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FINE


Tres minutos de silencio, minutos que habían parecido tres siglos.

Sus dientes tiritaban no sabía si por la rama que le saludaba desde la ventana o por el individuo tras la puerta. Tal vez eran las dos cosas, y el monstruo de la ventana quería ingresar a su habitación tal como el monstruo que había llegado como si fuera el dueño de ese lugar.

Su habitación se veía tan pulcra como siempre, y a la vez se sentía como el callejón sin salida de un filme.
Había corrido para escapar, pero se encontró encerrado. No es que sea algo nuevo, pero afuera de su fuerte se encontraba un posible atacante.

Ese mismo estaba tocando la puerta.

Preguntaba por un "alguien" y sólo estaba él. Los demás, los que se supone deberían estar, no lo están más. Pero la rama golpea fuerte, le informa que si no se apresura puede ser devorado por muchos de sus fantasmas, de cada miedo que alberga su pequeño cuerpo y vuelven a tocar la puerta. TOC-TOC... TOC-TOC-TOC-TOC.
No, no estaba bien. Que deje de preguntar eso. Es absurdo.

«Colibrí, colibrí, no te escondas allí »

Pero si no se escondía iba a ser atrapado. No hay manta con la que esconderse, sólo queda meterse al armario y abrazarse a sí mismo hasta que la puerta y la rama le dejen en paz.

Y durmió, durmió profundo con la esperanza de no despertar. De seguir soñando con esa poca tranquilidad que le había dado el armario. Sin embargo, despertó y escuchó ruido detrás de su puerta. No salió. Decidió no hacerlo hasta que su casa retome el silencio sepulcral de siempre.

No salió en un día y medio.


///

A JongIn le causaba extrañeza la actitud del hombrecillo, pero lo que le llenaba de asombro era lo solitario del lugar. Había muchas habitaciones, que por "educación" no irrumpió, el jardín no era uno en su totalidad. Se podía apreciar la tierra seca, la hierba mala y los oxidados muebles ya viejos. Su bichito curioso le llevó a pasar al segundo salón de la casa, pero estaba pulcro al igual que la sala y cocina mas no había televisor alguno o radio. Encontró una gran biblioteca, enorme, con muchos libros fuera de su lugar, el filas que parecían a punto de caerse. Era una casa mágica. Un castillo de hadas sin polvo mágico.

Quería seguir curioseando, pero el hambre le ganaba. Al menos sabía que en esa casa podía haber algo de buena comida, y con buena nos referimos a costosa. No quería abusar de la hospitalidad que no le estaban brindando, así que se conformó con unas galletas y un jugo de cartón. Tomó un enorme respiro, espero paciente a que alguien apareciera y nadie daba señales de vida. El tiempo corría y la noche estaba por caer en el silencio de una casa en penumbras. Hasta daba un poco de miedo pero a pesar de todo, se sentía bien en ese  lugar. Parecía correcto estar ahí.

Esa noche durmió en el sofá, cubierto de un manta que encontró en el lugar.

///

Haber estado encerrado, en un armario por un día y algo más, le tenía con el cuerpo entumecido. Solo movía las piernas para utilizar el excusado de su habitación, bueno, al menos de algo servía.

El silencio había regresado. Ya no escuchaba nudillos estamparse contra su puerta... Paz.
Iba a esperar un poco más para salir. Necesitaba sentirse más seguro. Por eso esperó tres horas más. Nada. Podía respirar con cierta tranquilidad, tal vez tomaría todo como una pesadilla más de las tantas y todo regresaría a su anormal normalidad.

Ya había pasado la hora del desayuno y la de su almuerzo, se acercaba la hora del té. De todas maneras, no podía andar sucio por la vida. Sólo por esa ocasión usó la ducha de su habitación.
Camisa, pantalones, zapatos pulcros y un listón como corbata. Le faltaba acomodar adecuadamente su cabello para ser el muñeco de esa casa de juguete, pero un ruido le alertó. Iba a hiperventilar, pegó su oreja a la puerta y con mucho esfuerzo logró escuchar los ruidos. Con todo el coraje del mundo, se atrevió a abrir un poco la puerta, ya que si los ruidos venían de abajo era casi seguro que no podrían atraparlo estando tan alejado.

