¿Matrimonio?
No lo puedo creer, ¿de verdad mamá estaba pidiendo que me case?, ¿porqué o qué? A lo mejor escuché mal. Mamá no podía estar hablando en serio.
—Escuchen. —Se sienta frente a mí—. Han estafado al esposo de Mónica, su empresa se irá a la quiebra, y debemos ayudarla. Es mi mejor amiga, todo está a tu nombre —se dirige a mí—, nuestra empresa y bienes está en tus manos, debes ayudarla, ¿si?,
Y yo que tengo que ver en eso...
—No entiendo mamá. —Frunzo el ceño.
—Si te casas con su hijo, tus acciones serán de él, y sus acciones serán tuyas, podremos unir nuestras empresas, nuestros inversionistas... y una vez que su empresa se recupere beneficiará a la nuestra también, saldremos ganando; pero no lo hagas por eso, hazlo por mí ¿si? —Se inclina hacia mí y toma mis manos—. Mi amiga relamente me necesita y es el único modo de ayudarla, de paso ayudamos a su hijo también, es un joven bueno. Cuando fui a conocerlo a España pude darme cuenta de lo triste que está, tú puedes ayudarle a superar sus tristes recuerdos, necesita estar a lado de alguien tan vivaz y alegre como tú. Hija por favor ¿si?
Me quedo perpleja, no sé que contestar.
—Eres consciente de lo que pides? — interviene mi padre. La mira como si se hubiese vuelto loca.
Mamá suelta mis manos para fijar su concentración en él.
—Tú también eres amigo de Raúl, sabes lo enfermo que está, debes ayudarlo.
—Si, pero por eso no voy a casar a mi hija con alguien que no conoce ni mucho menos quiere.
—Es sólo por un tiempo, hasta que se recuperen, luego si desea puede divorciarse, además el puede ser el amor de su vida, quien sabe.
—Estás loca —determina exasperado poniéndose de pie.
—Que lo decida Juliet. —Me mira fijamente—. Cariño ¿lo harás?, no te obligaré a nada, respetaré tu decisión.
—Am yo... —No sé que hacer, quiero ayudar a los amigos de mis padres. Tengo curiosidad por su hijo también. Jack me habló un poco de él, pero siempre soñé con casarme por amor, creo que todos sueñan con eso—. No lo sé madre, necesito pensarlo.
—Está bien cariño, ¿quieres conocerlo? Organizaré una cena para que se conozcan, ¿si?
—¡Isabel! —La voz de mi padre casi rompe un jarrón de la estantería. Nunca le había hablado así a mamá.
Ella ni se inmuta, en vez, fija su mirada en la mía como gatito, de hecho me hace recordar al gatito de Shrek.
En fin, en algún momento tendré que conocer al famoso hijo de los amigos de mamá, así que...
—De acuerdo —suelto sin pensarlo muy bien.
—Hija... —dice papá preocupado.
—Está bien papá —digo poniéndome de pie y tomo sus manos—. Tan solo voy a conocerlo...
—Gracias cielo —escucho la voz de mamá.
THIAGO.
—¿Estás loca mamá?, ¿cómo se te ocurre que voy a casarme?
Lo último que me faltaba... Casarme con una completa desconocida...
—Hijo por favor, te lo suplico. Te llevarás bien con ella, es una chica encantadora y preciosa...
—¡No lo haré madre! —Empiezo a exasperarme. ¿Cómo puede venderme de ese modo? Recién acabo de llegar y se quiere deshacer de mí.
—¿Porqué? —cuestiona como si el falto de raciocinio fuese yo—. Ni siquiera tienes novia, es tu oportunidad de ser felíz, de tener una nueva vida, puedes volver a enamorarte.
¿Volver a enamorarme? Me quiere obligar a casar con una mujer que jamás he visto en mi vida y pretende que me enamore de ella... ¿Qué diablos le pasa?
—No será así mamá.
Me mira fijamente, que incluso me produce escalofríos. Esa mirada que ponía al regañarme cuando era muchacho.
—¿Es por esa chiquilla? —suelta. Una parte de mi se estremece—. ¿No comprendes que está muerta?, ¡nunca más volverá!
Sus palabras me hieren. Sé que está muerta pero hay algo muy en el fondo que me dice que no, que ella no murió y que está por algún lado. Por ello no quiero casarme, porque le prometí que lo haría con ella. ¡Cielos debo estar loco! Pero no quiero casarme con esa mujer, ni con nadie. Mucho menos si no la conozco.
—No quiero volver a escuchar del tema, ya te dije que no lo haré. —Me levanto, estoy a punto de salir y sus palabras me detienen.
