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9.

9.

Como el robo de la muestra del microscopio de Sims había sido un viernes por la mañana, Jeongguk se pasó todo el fin de semana con una preocupación casi asfixiante imaginándose los peores escenarios posibles en donde Taehyung era descubierto y él era exiliado del país por el mismísimo Pentágono.

Y era exactamente esa misma escena la que se reproducía en su mente el lunes a las 7.30 AM cuando dobló en la esquina de una callejuela y se encontró cara a cara con el imponente y filoso edificio de Ditko. No había señal de ninguna camioneta polarizada escoltada por los del S.W.A.T., al menos, y su sentido arácnido tampoco se activó en ningún momento mientras pasaba frente a los tipos enormes de seguridad, pero aún así se mantuvo alerta en todo momento hasta llegar a las oficinas de Taehyung.

El mismo Taehyung que encontró en su escritorio tecleando efusivamente en su ordenador, sin señales de que le hayan dado una paliza en un callejón ni de que le hayan llevado a un tribunal ético por lo que habían hecho 72 horas antes. Jeongguk incluso se encontró a Audra en el camino, y se las arregló para descubrir que Sims se había entusiasmado tanto con los avances de su proyecto que ahora su equipo entero a tenía que trabajar también los domingos a partir de ahora.

Así que nada de juicios ni S.W.A.T. ni Pentágono por ahora, lo que significaba que tenía trabajo que hacer.

Después de terminar con las pruebas matutinas y realizar con total normalidad su usual recorrido por las muestras del laboratorio y los archivos de su computadora, Taehyung le pidió que entrara en su oficina y cerrara la puerta tras de sí.

Jeongguk obedeció sin rechistar, aunque no pudo evitar sentir un pinchazo de nervios ponerle los pelos de punta. ¿Haría lo que fuera por fastidiar a Sims? Duh, obvio. Pero eso no significaba que arriesgaría que algo malo le pasara a Taehyung. Ni muerto.

—Yo nunca te dije esto, ¿vale? —empezó el científico, después de que Jeon acercara su silla al escritorio para escuchar con atención—. Esta conversación nunca pasó.

—Entendido.

—Y la única razón por la que realmente te estoy diciendo esto es porque necesito que entiendas lo que Sims está haciendo para que nosotros dos podamos trabajar en lo que nosotros estamos haciendo.

—Okay.

—Y yo...

—¿Taehyung?

El nombrado se quedó con el resto de la oración en la punta de la lengua—. ¿...Sí?

—Relájate, hombre —Jeongguk rió de una forma que esperaba que fuera tranquilizadora—. No se lo diré a nadie. No dejaré que nadie te haga daño, ¿recuerdas? Eso me incluye a mí también.

—Lo sé, lo sé. Yo sólo... —Taehyung suspiró—. Dios, estoy nervioso. Muy nervioso. En serio creo que podríamos dar un gran avance con esto.

—Y eso es bueno, ¿no?

—Sí. Dios, vaya que sí lo es.

—Y es tu trabajo, ¿verdad?

Taehyung se relajó visiblemente ante el recordatorio—. Sí. Sí, lo sé.

—Genial —Jeongguk se inclinó hacia delante en su asiento—. Escúpelo.

Taehyung le observó durante un segundo más de lo necesario por debajo de sus voluminosas pestañas, con sus bonitos ojos grandes de color miel. Hoy había reemplazado su usual corbata negra por una verde inglés, desajustada en el cuello de su camisa blanca, por donde se colaba el brillo casi imperceptible de un collar dorado. El color resaltaba el tono canela de su piel, el brillo de su cabello café, el rosáceo de sus labios carnosos, la...

—Sims trabaja con nanotecnología.

La burbuja de fantasía le explotó a Jeongguk en la cara, y frunció la nariz en confusión—. ¿La misma nanotecnología de siempre? ¿Por qué tanto secreto, entonces?

Recordaba que el Bugle había escrito un artículo sobre ello cuando trabajaba allí; sobre cómo el gobierno iba a crear pequeños robots que se introducirían en el cerebro de la gente cuando fueran a votar a las urnas y así poder manipular las elecciones presidenciales del 2020.

