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01

Preescolar es una etapa hermosa, las tareas son sencillas, las clases interactivas, los recreos largos y hay una gran oportunidad para hacer amigos, estar en preescolar es la etapa favorita de los niños, una que no se puede replicar o repetir nunca más.

Pero hay quienes abusan de sus privilegios.

Lee MinHo, por ejemplo, la pesadilla de cualquiera de los maestros en aquella institución que abarcaba desde maternidad hasta pre-universitario; ellos adoraban llamarlo "conejito", no solo porque sus ojitos grandes y sus tiernos dientitos delanteros lo hicieran ver tan adorable como uno, sino que también era inquieto como uno: era demasiado difícil mantenerlo sentado en un mismo lugar por más de cinco minutos, para lograrlo, había que darle su almuerzo, pero por supuesto que el almuerzo no duraba para siempre, apenas lo terminaba, su hora de jugar volvía y podías verlo en cualquier lugar del aula excepto donde le correspondía estar.

Como su total opuesto, estaba Han JiSung, la adoración de los maestros. Todos concordaban en que era un niño prodigio, pero su mamá se rehusó a que lo adelantaran a otra etapa, dijo que prefería que conviviera con los niños de su edad, así que solo iba a un curso adicional por las tardes para evitar que su cerebro brillante se desperdiciara.

Eso significaba que los maestros no dudaban en defenderlo antes que a cualquier otro.

— ¡MinHo, cielito! —la maestra corrió hasta donde el pequeño niño se encontraba tomando varios colores en su mano y colocándolos de a uno entre sus dedos, como las garras de Wolverine—. Cariño, no puedes usar los colores de JiSung, él los necesita, ven, vamos acá con tus colores.

— No necesita, él compati.

— Pero tú tienes los tuyos. Ven, vamos a tu asiento.

La idea pareció no gustarle, ¿por qué tomar sus propios colores cuando el curioso niño de denso cabello oscuro no le había rechistado al verlo tomar sus colores? Tomó otros tantos colores y comenzó a hacer trazos desordenados en la hoja que había dejado antes, la maestra suspiró con cansancio, era demasiado joven para comenzar a desarrollar arrugas en la frente.

Cuando terminó, dejó los colores en la mesa y le mostró el dibujo a la profesora, esperando por su respuesta con una amplia sonrisa.

— Muy lindo, pero teníamos que dibujar un elefante, cielo, no el pasto.

Efante... Efante no sé.

— ¿No sabes dibujar un elefante?

La voz de un tercero llamó la atención tanto de la maestra como del pequeño, JiSung usualmente no hablaba, no a menos que fuera necesario, por lo que MinHo estaba demasiado sorprendido, se sentía cohibido de repente, se volvió tímido y su voz no salía, agachó la mirada y negó solamente.

— Ven, te enseño a dibujar uno, siéntate conmigo —quitó la mochila que estaba a su lado, dejando el espacio disponible para que MinHo lo ocupara.

El niño obedeció al instante, tomó su hoja y la colocó sobre la mesa antes de sentarse, la profesora observó intrigada la situación.

JiSung tomó la hoja, comenzó a dejar una serie de puntos con un crayón, se aseguró de haberlo hecho correctamente y le devolvió la hoja a MinHo.

— Toma, debes unir todos los puntos, así, ¿ves? — trazó una línea entre dos de los puntos para mostrarle cómo debía hacerlo—. Cuando todos estén unidos, debe haber un elefante.

MinHo asintió lentamente en comprensión y se dispuso a seguir el trazo de puntos que había en su hoja. La maestra estaba sin habla, ¿cómo un niño de cinco años había logrado lo que ella, con sus años de carrera, no?

— JiSung, ¿no te molesta que se quede contigo? —el niño negó.

— Yo ya casi termino, puedo ayudarlo.

— Bueno, voy a atender a los demás, ¿sí? En un rato vuelvo contigo —asintió y entonces ella se fue, dejándolos a ambos con sus tareas.

MinHo estaba trabajando en silencio, cuidaba que sus líneas no fueran demasiado irregulares, pero qué difícil era.

— JiSung, no puedo —habló con un pequeño lloriqueo, su rostro expresando el mismo sentimiento.

— ¿Qué cosa no puedes?

— Línea, no puedo dibuja línea.

El chico de cabello oscuro y gafas redondas puso atención a la forma en que MinHo tomaba los colores, tendía a empuñar su mano, y recordaba que su mamá había dicho que hacer eso hacía más difícil hacer las líneas rectas.

— ¿Me dejas tomar tu mano? —MinHo asintió. JiSung tomó el crayón y lo acomodó entre los dedos del otro niño, asegurándose de sostenerlo de la forma más parecida posible a la que su mamá le había enseñado, luego sujetó el dorso de su mano para guiarlo—. Debes mover los dedos, así, y no pegues la mano a la libreta, ¿quieres que lo hagamos juntos?

— Sí, po favo.

— De acuerdo.

MinHo trató de no hacer mucha fuerza en su mano, dejó que fuera JiSung quien lo llevara en el trazo, hasta que completo todo el dibujo.

— ¡Bien! ¡Lo hiciste muy bien!

— ¿De vedad? —preguntó el pequeño MinHo muy emocionado, pocas veces le decían que había hecho algo bien.

— ¡Sí! Te mereces un premio, ¿qué premio te gustaría?

Abazo —respondió el rápidamente, su mamá solía darle abrazos cuando completaba bien una tarea.

— ¡Bien! Ven aquí —JiSung lo acercó a él y rodeó con sus bracitos el cuerpo del otro niño, siendo correspondido por él muy alegremente, su risa era muy bonita.

Cuando se separaron, JiSung palmeó un poquito su cabeza, viendo la amplia sonrisa de conejito de MinHo y sus ojitos casi cerrados, MinHo era un niño muy lindo.

— ¡Maeta! ¡Maeta! ¡Efante!

La mujer se aproximó a ellos, viendo el dibujo en la hoja bastante sorprendida.

— ¡Muy bien, MinHo! Ahora hay que colorearlo.

