8.
8.
Taehyung estaba más que emocionado.
No era algo fuera de lo común en él, pero esta vez era suficiente para que sus profesores le regañaran al menos cuatro veces al día por estar igual de inquieto que una mentita dentro de una lata de Coca-Cola. Sabía que tenía que prestar atención a sus clases y concentrarse; ahora que estaba en el penúltimo año, sacar buenas calificaciones era más importante que nunca para las admisiones a universidades. Pero no podía evitarlo.
Spider-Man iba a visitarlo esta misma noche.
Lo que tampoco era algo fuera de lo común ahora mismo, pero esta noche sería diferente. Los padres de Taehyung se habían ido de viaje a Catskills por su vigésimo aniversario, y habían decidido que su hijo ya estaba lo bastante mayorcito como para poder quedarse solo por unos días. Tenía casi diecisiete años, después de todo, así que Taehyung iba a tener la casa para él solito durante todo el fin de semana.
Con Spider-Man.
No sabía muy bien que podía pasar, si se quedaría a dormir o algo así, pero sí que sabía que por fin podrían estar los dos juntos en su habitación, con las luces encendidas, sin tener que preocuparse de que sus padres se despierten cuando Spider-Man le haga reír demasiado alto sin querer.
En realidad, tenía tanto que hacer este año que mamá y papá ya ni se inmutaban al verle quedarse despierto después de medianoche, lo que era tan bueno como malo. A veces tenía tantos deberes que incluso tenía que seguir trabajando en ellos incluso después de que Spider-Man se fuera.
Pero sabía que valdría la pena. En tres semanas tendría su primer examen de admisión, así que ya cruzaba los dedos para que le vaya bien.
Y es exactamente lo que estaba haciendo ahora, solo en casa un viernes por la noche: preparaba su examen de admisión. Mamá le había dicho varias veces que debería dedicarle más tiempo a hacer cosas de niño, salir con amigos, ir a fiestas o al cine, pero él refutaba con que ya hacía todo eso. A ver, que no iba a las fiestas tipo Proyecto X que salían en las pelis no aptas para menores de dieciséis, pero sí que tenía amigos. Y salía con ellos. Y hacía cosas de niño.
Sólo que hoy era viernes por la noche, estaba solo en casa, y tenía un amigo especial que, vaya, resulta que iba a pasar la velada con él.
Taehyung ordenó una pizza, que ya estaba lista para ser recalentada en el microondas, y también tenía una buena reserva de caramelos que compró en la tienda después de clase. Planeaba hacer una limonada en unos minutos, después de terminar las últimas preguntas del examen de repaso, y se pondría ropa un poco más decente más tarde.
Jesús. Estaba tan emocionado.
De igual manera se obligó a revisar todos y cada uno de los ejercicios, obviamente, pero cuando notó que sólo se había equivocado en tres de veinte decidió que ya había tenido suficiente práctica por hoy. No podía estudiar mucho más antes de que el cerebro se le fundiera en una cosa apestosa y gelatinosa.
Estaba en la cocina, sacando los limones y los hielos para hacer la limonada, cuando alguien llamó a la puerta.
Taehyung frunció el ceño, pues no se suponía que nadie le visitaría mientras sus padres estaban lejos. A menos que sea Spider-Man, pero era imposible que utilizara la puerta principal. Una vez le contó que ni siquiera usaba la puerta principal de su propia casa, porque tenía miedo de que alguien le pillara accidentalmente. Le dijo que si entraba por la ventana de su habitación, al menos su familia podía decir algo como que el Hombre Araña sólo había irrumpido en propiedad privada y nada más.
Llamaron a la puerta de nuevo, más fuerte esta vez.
Taehyung salió al pasillo y se acercó con cautela a la entrada. ¿Quizá era algo del correo...?
—¡Taehyung! —se oyó del otro lado—. ¡Eh, abre! ¡Es tu primo favorito!
El muchacho suspiró al oír la voz familiar, y le quitó el seguro a la puerta para abrir—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Cómo que qué hago aquí? ¿Me cruzo medio país para verte y así es como me saludas?
Taehyung ni siquiera tuvo tiempo para responder antes de que Jimin se le lanzara encima a por un abrazo, despeinándole el cabello con una mano juguetona.