Fue por aquel entonces que Jeongguk comenzó a realmente plantearse renunciar de una vez por todas.

—Porque no sólo LabCorp está está metido en el proyecto ahora, sino que el gobierno también. El 90% de la financiación que reciben viene de la caja fuerte de la Casa Blanca.

—Así que eso es lo que hace Sims. Nanotecnología.

—...Algo así.

Jeongguk ladeó la cabeza, confundido.

—Empezó de esa manera —explicó Taehyung—. El objetivo principal del proyecto, donde el gobierno puso el ojo, al menos, es desarrollar rastreadores que puedan vivir en el torrente sanguíneo del ser humano. Creo que lo mejor que tienen hasta ahora es un chip subdérmico, pero el problema con eso es que...

—Cualquiera puede quitárselo.

—Exacto —coincidió—. No importa cuán pequeño sea; si es algo físico, entonces es algo removible. Y si están intentando vigilar a criminales de alto riesgo, terroristas, o... —una sonrisa se asomó en sus comisuras, como si estuviera reconociendo él mismo lo absurdo de lo que estaba a punto de decir—, o un supervillano, es claro que quieren que sea algo que se quede en su lugar por un buen tiempo. Así que acudieron a Sims con la idea de un compuesto químico, algo que no pudiera ser quitado... o al menos no tan fácilmente.

—Así que decidieron intentar con la sangre.

—Mhmm.

—Pero no funcionó, así que Sims está probando con la piel, ¿verdad?

—Bueno, no. Lo de la sangre sí funcionó, en realidad —soltó, mientras jugueteaba con uno de los bolígrafos de su escritorio, haciéndolo girar entre sus dedos. Jeongguk lo observó con lo que creía que era disimulo. Taehyung siempre había tenido manos preciosas—. Pero una vez que probaron su efectividad en, uh, casos reales, se dieron cuenta que no era para nada práctico. Digo, tener que llevar encima una jeringuilla cargada todo el tiempo era ciertamente una molestia. Y la probabilidad de conseguir realizar una inyección eficaz era bastante baja de por sí. Funcionaba a la perfección con criminales que ya tenían tras las rejas, claro, pero necesitaban una solución para quienes aún andaban sueltos por ahí.

A Jeongguk se le ocurrió que a Spider-Man no le vendría para nada mal añadir algo así a sus telarañas. Se removió en su lugar, y acomodó inconscientemente la manga de su camisa sobre su muñeca.

—Fue entonces cuando Sims me preguntó qué pensaba al respecto, y le planteé la idea de que la piel era quizá el mejor punto de acceso —Taehyung continuó.

—¿Algo así como un parche de nicotina?

El científico asintió, sonriendo al ver que le estaba siguiendo. El bolígrafo seguía girando; Jeongguk seguía mirando.

—Exacto. Si lograban que el componente químico pudiera viajar directamente hacia el torrente sanguíneo, entonces podían olvidarse de la inyección por completo.

—Pero tuvieron problemas con eso —adivinó Jeongguk, ganándose otra sonrisa complacida.

—Mhmm. El tipo de proteína que utilizan para lograr el elemento de rastreo es extremadamente complejo, es... casi imposible alterarlas sin perder los atributos que logran que, bueno, el rastreo en sí funcione. Y no sólo eso, sino que las proteínas son demasiado grandes para atravesar las membranas de la piel, así que creímos que eso había sido todo.

—¿Pero...?

Pero, encontré una investigación sobre péptidos; las moléculas regeneradoras. Leí un estudio en el que habían descubierto un péptido que elimina las células muertas de la piel para una crema antiarrugas o algo así, y pensé que quizá debería experimentar con este tipo de elemento. Se me ocurrió que, si podía reducir de alguna forma estas moléculas a sus respectivos aminoácidos y luego encontrar la manera en que volvieran a unirse después de ser absorbidas por la piel, entonces el proyecto podría funcionar.

Taehyung tomó una buena bocanada de aire y la soltó en un suspiro.

—¿Tiene siquiera sentido lo que estoy diciendo? —murmuró.

