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¿Divorcio?

No puede ser, es la bufanda de Jessy. La reconozco porque yo la hice con mis propias manos. ¡¿Cómo apareció aquí?!

Con lentitud la extiendo entre mis manos mientras la miro de un extremo a otro. Aunque está desgastada, se mantiene intacta.

¿Cómo? ¿Cómo fue a parar en las manos de Juliet? ¿Ella está relacionada con Jessy? Son demasiadas coincidencias que las relacionan. Quizás fueron amigas, quizás se conocieron. Y si lo que imagino es cierto, entonces Jessy está viva, perdida en algún lugar del mundo. ¿Pero por qué Juliet está ensimismada en ocultarlo? ¿Por qué?

Gruesas lágrimas empiezan a descender por mis mejillas al recordar cuando le regalé la bufanda a Jessy. Es tan difícil no saber de ella, es tan difícil vivir con esta maldita incertidumbre. ¿Qué hago? ¿Qué hago para encontrarla?

Me quedo sentado junto al tocador de Juliet, perdido en mis recuerdos.

El sonido de la puerta me avisa que Juliet ha llegado. Es momento de enfrentarla. Con la misma expresión sombría, bajo las escaleras.

—Oye, ¿por qué te tardaste? Por tu culpa perdí mi cita —dice alargando la última vocal al ver mi estado. Se queda quieta y luego se acerca sigilosamente—. ¿Ocurrió algo?

Me mantengo en un silencio sepulcral. La interrogante en su rostro desaparece cuando por fin nota lo que llevo en mis manos. Su expresión de espanto y asombro me hace entender que, evidentemente algo oculta.

—¿De dónde la sacaste? —pregunto con voz pesada.

—¿Eh? —Me mira a los ojos, pero luego baja la mirada—. Pues... mi madre me la hizo.

—¡Mientes! —grito desesperado—. ¡Dime de dónde rayos la sacaste!

Su mirada se llena de pánico.

¿Por qué? ¿Por qué me miente? ¿No le abrí mi corazón? ¿No le conté lo desesperado que estaba por saber de Jessy?

Sus ojos se humedecen. No quería provocar eso, pero debo descubrir la verdad.

—Thiago —solloza—, yo... no lo sé.

¡¿Qué?! No era la respuesta que esperaba, sin embargo, parece decir la verdad. ¿Será que está siendo sincera? ¿Será que realmente no sabe de Jessy?

—¿Sabes a quién le pertenece?

—No.

Me restriego el rostro. Ella está esperando mi respuesta.

—A Jessy —confieso en un hilo de voz.

—¿Qué? —Abre bien sus ojos—. ¿A Jessy?

O Juliet es buena actriz, o de verdad no sabe de Jessy.

—Sí, yo se la regalé en su cumpleaños.

—Eso no es posible —masculla.

Ella frunce el ceño y mira a todos lados. Parece confundida. ¿Qué le ocurre?

—Dime la verdad Juliet, ¿acaso conociste a Jessy?

—Yo...yo...

—¡Habla! —La tomo duramente por los hombros—. Dime, por favor...

Juliet emite un quejido y termina por soltarse en llanto. Su mirada es franca y hasta suplicante.

—Yo no lo sé Thiago. Te juro que no lo sé.

—¿Qué?, ¿cómo que no lo sabes?

Niega con la cabeza sin dejar de llorar.

—Hay algo que debes saber.

Los nervios me consumen, tengo miedo por lo que va a confesarme.

—¿Qué es?

Ella se sienta en las escaleras. Yo me siento junto a ella dispuesto a escucharla. Se arma de valor y empieza a narrar.

—Cuando era niña tuve un accidente y perdí la memoria.

—¿Qué?

¡¿Juliet ha perdido la memoria?!

