☦ 14 ☦
[ ☦ ]
Cuando acabó de comer, apartó la bandeja de la cama.
— ¿Hay algún espejo por aquí?
— No lo sé —contesté.
Quería verse.
¿Era una buena idea?
¿Debía dejar que lo hiciera?
A mí me parecía que estaba muy guapo, pero, ¿qué pensaría él?
— No creo...
Se pasó una mano por la mejilla y esbozó una mueca de dolor.
— ¿Es muy horrible? ¿Tan mal aspecto tengo?
Me levanté y me acerqué al lavamanos.
Si no lo hacía yo, Tae Hyung le
conseguiría un espejo.
Encontré uno pequeño y se lo entregué.
Luego le observé mientras se examinaba.
— El pobre niño ha estado atrapado en ese coche durante casi tres horas, mientras veía morir a sus padres.
Las voces eran suaves y bajas.
No sabían que los estaba oyendo.
No sabían que estaba despierto.
— No dejo de preguntarme cómo le habrá afectado...
— Vaya —dijo Minnie— se me va a poner el ojo morado. Parecerá que
me han pegado.
— No puedo evitar pensar que hubiera sido mejor si...
— ¿Dónde estoy? ¿Están aquí mamá y papá?
— Espera. Mira, creo que está despierto.
— ¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado? —preguntó Minnie.
Lo miré.
Se estaba tocando el vendaje de la cabeza con suavidad.
— Tienes una herida en la cabeza —le dije— Había sangre por todas partes. La herida no dejaba de sangrar y ellos ni siquiera intentaban detener la hemorragia. Estaban demasiado preocupados pensando que te podrías haber roto el cuello o que tuvieras una hemorragia interna.
— Estaban sacando a mamá y a papá del coche.
¿Qué era toda esa sangre?
— Las heridas en la cabeza sangraban mucho. Aún me acuerdo...
— ¡Tomen al chico! ¡Sáquenlo de ahí!
Minnie dijo algo, pero no lo escuché.
— ¿Qué? —pregunté.
— Mi herida. Ha dejado de sangrar.
Sí, la herida de Minnie había dejado de sangrar.
Él estaba bien.
Estaba vivo y conmigo...
— Sí. Cuando han decidido que no te habías roto el cuello, te han vendado la cabeza.
Recogí la bandeja.
— Déjame llevar esto fuera.
[ ☦ ]
Suran estaba en la sala de enfermeras, hablando con la que se encargaba de Minnie.
Dejé la bandeja y me acerqué a ella.
— Lo está haciendo muy bien. Se ha tomado todo el caldo.
— Bien.
Sonrió.
— ¿Te vas a quedar a pasar la noche?
¿Y dónde podía ir si no?
— Era mi intención.
— Te traeré un uniforme. Seguro que será más cómodo que ese traje.
— Claro.
Me había olvidado de que llevaba traje.
— ¿Cuánto tiempo se va a quedar?
— ¿Estás ansioso por llevártelo a casa?
— ¿Tú sabes cuánta gente muere de infecciones contraídas en un hospital cada año?
Suran dejó los papeles que estaba revisando y me miró.
— Pues da la casualidad de que sí lo sé. Pero Minnie está perfectamente
sano. No va a morir de una infección.
— Podré alimentarlo mejor cuando esté en mi casa.
— Sé amable con el personal de cocina. No es fácil conseguir buenos
empleados.
— ¿Qué tal si me traes ese uniforme? —respondí.
— Todo va a salir bien. Tú espera y verás.
No era la primera vez que me hubiera gustado compartir el optimismo
de Suran.
[ ☦ ]
SeokJin y Tae Hyung volvieron poco después.
Me alejé de Minnie para dejar que Tae Hyung se pudiera sentar junto a él.
— ¿Has comido, Minnie? —preguntó su amigo.
— El mejor caldo de pollo del mundo —contestó él.
Jin me dio un golpecito en el brazo.
— Sal un momento conmigo.
Salimos de la habitación y la puerta se cerró con suavidad detrás de nosotros.
— Tengo que marcharme, pero antes quería darte esto.
Abrió el bolso y me dio el collar de Minnie.
— Dejaré que seas tú quien se lo
devuelva.
Y en ese instante supe que SeokJin lo sabía...
— Gracias.
