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Doble amor(capítulo final)

MAMÁ DE JULIET (12 AÑOS ATRÁS)

He intentado por todos los medios tener un hijo, pero parece que es momento de desistir después de haber intentado tanto. No tiene sentido seguir insistiendo en algo imposible, solo nos hace daño a mí y a mi esposo. Únicamente un milagro podría darnos la posibilidad de ser padres.

Me siento en el cafetín del hospital para esperar a mi esposo. En una mesa contigua a la mía se sientan un par de médicos. No tenía intención de prestar atención a su charla, pero al estar relacionada con la reciente noticia, mi curiosidad me gana.

—¿Cómo se encuentra? —pregunta uno de ellos.

Me parece que se está refiriendo a una de las víctimas del accidente, del que fallecieron en su mayoría.

—Está mejor, ha despertado, pero no recuerda absolutamente nada. Se le ha realizado una prueba de ADN, y es compatible con dos de los fallecidos.

—Mmm, ¿y nadie ha venido por ella?

—Pues no, tampoco sabemos su identidad.

—Es lamentable.

—Sí, siento lástima por ella. Una vez que se recupere totalmente, la llevarán a un orfanato.

¿Orfanato? ¿Se trata de un menor? Qué lástima.

—Vaya, qué pena, perder a sus padres así...

—Sí, iré a verla en estos momentos. —Mira su reloj.

—Bien.

Ese último comentario llama aún más mi atención.

Los médicos se ponen de pie, van a volver a sus puestos. Sin pensar correctamente los sigo. Uno de ellos entra al servicio de maternidad y el otro entra en cuidados intermedios de Pediatría. Se adentra en una habitación y sale minutos después. Deja la puerta entre abierta; yo aprovecho para entrar. Camino lentamente hacia la niña que yace dormida, me enternece verla tan desprotegida, no tiene nadie quien vele por ella. Le acaricio su suave rostro y pienso en lo injusta que es la vida, niños desamparados que pierden a sus padres, y parejas que mueren por tener hijos, amarlos y protegerlos.


La pequeña se ve tan pacífica que despierta mi instinto materno. ¿Tal vez debería...? ¡Claro! ¿Por qué no?

Sonrío de extremo a extremo por lo que se me acaba de ocurrir. Salgo de la habitación en busca de mi esposo; lo encuentro en el cafetín buscándome. Viene hacia mí en cuanto me ve.

—¿Dónde estabas cariño? —pregunta consternado.

—Viendo a nuestra hija.

Probablemente piense que estoy loca; me lo dice su expresión.

—¿De qué hablas?

—Adoptemos una niña.

Suspira y me regala una sonrisa cariñosa.

—Es lo que siempre te he dicho, pero nunca has querido.

—Ahora lo quiero —contesto emocionada—. Quiero adoptar una niña. ¿Recuerdas la noticia que vimos hace una semana sobre el accidente del autobús?

Frunce el ceño.

—Sí lo recuerdo.

—Una niña ha perdido a sus padres en ese accidente, está completamente sola, quiero adoptarla.

Se queda un momento en silencio, tratando de comprenderme, tal vez.

—¿Cuántos años tiene?

—Debe tener entre doce o trece años.

—Pensé que querías adoptar al alguien más pequeño.

—La quiero a ella, de verdad la quiero a ella.

El parece meditarlo.

—Bien, si así lo quieres te apoyaré.

Abrazo a mi esposo llena de alegría. Al fin seré madre, no de la manera que hubiera deseado, pero lo seré, y amaré a aquella niña como si fuera mía.

Entusiasmada, llevo a mi esposo para que la conozca. Hablo con la enfermera y digo que somos sus familiares para que nos permita la entrada.

Él se mantiene junto a la puerta un poco inseguro, le sonrío y le incito que se acerque a conocerla. Con la misma vacilación me obedece, se queda mirando a la pequeña y termina por sonreír. No puedo evitar sonreír también. Ella lo ha conquistado.

