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WONDER

Su corazón palpitaba en demasía, era en ese momento cuando se sentía como un ratón. Estaba escondido entre sus muebles y ya había dejado de oír las quejas del invasor. Quería respirar con tranquilidad, pero la desconfianza y el instinto le decían que debe mantenerse en guardia.

Los minutos pasaban, no había más ruido que el reloj del lugar. Era tedioso escuchar como avanzaba, la lentitud y apuro de las manijas le cantaban un canción de cuna. Pero sus párpados se negaban.

Horas siguieron y al parecer el que se había presentado sin invitación había declinado.

Su mantita le daba calor, el espaldar del sofá era suave para reposar y el reloj no detenía su ruidoso andar. 'TIC-TAC'

El viento comenzó a golpear todo lo que se encontraba en su camino. Las ramas de los árboles sin vegetación comenzaban a atormentar su sueño y la noche cayó junto a la oscuridad de sus sueños sombríos, junto a las tinieblas que escondían las sombras de sus recuerdos. El sofá ya no era cómodo, parecía tener espinas.

Un péndulo se balanceaba en una habitación llena de líquido viscoso. Palabras no pronunciadas se elevaban. Eran gritos y murmullos de un ahogado que no daba brazadas para nadar fuera del líquido. Se dejaba caer entre las olas de decepción. Se formaba una especie de espiral, absorbía todo a su alrededor. El color pasional le devoraba, se encontraba en el ombligo de espiral. Él era el inicio de, el era quien guiaba el desastre y destruía todo a su paso. Él generaba el movimiento del péndulo. No quería, no. Que no se mueva. Que desaparezca ese objeto. No le gusta el color. No le gusta causar estragos. No grites. No enfoques la vista ahí. Desaparece.

Su respiración agitada y el sudor escurriendo de su frente eran preocupantes. Los espasmos inconscientes y giros abruptos no hacían más que preocupar al intruso. Tenía su mirada en cada movimiento mas no quería despertar al otro. Dicen que si despiertas a alguien cuando tiene pesadillas, éste puede entrar en un trance del que jamás despertará o algo así le dijo su compañero. Él nunca le mentiría.

Y los murmullos comenzaron. El "poseído" tocaba su cuello y presionaba sus dedos cuando los hacía descender. Repitió el movimiento en dos ocasiones y cuando el asunto se volvía preocupante y su rostro estaba cerca al otro con una mano extendida para tocar su hombro, el pequeño giró su cabeza y con una fuerte inhalación regresó en sí.

Tiempo fuera.

Si su respiración era deplorable, con la sorpresa la misma había quedado estancada.

Los dos contuvieron la respiración. Él intruso distendió sus labios de poco a poco y de la misma manera abría sus ojos. El dueño de casa estaba casi igual que él, con la variante de sus ojos aún más grandes, sus cejas por los cielos y su boca abriéndose a la par de sus ojos. 

Había veinte centímetros de distancia.

Invasión de espacio personal.

Demasiado cerca.

-Qué- sus labios se movían indecisos de dibujar la palabras. No terminaba de decir una para empezar otra- Quié-n. En m-mi, mi, mi casa- trataba de acaparar todo el aire que podía con su boca.

-Oh, buen día.
-...- seguía en trance. No podía con la sorpresa.
-Uhm, oye, ¿estás bien?- su mano suspendida comenzó a moverse y para el pequeño era todo en cámara lenta. Podía ver como se alzaba hacia su rostro y
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH!- el grito hizo que la mano se encogiera y los dientes del otro se apretarán. Duró demasiado el grito. Su oído tenía un extraño sonido atravesándolo sus párpados dolían de lo fuertemente cerrados que estaban y el otro s mantenía con la boca a medio abrir y cejas elevadas.

-Wuh, bueeeen agudo- dijo antes de frotar sus odios con sus dedos índices.
-Quién...

-Cierto. Mi error- acomodó su cabello y manteniéndose en la misma posición de rodillas extendió sus manos hasta tomar las temblorosas y reticentes contrarias- Kim JongIn para los amigos, conocidos y para la gente en general. Mucho gusto.

Y sonrió.

///

Los minutos pasaban sin que se apiadarán de su pobre condición. Es decir, estaba sólo con un zapato y un calcetín sucio. Tenía un pie congelado y el cuerpo también, menos el otro pie, ese estaba calentito con el zapato que le quedaba.

Se detuvo de dotar la puerta, no quería ni pararse porque en su posición había encontrado una pizca de calor, pero el viento no se compadecía y los dueños el lugar tampoco. Así que cuando la noche se hizo demasiado oscura y las luces del interior no estaban prendidas, como medida de supervivencia y por no irse a su casa caminado, decidió sacar su tarjeta del metro, sin saldo, y la posicionó en la pequeña abertura del seguro de la puerta.
Lo deslizó con cuidado de no hacer ruido y no dejó de intentar hasta que la puerta se abrió.
No es que sea un vándalo de por ahí, es sólo lo que uno aprende cuando quiere "sobrevivir" y claro, con compañeros como los suyos.

En interior del lugar no se podía apreciar sin luz. Era caminar con los ojos cerrados aún cuando los tenía abiertos. Sus manos extendidas buscaban no golpear objetos y lastimarse. Sin darse cuenta llegó a la parte trasera del sofá y su pié rozó algo que se encontraba en el camino. Lentamente fue desvaneciendo y con cuidado de no golpear lo que sea que haya encontrado quedó cerca de.

Distinguió la figura en la tétrica oscuridad. Observó su cambio en sueños y se mantuvo en su lugar. Observando. Preguntándose a sí mismo millones de cosas.

Y le apreció.

¿HOLA?

Son libres de lanzar lo que quieran. Seré su saco de arena.
¿Quién es Beevit?

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