El ruido venía de la cocina, y de esta brotaba un olor familiar. Eran huevos, con tocino y tostadas. Tal vez encontraba un poco de guiso y si su instinto no le falla, obvio que no, era seguro que él había llegado sin avisar.
Se dio la última mirada en el espejo, lucía bien. Suspiró y con un dejo de sonrisa se dispuso a bajar. Tal vez se estaba permitiendo ser un poco enérgico, pero le había extrañado mucho y él siempre sabía en qué momento aparecer. Vaya que era eficiente. Estaba contento después de haberse llevado un tremendo susto los días anteriores.

—¡Albert, Albert, Albert, viniste!— dijo sonriendo al entrar a la cocina. Su sonrisa era tan grande que sus ojos estaban cerrados, sin poder ver absolutamente nada, pero su olfato no le engañaba. Estaba seguro.

—¿Hola? Pero mi nombre es JongIn. Kim JongIn— respondió asombrado por el arrebato del "niño" y sus sonrisa— Por cierto, ¿no tienes hambre? No has bajado para nada de tu habitación. Y nadie llega aún. ¿Están todos de viaje?

Esa no era voz de Albert, ese no era el cuerpo de Albert, ese no era Albert. Su sonrisa cayó desde el edificio más alto de la ciudad, sobrepasó el suelo y se quedó enterrada en las profundidades del desecho. Su piel blanca se tornó más pálida y sus extremidades comenzaron a temblar.

—¡¿Qué hace usted aquí?! ¡¿Por qué no se ha ido aún de mi casa?! ¡Váyase o llamaré a alguien que le saque inmediatamente de aquí! — sus manos estaban hechas puños, presionaban su pecho. Sus ojos se mantenían cerrados y quería llorar.

—Pero no he hecho nada malo, no he robado nada y hasta te he preparado comida. No seas grosero y come conmigo. No le he puesto nada y es un buen "desayuno" inglés. Si, ya sé que dirás que pasó la hora, pero nunca es demasiado tarde o temprano para un desayuno ingles. No llames a nadie porque he venido en son de paz. Solo quiero hablar de unos temas importantes con los Do. Solo eso, quiero poder hablar con ellos al menos unos minutos, nada más— se había detenido a mirarle, a llenarse de esa imagen frente a él para después, tras haber rebuscado en todo el lugar, sacar dos platos, llenarlos de comida y ofrecerle uno al hombrecillo temeroso— come un poco.

Había cierta amabilidad en sus palabras, hasta sinceridad se podía detectar, pero cómo creerle a una persona. Las personas no eran de fiar. Aparte, esa persona había violado la seguridad de su hogar y para colmo, quería hablar con gente que nunca llegará. Claro, él es un Do, pero no puede ayudar, no puede hacer nada porque nada hace bien.

—No seas así. Come un poco. Si quieres yo como primero, esto no es como en las películas que envenenan a alguien y eso. Ah, ¿te gusta el juego de arándano? A mi me encanta, hice un poco con lo que había. Comamos y permite me esperar aquí. Aparte, tampoco es que tenga un lugar al que ir. Digo, no estoy pidiendo hospeda ni nada por el estilo, solo estoy apelando a tu amabilidad con mi deliciosa comida. Aparte, aquí hay muchas habitaciones. Si los demás están de viaje, puedo esperar aquí hasta que regresen. Simple, ¿verdad?

«Es un completo sinvergüenza»

El estómago de KyungSoo gruñó.

///

Han pasado 2638193361527390173662104646275368897921268 años... Perdón ;; dije que regresaría en marzo y pues, YA LLEGUÉ ~ 😎

No pude poner música porque wattpad no me deja. Se pone muy gata.

Recuerden que son capítulos cortos y todo es corto y raro y plano y mañana volveré a actualizar o más tarde. No .
Gracias a quienes se dan el tiempo y nuevamente, mil perdones.

PD: -dazzl no que no, gfa.

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