El niño se emocionó más, ¿lo habían felicitado dos veces? Era el mejor día de su vida, la sonrisa parecía no desaparecer de su carita. Giró a ver a JiSung, quien le respondió con una sonrisa también.

— Ahora debes colorearlo, MinHo, ¿sabes de qué color son los elefantes? —el niño asintió y comenzó a buscar con la mirada el color que necesitaba, lo tomó rápidamente en cuanto lo encontró.

— ¡Gis!

— ¡Bien! Si lo coloreas bien, te puedes ganar otro premio.

¿Un segundo premio? El pequeño apenas podía contener la emoción, en efecto, era el mejor día de su vida.

— ¡JiSung! ¡JiSung! ¡Guaf guaf! —el pequeño MinHo quitó a como pudo la mochila en el asiento al lado de JiSung, ese había sido su asiento favorito en las últimas semanas, apenas había un trabajo nuevo por hacer, iba y ocupaba ese lugar.

JiSung giró a verlo tratando de entender su petición, tenían la misma edad, pero MinHo parecía ser un poco más consentido, así que tenía que adivinar qué era lo que quería.

— ¿Qué pasa, MinHo?

— ¡Guaf guaf! ¡Aquí guaf guaf! —apuntó a la hoja en blanco que llevaba en mano.

— ¿Quieres dibujar un perrito?

— ¡Sip! ¡Aquí!

— Pero tenemos que agrupar las figuras por colores, MinHo, ¿dónde está tu trabajo? —el niño negó con la cabeza, esa actividad no le parecía importante.

— Guaf guaf, aquí.

JiSung intentó pensar un poco, debía pensar en algo que le pareciera más divertido a MinHo que dibujar un perrito y que lo ayudara a completar su tarea.

— Mira, trae tu cuaderno, hagamos un juego, ¿sí? Yo voy a dibujar un perrito y tú agrupas las figuras de colores, ¿sí? El que termine más rápido, gana un premio.

"Premio" era la palabra clave para hacer que MinHo cediera. Corrió a su mochila y sacó el cuaderno donde se suponía que realizaría la actividad, tomó los recortes que le correspondían y regresó al asiento al lado de JiSung, se sentó y colocó ambas manos a los lados del cuaderno en espera de la siguiente indicación.

— ¿Listo? —MinHo asintió alegre—. Okay, empezamos a la cuenta de tres, ¿bien? Uno... Dos... Tres.

MinHo, dejando salir un par de risitas emocionadas por lo bajo, comenzó a pegar los recortes según los grupos de colores que la maestra había asignado, volteaba de reojo para asegurarse de que JiSung aún no estuviera cerca de terminar; él, por su parte, trataba de hacer el dibujo a un paso un poco más lento, sabía que eso haría que tardara un poco más en hacer su propia tarea, pero era divertido ayudar a MinHo con la suya mientras jugaban.

Al cabo de un rato no muy largo, MinHo comenzó a reír más alto, aplaudiendo un par de veces para sí mismo como muestra de su alegría: había terminado su trabajo y le había ganado a JiSung, ahora recibiría un premio.

— ¡JiSung! ¡JiSung! ¿Gané yo? —el otro niño fingió una expresión de derrota a modo de broma.

— ¡Ah! ¡Me ganaste! Llévalo con la maestra, dile que me ganaste en terminar el trabajo.

Asintió efusivo, tomó su cuaderno y se dirigió al escritorio de la maestra, casi lanzando la libreta hacia arriba ya que se le dificultaba alcanzar la superficie.

— ¡Maeta! ¡Gané! JiSung no, ¡yo gané!

La mujer no tenía idea de qué era lo que se suponía que MinHo había ganado, lo único que sabía era que el niño rara vez entregaba los trabajos rápido, no le había llevado demasiado tiempo hacer la actividad y tampoco había tenido que perseguirlo por todo el salón para rogarle que permaneciera sentado, era un verdadero y auténtico milagro.

— ¡Qué lindo, MinHo! Bien hecho, voy a ponerte un sellito, ¿de acuerdo? —el niño asintió rápidamente, prestó atención a la maestra cuando ella sacaba una cajita con sellos de diversas formas, buscando entre ellos el adecuado—. Mira, ¿ves la abejita aquí? Las abejas son muy trabajadoras. ¿Ves qué dice en las letras?

El niño tardó un par de segundos en ver las letras, pero no mucho después, exclamó con alegría— ¡Buen tabajo!

— ¡Eso! ¡Muy bien! Puedes regresar a tu lugar, no hagas mucho ruido, ¿de acuerdo? Esperemos a que los demás terminen en silencio.

El niño asintió, haciendo con sus manitas un gesto para tapar su boca, haciendo silencio incluso cuando tomó su libreta y caminando casi de puntitas. JiSung lo veía desde su asiento, prestó atención a cada movimiento de MinHo desde el momento en que se alejó apenas unos centímetros, MinHo era muy lindo solamente existiendo, era fácil quererlo, a JiSung le parecía demasiado tierno.

Cuando llegó hasta el asiento donde estaba antes, al lado de JiSung, le susurró con mucha emoción— ¡Tengo sello de abejita! ¿Te gusta?

— ¡Qué lindo! —habló JiSung en un tono normal—. Yo también quiero uno.

— ¡Shhh! Habla silencio —reclamó el contrario con un gesto, no podía ser posible que JiSung no respetara la indicación de la maestra.

¿"Habla silencio"? Qué lindo.

Imitó su gesto, indicándole que también guardaría silencio, a lo que MinHo sonrió y colocó su mano sobre el cabello de JiSung, dando un par de palmaditas suaves.

— Muy bien —le susurro en voz bajita, JiSung rió, por lo general era él quien decía esa frase.

Le tendió el dibujo del perrito que MinHo había pedido al principio, recibiendo la admiración completa de MinHo por su dibujo, JiSung ni siquiera entendía qué era lo que le fascinaba tanto acerca de que él le dibujara algo, pero le gustaba mucho ver la gran y amplia sonrisita de conejito de MinHo cuando recibía un dibujo, lo hacía ver como si tuviera muchos brillitos a su alrededor, y eso era muy lindo.