—Vaya que sí —Jeongguk sonrió—. ¿Alguna vez te han dicho que eres muy listo, doc?

Taehyung agachó la cabeza, riendo por el mal chiste, y negó. El pelinegro se preguntó si alguien más aparte de él se encargaba de colmar de cumplidos como se lo merecía.

—¿Así que empezaron a separar péptidos?

—Algunos de su equipo lo hicieron, sí. Pero también querían probar si podían volver a unir los aminoácidos de cada molécula una vez que lograban atravesar la piel. La mayor parte del trabajo es con el tipo de péptido que mencioné, el que elimina las células muertas, pero no sé con qué más podrían haberlo mezclado para alcanzar los resultados con los que Sims está trabajando ahora mismo.

—Ah, eso es, entonces —Jeongguk dijo, asintiendo—. Tenemos que encontrar el ingrediente secreto.

—Exacto. El péptido original sólo se habría deshecho de las células muertas, pero con lo que lo unieron, ahora es capaz de rejuvenecer la célula por completo.

Ahora Jeongguk podía entender por qué Taehyung estaba tan emocionado. Se sentía como cuando era pequeño otra vez; ese sentimiento de curiosidad genuina recorriéndolo entero de pies a cabeza.

—No es tan difícil —decidió, con una sonrisa—. Podemos testear la célula de la muestra del microscopio y probablemente hacer el proceso de ingeniería inversa para...

Su mano salió disparada para atrapar en el aire el bolígrafo de Taehyung antes de que cayera al escritorio. El científico estaba demasiado ocupado llevándose las manos al regazo como para darse cuenta la increíble velocidad de reacción de su asistente, pero Jeongguk no podía estar más agradecido por eso. A veces podía restarle importancia a cosas así con 'ja, reflejos rápidos' cuando alguien le atrapaba en el acto, pero siempre era mejor no tener que explicarse siquiera.

¿Por qué sus sentidos arácnidos habían sido tan fuertes esta vez...?

Pero Taehyung sólo le hizo un gesto con la cabeza para que continuara hablando, y él así lo hizo.

—Uh, ingeniería inversa —repitió—. Sabemos x, sabemos z. Ahora sólo tenemos que despejar y.

—Me siento como si estuviera de vuelta en álgebra de secundaria —rió Taehyung, suavecito—. Haces que parezca tan fácil.

—Lo será —declaró Jeongguk, con más confianza de lo que en realidad sentía—. Lo conseguiremos.

—Serán muchos testeos —advirtió—. Así de, muchos testeos.

—¿No es eso por lo que me contrataste? Estaré bien.

—¿Seguro?

Jeongguk rió—. Eres tú el que manda aquí, doc. Y yo estoy aquí para ayudar en lo que necesites, ¿vale? Sea lo que sea.

—Okay —Taehyung asintió, aunque aún parecía estar tratando de convencerse a sí mismo—. Okay, sí. Vale, entonces... ¿empezamos de una vez?

—¡Pensé que nunca lo preguntarías!

Jeongguk se levantó de un salto de su asiento, sintiéndose un poco avergonzado de sí mismo cuando a Taehyung le llevó un poco más de esfuerzo hacer lo mismo. Ambos se dirigieron hacia el laboratorio a paso más lento y pausado de lo usual, y el pelinegro notó por primera vez en lo que iba de la mañana que el científico estaba actuando extraño. Apagado—esa es la palabra. Llevaba los ojos brillantes, se recargaba con más fuerza en su bastón, y lo que Jeongguk confundió con entusiasmo era en realidad sobreesfuerzo coloreando sus mejillas.

—¿Qué tal el fin de semana? —preguntó una vez llegaron al laboratorio, sin saber muy bien qué decir,

—Estuvo bien —respondió Taehyung, encogiéndose de hombros—. Yoongi y Hoseok me acompañaron a Long Island el sábado para tomar un poco de aire fresco.

—Ah, ¿Long Island? Qué lindo. Hacía buen tiempo, ¿verdad?

—Mmm.

—Escuché que Zendaya y Tom Holland tienen una mansión ahí.

—Ah, no sabía.

—¿Viste la nueva peli de Zendaya? ¿Esa que juega al tenis con los dos chicos esos?