—¿Cómo estás, pequeño? —rió—. ¡Ha pasado una eternidad!
—Vale, en primer lugar —se quejó Taehyung, intentando en vano escapar del aplastante agarre de Jimin—, vives en Brooklyn, no te has cruzado medio país para verme. Segundo, no soy pequeño. Eres sólo un año y medio mayor que yo. Y tercero, yo no...
—Calla, listillo —cortó el mayor, poniendo los ojos en blanco—. ¿Me vas a dejar pasar o qué?
—¿Te... te vas a quedar?
—No, Taehyung, vine a las nueve de la noche sólo para saludar.
—Pero...
—¿Qué? ¿Invitaste a alguien más? Vi en tu Snapchat que tus padres estarán fuera de la ciudad este fin de semana —insinuó, con una tonta sonrisa plantada en su rostro que hacía que sus ojos se transformaran en cuartos crecientes lunares—. Ah, rebelde. ¿Quién es? ¿Una chica?
—¿Q-qué? —Taehyung sintió una oleada de calor subirle por las mejillas, probablemente tiñéndolas del más vergonzoso rojo—. No, no es... No.
—¿Es un chico, entonces? Lo es, ¿verdad? —y sonrió más amplio—. Siempre supe que tú irías por ese lado del arcoíris.
—¡No! —protestó, con todas las ganas de que la tierra se lo tragase y lo escupiera del otro lado del mundo—. No, no es un chico. No es nada.
—Entonces no hay problema si me quedo, ¿o sí?
Taehyung maldijo para sus adentros. No es como si pudiera decirle a que estaba esperando a Spider-Man, porque a) Jimin no le creería; y b) no sería capaz de explicar la extraña relación que ahora tenía con el superhéroe sin parecer un completo lunático.
Aún tenía la noche de mañana para pasársela con Spider-Man, después de todo. Quizá podía encontrar alguna excusa para volver a su habitación en algún momento y dejarle una nota a Spider-Man para postergar la cita—digo, encuentro, de hoy. Además, sabía que sus supersentidos podían detectar que no se encontraba solo esta vez.
—Vale —cedió Taehyung—. Pero veremos la película que yo quiera.
Jimin enarcó una ceja—. No es otro documental sobre las termitas, ¿verdad?
Él negó con la cabeza.
—Trato hecho, entonces.
Taehyung se hizo a un lado para dejar a Jimin entrar, y cerró la puerta tras él antes de volver a ponerle seguro—. ¿Tus padres saben que estás aquí?
—¿Crees que si lo supieran me hubieran dejado venir? —resopló, sarcástico—. Me quedaré en el campus de la universidad este semestre, así que deben creer que estoy en la biblioteca estudiando ahora mismo o algo así.
—Oh. No lo sabía.
—Ha pasado una eternidad desde que nos vimos, en serio —la sonrisa desapareció de sus ojos rasgados, y le dio un empujón amistoso—. Sé que aparecí aquí de la nada, pero te extraño.
—Yo también te echo de menos, Chim —Taehyung suspiró, repentinamente tímido.
Eran familia, sí, pero sus madres ya no se llevaban bien. Cuando murió la abuela, algo pasó entre ellas, y ahora las hermanas sólo se hablaban cuando era absolutamente necesario. Y con Taehyung ocupado con la escuela, y su padre no queriendo pasar tiempo innecesario con la familia de su esposa, él y Jimin dejaron de pasar tiempo juntos cuando cumplió los trece.
—¿Cómo has estado, eh? —Jimin preguntó—. ¿Algo emocionante?
—Estoy practicando para las Olimpiadas de Ciencias —se encogió de hombros—. Mi club de Ciencias Forenses compite este año.
Jimin fingió una arcada—. Dije emocionante, Taehyung. No estudio.
—Mi club es emocionante. Y me gusta estudiar —se quejó.
—Sí, quizá demasiado —rodó los ojos, pero Taehyung sabía que sus burlas no iban en serio. Le revolvió el cabello otra vez, ignorando el resoplido indignado que le dio el menor, y se dirigió hacia el salón—. ¿Tienes algo para comer?
—Pizza. Y algunos caramelos.
—Vale, sí a la pizza; no a los caramelos. Tengo práctica de taekwondo por la mañana.