El timbre que anunciaba la hora de salida sonó por toda la institución, y los niños que ya estaban firmados en una filita fuera del salón esperaban a que sus responsables fueran a recogerlos para llevarlos a casa. MinHo había sido acomodado inicialmente un poco más atrás que JiSung, pero en algún momento terminó estando justo a su lado, preguntando acerca de cualquier cosa que le parecía interesante, como era su costumbre cuando sentía confianza con alguien.

— JiSung, ¿qué es eso? —señaló un frondoso árbol en el patio.

— Creo que es un roble, no lo sé, los robles tal vez son más grandes.

— ¿Oble?

JiSung lo miró extrañado, lo había notado recién— ¿No sabes pronunciar la "erre"?

El niño negó con la cabeza.

— Mami dice que oto día.

JiSung recordó que su mamá siempre decía que todos tenían su propio tiempo para aprender a hacer algo, y que no era correcto presionar a todos para ser iguales, así que solo asintió sin tener nada más para decir.

La maestra se acercó a ambos, traía una tira de estampillas en su mano.

— ¡Ambos se portaron muy bien hoy! ¡Felicidades! Tengo un regalo para ustedes —sacó una estrellita en color verde y la colocó en la frente de MinHo, sacó otra de color rojo y la colocó en la frente de JiSung—. ¡Qué lindos se ven! ¡Bien hecho! Ya llegaron por ustedes, nos vemos mañana.

MinHo no prestó atención al hecho de que su mamá estaba esperando por él a unos pasos más adelante, estaba consternado acerca de la estrella en la frente de JiSung, ¿él tenía una igual?

— ¿JiSung? —el mencionado desvió la mirada de su madre para ver a MinHo—. ¿Qué es eso?

— ¿Esto? —señaló la pegatina en su frente—. Es un premio, significa que te portaste bien.

— ¿Yo bien?

— ¡Sip! Tú también tienes un premio de bien hecho, debes enseñárselo a tu mamá, ¿sí?

Él asintió sonriendo, buscó a su madre con la mirada y corrió hacia ella en cuanto la ubicó, le dió un pequeño gran abrazo y un beso tronando en la mejilla.

— ¡Mami! ¡Mami! ¡Etella!

— ¡Oh! ¿Te portaste bien hoy, Min?  —asintió efusivo, derritiendo el corazón de la joven mujer con su linda sonrisa—. ¡Qué buen niño! Compraré un helado para ti, ¿quieres?

¡Por supuesto que sí!

Se tomó fuertemente de la mano de su madre, iniciando su camino hacia afuera de la institución, oh, pero olvidaba un pequeño detalle.

Giró la cabeza en busca de cierto niño de grandes gafas redondas y cabello denso y oscuro como la noche, iba caminando al lado de una mujer un tanto mayor, ambos caminaban en silencio, JiSung sostenía los tirantes de su mochila con sus manitas y caminaba viendo solamente al frente, hasta que la dulce vocecita de cierto lindo niño, agitando su bracito para saludarlo enérgicamente, llamó su atención.

— ¡JiSung! ¡Bye~! —el mencionado sonrió al instante, haciendo un pequeño ondeo con su mano para corresponderle, recibió una gran sonrisa de MinHo en respuesta para luego verlo alejarse entre la multitud.

— Rrrrrrr

— ¡Ddddddddd!

— No, mira bien: rrrrrrrrrrrrrr.

— ... ¡Ddddddddd!

— A ver, espera —JiSung tomó unos segundos para repasar mentalmente cuál era la posición óptima en la que pudiera pronunciar la letra—. Coloca tu lengua atlas lel palalal.

MinHo, en lugar de hacer lo que le pedían, encontró muy graciosa la forma en que JiSung había pronunciado mal las palabras al hacer esa mueca extraña con su boca, se burló tapando su boca con sus manitas, sus ojitos entrecerrados y pómulos alzados podían hacerte visualizar su gran sonrisa aunque no la vieras directamente.

— ¡No te rías! Trata de hacerlo tú, mira: llllllllll. ¿Puedes hacerlo?

El pequeño trató de imitar la acción con su lengua, encontrando la posición muy pronto— ¡Lllllllllll!

— ¡Bien! Ahora... intenta soplar aire muy fuerte.

MinHo obedeció, sopló como si quisiera apagar las velas de un pastel.

— MinHo, así no, sopla sin despegar la lengua del paladar.

— ¿Qué es eso?

— ¿Qué cosa?

— Padalal. ¿Qué es?

— El paladar es lo que está arriba en la boca, aquí mira —señaló con su lengua el lugar indicado, siendo seguido de MinHo, tendía a replicar lo que él hacía—. Mhm, bien, ahora sopla muy fuerte, pero no cierres la boca.

El menor tardó un par de segundos en interpretar la petición, ¿cómo podía soplar fuerte con su boca en esa posición? JiSung pedía cosas muy raras.

Intentó hacerlo un par de veces, las primeras el sonido resultante era más parecido al de una "s", quiso rendirse luego de unos cuantos intentos, pero las miradas de ambos se cruzaron con sorpresa cuando el sonido adquirió una cierta vibración.

— ¡Ya casi lo tienes, MinHo! Inténtalo de nuevo.

El menor, más motivado, comenzó a repetir lo que había hecho de forma continua, la vibración fue creciendo gradualmente hasta que salió el claro sonido de una "r". Tapó su boca con su mano y abrió los ojos sorprendido, ¿había sido tan fácil todo ese tiempo? Se sentía bastante orgulloso de sí mismo.

JiSung también estaba muy orgulloso de él, sonrió grande, una preciosa sonrisa en forma de corazón que dejaba ver parte de sus encías y hacía que sus mejillas se vieran bastante más rellenitas.