—¡Tu padre está muriendo! —Me paralizo completamente. Una punzada atraviesa mi pecho... ¿Mi padre mueriendo?
—¿De que hablas? —pregunto nervioso. Me giro lentamente hacia ella quizás queriendo descifrar alguna mentira en sus palabras, pero lo que veo es preocupación y profunda tristeza en su mirada. Mamá no está mintiendo y me temo lo peor.
—Tu padre no desea que sepas, pero está muy enfermo; le diagnosticaron un tumor en el cerebro —comienza a llorar—. Necesita hacerse un tratamiento urgente. Por favor hijo, te lo ruego.
Mi padre enfermo, no puedo creerlo. El hombre que siempre comprendió mis sentimientos, que me apoyó en todo momento, quién veló por mí bienestar... ¿Fue por eso que no estaba en casa? ¿Y dónde está ahora? Mi padre con su vida colgando de un hilo... ¿Por qué? ¿Por qué la vida se ha ensimismado en quitarme lo que más amo? Primero Jessy y ahora mi papá... No podría soportarlo.
JULIET.
No podía pensar con claridad... ¿casarme? Un contrato matrimonial. ¿Quién se casa de ese modo en pleno siglo veintiuno?
Como toda mujer, sueño conocer a un bueno tipo, sin importarme su procedencia o condición social, simplemente que me ame y que yo lo ame a él. Viajar por el mundo juntos y enamorados. Incluso si tuviese que era hippie.
Me acerco a la baranda y obervo los niños jugar alegremente, sin problemas ni preocupaciones. Cada vez que algo ocupa mi mente, vengo al parque de diversiones.
—¡Bu! —me asusta Jack como siempre.
Le pedí que venga hacerme compañía y que me brinde sus "sabios consejos". Jack y yo congeniamos muy bien. Desde la primera vez que nos vimos fluyó una química invisible, como si ya lo conociera. Y él se sintió de ese modo.
Podría casarme con él si fuese el heredero de esa familia. Aunque no estoy segura de poder enamorarme... Es decir, nos llevamos bastante bien, reímos, jugamos... Pero no podría sentir más que amistad hacia él.
—Hola Jacko. —Le doy un golpe en el estómago.
—¿Porqué sigues diciéndome Jacko? —Peina su cabello hacia arriba. Cada que sonríe se dibuja hoyuelos en sus mejillas, y sus ojos grandes y vivarachos brillan con la luz de sol.
—No sé. —Elevo los hombres—. Me gusta.
Sonríe y se para junto a mí recostando los antebrazos en las barandas de fierro. Desde la segunda planta del moderno parque de diversiones se puede observar todo con el viento golpeando con dureza nuestros cabellos.
—¿En qué estabas pensando? —Concentra su mirada en unos adolescentes aprendiendo a montar skate. Sonríe nostálgico como si recordara algo importante.
—Pues... —dudo en decirle—. ¿Cómo es tu primo? —suelto derrepente.
Deja de mirar a los muchachos y me mira intrigado y algo más que no consigo comprender.
—¿Por qué me preguntas por él? —Frunce el ceño—. ¿También vas a molestarme con eso como lo hace la loca de Cecilia?
—Humm... sólo tengo curiosidad.
Asiente y se pone cómodo sobre el barandal.
—Bueno él es... —hace el ademán de pensar—. Serio y frío... Pero es buena persona y no es de mostrar su lado romántico, sólo lo hizo con una persona.
¿Ya se ha enamorado? ¿De quién? ¿Y si continúa enamorado? Pobre... Es una de esas historias donde el protagonista ama desesperadamente a una muchacha pobre pero se ve en la obligación de casarse con la villana rica para salvar su patrimonio... ¡Un momento! ¡¿Yo soy la villana?! ¡Qué horror! No lo puedo permitir, no puedo casarme con él... Pero si él si quiere casarse para salvar a su familia... Entonces podría llegar a un acuerdo, incluso podría ayudarlos a vivir su amor y luego darle el divorcio...
En realidad tengo demasiada curiosidad hacia el dichoso primo.
—¿De una muchacha pobre? —le pregunto.
Me mira consternado...
—¿Cómo lo sabes...?
¡Lo sabía! Soy la villana de la novela...
—Porque siempre sucede así. Se quieren mucho, ¿no es así? Y no pueden estar juntos porque ella es pobre. Pobrecitos. Qué lamentable lo de las clases sociales. No debería suceder en estos tiempos, porque...
Jack me interrumpe con su sonora carcajada.
—¿Qué sucede?
—Juliett querida, la amada de mi primo murió...