—¿Tenis?

—Sí. Bueno, hacen más que jugar al tenis, pero...

—No, no la vi.

—Ah. Sí, no. Yo tampoco.

—Mmm.

—¿Llegaste temprano esta mañana?

—¿Mmm? Oh, sí. —Taehyung parecía ajeno al exhaustivo interrogatorio de su asistente, lo cual era bueno—. No pude dormir, en realidad. Estuve pensando en todo esto la noche entera.

Jeongguk tenía razón, entonces.

Trató de dirigirlo disimuladamente hacia un taburete para que tomara un descansito, pero Taehyung se movió hacia el mostrador al fondo del laboratorio con decisión. Jeongguk intentó mantenerse cerca de él sin que fuera tan notoria su intención, y fue esa misma cercanía la que le permitió notar el leve temblor en la mano del contrario antes de que la escondiera en el bolsillo de su bata blanca.

Taehyung señaló un frasco lleno hasta la mitad con el líquido más azul que Jeongguk hubiera visto jamás.

—¿Eso es...?

—Lo hice esta mañana —confirmó Taehyung—. Eh, no planeé que fuera azul pitufo, pero simplemente reaccionó así. Creí que había estropeado algo en el proceso pero por lo que veo, sigue intacto. Pensé que los testeos serían mucho más fáciles si podíamos trabajar con una muestra expandida en lugar de tener que intentar raspar trozos del minúsculo extracto de Sims, pero supongo que también podríamos diluir un poco la sustancia si...

—No, no. Esto está genial, doc —Jeongguk interrumpió, acercándose al líquido azul—. Me preocupaba que tuviéramos que limitar nuestras pruebas, pero parece que tenemos espacio de sobra para experimentar.

Taehyung sonrió una vez más, y Jeongguk decidió que si nadie más pensaba colmar al científico de sonrisa rectangular de cumplidos, entonces tendría que encargarse de hacerlo él mismo.

Pasaron el resto de la mañana preparando las herramientas y sustancias necesarias para cada testeo, y sólo terminaron la primera tanda de tubos de ensayo llegando al mediodía, cuando el estómago de Jeongguk ya comenzaba a demandar un merecido descanso para almorzar y la fatiga de Taehyung ya era palpable en su rostro. No había ayudado, tampoco, que hubiera estado completamente negado a tomar asiento mientras hacían el trabajo.

Era un proceso tedioso, sí, pero Jeongguk tenía que admitir que era mucho más rápido con dos pares de manos haciéndolo todo en lugar de uno. Taehyung se encargaba de etiquetar cada tubo con sus respectivos componentes, mientras que él era responsable de llenarlos, añadiendo 3,5 gotas de la solución (que el castaño había decidido adorablemente llamar "Al Infinito Azulado y Más Allá') a la segunda mitad de cualquiera de los compuestos que decidieron probar.

Tenían que dejarlos reposar y terminar de mezclarse durante un rato antes de poder probar cada uno en una muestra de piel, que a su vez tenían que dejar reposar antes de poder examinar algún resultado tangible.

Repito: proceso tedioso. Largo y tedioso. Largo, tedioso y aburrido, en definitiva. Pero Jeongguk tenía más tiempo para hablar con Taehyung, así que realmente no importaba.

Después de almorzar juntos, tuvo que darse una pequeña escapadita hacia el armario de suministros a por más (sí, más) tubos de ensayo para poder acabar con una segunda tanda de testeos, pero al menos no se había cruzado a nadie más en la planta mientras volvía sobre sus pasos hacia la oficina de Kim con una enorme caja de envases esterilizados llena hasta el tope. Probablemente se preguntarían por qué—con qué—el doctor Kim estaba acumulando tantos.

Las puertas del ascensor se abrieron con un piiiiip, y es en la puerta del laboratorio que sus sentidos arácnidos se activaron otra vez. Jeongguk suspiró, y pensó que a Taehyung se le debía de haber caído el bolígrafo otra vez.

Pero cuando cruzó el umbral, notó que estaba muy equivocado.