— ¡Wah! ¡Bien hecho, MinHo! Lo hiciste muy bien —elevó su mano abierta, invitándolo a chocar los cinco, acción que MinHo interpretó como un abrazo, por lo que se lanzó a cruzar sus brazos rodeando el torso de JiSung. Él estuvo a punto de decirle que no era eso lo que significaba ese gesto, pero MinHo reía alegremente mientras decía "rrrr" entre medio de sus risas, así que solamente lo abrazó de vuelta y palmeó su cabeza.

Por desfortuna, el receso llegó a su final, un timbre resonó por toda la institución y los niños comenzaron a recoger sus lugares para dirigirse a sus salones.

— Oye, MinHo, ya es hora de irnos, vamos —lo empujó un poquito por los hombros con la intención de despegarlo de su cuerpo para poder ir al salón. Él lo apretó un poco más antes de separarse, elevó su carita, apoyando su barbilla en el estómago de JiSung y mostrándole una tierna expresión llena de alegría.

— ¡JiSung! ¡G-rr-acias! —el mayor rió, viéndolo de forma entrañable, MinHo hacía que todo pareciera lindo. Se inclinó y dejó un besito corto en su frente, obteniendo más de las tiernas risas nerviosas de MinHo.

— Por nada, MinHo, ahora vámonos, dijiste que querías ganar otra estrella hoy, tenemos que ir al salón rápido.

El niño asintió y se levantó de su cómodo lugar, tendiendo su mano para que JiSung se levantara también. Caminaron juntos al salón de clases con sus manitas enlazadas, MinHo no le permitió soltarse en ningún momento, adoraba estar cerca de JiSung.

Un día muy especial se acercaba en el calendario, un día divertido y que parecía colorear el aire de un bonito color rosado.

Día de San Valentín.

El día creado para celebrar el amor y la amistad. Era divertido porque había que hacer regalos, dar muchos abrazos y sonreír solamente.

Pero MinHo no estaba tan seguro de gustar de ese día.

Los otros niños por lo general no jugaban mucho con él, incluso lo excluían a veces, él nunca logró entender la razón, solo sabía que eso lo hacía sentir mal en ese día, porque no había nadie que quisiera regalarle algo a él, y cuando la maestra asignaba a alguien para darle un regalo, siempre recibía solamente una paleta o un chocolate; le gustaban, sí, pero pensaba que sería lindo recibir cajitas decoradas o juguetes pequeños como los demás niños.

Sin embargo, en esta ocasión, había alguien a quien él mismo quería regalarle.

Llegó a la cocina de su casa, era el día de descanso de su mamá y se encontraba lavando algo en la cocina, no alcanzaba a ver y tampoco le interesaba mucho, él solo quería ayuda para hacer un regalo para JiSung.

— ¡Mami! ¡Mami! ¡Yo hacer esto!

La mujer giró a verlo, encontrando la imagen de un anuncio de chocolates en una revista, trató de pensar rápidamente en una alternativa que no fuera tan complicada y que pudiera llamar la atención de su pequeño hijo.

— ¿Para qué quieres los chocolates, Min? ¿Son para ti? Puedo comprarte uno, si quieres.

— No, no yo, quiero para JiSung.

— Ah, ¿JiSung es tu amiguito? ¿El que usa lentes?

— ¡Sip!

— ¿Y sabes si le gustan los chocolates? —MinHo se quedó en silencio, nunca lo veía comer chocolate, alzó los hombros, desconocía la respuesta.

La mujer lo pensó un poco más, criar un hijo sola, a su temprana edad, era bastante complicado, y su salario no le daba la oportunidad de despilfarrar mucho en gastos extra, pero un regalo no necesitaba ser costoso para ser valioso.

— ¿Te parece si le hacemos una carta con forma de corazón? No podemos hacer chocolates hoy, no tengo los materiales, pero podemos hacer algo con colores y papel, ¿te gusta? Creo que también podemos hacer galletitas más tarde.

— ¿Chispas de chocolate?

— ¡Sip! Podemos ponerles chispas de chocolate.

MinHo asintió, las ideas de su mamá siempre eran geniales, era muy creativa, su mamá era la mejor.

Tuvo que esperar un poco para que su mamá se desocupara, en la mesa tenía una caja con muchos materiales que usaban para trabajos escolares y de más; vieron un par de videos de manualidades para tomar inspiración antes de poner manos a la obra.

Seguro a JiSung le encantaría su regalo.

Por otro lado, pero con el mismo pensamiento, JiSung dudaba sobre si debía llevar o no un regalo especial para MinHo. El niño era adorable, había sido el primero que lo buscaba una y otra vez a pesar de que él no era demasiado parlanchín ni tenía tanta energía para jugar, ¿podía asumir que MinHo era su amigo? Los demás niños no jugaban mucho con él porque creían que era aburrido, y tal vez tenían razón, no era divertido hablar sobre planetas o historia, los niños solo querían jugar.

Pero, de nuevo, MinHo era muy lindo con él, y él de verdad quería que fuera su amigo.

Caminaba de la mano de su madre por un centro comercial, ella iba buscando algún artículo para su hogar, JiSung trataba de encontrar con la mirada algo que reflejara al lindo niño de su clase.

Pronto lo encontró: un bonito peluche de zanahoria que se transformaba en un lindo conejito blanco y luego volvía a su forma original. Los ojitos del peluche le recordaban a los ojos oscuros pero llenos de brillo de MinHo, era definitivamente el regalo perfecto.

— Mamá, ¿podemos comprar ese? —le indicó con el dedo el peluche de la vitrina, la mujer giró a verlo, JiSung no tendía a pedir cosas así.

— ¿Es para ti? —negó con la cabeza.

— Hay un niño en mi clase que siempre se sienta conmigo, quiero dárselo.

Ella asintió a modo de comprensión, desde que inscribió a Jisung en esa institución, él nunca le había hablado sobre ninguno de sus compañeros de clase, sus hermanos mayores eran bastante más grandes, así que pasaba el día solo; por eso, que él pidiera algo para darle a un amigo era bastante novedoso.

