Amor completo
Muevo mis labios al ritmo de los suyos, mi mano izquierda baja suavemente a su cintura y la atraigo hacia a mi cuerpo; ella pone sus pies descalzos sobre mis zapatos, mientras sus brazos envuelven mi cuello. Podría estar así por siempre. La quiero, la quiero mucho, me enamoré de ella sin darme cuenta...
Nos separamos y seco sus ojos húmedos.
—Te quiero —susurro.
—Te tardaste mucho —me recrimina golpeando mi pecho.
Sujeto su mano peligrosa y deposito un corto beso en su palma. Sus ojitos aun me miran resentidos, pero se vislumbra un sutil brillo de esperanza y amor en ellos. Su cabello esponjoso a causa del estrés de los últimos días, vuela al alrededor de sus mejillas, preso del viento. Intento colocar algunos mechones detrás de su oreja, algunos obedecen, pero otros son rebeldes como su dueña.
—Lo siento...
Las personas que gozaban del sosiego de la playa se empiezan a retirar cuando el sol va anunciando su despedida. También quiero irme a casa, y llevar a mi esposa conmigo; entrar a nuestra habitación y fastidiarla con el tedio de la cama, aunque desde hoy deseo dormir junto a ella.
La arena se me ha metido a los zapatos, en verdad lo odio, pero no digo nada porque a ella parece gustarle. Aun con ese esfuerzo, sé que no está contenta del todo, aún hay una oscura sombra que persigue su rostro bonito.
Se queda mirándome y se suelta de mi abrazo para decir lo que tanto le preocupa.
—Qué hay de Je...
—La dejé ir —la interrumpo—. Entendí que es lo mejor.
Su expresión me dice que no me cree del todo, y que lo siente por mí, por todo lo que le he contado sobre la dulce Jessy, y que jamás volverá. A pesar de todo ella me comprende, me entiende. Pero también que le he confesado mis sentimientos con sinceridad, con ganas de empezar de cero.
Vuelve a mis brazos y suelta un suspiro.
El sol nos ha abandonado por completo dejándonos en compañía de la brisa nocturna. El frío nos obliga a meternos a la carpa.
Juliet aplaca mi hambre con yogurt y cereal.
—Debes dormir afuera —bromea, o tal vez no esté bromeando y de verdad quiere echarme en modo de venganza. Aunque ya su ausencia me ha causado mucho daño.
—Nope.
Me lanzo de golpe al colchón inflable.
—No puedes dormir aquí —se queja acusándome con el dedo.
De su delgado brazo la jalo a los míos.
—Soy tu esposo.
—Antes no querías que durmiéramos juntos. —Se recuesta sobre mi pecho.
—Eso fue antes, ahora será diferente, seremos marido y mujer de verdad. —Voy a fastidiarla un poquito—. Y eso implica a...
—¿A qué? —me interrumpe. Sonrío de medio lado por lo que debe estar pensando—. ¿Te refieres a...? —Se sienta de golpe, horrorizada.
—Claro —continúo fastidiándola—. Es lo más normal, estamos casados. Además, he esperado demasiado, ¿no crees?
Sus mejillas se tiñen de rojo. Ella puede ser dulce e inocente cuando se le da la gana.
Pronto se da cuenta de mi broma, y vuelve a golpearme. Le sonrío y vuelvo a atraerla junto a mí. Últimamente mi cuerpo desea tenerla lo más cerca posible.
—Duerme bien.
—Igual tú. —Me da un beso en la mejilla.
***
El calor provoca que me despierte, miro a todos lados para caer en cuenta que he dormido en una carpa. Estoy sudando por todos lados. A mi derecha, Juliet duerme sobre mi brazo; lo tengo adormecido, pero no me importa. Sonrío pensando en la decisión que tomé, ayer, dejé ir a Jessy para recibir a Juliet. Ahora estoy decidido a aprender amarla, sólo seremos ella y yo.
Acerco mi rostro y beso su frente, al instante ella abre sus ojos y sonríe.
—El día ha empezado. —Se levanta de golpe—. Vamos, hay muchas cosas por hacer.