—Sí. Realmente no recuerdo si conocí a Jessy. Cuando desperté mis padres estaban junto a mí y ni siquiera los recordaba a ellos. No recuerdo mi niñez. ¡No recuerdo nada! —llora con más fuerza, y se me parte el corazón—. Mis padres me entregaron la bufanda roja. Todo este tiempo pensé que me pertenecía a mí, pero creo que no. Creo que conocí a Jessy de algún modo, creo que ella no está muerta, quizá ella sobrevivió y yo la conocí. Realmente intento recordarlo, pero no puedo —solloza—. El día que me contaste tu historia con ella, lo sentí tan cercano como si yo hubiera estado ahí, o como si alguien me la hubiera contado. Quizá fue ella. Yo realmente quiero recordarla —llora sin consolación.

Me quedo impactado por sus palabras. Ahora todo tiene sentido. Sus manías, su estilo artístico, la bufanda... Realmente ellas se conocieron. Jessy está viva.

Me siento mal por Juliet, la juzgué mal. Pobre, debe ser difícil no recordar su pasado. Con ternura la atraigo hacia mi pecho y acaricio su cabello. Pensé que se calmaría, pero llora más fuerte.

—Tranquila...

Ahora más que nunca, deseo buscar a Jessy.

JULIET

Mis padres me dijeron que nunca hable de mi pasado, que nadie sepa que perdí la memoria. Pero hablarlo con Thiago fue lo mejor que pude haber hecho, siento que hice lo correcto, aunque sé también que Thiago querrá buscar a Jessy. Una parte de mi desea que la encuentre, quiero verlo feliz, pero por otra parte la idea de verlo con otra me mata. Pero querer a alguien no implica mantenerlo a tu lado, querer a alguien es querer que sea feliz.

Llamo a Jack para encontrarme con él. Salimos a comer y le cuento todo lo ocurrido; se sorprende también al saber que perdí la memoria.

—¿Entonces tú crees que conociste a Jessy?

—Así es.

Jack emite un profundo suspiro.

—Es tan complicado. —Se recuesta en el respaldo de la silla—. Pero de algo estoy seguro, Jessy está viva.

—Thiago cree lo mismo. ¿Por qué?

—Porque cuando la conocimos ella no tenía ninguna amiga llamada Juliet. Thiago conocía a todos sus amigos de la escuela, el barrio, Bellas Artes. No hay posibilidad de que te haya conocido en esa época, y antes tampoco porque tienes la bufanda que Thiago le regaló. Entonces lo más lógico es que la hayas conocido luego del accidente; lo que quiere decir que ella está viva.

—¿Y por qué me la dio? ¿En dónde está? ¿Por qué ella no buscó a Thiago?

Él niega con la cabeza.

—No tengo la más mínima idea.

Estos días noto a Thiago pensativo, preocupado, no ha dejado de reunirse con el detective, ahora más que nunca desea encontrar a Jessy. La esperanza ha renacido en él.

Tengo tanta curiosidad de conocer a Jessy, ¿es linda? De seguro sí. ¿Nos llevaríamos bien? Quizá yo la odie un poquito. Muevo mi cabeza de un lado a otro intentando despojar esos pensamientos.

Debo hablar con Thiago, debo decirle lo que siento por él, pase lo que pase no puedo quedarme con la duda de saber qué piensa de mí. Debo hacerlo, hablaré con él.

Llamo a su teléfono y me contesta a la segunda.

—¿Qué ocurre Juliet?

—Necesito hablar contigo. ¿Dónde estás?

—Ahora estoy ocupado, cuando vaya a casa, ¿sí?

—Es importante. Te veo en el restaurante Donifer, ¿sí?

—Bien, de acuerdo.

Corto la llamada y subo a la habitación a cambiarme. Me pongo un vestido elegante color azul noche y tacones. Me maquillo un poco.

Estoy demasiado nerviosa, es la primera vez que voy a confesarme.

Cuando llego al restaurante, me siento a esperarlo. Sigo nerviosa, temo por la reacción de Thiago al confesarle mis sentimientos.