Taehyung bufó. Lo más probable era que Jimin no hubiera probado más que una sola taza de azúcar a lo largo de toda su vida, pero al menos eso significaba que los dulces de sobre los podría compartir mañana con Spider-Man.
—Bien. ¿Quieres que haga una limonada?
Jimin sonrió—. ¿Ves? Ahora eso es emocionante.
Taehyung le devolvió la sonrisa, muy a su pesar. Jimin le molestaba cada que podía, pero aún así se las arreglaba para hacerle sentir como el niño más guay del mundo. Probablemente era porque Jimin era el chico más guay del mundo, así que la lógica decía que Taehyung lo era también por proximidad.
Jimin dejó su mochila al pie de las escaleras antes de moverse para unirse al menor en la cocina para recalentar la pizza.
—¿Dónde guardas tus tazas graciosas? —preguntó por encima del hombro, mientras hurgaba entre las alacenas.
—En el estante de arriba, junto al fregadero —Taehyung respondió, masticando una rodaja de pepperoni que se había robado de la pizza.
—¿Cuál quieres?
—Sorpréndeme.
Para cuando ambos estuvieron listos para la noche de películas, acomodados en el sofá como dos bolsas de patatas a cada extremo, con la comida esparcida en la mesita ratonera por delante y la pantalla de Netflix cargando en la pantalla de la TV, ya eran cerca de las diez. Taehyung tomó el control remoto, entró a su perfil (el de la carita feliz color verde) y se dirigió al apartado de Ciencia Ficción, pero entonces se lo pensó dos veces. No había visto a Jimin en casi un año entero, no desde su fiesta de cumpleaños número dieciséis, y Jimin sólo había podido asistir porque la madre de Taehyung tenía que trabajar en un turno de noche y él les dijo a sus padres que se iba a una discoteca con sus amigos.
Pero Jimin estaba aquí de nuevo, ahora, y Taehyung supo que tenía que aprovecharlo al máximo.
—¿Qué tal la universidad? —preguntó tras dejar la TV de lado, dándole un mordisco a una rebanada de pizza.
Jimin le dio un sorbo a su taza de 'Lágrimas de Estudiantes (Todavía Calentitas)' antes de contestar—. Bien, supongo.
—¿Bien? ¿Así sin más? —Taehyung casi se ahogó con el pepperoni. ¡La universidad era increíble! Bueno, él suponía que era increíble, no podía esperar para ir a la universidad, pero era lo mismo.
El mayor arrugó la nariz—. No sé. Me gusta, pero... no lo sé.
—¿Qué no sabes?
—Si realmente es para mí, creo.
Taehyung parpadeó.
—Es difícil de explicar —suspiró Jimin—. Quizá es que no me gusta aprender y ya.
—Sí que te gusta —contraatacó—. Te encanta leer.
—Es diferente, Tae. Me gusta leer por diversión, ¿pero esto? Yo no... Ah, creo que ya dejé atrás eso de las clases y los exámenes.
—¡Pero aún te quedan tres años! No puedes dejarlo ahora.
Jimin se quedó callado.
—Jimin —Taehyung jadeó, rozando el horror—. No puedes dejar la universidad.
—¿Y por qué no?
—¡Porque es la universidad!
—Ya, ¿pero cuánta gente en el mundo no terminó la universidad tampoco? No es como si fuera un requisito o algo.
—Pero–; no puedes... La universidad no... Yo...
Jimin se apiadó de él y su cerebro en cortocircuito, y le interrumpió con una suave sonrisa—. Es sólo una idea, Taehyung. No estoy diciendo que vaya a hacerlo en serio.
Taehyung se relajó en su lugar, pero sólo un poco. Pasó un dedo por el borde de su taza ('E = mc², Energía = Más Café') e intentó ordenar sus pensamientos para saber qué más decir.
—Cálmate —Jimin rió—. Podemos hablar de otra cosa si esto te aterra.
—No me aterra —murmuró Taehyung. Aunque sí le aterraba, un poquito. No podía imaginar que haría Jimin con su vida en lugar de ir a la universidad.
—Y yo nunca dije nada de esto, ¿vale? En caso de que mis padres pregunten.
—Mis labios están sellados —asintió, en una promesa—. Aunque no es como si ellos fueran a preguntarme justo a mí.
Jimin suspiró alrededor de un bocado de pizza—. Cierto.