La playa empieza a llenarse nuevamente, Juliet y yo paseamos en lancha; las gotas de agua salpican en mi rostro provocando un ligero cosquilleo, esto me recuerda a nuestra Luna de miel. Sonrío por aquellos recuerdos. Luego del paseo en lancha nos unimos a más jóvenes y jugamos voleibol. Almorzamos mariscos y finalmente prendemos una fogata y cantamos baladas románticas hasta el anochecer, quisiera que este día nunca termine.
JULIET
Ya llegada la noche, Thiago insiste en volver, aun tengo provisiones para un día más, pero él se nota cansado, y sinceramente yo también.
—¿Me llevas a casa? —cuestiono mirando a través de la ventana.
—A casa, a nuestra casa. —Toma mi mano mientras maneja con la otra.
—Está bien, avisaré a mis padres.
En cuanto pongo un pie en la casa, siento una paz reconfortante. El olor que posee me hace entender que este es ahora mi hogar, junto a él, junto a mi esposo.
Thiago prepara algo delicioso para la cena, incluso saca una botella de vino para brindar. Levanta la copa sonriendo con su hermosa sonrisa que me derrite. Hoy se ve extremadamente guapo.
—Por nosotros.
—Por nosotros —repito, mientras golpeo suavemente su copa con la mía.
—No será fácil —dice de repente—, pero he decidido darte todo el amor que mereces. He decidido amarte.
Sus palabras hacen temblar mi corazón y sentirme feliz, pero a la mima vez me preocupa. Sé que el recuerdo de Jessy permanecerá en su memoria para siempre.
—Thiago...
—¿Mm?
—Si ella aparece...
—Eres mi esposa ahora, no te dejaré de lado. He decidido no buscarla, y si ella aparece —consigo ver la vacilación en su mirada—, seguirá siendo una persona importante en mi vida, pero no más de lo que ya eres tú.
Sus palabras me tranquilizan, quiero creer en él, quiero creer que no me dejará en cuánto la vea. Quiero sentirme segura de poder abrirle mi corazón completamente. Pero así es el amor, como un juego de azar, en el que bien puedes ganar o perder.
THIAGO
Juliet, quiero con toda el alma aprender a amarla. Y Jessy, ella...tendrá que convertirse nada más que en un dulce recuerdo, mi primer amor, mi primera experiencia. Si apareces...no sé cómo podría verte, pero hasta entonces Juliet ocupará tu lugar completamente, porque así lo he decidido.
—No tengo ropa para dormir. —Juliet interrumpe mis pensamientos—. Lo he dejado todo en casa de mis padres.
—Duerme en ropa interior —la fastidio. Inmediatamente se cubre con los brazos—. Era una broma. Te daré una de mis camisetas.
No entiendo a las mujeres, lucen sin problema la ropa de baño que es más diminuta que la ropa interior, y se escandalizan por ello. Aunque Juliet no es de usar mucho la ropa de baño, ya casi no recuerdo la última y única vez que la he visto en uno; su cuerpo es todo un misterio.
Mientras preparo la cama para dormir, ingresa a la habitación puesta mi camiseta ploma. Apenas y le cubre hasta el muslo, le da una imagen simple pero sensual. Perfecta.
—¿Vas a quedarte mirándome simplemente? —me desconcierta.
No había tenido noción de cuanto la había admirado.
Como respuesta le sonrío. Juliet se recuesta en la cama de espaldas a mí. Hago lo mismo y me posiciono tras ella.
—¿Ahora te has vuelto tímida? —pregunto metiendo mi brazo debajo de su cuello.
—Shh, tengo sueño —responde nerviosa.
Me acerco más a ella y paso mi otro brazo sobre su cintura.
—Juliet —susurro. Puedo sentir su cuerpo estremecerse a mi contacto.
Por fin se da vuelta con cuidado de no escapar de mis brazos.
—¿No vas a dejarme dormir? —Acaricia sumamente mi rostro.
Aproximo mis labios a los suyos y deposito un corto y tierno beso.