—Ha perdido la memoria —susurro.

—¿Cómo lo sabes? —me pregunta, también en susurros.

—Lo escuché.

La niña abre sus ojos lentamente. El corazón me late a toda prisa. Él también se ha puesto nervioso como yo. Dudo al inicio, pero me dejo llevar por mis emociones; me acerco con lentitud, y acaricio su tierno rostro.

—Hola pequeña.

Ella se deja acariciar, aunque me mira con recelo, luego pasa la mirada a mi esposo.

—¿Quiénes son ustedes? —pregunta desorientada.

Tardo un momento en responderle, pero finalmente me animo hacerlo.

—Somos tus padres —contesto con seguridad.

Rafael abre los ojos enormemente.

—No los recuerdo —dice apagada—. Tampoco recuerdo quien soy. —Su boquita empieza a descender. Sus ojitos se humedecen. Se ven tan frágil...

Me siento junto a ella y paso mi brazo por sus hombros. Ella deja descansar su cabeza sobre mi pecho.

—Tranquila pequeña. Todo estará bien, ¿sí?

—¿Quién soy? —insiste—, ¿cuál es mi nombre?

Busco la mirada de mi esposo que luce tan perdido como yo. No se me ocurre nada, pero viene a mi mente el nombre que siempre he querido ponerle a mi hija.

—Juliet, tu nombre es Juliet. El mío es Isabel y de tu padre Rafael. Todo estará bien. —La vuelvo a recostar sobre mi pecho.

Mi esposo aún nos mira dubitativo.

Tratamos de hacer el proceso de adopción rápido con la ayuda de un amigo abogado. Entre tanto dieron de alta a Juliet. Decidimos mudarnos a la capital para empezar de nuevo.

Cuando llegamos, ella observa todo detalladamente. Me pregunto qué tipo de vida llevaba antes.

Entre sus pertenencias que nos entregaron en el hospital, había ropa destrozada por el accidente, un pantalón jean, una polera de Pucca y sorprendentemente una bufanda intacta, que tenía bordada la "J". Supongo que su anterior nombre también empezaba con esa letra. Ella decidió guardarla, hasta que algún día recupere la memoria. Pero ahora empezaremos una nueva vida, no sólo para nosotros sino para Juliet también significa nuevo comienzo.

JULIET.

Las imágenes pasan confusas. Estoy junto a Thiago pintando, de pronto aparezco en un terrapuerto, llevo la bufanda roja que he guardado por años. Nos abrazamos con fuerza. Subo al bus junto a mis padres, luego todo se torna oscuro. Escucho el grito de las personas. Sujeto mi bufanda con fuerza.

Jessy, Jessy, escucho apenas audible.

—¡Thiago! —Me levanto gritando. Observo a todos lados, los recuerdos llegan de golpe. Aquella vez que nos conocimos, el tomate que le lancé. Cuando me enseñó a montar skate. Todo, lo recuerdo todo.

Soy Jessy... Yo soy Jessy... ¡Yo soy Jessy!

Me pongo de pie, mientras me cojo la cabeza con fuerza. Me arranco todo y empiezo a caminar desesperada. Tengo que ver a Thiago, tengo que decirle todo. Abro la puerta, él está ahí.

—Soy yo —susurro—. Yo soy Jessy —empiezo a llorar desconsoladamente—. ¡Yo soy Jessy! —Me desespero mientras golpeo mi pecho. Thiago se queda atónito, sólo me mira y sus lágrimas empiezan a caer—. ¡De verdad soy yo! —grito con todas mis fuerzas.

Él se queda estático, incrédulo. Puedo entender lo que siente. Todo este tiempo estuve junto a él, y no recordaba quién era. Yo soy Jessy, y quiero que él lo sepa.

—¿Esta eres tú? —Me muestra la fotografía donde aparezco junto a mis padres. Mis padres adoptivos...