— Claro que sí, vamos a usar de tus ahorros, ¿de acuerdo? —JiSung asintió, sintiéndose muy emocionado de repente—. Vamos, compremos también una bolsa de regalo, ¿sí? Escoge una que te guste.

Pasó un buen rato buscando, tenía que esforzarse si quería que su regalo le gustara a MinHo.

Era un viernes por la mañana, día 14 de febrero finalmente, MinHo se despertó lleno de emoción ese día, se levantó rápido, comió todo su desayuno velozmente y estuvo listo para irse en un increíble tiempo récord, cargaba en su espalda su mochila y en sus manos una bolsa un tanto pequeña que contenía los frutos de su arduo trabajo.

Se despidió de su madre con un fuerte abrazo y un gran beso en la mejilla, dedicándole un efusivo saludo al entrar por la puerta de su salón. Buscó con su mirada a JiSung, quien se encontraba solamente sentado observando a los demás niños jugar, los minutos de la mañana eran aburridos y MinHo por lo general llegaba apenas unos dos minutos antes de que la clase comenzara.

Excepto ese día.

El pequeño corrió tan rápido como su pesada mochila se lo permitió, llamando la atención del mayor al gritar su nombre con su dulce voz.

— ¡JiSung! ¡JiSung!

— ¡MinHo! Buenos días.

El niño sonrió, bastante feliz por verlo siendo tan temprano. Alzó la bolsita que llevaba en sus manos y se la mostró.

— ¡Para tú!

¿MinHo llevaba un regalo para él?

Estiró su manita para alcanzar los cordones de la bolsa, colocándola sobre su asiento para abrirla.

Una bolsa más pequeña con galletas de chispas de chocolate y  lo que parecía ser un libro pequeño estaban dentro, tomó el papel, viendo los muchos dibujitos que MinHo había hecho de ellos dos jugando, los colores eran lindos y estaba repleto de figuras bonitas. Sintió una sonrisa formarse en su rostro, estaba muy feliz, adoraba su regalo.

— ¡Gracias! ¡Me gusta mucho!

— ¿De verdad?

— ¡Sí! Es muy bonito, muchas gracias... Mira, también traje algo para ti —sacó de detrás de su mochila la bolsa que contenía el peluche que había comprado, no estaba seguro de que a MinHo le gustara, pero no quería ser el único que recibiera un regalo.

MinHo, por su parte, estaba muy feliz aún sin haber abierto la bolsa. Se veía grande y bonita, tal vez tenía más que solo una paleta. Se sentó en el lugar al lado de JiSung y se dispuso a abrir su obsequio, encontrando el juguete de felpa rodeado de papeles de diferentes colores. Lo sacó lleno de curiosidad, ¿por qué JiSung le había regalado una zanahoria gigante? Ni siquiera podía comerse, a veces parecía que JiSung no pensaba mucho.

Se sorprendió cuando vió una cosita parecida a las que tenían sus suéteres, esas que servían para cerrar y abrir; según su intuición, debía de abrirlo. Cuando el zipper llegó al otro extremo, reveló dentro una figura de color blanco que lo hizo quedarse en pausa por unos segundos... ¡Un conejo!

— ¡JiSung! ¡Conejo! ¡JiSung! —apenas contenía la emoción, miraba a JiSung y luego veía de nuevo el peluche, no podía creer lo que veían sus ojos, ¡la zanahoria se transformaba en conejo! Más impresionante aún, ¡el conejo se transformaba en zanahoria!

— ¿Te gusta? —preguntó JiSung, aunque la gran sonrisa y el brillo inigualable de los ojitos de MinHo podían responderle más rápido que sus palabras.

MinHo se abalanzó a él, atrapándolo en un fuerte abrazo que al parecer pretendía dejarlo sin aire.

Separó su mejilla del cómodo hombro del mayor para subir y dejar un prolongado beso en su abultada mejilla, producto de la alegría inexplicable que crecía en su pecho y que no sabía cómo drenar. JiSung se quedó paralizado en su lugar, sentía cosquillas por todo su cuerpo y había algo raro caminando por su estómago, pero era raro, no le molestaba, era solo que no sabía cómo describir ese sentimiento.

— JiSung, ¡gracias! —la sonrisa linda de MinHo hizo que sus propias mejillas se colorearan de un rosa intenso, atinando a sonreír nerviosamente y palmear un poco su suave cabello castaño.

— Por nada, MinHo.

MinHo lloró mucho cuando pasó de preescolar a primaria básica, apenas había sido un año desde que había conocido al que consideraba su mejor amigo, y ni siquiera había sido un año completo, no comprendía por qué no podía seguir siendo compañero de JiSung, por qué su salón y el de JiSung no eran el mismo, por qué su mamá no podía dejarlo en el salón de al lado.

— Min, cielo, por favor, ¿sí? Tengo que irme ya, entra al salón.

— ¡No! ¡Mami! —comenzó a lloriquear, sus ojitos se charqueaban—. ¡Mami, quiero ir con JiSung!

— Min, él no está en tu clase, está en el salón de al lado, lo puedes ver en el receso —claro que estaba en el salón de al lado, lo había visto entrar ahí, por eso mismo quería ir a ese salón, ¿qué era tan difícil de comprender? Él no quería esperar hasta el receso para ver a JiSung, quería verlo todo el día.

Era bastante el bullicio en la entrada del aula, tanto que los niños de los otros salones comenzaron a asomarse para ver de qué se trataba, incluído JiSung, quien tan pronto vió a MinHo envuelto en lágrimas y con sus ojitos enrojecidos, sintió una angustia inexplicable, no quería que MinHo llorara, hacía doler su corazoncito.

Caminó rápidamente hacia él, tocando suavemente su hombro para llamar su atención.

— ¿Por qué lloras? —preguntó en cuanto MinHo giró a verlo, sorprendido al principio para soltarse en llanto nuevamente.

— ¡JiSung! ¡Quiero ir contigo! —casi se le lanzó encima, abrazándolo fuertemente, ahora despegarlo sería un problema más.