Fue una noche agradable, más allá de cualquier cosa. Hablaron sobre sus clases y profesores, y el drama que estaba ocurriendo en el grupo de amigos de Taehyung, mientras que Jimin le contó sobre toda la gente nueva que había conocido en la universidad, y cómo su instructor de taekwondo creía que se había vuelto lo suficientemente bueno como para entrar en la competición estatal y examinarse para alcanzar el cinturón negro en primavera.
Taehyung convenció a Jimin de comer un (1) caramelo, y Jimin convenció a Taehyung de dejar pasar una (1) noche de estudio el próximo mes para poder quedar y ver una película juntos.
—Tenemos que vernos más seguido —Jimin le dijo—. Al menos una vez al mes.
Taehyung nunca estuvo tan de acuerdo.
No hicieron más que comer y hablar, y reírse de todos los recuerdos divertidos que tenían de cuando eran más jóvenes. Taehyung se encontró a sí mismo cabeceando del sueño más de una vez cuando las agujas del reloj pasaron las dos de la madrugada, y como a las tres, simplemente dejó caer su cabeza sobre el hombro de Jimin para acurrucarse a su lado y permitirse dormir de una vez por todas.
Fue así como despertó más tarde esa mañana, con un enorme calambre en la parte trasera del cuello y sin Jimin a su lado en el sofá. Él ya se había levantado, llevaba puesta ropa nueva, y tenía la mochila colgada al hombro, como nuevo.
—Hey —saludó en voz baja, mientras Taehyung se frotaba los ojos—. Tengo que irme a la práctica.
—Vale —bostezó.
—¿Vas a estar bien aquí solo?
—Duh. Ya no tengo doce.
—Ya sé, pequeño —rió—. Mándame un mensaje si necesitas algo.
—Vale.
—Y no te quedes encerrado en tu habitación estudiando todo el día.
—No lo haré —bufó, porque era eso lo que haría exactamente.
Jimin parecía saber ese pequeño detalle, porque puso los ojos en blanco antes de pellizcarle la mejilla, pero le dejó pasar—. Háblame, ¿vale? No quiero volver a pasar tanto tiempo sin verte.
—Lo prometo, Chim.
Después de que Jimin se hubiera ido, Taehyung tuvo un debate interno sobre si volver a desmayarse en el sofá por varias horas más o si ir a comer algo de una vez por todas. Su estómago ganó con un penoso rugido, y se arrastró a la cocina para prepararse un tazón de cereales, donde notó que Jimin ya había limpiado el desastre que dejaron anoche.
Taehyung subió las escaleras con sus cereales, planeando comérselos en la cama antes de echarse una merecida siesta. Podría aprovechar y acomodar un poco su habitación para la visita de Spider-Man en unas horas, pero para eso no había apuro aún. Abrió el armario para coger una sudadera de entre medio de las chaquetas y tapados, y fue entonces cuando su mano rozó algo duro y gomoso entre las prendas de ropa.
Dio un respingo, echándose hacia atrás con tanto momentum que los cereales fueron a volar por el aire, y se le encogió el corazón.
—¿Qué mierda? —exhaló, con la respiración atascada en la garganta—. Qué carajos, ¿qué...?
—Hey.
El cuerpo de Taehyung se movió antes de que su cerebro pudiera procesar lo que estaba pasando. Se le enredaron los pies y fue a parar directo al suelo, cerca del desastre de leche y copos de maíz azucarados a su izquierda.
—¡¿Pero qué...?! ¡¿Qué haces ahí dentro?!
Spider-Man soltó una carcajada, aún oculto tras la ropa de Taehyung. Ahora podía distinguir sus piernas, flexionadas contra su pecho, y se imaginaba que eso duro y gomoso que había tocado había sido su traje.
—Perdona, no quería asustarte —se disculpó.
—¿Por qué te escondes en mi armario?
—Vine a verte. Te oí abajo con alguien y pensé en esconderme por si subían. Creo... creo que me quedé dormido. Lo siento.
—No, no, está bien —Taehyung se aclaró la garganta, volviendo a incorporarse del suelo. Bostezó otra vez, y se tapó la boca con la mano—. No sabía que mi primo vendría de visita, o te hubiera dicho que...
Taehyung se detuvo a mitad de la frase, sintiendo algo metálico y cobrizo en la punta de la lengua.