—Soy yo... —sollozo—. Soy Jessy.

—Lo sé —contesta entre sollozos. Me abraza hasta el punto de quitarme el aliento. Lloramos juntos hasta más no poder. Se separa para mirarme detenidamente—. De verdad eres tú...

—Yo no recordaba mi niñez, no te recordaba. No recordaba absolutamente nada.

—Todo este tiempo estabas a mi lado —murmura.

Estoy tan impactada, no tengo palabras para expresar lo que siento. Tenía miedo de Jessy, tenía miedo de mi misma. Tengo tantas preguntas por hacer...Mis padres, mis verdaderos padres... murieron...

—Mis papás... —me lamento.

—Tranquila —dice él acariciando mi cabeza, pero no puedo dejar de llorar.

He permanecido lejos de Thiago haciéndole daño. Mi pobre Thiago... No merecíamos esto... Lo abrazo fuertemente.

—Thiago, amor mío... —Él pone su frente sobre la mía—. Mi Thiago, mi primer y único amor.

Suelta una risa apagada. —Qué increíble; sin tan solo lo habría sabido antes. Amor —susurra mirándome a los ojos—, amor...

Permanecemos así por buen tiempo hasta que alguien toca la puerta. Es mamá, mi mamá adoptiva...

—Hija, ya despertaste. ¡Ya despertó! —Retrocede para avisarle al resto. Thiago toma mi mano cuando ella se aproxima—. ¿Cómo te sientes, cariño?

Me quedo estática por largo tiempo. Mi esposo me acaricia el dorso de la mano intentando brindarme tranquilidad, pero estoy demasiado contrariada.

—Acabo de recordar todo —contesto bruscamente.

Mis padres abren bien los ojos, mientras mi madre pierde el equilibrio. Papá la sostiene.

—¿Recuperarse la memoria? —pregunta la madre de Thiago.

La miro fijamente, recordando lo que ocurrió años atrás. No quiero culparla, pero si no hubiese hecho hasta lo imposible por separarme de su hijo, tal vez nada de eso hubiese ocurrido.

Quisiera dejar de llorar, pero no puedo evitarlo.

—Usted misma unió lo que años atrás separó.

—¿A qué te refieres querida? —Se ve totalmente extrañada, al igual que su esposo, Jack y Cecilia.

—Míreme bien señora, ¿no le recuerdo a nadie?

—¿De qué hablas? —pregunta en total desconcierto.

—Soy aquella niña que años atrás separó de Thiago —suelto finalmente. Ella frunce el ceño sin comprender del todo.

Jack se adelanta. Creo que caído en cuenta de quién soy. Tal vez lo presintió en algún momento.

—¿Jessy?

Asiento con la cabeza.

—Soy yo, Jessy. Cuando pasó el accidente, mis padres me adoptaron.

—Por eso fue que tenía la bufanda —se dirige a Thiago, y él asiente—. Eres Jessy.

Asiento nuevamente con un nudo en la garganta. Sin dudarlo más, me estrecha entre sus brazos. Él siempre ha sido un verdadero amigo para mí, antes y después. Volvimos a tener esa misma afinidad incluso sin saber que nos habíamos conocido antes.

Vuelvo a concentrar mi atención en mi suegra. Está horrorizada.

—Esto no es posible —balbucea.

—Quizá mis padres pueden explicarle.

Me duele la expresión de mis padres, pero no tenían derecho a engañarme. Aunque no recordase nada de mi pasado, tenía derecho a saber de él.

—Yo... —habla mi madre—, conocí a Juliet en el hospital, estaba tan sola... Escuché que había perdido la memoria a causa de un accidente, y a sus padres también. Mi esposo y yo deseábamos enormemente tener un hijo, pero no podíamos, entonces quise a Juliet, la quise con todo mi corazón. Decidimos adoptarla. Le ocultamos su pasado con el fin de que ella no sufriera, y le sea más fácil acostumbrarse a nosotros; y así fue. Jamás pensé que en su pasado existían personas que la estarían buscando. Yo lo siento tanto —rompe en llanto—. Lo siento tanto hija. Perdóname por favor.