— Volveré mañana y le traeré algo de ropa.
Me dio un beso en la mejilla.
— ¿Te vas a quedar a pasar la noche?
— Sí.
Se rio.
— Pues buena suerte, porque Tae también.
Se me escapó un gruñido.
Cuando volví a entrar en la habitación, Kim estaba de pie junto a la cama, hablando con Minnie.
Vi cómo le estrechaba la mano y le susurraba algo al oído.
Entonces me acerqué y acaricié a Minnie en la mejilla.
— Me voy a quedar a pasar la noche.
Tae Hyung resopló.
— ¿Tienes algún problema? —le pregunté.
— Soy yo quien se va a quedar con Minnie esta noche.
— ¿Ah, sí? —repuse— Pues yo también.
Él hizo un gesto en dirección a una bolsa que había en la esquina de la habitación.
— Yo ya me he traído una bolsa con mi ropa y el cepillo de dientes.
Estaba discutiendo conmigo.
Otra vez.
Delante de Minnie.
Por suerte, ya no me importaba.
— Suran me va a traer un uniforme.
— No creo que sea apropiado que utilices material del hospital.
Me señaló con el dedo.
— Quizá deba informar a la dirección del centro.
No sólo discutía, también me estaba amenazando.
O, por lo menos, lo intentaba.
— Suran forma parte de la dirección —dije.
Entonces entró una enfermera para comprobar las condiciones de Minnie.
Nos esquivó con toda la intención, mientras Tae Hyung se sentaba con aire desafiante en el sillón reclinable que había junto a la cama.
— Nos quedaremos los dos.
Tampoco me moriría por pasar una noche en una habitación con él.
— Lo siento, señor Min —dijo la enfermera— Sólo una visita por
habitación. Son las normas.
Una norma.
No podía ir contra las normas del hospital.
Y menos después de haber castigado a Minnie por no respetar las mías.
— Está bien.
Miré a Minnie y me di cuenta de que se había sonrojado.
— Tae Hyung, quédate tú.
Me acerqué a la cama.
— Será mejor que me vaya antes de que llamen a seguridad. Te veré a primera hora de la mañana.
Me incliné y le susurré al oído:
— Duerme bien.
[ ☦ ]
A las diez en punto, todo el mundo había abandonado el hospital a excepción del personal y los visitantes que se iban a quedar a pasar la noche.
La enfermera de Minnie era una mujer bajita y corpulenta, con una
mirada amistosa y una sonrisa cálida.
Cuando la vi pasar frente a la puerta
de la sala de espera, recogí el uniforme que me habían traído y la seguí.
Se quedó en la habitación de Minnie unos quince minutos.
La puerta estaba un poco entreabierta y pude echar un vistazo al interior.
Un soñoliento Minnie levantó el brazo para que pudiera tomarle la presión.
Tae Hyung estaba acurrucado en el sillón reclinable de la esquina y nuestras miradas se cruzaron un momento.
Cuando la enfermera salió de la habitación de Minnie, le pregunté,
bloqueando el pasillo:
— ¿Está bien?
— Usted es Min Yoongi, ¿verdad? Encantada de conocerlo.
— Sí, disculpe.
Le tendí la mano.
— Es que... Estoy preocupado.
— Minnie está bien. Estoy segura de que mañana ya podrá irse a casa.
— Gracias —dije.
Ella me guiñó un ojo con una complicidad que no logré descifrar.
— Volveré a ver cómo está dentro de un rato.
Cuando se marchó, Tae Hyung abrió la puerta de la habitación.
— Las horas de visita han terminado.
— No estoy de visita.
Señalé la sala de espera.
— Estoy esperando.
— ¿Te vas a quedar toda la noche?
— ¿Aquí en el pasillo? No. ¿Aquí en el hospital? Sí.
Levanté el uniforme.
— Estaba a punto de ponerme el uniforme que me ha prestado un miembro de la dirección.
— Muy bien. Sólo quiero asegurarme de que no vendrás a molestar a Minnie esta noche. Necesita descansar.
— Joder, Kim Tae Hyung, ¿es que crees que voy a entrar en su habitación para tener relaciones sexuales con él? ¿Crees que se me ocurriría forzar a una persona que ha estado inconsciente casi toda la tarde?
Di un paso y me acerqué más.