Taehyung estaba congelado en el centro de la habitación, de espaldas a la puerta y con los hombros rígidos por la tensión.

—¿Jeongguk?

El pelinegro encontró una pipeta abandonada sobre la mesa a unos metros de distancia; debía de haber estado ocupando el puesto de Jeongguk mientras él se encargaba de reponer los tubos de ensayo.

—Hey, ya volví.

—Jeongguk. —La voz de Taehyung pareció elevarse, teñida de urgencia. Pánico—. J-Jeongguk.

Doc —respondió, dejando la caja sin cuidado sobre la primera mesa que se le cruzó en el camino antes de correr hacia el científico—. Estoy aquí, doc. Estoy aquí. ¿Qué es lo que...?

—T-tómalo. El frasco. P-por favor, tien–; tienes que... Necesito que, que lo t-tomes...

Jeongguk llegó a un lado de Taehyung, y sólo entonces notó que estaba sosteniendo el frasco azul con ambas manos. Su bastón estaba bien apoyado en el mostrador al otro lado de la habitación; probablemente había estado seguro de que no se le caería, pero sin él, ya no tendrían nada con qué experimentar entonces.

Estuvo a punto de tomar el frasco entre sus propias manos cuando detuvo sus movimientos, dándose cuenta sólo entonces de que el líquido estaba moviéndose en el interior.

—¿Qué pasa? ¿Sucede algo con la muestra?

—Jeongguk, por f-favor —rogó.

El pelinegro se apresuró a obedecer, sosteniendo cuidadosamente entre sus dedos el angosto tubo para ver qué demonios estaba ocurriendo, pero la solución dejó de moverse en ese mismo instante. Lo levantó hacia la luz, a la altura de sus ojos: seguía teniendo el mismo tono azul eléctrico de antes, y su viscosidad no parecía haber cambiado en lo absolu–

—No hay nada malo con la muestra —Taehyung susurró—. Soy yo.

—¿Eh? —Jeongguk se giró para mirarle y—, hostia puta.

—Estoy b-bien.

—Es... Joder, Taehyung.

Las manos de Taehyung temblaban tan violentamente que casi se desdibujaban ante los ojos de Jeongguk. Intentó estirar los dedos, abrir y cerrar los puños, pero nada detenía las bruscas sacudidas—. De ver–; verdad, no p-pasa nada —insistió, pero ahora también le temblaba la voz—. Me pasa siem-siempre. Bueno, no todo el t-tiempo, pero tengo estos... estos episodios de v-vez en cuando. Debería d-detenerse pronto.

—Taehyung.

—C-creo que no bebí suf-suficiente agua y, uh, probablemente d-debería haber tenido algo con vit-vitamina K, o...

Taehyung.

El muchacho le miró con una miseria mal disimulada, dejando de hablar de una vez por todas. Jeongguk dejó la muestra azulada de forma segura sobre una de las mesas de trabajo, y ambos suspiraron.

—¿Quieres sentarte?

—Sí. Sí, eso estaría b-bien. Gracias.

Taehyung avanzó unos pasos con cuidado, cojeando mucho más con su bastón abandonado al otro lado del lugar. Jeongguk estuvo a punto de salir corriendo a buscarlo, pero luego notó que no le serviría de nada en un momento como este, así que en su lugar, se dirigió al científico.

—Coge mi brazo.

—Estoy bien, no te...

—Sólo inténtalo, ¿sí? —Jeongguk tomó con la mayor suavidad del universo entero el brazo del castaño, y lo envolvió alrededor del suyo—. ¿Mejor?

Taehyung parpadeó, poco convencido. Su mano aún se sacudía justo a un lado de la tela de la camisa de Jeongguk, pero el pelinegro se apartaría de su lado sin rechistar si el castaño volvía a negarse. Límites, se recordó. Su juramento por no dejar que nadie ni nada lastimara a Taehyung también significaba respetar sus límites.

—Sí —asintió el castaño, contra todo pronóstico—. Sí, así está mejor.

Taehyung se permitió reposar la mayor parte de su peso en el pelinegro, y ambos se dirigieron a paso lento hacia una de las pocas sillas que había disponibles en el laboratorio. Jeongguk le sostuvo firmemente en todo momento, y luego arrastró un taburete para colocarse frente a un ya derrotado Taehyung.