Sangre, pensó, y bajó la vista a su mano. Sangre, pensó otra vez, porque lo era.
Sangre.
Por una fracción de segundo pensó que era suya, de algún modo u otro, pero entonces comprendió lo que realmente debía de estar pasando, y se abalanzó sobre el armario, apartando la ropa para intentar llegar hasta Spider-Man.
—Espera, no tengo mi... ¡Espera!
Taehyung empujó fuera del camino una última chaqueta de invierno, y entonces le vio. Spider-Man, hecho una bolita en la esquina de su armario, sosteniendo una de las Crocs™ color verde lima-limón de Taehyung, cubriéndose el rostro.
—Mi máscara. No tengo la máscara puesta —murmuró Spider-Man—. No la encuentro.
A Taehyung no podía importarle menos la cara del superhéroe ahora mismo. Había demasiada sangre esparcida en todos lados como para preocuparse por otra cosa que no fuera eso.
Estiró una mano lentamente para tocar el pecho de Spider-Man, donde un corte le atravesaba el torso desde debajo de su hombro, en diagonal hasta el costado de su estómago. Era profundo, Taehyung podía verlo. La sangre ya no manaba, pero podía ver las manchas que recorrían su traje de cuando lo había hecho.
—Dios mío —susurró, entonces—. Dios mío. Estás herido.
—¿Esto? Nah, sólo un rasguño.
—Tienes que ir al hospital. Tengo que llevarte al hospital. Necesitas puntos y... y quizás una transfusión de sangre, o...
—No puedo ir al hospital —hizo una pausa, y cuando volvió a hablar, Taehyung pudo oír una tonta sonrisa en su voz—. Me volverán loco con los autógrafos.
—¿Eh? —Taehyung lloriqueó, con los ojos muy abiertos—. ¿Qué? No, tienes que... ¡Tenemos que ir! Esto es malo, m-muy malo. Necesitas un médico.
—Por eso estoy aquí, Taehyung.
—No puedes... ¿Q-qué?
—¿No dijiste que querías ser cirujano?
—¡Tengo dieciséis!
Spider-Man soltó una risotada, pero pronto se convirtió en una tos rota. Taehyung entró en pánico, y llevó instintivamente las manos al cuerpo del superhéroe, sin siquiera saber qué hacer para ayudar.
—Y yo también —soltó, con la voz seca—. Vamos, doc. Soy demasiado joven para morir.
—No, no, no digas esas cosas. ¡Es por eso que tenemos que ir al hospital! —suplicó Taehyung. El corazón le martilleaba en el pecho, boom, boom, boom—. Por favor. Por favor, vamos...
—No puedo. No. Aunque lo hiciera, mi familia me descubriría, y no puedo... No puedo hacerles eso, Taehyung. No puedo.
Una lágrima dolorosa resbaló por la mejilla de Taehyung antes de que siquiera hubiera notado que estaba llorando, sintiendo sólo entonces los ojos escocer con el mismo ardor en su corazón—. ¿Por qué no viniste a buscarme? —sollozó—. Estuve... ¿Estuviste aquí toda la noche?
—Vine sobre las dos. Parecía que te estabas divirtiendo —susurró—. No quería molestar.
—No es... —Taehyung se interrumpió a sí mismo al sentir su voz quebrarse—. En serio tienes que ir al hospital.
—Te tengo a ti —Spider-Man le dijo—. Sé que tú me cuidarás mucho mejor que cualquier otro cirujano.
Taehyung sintió sus mejillas encenderse, incluso cuando sentía las lágrimas correr por sus mejillas, en parte frustrado, pero sobre todo aterrorizado.
Se hizo un silencio doloroso entre ambos, y ahora Taehyung podía oír el débil resuello que acompañaba cada respiración del superhéroe de forma desoladora.
Todo estaba tan bien sólo diez minutos atrás.
—Taehyung —Spider-Man susurró—. Por favor.
El muchacho bajó la vista una vez más hacia sus manos, donde una de sus lágrimas se había mezclado con la sangre del superhéroe. Tomó una gran bocanada de aire, y el grueso hedor cobrizo a sangre le inundó el sistema antes de exhalar.
—Okay.
—¿En serio?
—Si te... Joder, si te desmayas llamaré al 911.