—Lo sentimos hija, imploramos tu perdón —continúa mi padre.

Estoy resentida con ellos, pero mi débil corazón no me permite hacerles sufrir más. Después de todo, ellos cuidaron de mí en reemplazo de mis verdaderos padres que, estoy segura que estarían agradecidos. Ellos me han amado como si fuera su verdadera hija. Me protegieron cuando quedé sola. No puedo ser desagradecida con ellos. No lo dudo más y me aproximo para abrazarlos.

—No tengo nada que perdonarles...

Los días restantes fueron un poco difíciles y extraños. Tuve que pasarlos en el hospital hasta que me dieron el alta. Era difícil acostumbrarme a mí misma y comprender que soy otra persona, o más bien tomar todos esos recuerdos como parte de mi vida. ¿Qué habría pasado si hubiese traído de vuelta mis recuerdos estando con alguien más? Si hubiese estado separada de Thiago y unida a otro hombre... Es increíble como el destino fue bueno con nosotros y nos juntó. Y si no hubiese llegado a recordar nada, ¿jamás habría sabido que soy Jessy?

Después que me dieron de alta, volvemos a casa. Thiago se ha comportado muy protector y cariñoso.

—Te traje esta sopa de pollo —dice cargando una fuente. Se sienta a mi lado y me ayuda a comer.

—Gracias amor.

Acaricia mi cabello con cariño.

—Mi amada Jessy.

Tomo su mano y la acaricio también.

El timbre suena causando un fuerte estridor. Thiago baja a ver de quién se trata y sube nuevamente.

—Hay alguien que quiere verte.

Luego de pronunciar estas palabras, su madre entra cabizbaja. Me inca el pecho al verla. Thiago nos deja solas. La señora se sienta junto a mí y toma mi mano.

—Perdóname. Yo soy la culpable de todo esto. —Se le humedecen los ojos—. Todos han sufrido por mi culpa, empezando por mi hijo. Jamás fui consciente del tremendo daño que les causé. Perdóname por favor.

Puedo sentir sinceridad en sus palabras. Realmente se ve arrepentida.

—Ya todo quedó en el pasado. —Coloco mi otra mano sobre la suya—. Ahora empezaremos de nuevo.

Ella asiente sin decir una sola palabra y me abraza.

THIAGO

Todo este tiempo estuve a lado de Jessy. Me río por lo tonto que fui al no darme cuenta. Estaba seguro que si la volvía a ver la reconocería en seguida, pero no fue así. ¿Cómo iba a imaginarme que Juliet era Jessy?

La miro de rato en rato mientras visitamos la tumba de sus padres.

—¿Puedes creer que tuve miedo de mi misma?

Sonrío por su comentario.

—Y yo quise recuperar a alguien que ya tenía conmigo.

Ella ríe escandalosamente por lo que digo.

—Me prometiste que estaríamos juntos por siempre, sin embargo, te casaste con otra. Estoy molesta contigo. No conforme con eso, te enamoraste de ella. No sé si pueda perdonarte.

Me acerco a ella y beso su mejilla.

Buscamos la tumba de los padres de Jessy. Recordamos aquel día que llegamos al mismo lugar. Ella se queda mirando las fotos de mis suegros, y rápidamente sus lágrimas resbalan por sus mejillas.

—Papá, mamá, estuve aquí antes sin saber quiénes eran, ni siquiera sabía quién era yo —dice sonriendo con amargura—. Los perdí en un abrir y cerrar de ojos. Como quisiera que estuvieran aquí... ¿Saben? Una pareja me adoptó. Estoy segura estarían muy agradecidos con ellos. ¿Recuerdan a Thiago? —Me mira sonriendo—. Ahora estamos casados. Soy muy feliz. Aunque no estén aquí conmigo siempre los recordaré. —Coloca las flores blancas que trajo.