— ¿Eso es lo que crees? ¿Que sólo pienso en mí? ¿En mis necesidades? Para mí él es lo más importante. ¿Me entiendes? Siempre que estamos juntos, Jimin ocupa el centro de mi mente. Lo que él quiere, lo que necesita.
Por primera vez, noté un cambio en Tae Hyung.
Nada muy importante.
Sabía que yo seguía sin gustarle, igual que lo que hacíamos Minnie y yo,
pero era probable que estuviera logrando cambiar la imagen que tenía de mí.
Y me pregunté por qué me hacía sentir tan feliz esa idea.
Levantó un poco la cabeza.
— No te creo.
[ ☦ ]
Esa noche no dormí bien.
El sillón que había en la sala de espera era muy pequeño y las mantas que me había conseguido Suran eran ásperas.
Aunque el verdadero motivo de mi falta de sueño estaba tres puertas más
allá.
Minnie.
Ya no podía pensar en él como Jimin.
No después de lo que había pasado ese día.
Ni de haber estado a punto de perderla.
La enfermera de Minnie salió al pasillo y yo me levanté para seguirla.
Estaba dormida y Tae Hyung acurrucado en el sillón reclinable.
Los cuatro repetimos esa escena varias veces durante la noche.
A las seis cuarenta y cinco, la enfermera se estaba preparando para el cambio de turno y Tae Hyung dormitaba intranquilo.
Yo me fui a la cocina para encargarme del desayuno de Minnie.
— ¡Oh, Dios, otra vez usted! —exclamó la cocinera cuando me vio
entrar.
— He venido a supervisar el desayuno.
— Hoy el desayuno se compone de salchichas, huevos revueltos o
tortitas.
— Tortilla de jamón y queso —dije— Huevos de verdad, queso recién
rallado y ese jamón de ahí.
Señalé la enorme pieza que había visto al entrar.
— Eso es para la comida.
— Y no pasará nada si utiliza una pequeña rebanada o dos para el
desayuno.
La mujer suspiró.
— Si le hago la tortilla, ¿me promete que encargará la comida en algún restaurante de la zona?
— ¿Y perderme nuestras pequeñas charlas?
— Comida en un restaurante y prepararé una tortilla tan ligera y esponjosa que llorará de tan encantado que estará.
Tomó un cartón de huevos.
— Usted decide.
Yo era un hombre de negocios lo bastante listo como para reconocer un buen trato cuando me lo proponían.
— Acepto. Encargaré la comida en un restaurante.
[ ☦ ]
Quince minutos más tarde, me fui a la habitación de Minnie con la bandeja.
Estaban a punto de entregarle el otro desayuno.
— Toma.
Le di la bandeja al empleado.
— Él desayunará esto.
El hombre se quedó mirando la bandeja, pero no me llevó la contraria.
— Hora de desayunar —dije, entrando en la habitación para preparar
la mesa de Minnie.
Parecía cansado; tenía unas sombras negras bajo los ojos y los moretones estaban más oscuros.
Estaba impaciente por sacarle de allí.
— Esta mañana hay tortilla de jamón y queso.
— Me tengo que ir, Minnie.
Tae Hyung lo besó en la mejilla ignorándome por completo.
— Aún tengo que hacer la maleta. Tómatelo con calma. Te llamaré cuando pueda.
Se dio media vuelta y me miró fijamente.
— Si le haces daño, te cortaré la polla y te la daré para desayunar.
— ¡Kim Tae Hyung! —le reprendió Minnie.
A mí la reacción de Kim me resultó incluso divertida.
— Lo siento —se disculpó éste, pero yo sabía que no era así— Se me ha escapado.
Me señaló.
— Pero lo he dicho en serio.
Recogió su bolsa y salió de la habitación.
— No sé qué mosca le ha picado —comentó Minnie.
Me senté a su lado; estaba muy contento de tenerlo para mí solo.
— Ayer estaba bastante enfadado. Sólo se preocupa por ti.
— ¿Me vas a decir por qué discutieron?
— No.
Se comió un trozo de tortilla.
— ¿Los demás pacientes del hospital también están desayunando tortilla de jamón y queso?
— No me preocupa lo que desayunen los demás pacientes del hospital.
A mí sólo me importaba saber que Minnie estaba a salvo.