—Trato hecho.
—Deberíamos ir al baño.
—Genial.
Taehyung metió la mano en el armario y cogió el codo de Spider-Man, dispuesto a ayudarle a levantarse, pero el héroe no se movió de su lugar.
—¿Qué pasa?
—No encuentro mi máscara —dijo—. Y no puedo, no puedes exactamente...
—Oh. Oh, cierto.
Una parte de Taehyung estaba decepcionada. Pensaba que quizá ahora Spider-Man confiaría lo suficiente en él como para que ver su rostro o no realmente no importara. Era obvio que el superhéroe no podía ser nadie en la escuela, después de todo, incluso aunque había tenido la idea durante unas semanas de que pudiera tratarse de Jeon Jeongguk. Pero entonces Jeongguk se torció la muñeca en clase de gimnasia, y Spider-Man se balanceó sin problema hasta su habitación ese mismo día.
A Taehyung se le ocurrió una idea.
—Esto es ridículo —se quejó Spider-Man, tres minutos después—. Me siento como una momia.
—Pero funciona, ¿o no?
—Sí, supongo —y suspiró, en derrota—. Sí. Gracias.
—De nada. ¿Quieres salir ya?
—Un momento.
Taehyung esperó, paciente, hasta que notó lo que el superhéroe estaba haciendo.
—¿Qué–? ¡Deja de moverte! No te levantes o...
—Ay —gruñó Spider-Man—. Ow. Eso duele.
Aunque seguía escondido, Taehyung pudo ver por detrás de la ropa que Araña se había levantado por sí solo tras ignorar sus advertencias. Le hubiera dado una merecida colleja si no estuviera lo suficientemente lastimado ya de por sí.
—Tienes que hacer lo que yo diga —exigió, pinchándose el puente de la nariz—. O esto no funcionará.
—Vale, vale, lo siento. Me portaré bien, doc. Se lo prometo.
Taehyung suspiró—. Bien. Cógeme del brazo, caminaremos hasta el baño. Intenta mantener la espalda tan recta como puedas.
—Bueno, no es como si...
—¡Haz lo que yo diga! —repitió, exasperado al ver la sangre del héroe brillar de un color casi negro dentro de su herida.
Spider-Man ladeó la cabeza, y se aclaró la garganta—. Lo que iba a decir, —rió—, es que tú tienes que cogerme del brazo. Yo no veo una mierda.
Taehyung se sonrojó. Apartó la ropa una vez más y, por esta vez, fue él quien hizo caso para tomarle con cuidado desde la parte trasera del codo y ayudarle a salir de su escondite en el armario.
Y entonces se congeló en su lugar.
—Ni se te ocurra —Spider-Man gruñó, pero ya era demasiado tarde. Taehyung estalló en una fuerte risotada—. ¡Calla! ¡Ya sé que es estúpido!
—¡Luces–! Oh, Jesús —carcajeó—. ¡Te ves ridículo!
Spider-Man suspiró. La máscara quirúrgica que llevaba cubriendo desde la punta de su nariz a su barbilla se veía normal, claro, colocada donde se suponía que tenía que ir, pero la manera en la que la segunda máscara que llevaba se estiraba de forma graciosa para cubrir la porción superior de su rostro en serio que le hacía verse como una momia. Ridículo, sí. Pero cumplía su función.
—Vale, vale —Taehyung se recompuso—. Ya. Vamos.
Se dirigieron al baño despacito, a pasos pequeños. Taehyung murmuraba instrucciones (pared a tu izquierda, mueble a tu derecha) y Spider-Man obedecía como buen perro, así que no hubo ningún tropezón ni caída significativa en el proceso.
—Deberías meterte a la ducha. Siéntate —dijo el muchacho. Ni siquiera quería mirar el desastre color carmesí que debía de haber quedado en el fondo de su armario, con la cantidad de sangre que había perdido.
Spider-Man parecía haberle leído la mente—. Encontré unas... uh, sábanas viejas. Me senté en ellas.
—Oh. Gracias. Aquí, sube tu pierna–; sí, así. Genial.
