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Tanto Amor

Intento pegar el ojo pero no lo consigo, es demasiado incómodo. Me incorporo y veo al energúmeno dormir plácidamente. Siento envidia. ¿Pero porque tengo que dormir aquí?

Siempre he sido la consentida de mamá y papá, me han dado siempre lo mejor. La mejor habitación, la mejor cama, la mejor escuela, etcétera etcétera... Ahora ese sujeto me está tratando peor que a su mascota; de hecho estoy segura que si tuviera un perro, estaría durmiendo junto a él. Cecilia siempre duerme junto a su perro.

Me levanto sigilosamente y me paro junto a la cama. Se ve tan cómoda... Thiago respira lenta y tranquilamente, sus pestañas rozan sus pómulos, y su boca está entre abierta. ¿Debería interrumpir su sueño lanzándolo fuera de la cama? ¡Claro! La cama será mía.

Me afianzo colocando una rodilla en la cama, y coloco mis manos sobre el cuerpo de mi esposo. Solo debo empujar y listo. Estoy a punto de hacerlo cuando mi vocecita de la conciencia me dice que no. ¡Nah mentira! En realidad lo he pensado mejor, si lo empujo él caerá, despertará, se enojará y me mandará nuevamente al sofá. Y no podré hacer nada. Mejor dormiré junto a él sin que lo note, me despertaré temprano y saldré de la cama antes que el sol decida inmiscuirse por la ventana. Claro eso es mucho mejor. Me acuesto en la cómoda cama, le quito el edredón y me enrollo como oruga. Sí, esto es dormir bien.

—¡¿Qué rayos haces aquí ?! —Una voz chillona interrumpe mi pacífico sueño.

¡Pero si recién acabo de cerrar los ojos! No no es así, la luz ya se está colando por la ventana. Qué horrible sensación de apenas meterte a dormir y suena el despertador, el alarma o lo que sea, y sentir que no has dormido nada. Hubo un tiempo en la universidad en la que me pasaba siempre los mismo, así que lo que hice fue poner el alarma dos horas antes de mi alarma final. Por lo que al despertar dos horas antes, y ver que aún faltaba mucho tiempo para mi despertar triunfal, me volvía a dormir cómodamente, así ya no sentía que no dormía nada. 

—¿Eh? —Abro mis ojos con dificultad—. ¿Qué haces aquí? —Veo a Thiago en mi cama.

—No. Tú que haces aquí. —Me mira enfadado. Veo la habitación y recuerdo que estamos en la luna de miel—. Quedamos que tú dormirías en el sofá.

—Ahhh —bostezo—. Estaba incómoda, ¿porqué no duermes tú ahí?

—Porque yo te gané la cama. —Su ceño está tan fruncido que me recuerda a los pollos de "Angry birds". No son pollos tonta, son aves. ¿Y qué los pollos no son aves? ¡Juliet no te desvíes del tema!

Bien, me siento para estar a su nivel, porque echada no puedo darle una buena pelea.

—No quiero dormir en el sofá, así que tienes que compartirme la cama. —Elevo mi ceja de diva y frunzo los labios.

—Uff, realmente eres molesta. —Se levanta y se mete a la ducha.

Yo gané en nuestra primera pelea marital. ¿Era la primera no? Como sea, Juliet: 1 y Thiago: 0.

THIAGO.

Esa chica es fastidiosa en verdad, tan egocéntrica, uff. Haré todo lo posible por recuperar la empresa y divorciarme lo más pronto posible.

Salgo del baño y veo a Juliet comer como si no hubiera comido en años, se abolla todo en cuestión de segundos.

—Te vas atragantar —le advierto mientras seco mi cabello.

—¿Quieres? —Me extiende una salchicha.

—¿Por qué no eres una chica normal? —Le retiro la mano. No sé por qué acepté venir a esta luna de miel. ¡Con una lunática!

—Porque soy única e inigualable —dice en un tono presumido.

—Menos mal, porque con tantas como tú, el mundo sería una destrucción total.

No responde mi comentario por estar concentrada en comerse todo. Me imagino que se mata haciendo ejercicios para no engordar con toda la grasa que se avienta.
Termina de desayunar y se mete al baño para cambiarse de ropa. No para darse un buen baño. Bien, no diré nada al respecto. Sale con un vestido floreado largo, unas sandalias bajas y un enorme sombrero y unas gafas de sol. Creo que con las justas se lavó la cara. Nunca de los nunca he conocido a chicas como ella. Bueno a decir verdad no he conocido muchas chicas en mi vida ni siquiera a mis compañeras de la universidad. Pero estoy seguro que Juliet es de una especie rara, quizá única en su especie.

Teníamos pensado en pasar el día cada quien por su lado.

Ni bien ponemos un pie fuera de la habitación, el sujeto fastidioso de ayer se nos acerca.