—Suegro, suegra, gracias por darme a Jessy, prometo cuidar bien de ella.

Jessy me abraza por la cintura.

De vuelta a nuestro hogar pasamos por una playa y decidimos pasear por ella. A Jessy le gusta mucho.

Un sujeto con artículos extraños capta nuestra atención. Nos acercamos a él y nos sentamos a su alrededor.

—¿Qué desean saber? —pregunta el quiromántico.

—No deseo saber el futuro, sólo deseo saber que sabe de nosotros —dice Jessy.

—No se necesita ser quiromántico para saberlo, cualquier persona ordinaria puede saber que se aman. —Jessy me mira y sonríe al igual que yo—. Lo único útil que puedo decirte es que pronto tendrán compañía.

—¿De quién? —pregunta ella.

—De una mujer.

—¿Una mujer? —Se alarma, abriendo bien los ojos.

—Así es —dice el sujeto mientras se pone de pie con dirección a su choza.

—¿Quién es esa mujer? —Jessy me acusa con el dedo—. ¿Acaso vas a engañarme? —Niego rápidamente con la cabeza—. ¿Alguien nos visitará?

Elevo los hombros.

JESSY

Los días transcurren felices. Me pregunto si merezco tanta felicidad... Claro que sí, ya he sufrido demasiado...

—Ya estoy listo —dice Thiago sentándose frente a mí. Le estoy haciendo una pintura.

Termino los últimos retoques y volteo el lienzo para que lo vea.

—¿Qué te parece?

Él se pone de pie y se aproxima maravillado. Me hace recordar a aquella lejana vez cuando le regalé la pintura con su retrato. Hemos pasado por tanto desde entonces...

—Perfecto —asegura haciendo un círculo con su dedo índice y pulgar.

Como la última vez, nos reunimos en familia. Falta Jack y Cecilia. Repentinamente aparecen juntos.

—¿Vienen juntos? —pregunta la madre de Thiago.

—No, no —se apresura en contestar Jack. Está nervioso.

—Nos encontramos en la puerta —afirma Cecilia.

—Ya sabemos que están juntos —espeta mi esposo mordiendo una manzana.

—¿En serio?, ¿desde cuándo? —interroga mi padre.

Jack y Cecilia se miran avergonzados.

—Realmente no sé por quién de los dos sentires pena —los fastidio.

El resto ríe.

—Por cierto, cariño, ¿ya te hiciste la ecografía para saber el sexo del bebé? —interroga mi madre.

—No es necesario, ¿verdad Thiago?

El asiente con la cabeza.

—Será niña.

—Solo me la haré para saber su buen estado.

—¿Cómo lo saben? —pregunta curiosa Cecilia.

Thiago y yo nos miramos mientras sonreímos. Ahora puedo comprender lo que aquel quiromántico quiso decir.

—Y si es niña, ¿cuál será su nombre? —interroga mi suegro.

—Juliet —decimos los dos al mismo tiempo. Todos ríen nuevamente.

Luego del almuerzo Thiago y yo caminamos tomados de la mano por el jardín. Nos dirigimos a los rosales que tiempo atrás plantamos juntos. Aún recuerdo aquel día que quedamos llenos de lodo... De verdad nos odiábamos...

Me inclino para oler el perfume de una rosa, Thiago hace lo mismo. Su rostro queda a un par de centímetros de los míos. Se aproxima y besa mis labios lentamente.

—Te amo —susurra después de separarnos.

—También te amo.

—Nuestro amor es más grande que cualquier otro. Te amé una vez como Jessy y te volví amar otra vez como Juliet.

—Te amé sabiendo quién era y te volví amar sin saber que ya te había amado antes —prosigo.

—Doble amor —decimos al unísono mientras recuesto mi cabeza en su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón.

Doble amor.

FIN

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