[ ☦ ]
Mientras a Minnie le hacían el que esperaba que fuera su último escáner, apareció SeokJin con algo de ropa.
— ¿Se van a casa hoy? —preguntó.
— Ése es el plan.
—Te echaremos de menos en Filadelfia.
— Quizá podamos repetirlo en Tampa.
Jin me abrazó con fuerza.
— Cuida de Minnie.
— Intenta que Tae Hyung no se pase el día llamando. Quiero que Minnie descanse.
Nos marchamos poco después de las once.
El personal del hospital hizo oídos sordos a las protestas de Minnie y lo llevaron hasta la puerta en silla de ruedas.
Yo me fui al estacionamiento para recoger mi coche y acercarlo a la entrada.
Una vez allí, salí de él para ayudar a Minnie a acomodarse y le ajusté el asiento para que estuviera un poco más reclinado.
— ¿Qué le pasó al conductor del taxi? —preguntó, cuando yo me incorporaba al tráfico.
Como ya me imaginaba que lo preguntaría en algún momento, me
había preocupado de llamar a Suran.
También había tomado otras decisiones.
— Heridas superficiales. Le dieron el alta ayer. No me gustan los taxis, te voy a comprar un auto.
— ¿Qué? No.
¿No?
¿Minnie me acababa de llevar la contraria?
¿Por fin se sentía lo bastante cómodo conmigo como para hablarme de esa manera?
— ¿Por qué no te puedo comprar un coche?
— Porque está mal.
Sorbió por la nariz y yo me volví para mirarlo.
¿Tenía los ojos húmedos?
Maldita fuera.
— ¿Estás llorando? —inquirí.
— No —dijo él, pero volvió a sorber y eso lo delató.
¿Estaba llorando por un coche?
¿De verdad?
— Estás llorando. ¿Por qué?
— Porque no quiero que me compres un auto.
Yo empecé a protestar, pero entonces él habló de nuevo:
— Me haría sentir...
— ¿Sentir cómo?
— Me haría sentir sucio. Como si fuera un cualquiera.
Apreté el volante con fuerza.
¿Un cualquiera?
¿Se sentía como un cualquiera?
— ¿Eso es lo que crees que eres?
Cielo santo.
¿Qué le había hecho a este chico?
— No —dijo al fin— Pero yo soy bibliotecario y tú eres uno de los
hombres más ricos de Seúl. ¿Qué parecería?
Me esforcé por conservar la calma y resistir la tentación de llamar a Tae Hyung para pedirle que cancelara su viaje a Filadelfia y se llevara a Minnie a su casa para que se tranquilizara.
No era un cualquiera y saber que se sentía así me dio ganas de romper nuestra relación inmediatamente.
— Jimin.
Vaya, si podía hablar y todo.
Mi voz sonaba incluso razonable.
— Ya deberías haber pensado antes en lo que parecería. Llevas mi collar cada día.
— Eso es diferente.
Yo negué con la cabeza.
— Es lo mismo. Mi responsabilidad es cuidar de ti.
¿Cómo podía no saberlo?
— ¿Y lo vas a hacer comprándome un coche?
Si era necesario...
Lo haría.
— Asegurándome de que tienes todas las necesidades cubiertas.
Era justo lo que le había dicho a Tae Hyung en el hospital, ésa era mi mayor responsabilidad.
¿Es que Minnie no lo entendía?
No discutió más.
Poco después, cerró los ojos, pero yo sabía que no estaba dormido.
Sin embargo, el silencio me dio ocasión de pensar.
De alguna forma, el accidente había hecho que se sintiera más cómodo
hablando conmigo.
El Minnie que apareció en mi despacho algunas semanas atrás no hubiera discutido conmigo por un auto.
Me gustaba pensar que se sentía más a gusto a mi lado.
Pero no comprendía que lo rechazara.
Yo era su Dominante y tenía los medios para ayudarle.
¿Por qué no iba a hacerlo?
Porque parecería que le estaba pagando a cambio de sexo.
Como si fuera un cualquiera...
Y no era así.
Reprimí un gruñido.
¿Se sentía así por culpa de lo que hacíamos?
Minnie nunca había mantenido una relación como la nuestra.
Todo aquello era nuevo para él.
Volví a pensar en nuestras conversaciones en la mesa de la cocina:
Nunca había llegado a abrirse a mí.