—Buenos día bella pareja. Me encanta tus gafas —se dirige a Juliet.

—Son de marca —puntualiza ella.

—Oh claro. Bueno vengan conmigo. —Nos arrastra al salón principal del hotel. Un montón de parejas de recién casados están reunidos ahí.

—Buenos días —saluda un sujeto Calvo—. Soy el anfitrión en este día. Hoy realizaremos Tours en la playa. Tomen las manos de sus parejas y no se separen.

—Ni se te ocurra agarrarme la mano —advierte Juliet.

Oh tanto que quería hacerlo.

—No lo pensaba hacer, amo demasiado mi mano como para juntarla con la tuya.

—Si claro —chasquea la lengua.

JULIET.

Thiago es un fastidio, pero no le tomaré importancia. Pensábamos separarnos para disfrutar del viaje, pero ya que nos ofrecieron un paseo por la playa, lo aprovechamos.

El resto de parejas derraman miel a cada paso que dan, somos la única pareja que no se ha tomado de las manos.

Llegamos a la playa, es hermosa, llena de palmeras, y el mar es Celestino. Podría pasar mi vida entera aquí.

Caminamos hacia unas rocas y vemos lobos marinos, son animales confiables pero me da un poquito de miedo, aunque al parecer son amaestrados.

—Pueden lanzarle una moneda y ellos se lo devolverán —indica el anfitrión.

Inmediatamente Thiago saca una moneda de su bolsillo y la lanza, un lobo se sumerge  al interior y la saca en su hocico, él la toma y acaricia la cabeza del animal y sonríe de una manera... no sé como explicarlo, es una combinación de ternura y sensualidad, su sonrisa es simplemente preciosa; parece una persona distinta. Reacciono y me doy palmadas en la cara, ¡¿cómo puedo estar pensando esto?! Al parecer el vio la escena y me mira con extrañeza, como si fuera un bicho raro.

—¿Qué me ves? —intento disimular—. Ya sé que soy bonita pero no me mires tanto, me puedo desgastar.

—Uff —resopla mientras volca los ojos y pierde su vista en el mar.

THIAGO.

Juliet es tan extraña, siempre hace cosas raras. Pero no debería sorprenderme, la palabra normalidad no combina con ella.

El anfitrión llama nuestra atención.

—Bien queridas parejas, realizaremos nuestro primer concurso marital. Todas las parejas presentes deberán remar en los botes que se les otorgará a cada una hasta llegar a la meta indicada, una vez en tierra, el esposo deberá cargar a la esposa y llegar al banquete preparado, una vez ahí comerán las porciones establecidas, pero no vale comer por sí mismo, es decir el esposo dará de comer a su esposa y viceversa. La pareja que lo haga primero es la ganadora de quinientos dólares y un talismán bendecido por el poderoso Wiky.

—¡Vamos! —Me jala Juliet entusiasmada.

Las parejas caminan contentas detrás del calvo anfitrión. Mi "amada" esposa toma mi mano —aunque dijo que nunca lo haría—, e intenta hacerme caminar.

—No pienso participar en esa estúpida competencia. —Pongo resistencia. Me suelto de su agarre y no doy ni un solo paso.

—¡¿Por qué?! —se exalta ella.

—¿Acaso estamos casados realmente?

—¡Sí! —Me muestra su anillo.

—Pero es es una farsa, no tenemos porqué fingir amor aquí.

—No te estoy diciendo que me des amor, sólo quiero participar en la competencia.

—Una competencia para parejas que se aman y profesan su amor hasta por los codos, no quiero ser partícipe de ello.

Juliet se quita las gafas para convencerme con sus brillantes ojitos.

—Pero yo quiero participar. —Hace un puchero.

El resto se ha adelantado bastantes metros.

—¿Para qué?

—Quiero el premio —habla como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Quinientos dólares? Yo te los doy. —Saco mi billetera.

—No quiero el dinero, quiero el talismán, quiero la energía positiva de Wiky.

—¿Quién diablos es Wiky?

—No sé pero quiero su protección.

No puedo creer que me he casado con una mujer tan ingenua. Tranquilo Thiago, no será por mucho tiempo.

—Estoy seguro que ese tal Wiky es producto de la imaginación de esos bribones.

—¡Que te caiga la maldición de Wiky! —me amenaza. ¿Es en serio?

—Uff, me rindo. —Hago el ademán de irme. Doy unos cuantos pasos intentando bajar de las rocas.

—Hey —me detiene del brazo—. Quiero participar. —Hace un puchero y habla como niña—. Haré un escándalo si te vas —acusa con su dedo.

—Hazlo —la reto, pensando que no se no se atreverá hacerlo. Inmediatamente se tira al suelo y finge llorar, captando la atención de todos. Lo demás turistas la miran como lo que es: una loca.