—Tú no quieres dormir —esbozo mientras acomodo su cabello detrás de su oreja—. Gracias por permitirme la oportunidad de amar nuevamente.
—Y yo a ti, por haberme elegido. —Me devuelve el beso.
Delicadamente me acomodo sobre ella besándola con dulzura. Siento que ya no puedo soportarlo más, mi cuerpo insiste en reclamar el suyo.
Me encargo lentamente de tantear cada rincón de su boca. Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuello atrayéndome más cerca de su tibio cuerpo. Mis besos se dirigen instintivamente a su cuello y no dan sospechas de querer salir de ahí.
Todo estaba tan perfecto hasta que el timbre nos alerta de la llegada de alguien. La magia explotó como burbuja en el aire.
—¿Quién rayos? —Chasqueo la lengua.
El timbre vuelve a sonar exigente.
—Será mejor que vayamos abrir.
Perezosamente me incorporo para bajar al primer piso.
JULIET
Me quedo en la habitación mientras intento escuchar de quién se trata. La inconfundible voz de Cecilia se hace notar al instante.
Salgo de la cama y bajo a constatar mis sospechas. La rubia permanece con mis maletas en la sala.
—Mi tía me mandó con ellas —suspira mientras me mira de pies a cabeza—. Oh, creo que interrumpí —espeta sonriendo de medio lado.
—Está bien, gracias —respondo avergonzada.
Mientras Thiago lleva las maletas a la habitación, Ceci se aproxima curiosa.
—¿Qué estaba pasando? —susurra. La incito que a que se acerque más y le golpeo la frente con los dedos—. Auch —se queja retrocediendo.
Para entonces mi querido esposo baja nuevamente con las llaves de su auto.
—Te llevaré a casa.
—Oh no, no es necesario —se apresura mi prima—. No soy tan imprudente; sigan en lo que estaban.
—Solo ve. —La empujo suavemente. La arruina momentos.
***
Había esperado a Thiago, pero me quedé dormida.
Ahora preparo el desayuno mientras él se baña. Volveré a la empresa, después de todo, me agrada trabajar ahí.
En tanto acabo de servir él entra al comedor.
—¿Ha mejorado tus artes culinarias? —pregunta, sardónico.
—Podría ser chef internacional. Me subestimas.
Sonriendo se sienta frente a mí.
—Siempre dices eso. ¿Recuerdas que me diste ají de gallina por una semana?
Sonrío recordando. Hemos pasado por muchas cosas.
Luego de haber desayunado, nos encaminamos a la empresa.
—El personal estará feliz de tu regreso —dice mientras bajamos del auto.
—Yo también estoy muy feliz.
Por suerte el ascensor está despejado y solo estamos los dos. Parecemos un par de adolescentes enamorados. Estamos justo en la etapa cursi, aunque hayamos saltado a la etapa del matrimonio.
Inesperadamente entrelaza su mano con la mía, y a mí me parece que no hay mejor sensación que eso.
En cuanto las puertas se abren, salimos sin soltarnos, y caminamos de ese modo, hasta que Sandra se cruza con nosotros.
Sin disimulo fija su atención en el agarre y me mira detenidamente.
—Has vuelto —espeta.
—Ahora nuestro matrimonio es verdadero —prosigue Thiago.
La expresión de Sandra es indescifrable. Ahora que conozco los sentimientos de mi esposo, ya no me siento insegura.
—Iré a mi oficina —digo, e intento escabullirme lo más rápido posible.
THIAGO
Quise preparar algo lindo para Juliet, así que le pregunto a mi primo y me aconseja que una cena es lo mejor. Voy a casa antes de la hora y preparo todo para cuando ella llegue.
Escojo el mejor mantel, pongo velas y sirvo el filete preparado por mí mismo. No tengo idea de cuando me volví tan cursi.
El timbre suena, así que debe ser ella, no me sorprende que no haya llevado su llave. Apresurado voy hacia la puerta y me sorprendo al ver de quien se trata.
—Sandra. —Ella luce decaída y con los ojos llorosos—. ¿Qué sucede? —La tomo por los hombros y la entro a la casa.