Si pudiera conseguir que se sintiera cómodo compartiendo su mente
conmigo además de su cuerpo...
[ ☦ ]
Cuando llegamos a casa, me bajé del coche y le abrí la puerta.
— La conversación no ha acabado, pero tienes que descansar. Hablaremos más tarde.
Le acompañé dentro, esforzándome por conseguir que Apolo no le saltara encima y lo dejé en el sofá.
Luego me fui a la cocina.
Aquella mañana había llamado a mi asistenta para pedirle que me llenara el refrigerador y la despensa para todo el fin de semana.
Preparé un sándwich de jamón de pavo, queso y aguacate para Minnie y le llené el plato de uvas y rodajas de manzana.
Luego tomé una botella de agua de la nevera y volví al salón.
Él tomó el plato.
— Tiene un aspecto delicioso. Gracias.
Tuve que luchar contra la necesidad de acariciarle el cabello.
— Come sólo lo que te apetezca.
Bajé la vista hasta donde Apolo se
había sentado junto a él en el sofá.
— Puedes descansar aquí o en tu habitación. Me llevaré al perro si te molesta.
Él le acarició la cabeza.
— No pasa nada.
Encendí el televisor y le di el control remoto.
— Me voy a preparar un sándwich para mí. Vuelvo en un minuto.
[ ☦ ]
Poco después, me senté al escritorio con mi comida y encendí el portátil.
Le mandé un breve correo electrónico a Shan para decirle que volvería el lunes y luego revisé por encima el resto de los correos.
Leí un mensaje de Yang Kai y suspiré.
Probablemente tendría que organizar un viaje a China un poco más adelante.
Le contesté y le prometí que le daría más detalles en algún momento del fin de semana.
Cuando alcé la vista, Minnie estaba durmiendo.
Me levanté, recogí su plato, lo dejé en la mesa y le eché una manta por encima.
Luego me senté y observé cómo dormía.
La semana anterior quise enseñarle la biblioteca.
¿Y si iba un paso más allá?
¿Y si le ofrecía la biblioteca?
Él no solía aprovechar la libertad de la que disponía cuando nos sentábamos a la mesa de la cocina; ¿conseguiría que se sintiera más cómodo si le daba una habitación entera?
Sólo había una forma de averiguarlo.
[ ☦ ]
Se despertó a las tres y media, parpadeó mientras miraba a su alrededor, y sonrió cuando me vio.
— ¿Te encuentras mejor? —pregunté.
— Un poco.
Alargó el brazo y se tomó los analgésicos que le había dejado en la mesilla mientras dormía.
Luego se levantó y se estiró.
— Ven conmigo.
Me levanté y me acerqué a él, tendiéndole la mano.
— Quiero que veas el ala sur de la casa.
Me tomó de la mano sin vacilar y yo le acaricié los nudillos con el pulgar.
Luego recorrimos el pasillo en dirección a la biblioteca.
¿Le gustaría?
Le solté la mano, abrí las puertas dobles y me hice a un lado para que pudiera entrar él primero.
Minnie jadeó de sorpresa.
— Quiero que ésta sea tu habitación —le dije— Cuando estés en esta sala, serás libre de ser tú mismo. Tus pensamientos. Tus deseos. Es toda tuya. Excepto el piano. El piano es mío.
«Utilízala, Minnie. Por favor, sé tú mismo. Ábrete a mí.»
Entonces empezó a pasear por la habitación como si estuviera aturdido.
Fue deslizando los dedos por los lomos de los libros y de vez en cuando se detenía para leer algún título.
La luz del sol se reflejaba en su cabello y le iluminaba la cara.
Pero, ¿qué estaría pensando?
— ¿Jimin?
Se dio media vuelta y vi que por sus mejillas resbalaban varias silenciosas lágrimas.
¿Era una buena señal?
— Estás llorando —susurré, superado por las emociones que aquél chico conseguía despertar en mí— Otra vez.
— Es muy bonito.
Le gustaba.
Sonreí.
— ¿Te gusta?
Se acercó a mí sin decir ni una sola palabra y me rodeó con los brazos.
— Gracias.
— No hay de qué —murmuré, con los labios pegados a su cabellera.
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A mini_pink_destructor ^-^⤻
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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