— MinHo, no puedes, tu salón es este —más lloriqueos por parte del menor, ¿incluso JiSung se ponía del lado de los mayores? No sabía qué era el fin del mundo, pero se escuchaba tan terrible como esa situación.

JiSung tuvo que pensarlo un par de segundos, no muchos en realidad, MinHo respondía fácilmente a los juegos de recompensa.

— Oye, hagamos un juego, ¿sí? Entra a tu salón, si te portas bien, te daré un premio al final de las clases, ¿quieres jugar conmigo?

Oh, así la situación era diferente, JiSung tendría un premio para él al final si cooperaba y entraba a su salón... Un segundo...

— ¿Vas a verme? —habló entre hipidos, levantando la mirada, no tenía caso jugar si JiSung no lo veía.

— Sip, pero voy a estar escondido donde tú no me veas, ¿de acuerdo?

A veces era sorprendente lo dócil que se volvía MinHo cuando era JiSung quien le pedía algo.

Asintió y dejó de llorar, permitiendo que su mamá limpiara un poco sus lágrimas y arreglará el desastre que había hecho con su uniforme, parecía que ya estaba más tranquilo y ella de verdad no podía invertir más tiempo ahí, debía llegar rápido al trabajo. Se despidió con un besito en la frente y salió corriendo, dedicándole una última mirada agradecida tanto a la maestra como a JiSung antes de perderse detrás de alguna pared.

MinHo se dispuso a entrar, miró al otro niño con sus grandes ojos redondos aún bastante enrojecidos, un puchero muy lindo en sus labios y sus cachetitos de un suave color rosita.

— ¿Vas a venir después de clases?

— Sip, voy a esperarte aquí afuera, ¿está bien?

— ¿Me lo prometes? —JiSung le sonrió, alzando su dedo meñique para que él lo enlazara, esa sola acción pareció elevar el estado de ánimo del menor.

La maestra lo condujo dentro del salón, obligándolo a separarse, sin JiSung dentro, ¿con quién jugaría?

El día fue difícil, y eso era lo único que podía pensar porque el resto de palabras eran demasiado complicadas, si tuviera un diccionario cerca y pudiera ver todas las palabras que significaban lo mismo que "difícil", las usaría todas.

JiSung no había estado ahí para ayudarle con sus tareas, el resto de niños no querían juntarse con él y lo llamaron "llorón" la mayor parte del día, la maestra los regañó por ser groseros pero ellos seguían haciéndolo cuando la maestra no los veía.

Odiaba estar en ese salón.

Salió y pareció que toda la tristeza que había sentido se fue volando cuando vió a JiSung esperando por él fuera de su salón de clases, cargaba su mochila en su espalda y le sonrió levemente cuando lo vió salir. Esa sencilla expresión logró hacer que el color gris que tenía su día se convirtiera en una amplia gama de colores alegres.

— ¡JiSung! —corrió hacia él y lo abrazó, siendo correspondido por los bracitos de JiSung rodeando su cuerpecito.

— Te portaste bien, ¿verdad? —MinHo asintió alegre, él había sido bueno, los demás niños no—. ¿Cuál te gustaría que fuera tu premio?

— ¡Abrazo!

— Ya te estoy abrazando —"oh", pensó MinHo. ¿Qué más podía pedir entonces?

— ¡Beso!

JiSung sintió de nuevo las hormigas caminar por toda su piel y por dentro de su estómago, y un calor muy grande empezó a sentirse en sus mejillas.

— ¿Un beso?

Le respondió con un ruidito de afirmación, indicó con su dedito la zona de su mejilla que debía recibir el beso, JiSung tembló un momento en su lugar, no entendía por qué estaba tan nervioso.

Se acercó rápidamente y dejó un corto besito en donde le fue señalado, separándose al instante y recibiendo alegres risas de parte del menor, todo lo contrario a su reacción, las hormigas que estaban dentro de su estómago estaban caminando más rápido y su rostro se sentía muy caliente, pero ver a MinHo feliz lo hacía sentirse feliz también.

— Mami, ¿qué es novio?

La pregunta tomó por sorpresa a la joven madre por dos razones distintas: primero, su pequeño era demasiado pequeño para tener esas preocupaciones; segundo, ¿qué relación tenía eso con sus notas bajas?

Había estado hablando con él durante un buen rato sobre el por qué estaba mal que no hiciera sus trabajos, que debía ser más atento y que sus calificaciones eran muy bajas, así que la mención de esa palabra cuando se suponía que estaba ayudándolo a corregir su actividad de sumas y restas logró dejarla perpleja un par de segundos.

— ¿Dónde escuchaste esa palabra?

— En mi salón lo dicen todo el tiempo, dicen "MinHo y JiSung son novios", ¿es malo? No quiero que digan cosas malas de JiSung, él es muy bueno, me cuida mucho, y me regaló a Lily —el peluche de conejo que él asumió era niña—. ¿Un novio es malo?

Habían pasado algunos tres o cuatro meses desde que empezó el curso, ella estaba consciente de que JiSung había prometido verlo todos los días al final de las clases y darle un premio si se portan bien, el premio lo decidía MinHo, y siempre pedía un beso o un abrazo. Probablemente, las burlas de los niños se debían a esa simple interacción.

— Los novios no son malos, Min, un novio es... Una persona con la que quieres estar toda tu vida.

— ¿Tú eres mi novio?

— No, cielo, yo soy mamá, a mí me quieres porque soy tu mamá, pero tú no pediste que yo fuera tu mamá. Un novio es alguien a quien tú escoges para ser novios. Y las niñas son novias, los niños son novios.

Todo eso era demasiada información para el cerebro de MinHo, ¿las niñas son novias y los niños novios? ¿Él tenía que escoger un novio? ¿Por qué nadie le dijo que había que escogerlo? Seguro ya todos habían escogido y él todavía no. ¿Y si JiSung ya había escogido un novio? Y, si los novios son buenos, ¿por qué los niños lo decían como si fuera algo malo?

Al día siguiente, cuando su mamá lo llevó a la oficina del director para hablar acerca de las burlas y comentarios que MinHo le había dicho que los demás niños hacían, él solo iba pensando en resolver una duda en su cabeza, ¿JiSung había escogido novio? Se lo preguntaría en cuanto lo viera.