Pasan los minutos veo a todas partes, pero no lo veo a él. He tomado tanta agua, como las veces que he ido a los servicios higiénicos. El mesero encargado de mi mesa no deja de mirarme con lástima.

A lo lejos veo a alguien con el porte de Thiago, me pongo en pie pensando que es él, pero me desanimo a ver que se trata de otro hombre.

Me siento a esperar un poco más, sin embargo, el tiempo pasa y nunca aparece. Las lágrimas resbalan por mis mejillas sin poderlas detener. ¿Qué te sucede Juliet? Últimamente estás llorando por cualquier cosa.

Me dispongo a irme, nunca seré más importante que Jessy y eso debo asumirlo, aunque sea difícil.

Camino despacio por las calles vacías. Alguno que otro carro pasa. Pienso en la decisión que tomaré. Aunque ahora sea difícil, es lo mejor.

Unas voces llaman mi atención, hay dos sujetos en mi tras. Acelero el paso, y empiezo asustarme. Camino más rápido y el tacón se me rompe.

—¿A dónde vas linda? —Un sujeto con piercing en la ceja se interpone en mi camino.

Mi corazón palpita con rapidez. Me saco los tacones y empiezo a correr descalza. ¡Estoy aterrada! Decido pedir ayuda, mas nadie aparece.

El sujeto me alcanza y me aprisiona contra la pared, y el otro se acerca. Tengo tanto miedo...

THIAGO

Llego a casa luego de verme con el detective. Ahora mi prioridad es encontrar a Jessy.

Me siento en el sofá y veo la foto de Juliet tan sonriente como siempre. Al instante me acuerdo de ella, me olvidé por completo. Llamo su nombre, pero no hay respuesta. ¡Va a matarme! Le llamo al teléfono, pero no responde.

Salgo volando de casa.

En unos minutos estoy en el restaurante donde me citó, busco a mi alrededor, pero no la encuentro. Saco mi teléfono y rastreo el suyo, al parecer está cerca. Camino en la dirección que me indica el móvil.

—¿Juliet? —la llamo.

Escucho de repente el grito de alguien, me acerco más y diviso a Juliet, dos sujetos la están acosando, o son ladrones, pervertidos, o drogadictos. La furia se enciende dentro de mí. Y sin pensar con claridad, los ataco.

—¡Thiago! —grita Juliet horrorizada.

Se trataba de pandilleros ebrios. Y menos mal que no llevaban ningún tipo de arma, porque habría salido herido. No sé de donde saqué tanta valentía, ni fuerza. Pero al ver a Juliet en esa situación de peligro, me armó de valor.

—¡Nadie se mete con mi mujer! —grito encolerizado.

Los sujetos se levantan a duras penas y empiezan a correr tambaleándose. Inmediatamente me acerco a Juliet y la abrazo fuertemente. Ella no deja de sollozar; la separó de mí y tomo su rostro entre mis manos

—¿Estás bien?

Afirma con la cabeza sin dejar de temblar.

—Tuve mucho miedo.

—Tranquila ya estoy aquí, no dejaré que nada te pase. Vamos.

Caminamos un par de metros y me fijo que no lleva zapatos.

—¿Y tus zapatos?

—Los perdí.

Me pongo delante de ella y me siento en cuclillas.

—Ven, sube.

—No, así estoy bien.

—Sólo sube.

Sin refutar más sube en mi espalda, permitiéndome respirar su delicioso aroma.

—Lo siento —me atrevo a decir cuando me pongo en marcha—. Olvidé que habíamos quedado de vernos.

—Está bien, seguro estuviste ocupado.

—Pues sí, estuve con el detective.

—Fue lo que me imaginé —suspira. Después de un rato, agrega—: Thiago...

—¿Mmm?

Se mantiene en silencio, hasta que por fin decide hablar.

—Quiero el divorcio.

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