El superhéroe consiguió entrar en la ducha, y se sujetó de la mano de Taehyung mientras se deslizaba por la pared hasta quedar sentado, con las piernas estiradas frente suyo. Taehyung se permitió relajarse por un segundo, pero ahora tenía que... Vaya, ni siquiera sabía lo que tenía que hacer ahora. Había cogido el botiquín de primeros auxilios que su madre guardaba bajo el lavamanos—siendo enfermera, ella tenía todo lo que pudiera necesitar, desde vendas hasta alcohol etílico y yodo.
Taehyung se arrodilló a su lado y encontró un par de guantes de látex que, tras varios intentos fallidos, logró colocarse exitosamente.
—Vale —exhaló, preparándose—. Okay. Okay, vale.
—Se le desangra el paciente, doc.
Taehyung sintió un escalofrío—. Lo siento, sí. Estoy... Estoy listo.
—Genial.
No tenía ni idea por dónde se suponía que tenía que empezar, pero al ver la sangre gotear en cobrizos ríos desde el corte en el pecho de Spider-Man, pensó que al menos debería intentar detener la hemorragia antes de hacer cualquier otra cosa. Extendió un pedazo de gaza y lo presionó con cuidado contra la herida, y el héroe gruñó de dolor.
—Lo siento —se apresuró a decir Taehyung—. Perdona.
—...No pasa nada.
Taehyung se mordió el labio cuando, al cabo de unos segundos, la gaza que al principio era blanca terminó teñida completamente de rojo, empapada de sangre. Intentó pensar en qué es lo que la Revista Americana de Medicina le recomendaría en este caso.
Debería limpiarla, seguramente, así podía ver con qué estaba trabajando en realidad. Se puso de pie.
—Ahora vuelvo.
Spider-Man sólo asintió.
Taehyung bajó a la cocina saltándose los escalones de las escaleras de dos en dos, y es en la soledad de la planta baja en la que se dio cuenta que Spider-Man tenía el cabello brillante, de color negro ceniza. Eso, y que era la primera vez que le veía el cabello.
Un minuto más tarde estaba de vuelta en el baño con su querida taza de ADN en la mano, esterilizada lo mejor que pudo con el agua caliente a más no poder del lavabo. La había llenado con lo que esperaba que fuera agua lo suficientemente tibia, y se sentó de nuevo en su sitio a un lado del muchacho pelinegro.
—Voy a echar un poco de agua por encima —le advirtió, con suavidad—. Para limpiar la herida.
—Okay.
Taehyung colocó una mano en el hombro de Spider-Man, más para sujetarse él mismo que otra cosa, y empezó a verter el agua lentamente sobre la herida. El héroe tomó le tomó de la muñeca en un acto reflejo, su guante pegajoso por la sangre, y Taehyung le frotó el hombro de una forma que esperaba que fuera tranquilizadora.
—¿Estás bien?
—Mhmm. Ignórame.
Taehyung asintió, y vertió un poco más de agua en su pecho hasta que el líquido se convirtió en vertientes pálidas de un color rosáceo, casi transparente, acumulándose en su regazo. Ya podía ver dónde acababa el traje de Spider-Man y dónde empezaba su piel, lo que era bueno, pero ahora también podía notar que habían quedado pedazos de tela atrapados en el interior de la herida, lo que era malo. Taehyung dejó la taza de ADN a un lado.
—¿Cómo... cómo te quitas esto? —preguntó Taehyung, deslizando una mano por el torso de Spider-Man—. ¿Tienes una cremallera?
El héroe negó con la cabeza—. Es como una camiseta.
—Puede que tenga que cortarlo, entonces.
—Sí, me lo imaginaba.
—¿Puedo?
—Mhmm.
Taehyung no perdió el tiempo buscando por un par de tijeras en el botiquín de su madre, y las usó para hacer un pequeño corte en el brazo del traje antes de arrastrar el filo hasta el hombro, cuidadosamente abriendo la tela mojada a través de su torso hasta llegar hacia el otro extremo.
—¿Todo bien?
—Ajá —respondió Spider-Man, pero sonaba sin aliento.
—¿Quieres un poco de agua? —Taehyung se dio una patada mental. Era lo primero que debería haberle ofrecido.
—Sí, estaría bien.
—Vale, espera un segundo. —Se levantó de su lugar, pero Spider-Man le tomó de la muñeca, deteniéndole en seco—. Hey, tranquilo. Sólo buscaré un vaso para...