En silencio ingresa y se detiene a ver la mesa que había preparado.
—Ella y pudo y yo no —susurra.
—¿Cómo dices?
Girándose hacia mí, dice:
—Me iré de la empresa.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque lo que he querido conseguir, no lo he conseguido.
No entiendo nada.
—¿Qué es lo que has querido conseguir?
—A ti.
Me quedo petrificado.
—¿A mí? —Me señalo con incredulidad.
—Desde que éramos pequeños, pero nunca he podido. Primero Jessy y ahora Juliet y nunca yo.
Realmente no puedo creer lo que escucho. ¿Ella ha estado enamorada de mí desde niños?
—Sandra...
Jamás me lo habría imaginado, jamás lo noté. Qué estúpido soy. Sin previo aviso me abraza mientras siento como caen sus lágrimas. Me siento miserable.
JULIET
Al final de la jornada laboral aparece Jack con la misma sonrisa de siempre.
—Jack —le saludo animosa.
—Hola linda. ¿Estás cansada?
Estiro mis brazos y me desperezo.
—Mucho.
—Te llevaré a casa.
—¿Y Thiago?
—Tuvo algo urgente que resolver.
—No me avisó.
—Vamos.
Tarareo una canción mientras llegamos a mi casa.
—¿Sucede algo? —le cuestiono. A pesar que sonríe, Jack no es el mismo.
Tomándome por sorpresa toma mi mano y deposita un beso en ella.
—Deseo que seas y que hagas muy feliz a mi primo.
—Jack...
—Ve, él te espera.
Sin decir nada más bajo del auto y me despido con la mano.
Menos mal no olvidé la llave. Lo que veo al abrir la puerta me deja anonada. Sandra, ella abraza a Thiago, a mi Thiago. En cuanto notan mi presencia se separan.
—Juliet —susurra él.
El corazón se me encoge, me es inevitable no sentir celos. Él no debe permitir eso cuando es un hombre casado.
Sandra se seca las lágrimas y sale casi empujándome.
No es necesario decir una sola palabra, Thiago sabe cómo me siento.
Paso de largo, o más bien intento hacerlo porque él me sujeta del brazo.
—Juliet, no mal intérpretes.
Me es imposible no retener mis lágrimas, no quiero que él me vea frágil.
—No lo hago. —Lo miro a los ojos—. Pero ella... ¿acaso no has notado como te mira?
—Nunca. De no haberlo escuchado de sus propios labios, jamás lo habría sabido.
¿Ella fue capaz de confesarle?
—Entonces... —recalco.
—Va irse de la empresa, eso fue lo que dijo.
Eso no me lo esperaba, mi yo esposa se siente tranquila, pero por otro lado ella es una pieza importante dentro de la empresa. Es muy buena en lo que hace.
—¿Se lo permitirás?
—No es que pueda retenerla.
—Yo pensé que me sentía segura, pero no es así.
—¿De qué hablas?
—Jessy, Sandra. Me siento insegura con ambas.
Thiago atina a sonreír. No, no sonrías así por favor.
—Juliet, mocosa consentida. —Acaricia mi rostro—. Te he elegido a ti, te quiero a ti.
Mi corazón late desesperado. Le quiero, le quiero mucho.
Sin que se lo espere me empino y beso sus labios. Thiago me corresponde y me eleva enroscando mis piernas en su cintura. Ya no estoy tan nerviosa como ayer. Me dejo llevar, por él y por el momento.
Sin dificultad sube las escaleras y me lleva a la habitación. Delicadamente me sitúa en la cama y se separa de mi para sacarse la chaqueta. Se aproxima y desliza mi vestido. Por un momento me separo y lo veo a los ojos, luego tomo su mano y la guío a mi pecho.
—Siente mi corazón —susurro—. Te lo entrego junto a mi cuerpo.
—No lo soltaré jamás.
Puedo notar la sinceridad en sus palabras. Vuelve a besarme apasionadamente mientras se recuesta sobre mí y me recorre entera.
Seré solo suya y él solo mío. ¿Pero por cuánto tiempo?
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