— ¿Qué haces? —le pregunto molesto—. ¡Levántate!

—Te dije que lo haría —sonríe maliciosa y continúa con su llanto fingido. Detesto ser el  centro de atención de una escena ridícula. Maldición.

—Está bien tu ganas —me rindo—. Ponte de pie.

—De acuerdo. —Se para de golpe y sonríe victoriosa.

JULIET.

Tuve que hacer un berrinche para convencer a Thiago, pero lo conseguí. Juliet: 2 y Thiago: 0.

Bajamos de las rocas y alcanzamos al resto.

El anfitrión da las pautas mientras Thiago y yo subimos al bote. El silbato suena y empieza a remar. Cada vez que lo hace los músculos de su brazo se marcan bajo la camisa playera.

—¡Vamos vamos! —animo—. ¡Rema con más fuerza!

—Deja de hacer bulla —me corta Thiago.

—Sólo te estoy animando.

—Me ayudas si estás en silencio.

Chasqueo la lengua.

Una pareja pasa cerca de nosotros.

—¡Vamos cariño! —anima la joven.

—¿Lo estoy haciendo bien? —pregunta su esposo. Ternurita.

—Si mi amor, ¡somos los mejores! —grita mientras le seca el sudor con un pañuelo.

Tengo ganas de hacer lo mismo, no quiero que me vean como una mala esposa, así que me acerco a Thiago que está muy concentrado en remar y le soplo la cara.

—¿Qué haces? —pregunta sorprendido.

—¿Tienes calor cariño? —continúo soplando, y miro a la pareja quienes miran curiosos. La pelirroja mira presuntuosa.

—Deja de jugar —me aleja Thiago al notar mis intenciones.

—¡Somos los mejores!, ¿quiénes ganarán? —grita la mujer.

—¡Nosotros! —contesta su marido.

Ah no, no pienso quedarme atrás. 

—¿Quiénes son los mejores? —Codeo a Thiago para que responda. Pero él no lo hace, incluso escucho el sonido del grillito.

—Uff —resopla y volca los ojos. La pareja se ríe de mi.

—¿Por qué no gritas? —Le golpeo el brazo.

—Estás loca si piensas que voy hacer el ridículo, suficiente tengo con participar en esta tonta competencia.

—Malvado. —Lo miro furiosa. Entre tanto llegamos a tierra, más bien a arena.

Ni bien bajamos, los esposos alzan a sus esposas. La pareja que nos hace guerra, toma la delantera. Yo intento subir a la espalda de Thiago pero es alto y no consigo colgarme.

—¿Por qué no te agachas? —le gruño. Hace un gesto de fastidio, se agacha y aprovecho para colgarme de su espalda. Envuelvo bien mis piernas y me sujeto de su cuello. Por suerte el vestido es holgado.

—¡Vamos vamos! —le animo.

—¿Acaso soy tu caballo? —Sostiene mis piernas.

—Sólo avanza rápido. —Me desespero al ver la lentitud con que camina.

—Debes ser más inteligente. ¿Ves a esa pareja que corre como locos? Se va a cansar, y que hay de la otra —señala a una pareja de mediana edad—. Van a caer —ni bien pronuncia las palabras, la pareja cae.

—Guau —me sorprendo.

Casi llegamos al banquete donde espera el anfitrión y Thiago empieza a correr dejando atrás a la pareja integrada por la odiosa pelirroja.

—¡Avanza! —le grita a su fatigado esposo.

Le saco la lengua mientras pasamos junto a ella. Llegamos y Thiago me baja de golpe. Por poco y caigo.

—Bien empiecen a comer —indica el sujeto calvo—. Ya saben, tienen que dar de comer a sus parejas.

—Empecemos —sonríe malicioso Thiago e introduce de golpe una lechuga en mi pequeña boca, continúa con un tomate, carne, todo lo mete de golpe. Siento que voy ahogarme.

—Hazlo despacio —hablo con la boca llena—. Voy atragantarme.

—¿No querías ganar? —Continúa  metiendo comida en mi boca, no me quedo atrás y hago lo mismo.

—Esta pareja realmente quiere ganar —comenta el anfitrión—. Tanto amor —suspira.

Uy sí claro, tanto amor...

Acabamos la comida rápido. La pareja odiosa quiere ganarnos, pero devoro la comida con extrema rapidez y acabamos antes.

—Parece que hay una pareja ganadora. —Se acerca el calvito a nosotros. 

—¡Sí! —grito emocionada. Thiago tiene ganas de vomitar. Volteo a ver a la pelirroja triunfante.

—Este es el premio, quinientos dólares y un talismán con la protección de Wiky. No sólo atrae energías positivas, también hace que su matrimonio dure por y para siempre.

—¡¿Que?! —grito asustada. Thiago sonríe de medio lado.

¿quién diablos es Wiky?, ni yo misma lo sé... 😂

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