—¿Puedes tomar mis manos? —soltó Jeongguk.

—¿Q-qué?

—Uh, puedes... ¿puedes tomar mis manos? —repitió—. Esto–; perdona, eso me ayuda con los nervios.

La verdad es que no lo hacía, en realidad, pero había descubierto que Taehyung prefería ayudar antes que ser ayudado, así que una mentira blanca no era tan mala en este momento. Quizás si las manos del castaño podían aferrarse a un par más firmes, los temblores podrían estabilizarse por fin.

Taehyung enarcó una ceja escéptica, pero aún así extendió sus brazos para que Jeongguk pudiera inclinarse hacia adelante y tomar con sumo cuidado sus manos, entrelazando sus largos y bonitos dedos con los propios.

—Mucho mejor —dijo Jeon.

Taehyung se mordió el labio inferior, y asintió con la cabeza. Sus ojos se habían vuelto más brillantes de lo usual mientras dejaba la vista clavada en sus manos unidas, mientras que un rubor rojizo le teñía las mejillas y el puente de la nariz.

Jeongguk afianzó su agarre; no con demasiada fuerza, pero sí la suficiente como para que las manos del científico dejaran de sacudirse tan violentamente. Taehyung se inclinó más cerca, sus rodillas tocándose, y Jeon lo tomó como una invitación a apretar un poco más fuerte.

Mala idea. Taehyung dio un respingo semejante a cuando tocas accidentalmente algo ardiendo.

Jeongguk le soltó de inmediato, pensando que le había lastimado, pero el castaño volvió a buscar sus manos con una desesperación que nunca había visto en el muchacho.

—¡No! N-no me sueltes —exclamó, entrelazando sus dedos una vez más con torpeza—. Sigue, por favor.

Jeongguk asintió, y comenzó a aumentar la presión de su agarre con más sutileza que antes hasta que una ola de alivio invadió el semblante del castaño—. Dime si duele, ¿vale?

—No, no. Así está... así está bien. Gracias.

El silencio se apoderó de ellos mientras esperaban que la situación volviera a la normalidad. Jeongguk quería preguntar cuánto tendían a durar episodios como estos, pero Taehyung estaba observando sus manos entrelazadas con tanta intensidad que sentía que era pecado capital interrumpir. Era como si estuviera llevando a cabo un experimento, por la forma en la que se remojaba los labios con la lengua de igual manera que lo hacía cuando estaba muy concentrado en algo. Eso, o estaba intentando probar si tenía telekinesis, pero era más improbable.

Aunque no imposible, se dijo con cierta apatía. No después de haberse cruzado a ese tipo raro un par de años atrás. No podía recordar su nombre ahora mismo, pero vaya que recordaba todas las cosas extrañas que podía hacer con él sin siquiera tocarle.

Un escalofrío le recorrió la espalda.

Eventualmente, las manos de Taehyung comenzaron a calmarse, y pronto fue capaz de ser él mismo quien apretara el agarre entre los dedos de Jeongguk. Relajó sus hombros, y cuando las sacudidas se desvanecieron hasta no ser más que débiles temblores, llamó la atención del pelinegro con un golpecito con la rodilla.

—Se acabó.

Jeongguk soltó sus manos lentamente, preocupado porque las sacudidas volvieran igual que antes, pero no fue así. Taehyung suspiró.

—Gracias —susurró, bajando las manos a su regazo. Sus dedos índice y medio dieron una leve sacudida, pero se calmaron al instante—. Siento haberte asustado. No debí...

—No es culpa tuya —negó Jeongguk, y tuvo que forzarse a apartar los ojos de las manos de Taehyung. Sus sentidos arácnidos no se habían relajado, de todas formas. Aún tenía la necesidad de reaccionar incluso cuando algún mechón de cabello color café se movía inocentemente de su lugar—. No pidas perdón. Sólo... me alegra haber podido estar aquí a tiempo.

Taehyung consideró su respuesta durante un largo momento.

—También me alegra que tú estés aquí, Gguk.



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