El maravilloso destino hizo que lo encontrara en las sillas que estaban fuera de la oficina del director, la madre de JiSung estaba sentada en una de ellas y al lado estaba el mayor, con sus características gafas redondas y su cabello un poco más corto de lo que recordaba, mirando a sus pies balanceándose en el aire.

— Buen día, señora Han.

— Te he dicho que me llames Julie, los niños son amigos también, no necesitas ser tan formal.

— Bueno, gracias... ¿Por qué está aquí?

— JiSung tiene una competencia de matemáticas la próxima semana, vamos a salir de la ciudad, vengo a hablar de algunos detalles con el director. ¿Y tú, NaYeon? ¿A qué vienes?

— Muchas cosas: MinHo no hace sus actividades, me llamaron la atención ayer, dijeron que iban a ponerle algo de recuperación, no recuerdo; y los niños de su salón le hacen burla, quería ver si lo podía cambiar a otra clase.

Las mujeres siguieron hablando un rato, JiSung solo escuchó lo que necesitaba escuchar y después se dirigió a MinHo.

— ¿Tus compañeros te tratan mal?

— Nop, bueno, ya no, decían que era llorón y que era un bebé, pero ellos son tontos, yo ya tengo seis años, soy un niño grande.

JiSung asintió en acuerdo, MinHo tenía razón.

— ¿Les has dicho que son tontos?

— Nop, mami dice que no debo insultar a los niños malos.

JiSung de nuevo asintió, aunque él tenía ganas de decirles a los demás niños que eran tontos.

JiSung no preguntó nada más, pero estaba sentado a su lado, así que era la oportunidad perfecta para resolver su duda.

— JiSung, ¿tú ya escogiste novio?

Las dos mujeres mayores pararon en seco la conversación, viendo a ambos con extrañeza. JiSung parpadeó perplejo, no conocía la definición concreta de esa palabra.

— ¿Cómo es un novio?

— Es una persona con la que quieres estar toda tu vida.

— Oh, Dios... —suspiró NaYeon, cubriendo su rostro con sus manos, avergonzada por haber sido ella quien le diera ese tema de conversación a MinHo.

JiSung lo pensó un momento, había escuchado que había niñas y niños que eran novios, pero no sabía para qué servía, mucho menos que debía escogerlo.

— Todavía no escojo uno...

— ¿Puedo ser tu novio?

NaYeon casi se ahoga con el aire que estaba respirando, la madre de JiSung, por otro lado, solo reía silenciosamente ante la linda escena, la mente pura de los niños a esa edad era de lo más adorable.

— Pero... Los niños siempre escogen niñas, ¿no debo escoger un novio niña?

— ¡Nop! Las niñas son novias y los niños son novios.

— ¡MinHo, así no es, cielo! —trató de detenerlo NaYeon, eso no era lo que ella había querido explicar.

— Déjalo —interrumpió Julie, quería ver a dónde llevaba esa dulce conversación—. A veces, los niños pueden escoger niños también.

— Hmm... ¿Pero qué se necesita para ser novios? —preguntó JiSung viendo a su madre y esperando pro su respuesta.

— Veamos... Necesitas amar a la otra persona, debe ser una persona que te guste.

JiSung asintió a medida que bajaba su cabeza, mirando a MinHo fijamente a través del cristal de sus gafas para preguntar:— ¿Yo te gusto, MinHo?

— ¡Sip! ¿Y yo?

— ... Creo que sí.

— ¡¿Podemos ser novios?!

— Creo que sí.

— ¡Yay! ¡Mami! ¡JiSung es mi novio!

— Min, así no funciona, ser novios es más difícil y-

— NaYeon —la mujer mayor llamó su atención—. Son niños, lo olvidarán luego de un tiempo, tranquila.

Tal vez ella tenía razón, de todas formas, había cosas más importantes en las que debía concentrarse en ese momento.

Algunos cuantos meses habían pasado, los mejores en la vida de MinHo, lo habían pasado al salón de JiSung, su novio, y ahora tenía alguien que le ayudará a hacer sus actividades cuando él no podía; si se distraía, JiSung le explicaba; si olvidaba anotar algo, JiSung se lo compartía. Tenía el mejor novio del mundo.

Además, cuando había tareas para hacer en casa y él las hacía todas, JiSung le regalaba un chocolate o una paleta, así que siempre hacía todo rápido y ordenado, quería que JiSung estuviera feliz con él.

Era tarde por la noche, su boquita se sentía seca, así que salió de su habitación para pedirle un vaso de agua a su mamá. Ella estaba recostada en el sillón viendo algún programa que él no conocía, la luz de la televisión era lo único que alumbraba en la sala.

— Mami —llamó la atención de la mujer, haciéndola ponerse de pie al instante—. Tengo sed.

— Dios, me asustaste... Espera, ya te traigo un vasito, ¿sí?

Se dirigió a la cocina en busca del agua para su niño, dejándolo en la sala. El movimiento en la pantalla logró captar su atención rápidamente, las personas que salían ahí estaban abrazadas y parecía que querían llorar, susurraban cosas como "te amo" y de más, ¿de qué trataba?

— Mami, ¿qué están haciendo? —cuestionó señalando la pantalla una vez ella regresó.

— Oh... Ellos son novios, se están dando un beso.

— Pero, mmh, los besos son en el cachete.

— Los novios a veces se dan besos en los labios también, pero solo a veces, cuando quieren decirle al otro que lo aman mucho.

— Si yo amo mucho a JiSung, ¿puedo darle un beso en los labios?

— ¿Siguen siendo novios?

— Mami, tú dijiste que los novios están juntos toda la vida.

— ¡Ah, sí! Es verdad, bueno... No sé, debes preguntarle a JiSung si él también te ama mucho.

¿Por qué JiSung no lo amaría? Los novios se aman.

