Más tarde:

Todos sabemos qué forma tiene un barco de vapor, ¿no? Entonces no hace falta que te lo describa. Te lo puedes imaginar. ¡Utiliza tus células grises, que para algo las tienes!

Subo a bordo. Miro a mi alrededor y veo a un hombre de apariencia delicada fregando la cubierta. Está solo. El hombre canturrea en voz baja una canción de pop chuwee mientras pasa el mocho. Tiene la piel muy oscura y lleva un chubasquero de colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta. Una boa de plumas rutilantes en torno a su fina cintura.

—Alto, ¿quién va?

Le digo quién soy. Qué soy. Lo que represento. A quién represento. Le muestro mis credenciales y le preguntó cuál es su nombre.

—Soy 2x1—dice el hombre—. Me llamo así porque soy negro y homosexual. Muy negro y muy homosexual, como puedes ver. Puedo cumplir ambos roles en cualquier grupo de héroes que necesite algo de espacio extra.

—¿Y basas toda tu personalidad en eso? ¿No tienes otros gustos o aficiones?

2x1 me mira, muy fijamente.

—Ah, ya veo. Eres un homófobo de esos.

—¿Disculpa?

Furibundo, 2x1 desenfunda su teléfono móvil de última generación. Dice:

—¡Tengo mil doscientos cincuenta y siete seguidores en Zweeter, y no me da miedo usarlos!

¿Mil doscientos cincuenta y siete? ¿Este triste sin vida? ¿Cómo lo hace? Yo a duras penas llego a las dos docenas, y la mitad de las cuentas que me siguen... son mías.

—Mil doscientos cincuenta y siete me parece un número demasiado bajo para un influenciador de tanto éxito como tú.

—¡Son más que suficientes para tirar tu carrera a la basura!

—Pffff... ¡Ja, ja, ja! ¿Qué carrera?

Tantea un poco, por si acaso, y amenaza con pulsar el botón del mal. Suena el Fin del Mundo, pero solo en su cabeza.

—Mira, tío, no he venido hasta aquí para discutir contigo ni para lidiar con las hordas furiosas de Zweeter. Soy detective privado en prácticas y me han contratado para encontrar a un hombre que ha desaparecido.—Saco la foto de HHH—. Lo último que se supo de este sujeto tan afrodisíaco fue que llegó a LS en este navío tan estupendo. ¿Qué puedes contarme sobre él?

—¡Ah, el hijoputa loco!—Le cuesta, pero al final logra sonreír un poco—. Este aguachirri andante se pasó todo el viaje fardando de sus conquistas amorosas, todas ellas mujeres, pero eso no le impidió disfrutar de los servicios que ofrece 2x1.

Y hace un gesto con la mano que no puede ser malinterpretado.

—No, si te he entendido. No te preocupes. Pero no sabía yo que él...

Risueño, me encojo de hombros, sin saber cómo terminar la frase.

—Un culo es un culo, ¿no?—Me dedica una sonrisa que solo puede calificarse de tentativa—. No hay que tener tantos melindres...—Me mira con falso recato a través de sus largas pestañas rubias—. ¿Sabes una cosa?

Quizá peque de ególatra, pero me gusta pensar que sé varias.

Como cuánto vale un zumo de manzana en el Ryanon, por ejemplo.

O cómo pasarse al jefe final secreto del Odisea Final IX llevando solo al protagonista.

Y... alguna cosa más.

—Nunca me he acostado con un vodkin.

Ay... Esta gente de Zweeter, qué voluble es. Con qué rapidez cambian de opinión. Carecen de amor propio. De dignidad. De orgullo. Cualquier lisonja les vale. Mira hasta dónde son capaces de llegar por una flema de afecto...

Concluido el fornicio, mientras me como el cigarrillo de después en el camarote del capitán:

—Gracias a tu esmerado relato, plagado de morbosos detalles que tampoco hacía falta ventilar, he podido establecer que HHH realmente llegó a LS en este barco. Esto me ayuda muchísimo con la cronología, ahora puedo trazar una hoja de ruta que me conduce a...

—Azótame.

—No, no.

—Por favor...—suplica 2x1.

Suspiro:

—Por la ardiente espada de X'lonicus...

Cojo uno de los látigos de cuero que hay en el maletín junto a la cama y le doy un par de azotes sin demasiado entusiasmo.

2x1 empieza a gemir:

—¡Más fuerte! ¡Con más brío! ¡Vamosssss!

Sacudo la cabeza con reprobación.

—Pero cómo puede ser tan viciosa una criatura... ¿Aún no has tenido suficiente?

Le azoto más fuerte. Veo que tiene una erección considerable, y no es el único.

—Espera, no te desates... Has sido un niño muy malo y mereces un castigo.

—¡Oh, sí! ¡Lo merezco!

Lo haré breve: otra ronda de puro sexo, sin más charla que los gruñidos porcinos que emitíamos él y yo.

Es un poco complicado con tanto meneo, pero le hago una paja mientras le sodomizo. Por agradecimiento y solidaridad.

Porque las deudas se pagan.

Acabamos casi al mismo tiempo: 2x1 eyacula con fuerza sobre el lecho del capitán.

—Ahí va... Te va a caer una buena por esto, si no lo limpias.

—Qué va, tú tranquilo. A nuestro capitán le encantan estas cosas.

—¿Que le llenen la cama de semen?

—Es tan pervertido como duro, y es el tipo más duro que he conocido. En más de un sentido. Seguro que aprovecha todo esto para montar alguna de sus fantasías. Es una pena que tú no vayas a estar aquí para verlo.

—Tengo que seguir con mi trabajo—digo mientras me coloco las botas de agua—. Para eso me pagan.

—Ya te lo contaré todo la próxima vez que nos veamos, ¿vale?

Asiento.

—Tienes mi número.

Nos despedimos con un beso húmedo, salado por culpa de sus lágrimas.