagado. Empiezo a desesperarme. Llamo a mis padres y me dicen que Jack tampoco está en casa, ¿estarán juntos?, ¿qué diablos hacen hasta esta hora?, ¡maldición!
Salgo a la calle, y camino de un lado a otro. Intento entrar a casa y veo las luces de un auto aproximarse, es el auto de Jack. Se baja él y baja a Juliet en brazos.
La escena me produce un nudo en la garganta.
—¿Qué ocurrió? —Corro hacia ellos.
—Está ebria —responde Jack.
La preocupación se convierte ira. Siento fuego recorrer todo mi cuerpo. Nunca había tenido tantas ganas de golpear a mi primo.
—¿Cómo te atreves a llevarla hasta estas horas?
—Ella me llamó, quiso beber conmigo.
—No debiste hacerlo. —Arrebato a mi esposa de sus brazos.
—Debes cuidar a tu esposa —dice serio, sube a su auto y desaparece.
Me quedo atónito con sus palabras. No termino de asimilarlas incluso cuando entro a casa y subo a la habitación con ella brazos. La acuesto en la cama con cuidado. Su vestido maíz se sube hasta sus muslos dejándome ver la tersa piel de sus piernas. Carraspeando la cubro con la sábana y de la nada se despierta.
—Thiago, eres un idiota —masculla entre dientes mientras, me señala con el dedo. La miro mal y hago el ademán de irme—. Eres malvado—. Se sienta de golpe.
—Uff. Sólo duerme. —La recuesto nuevamente.
—Thiago —jadea. Me toma de la camisa y me jala hacia ella, mi rostro queda a centímetros del suyo. La cercanía me pone nervioso.
—Qué ha...
Pega sus labios a los míos, impidiéndome hablar.
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