Al día siguiente, luego de ir tomados de la mano a su lugar preferido para comer el almuerzo, JiSung comenzó a sacar su lonche, siendo interrumpido con sorpresa cuando MinHo simplemente le soltó la gran pregunta.

— JiSung, ¿me amas?

— Sip. Mucho.

— ¿Mucho mucho mucho?

— Sip. Mucho mucho mucho.

— ¿Puedes darme un beso?

JiSung asintió, aunque aún se sentía un poco nervioso cuando le daba besitos, sabía que a MinHo le gustaban mucho, y a él le gustaba mucho ver a MinHo feliz.

Se acercó y dejó un besito en su mejilla, cómo lo hacía siempre.

— Nop, ahí no.

¿En la mejilla no? ¿En la frente quizás?

Se levantó un poquito y besó su frente, justo en medio de sus cejas. Tal vez causó cosquillas en MinHo, lo escuchó reír un poquito.

— ¡Nop! Tampoco ahí.

Si no era en la mejilla y tampoco en la frente, ¿dónde? Su mamá siempre le daba besos en la coronilla, ¿MinHo quería un beso en la cabeza también?

Antes de que pudiera levantarse, MinHo sujetó ambas de sus mejillas y lo mantuvo de frente a él, abultó sus labios en un pico y dejó un besito en los labios contrarios.

Al parecer, más hormigas se habían mudado al estómago de JiSung, se sentía más que solo nervioso, era otra de esas emociones complicadas que no podía explicar, pero adoraba que fuera MinHo quien lo hiciera sentir así.

— ¡Beso de novios!

— ¿Los novios se dan besos en los labios?

— Mhm, mami dice que lo hacen cuando quieren decirle al otro que lo aman mucho.

— Yo te amo todos los días.

— Entonces debes darme un beso de novios todos los días.

— ¡De acuerdo!

El tiempo pasa, las personas crecen, las situaciones cambian y todo llega a su final.

Al igual que la linda relación que tenían Lee MinHo y Han JiSung.

Pre-universitario había sido la última etapa que habían podido cursar casi juntos en aquella institución, después de quinto grado no habían vuelto a compartir el mismo salón de clases, fue triste al principio, sí, pero seguían viéndose en los descansos y a la hora de salida. Con el paso del tiempo, a eso de los trece o catorce incluso salían al parque o al cine juntos, además, existían las redes sociales, se mantenían al tanto del día entero del otro con tan solo abrir un par de aplicaciones.

Fue lindo mientras duró, pensaba MinHo, extrañaría mucho tener a su bonito novio, que ahora tenía casi diecisiete años, sentado al lado de él en el transporte, caminar tomado de su mano y jugar a que haría las cosas bien si lo premiaba después.

JiSung pensaba que estaba siendo demasiado dramático.

— MinHo, deja de llorar en nuestro álbum de recuerdos, te digo que no vamos a terminar nada más por esto.

— No me hables, solo haces que me duela más... ¡Mira! Esta es de cuando fuimos de excursión al museo de arte. Que quede en tu conciencia que tiras todo nuestro pasado juntos a la basura.

— ¡No estoy haciendo nada! Ya te dije que voy a venir en vacaciones, y te voy a mandar mensajes todos los días, ni siquiera está tan lejos, amor, por favor.

— ¿Qué sucede? —Julie, la madre de JiSung, entró a la habitación, llevaba una charola con refrigerios para ambos, ella tenía entendido que MinHo había ido para tener una última tarde de películas antes de que su hijo se mudara a Seúl para estudiar la universidad allá; escuchar y ver lloriquear a MinHo en el suelo con un álbum de fotografías en sus manos simplemente no encajaba con el plan original.

— MinHo piensa que vamos a romper porque voy a mudarme.

— No lo pienso, lo afirmo. Te conozco, Han JiSung, vas a dejarme en cuanto veas a otro tonto con hiperactividad, lo vas a engatusar con tus "¿quieres jugar conmigo?". Por desgracia para ti, no soy tan tonto, te dejo yo antes que tú a mí.

JiSung miró a su mamá como pidiéndole ayuda, pero ella consideraba que era demasiado para manejar, así que se alzó de hombros y dejó la habitación. Genial, y ella había sido quien había empezado todo.

— Min, amor, ¿no me crees cuando te digo que te amo? Solo son dos horas de viaje, puedo venir seguido. Y no me gustaste por tu hiperactividad, me gustaste porque eres lindo.

— Lindos hay muchos, eso es peor.

— Me gustas porque eres tú, ¿no me crees? —se sentó detrás de él, cruzando sus brazos por delante del abdomen del menor y recargando su mentón en su hombro, el cuerpo de MinHo siempre tenía un calorcito que lograba hacerlo sentir las mariposas dentro de su estómago revolotear sin parar—. O tal vez es que yo ya no te gusto y estás buscando cualquier pretexto para dejarme, ¿es eso?

— ¿Qué? ¡Claro que no!

— Mírame y dilo, ¿puedes? —buscó su mirada, girando un poco su cuerpo para que la posición no fuese demasiado incómoda para ambos—. Dime, ¿aún te gusto, conejito?

Ese era el apodo que JiSung le tenía cuando era él quien rogaba, y siempre lograba convencerlo, solo con eso y sus brillantes ojos suplicantes que lo buscaban desde abajo.

— Dios... Sabes que sí.

— Te amo, mucho mucho mucho mucho, Min.

El mencionado acunó el rostro del mayor con su mano, sonriendo nerviosamente con sus característicos dientitos de conejo que hacían ver su sonrisa mil veces más linda, según Han.

— Yo también te amo, mucho mucho mucho, Ji.

Se acercó para dejar un beso suave en sus labios, amaba mucho besar los labios de su novio. Se separaron unos pocos segundos después, sus miradas brillaban al encontrarse con la del otro.

— Yo gané, tú dijiste tres "mucho" y yo dije "cuatro".

— ¡Señora Han! ¡JiSung está haciéndome dramas por nada!

— ¿Seguro que no eras tú quien hacía dramas por nada?

Porque un amor verdadero busca ser mantenido por siempre.

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