Adiós a mi novela mexicana. ¿Murió? Pobrecito.
—Pobre, debió haber sufrido su muerte.
—Sí. Ella era especial —suspira.
Ahora tengo más ganas de conocerlo. ¿Podría hacerle sonreír como dice mamá?
Sonrío ligeramente y mis ojos se fijan en su cámara que sacó de un pequeño maletín.
—Préstame tu cámara. —Intento quitarle.
— ¡No! —Retrocede—. Me costó caro y si lo dejo en tus manos seguro le ocurre algo.
—La cuidaré, sólo préstame, ¿si? —Trato de arrancarle de las manos, pero él es alto y lo sujeta aún más alto.
—No, sólo si me alcanzas —se burla.
—¡Dámela! —salto para poder alcanzarla y sin querer lo empujo y hago que suelte la cámara. Va a parar en el primer piso sobre un trampolín de niños.
—Oh mi cámara —se queja—. ¡Juliet! —Me ve con ojos de miedo.
—¿Lo siento? —Pongo mi expresión de disculpas.
Bajamos apresurados a buscar la dichosa cámara. Nos metemos en el trampolín, y no podemos avanzar, los niños saltan como canguros y caemos constantemente.
— ¿Por qué vinimos a un parque de niños? —le reclamo.
—Fue tu idea. —Me mira con enfado fingido.
Luego de muchos intentos alcanzamos la cámara.
Subo a su auto y me lleva de vuelta a casa con varios dolores en la espalda,
—Hoy habrá una cena en mi casa, tu familia vendrá. No faltes ¿de acuerdo?
—Okey, ahí estaré. —Guiña un ojo.
Corro alistarme lo más rápido que puedo, lo bueno es que mi prima me ayuda.
—¿De verdad vas a casarte? —Saca vestidos de mi armario.
—No lo sé. Quiero ayudar a la señora Mónica y su esposo, pero ya sabes que siempre quise casarme con alguien que ame.
—Lo sé, pero puede ser que lo ames después que te cases, el orden del factor no altera el producto. En los tiempos antiguos eso pasaba, y terminaban amándose apasionadamente. —Se estruja los brazos—. O también se repudiaban —suelta un suspiro.
—Jajaja. Al menos voy a conocerlo y si es guapo me caso —bromeo.
—Bien pensado.
THIAGO.
Me alisto para ir a la mentada cena. Lo hago sólo por mi padre, estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por él.
Cuando vino a casa me abrazó con todas sus fuerzas, y lo sentí tan compungido que me destrozó el alma.
Jack llega haciendo su conocido silbido.
—Qué guapo estás —dice sardónico.
—Nací así —le sigo el juego.
—Claro es de familia —sonríe de medio lado—. Voy a mi habitación a alistarme.
— ¿También irás?
—Claro, también fui invitado.
—Está bien. ¿Sabes el motivo de la cena?
—Humm no sé, ¿para comer?
—Claro, es lo que tu remota mente puede pensar.
—Más bien mi estómago, tengo hambre.
—Mejor ve a alistarte de una vez.
—Okey.
Esperamos a Jack en el auto de mi padre, como siempre se demora como mujer para ponerse una triste camisa y pantalón.
—Aquí estoy. —Llega bailando.
—Sube rápido, llegaremos tarde —riñe mi madre.
Llegamos rápido. La casa es tan grande como la mía. Entramos y un amplio jardín nos da la bienvenida.
Sale a recibirnos la señora Isabel que tiempo atrás vino con mi mamá a visitarme a España. Enseguida sale el señor de la casa y una joven rubia bastante alta, me pregunto si ella es con quien debo casarme.
—Ella es Cecilia mi sobrina —interviene Isabel. Entonces no, ella no es.
—¿Tú eres el primo de Jack? Si que eres guapo. Mi prima si va a querer casarse contigo —habla la chica rubia, tan rápido que casi no puedo entenderlo.
—No hables tonteras —dice Jack.
—Cecilia siempre tan directa. Ahora conocerás a mi hija. —La señora Isabel me arrastra del brazo al salón principal. Lleno de estanterías con jarrones. Colecciones de ellos. Los muebles blancos y extensos, lámparas victorianas y paredes cremas.
Entra a la sala una joven más baja que la rubia, de cabello largo y oscuro.
—Ella es Juliet, mi hija —dice Isabel.
—Hola —saluda la joven con la mano.
La veo bien y la reconozco inmediatamente; es la joven del aeropuerto. Ella frunce el ceño al parecer también me reconoce.
—¿Tú? —decimos al unísono, mientras nos señalamos con el dedo.
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