—N-no me dejes —murmuró él, en forma débil. Se estaba desvaneciendo, y Taehyung notó con un pinchazo en el corazón que el humor sarcástico de antes había sido su cerebro intentando mantenerse consciente a través del dolor—. No te vayas.
—No lo haré —prometió, genuino—. No lo haré, Spidey. Sólo voy a traerte un poco de agua.
—No me dejes —repitió el héroe, pero aún así aflojó su agarre lo suficiente como para que Taehyung pudiera levantarse.
Llenó un vaso nuevo lo más rápido que pudo y volvió al baño, siendo esa la primera vez que corría tan rápido en su vida entera. Estaba seguro de que no había pasado más de un minuto desde que se había ido, pero aún así Spider-Man intentó alcanzarle con movimientos ciegos cuando le oyó regresar a su lado.
—Aquí estoy —Taehyung le dijo, encontrando su mano—. Traje el agua. ¿Puedo quitarte la máscara? La de abajo.
Spider-Man obedeció (nunca había tenido problemas con que Taehyung le viera la mitad inferior del rostro) y enroscó sus dedos alrededor del vaso después de que el muchacho lo dejara en su palma abierta con cuidado.
—En serio creo que deberías ir al hospital —susurró, pero era en vano.
—No puedo.
Taehyung se mordió el interior de la mejilla, jurándose que llamaría al 911 si pasaba algo realmente malo. Prefería que descubrieran quién es el muchacho detrás de la máscara antes que dejarlo morir con su identidad secreta intacta. No se lo perdonaría nunca.
—Voy a quitarte lo que queda, ¿vale? —anunció, cogiendo el resto de la tela del traje con la mano. Fue cuidadoso, aunque sabía que no podía derrochar demasiado tiempo en esta tarea, y comenzó a despegar los trozos de tejido poco a poco de su pecho.
Spider-Man soltó un gruñido roto antes de forzarse a amortiguarlo con un sorbo de agua.
—Lo siento —Taehyung susurró, intentando ser rápido pero también delicado—. Lo siento, lo siento, lo siento.
—No... no pasa nada —el héroe negó, antes de jadear al sentir la tela tirando de la piel abierta de su herida—. Mierda, esto d-duele.
—Perdóname —Taehyung dijo otra vez, sin poder evitarlo—. Ya casi está. Lo estás haciendo tan bien...
Consiguió retirar lo que quedaba de traje tras un último tirón, y suspiró aliviado al ver que el daño en realidad no era tan grave. Aún quedaban los restos de la hemorragia reciente, pero su corazón ya no latía tan rápido al ver que al menos la herida lucía limpia, sin indicios de infección ni residuos o escombros dentro del tajo.
Dejó caer el traje estropeado en el suelo de la ducha con un ruido húmedo. Cogió una gasa limpia y comenzó a presionar ligeramente a base de toquecitos mínimos, lo que arrancó otro jadeo ronco de Spider-Man.
—Está bien. Lo estás haciendo bien —Taehyung le aseguró—. Sólo intento limpiar esto lo mejor que puedo para ver si necesitas puntos o... o...
—¿Qué? —tosió el héroe—. ¿Qué pasa?
—...Nada.
—¿Por qué te detienes?
Taehyung se sonrojó, tremendamente avergonzado.
—¿Tae?
—Estás... —En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo—. Estás en, eh, buena forma. Muy buena forma.
Los ojos de Taehyung estaban inevitablemente pegados en los abdominales de Spider-Man, ahora en plena exhibición para él solito, brillando con una mezcla de sangre y agua que no hacía más que resaltar la forma de sus músculos. Sabía que no podía estar teniendo pensamientos impuros en este mismo momento, pero no podía evitarlo. Vaya, no conocía a ningún otro chico de dieciséis años que tuviera una constitución así, y ahora el héroe le parecía mucho más parecido a los veintiocho que había intentado aparentar en un principio.
Spider-Man, contra todo pronóstico, soltó una carcajada, y el estómago de Taehyung se llenó de mariposas al ver los músculos de su abdomen tensándose por el movimiento.
—No sabes cuánto he deseado oírte decir eso —murmuró.
—¿Q-qué?
Pero el héroe sólo apoyó la cabeza contra la pared, aparentemente perdiendo la batalla contra el agotamiento. Taehyung ni siquiera podía imaginar cuánta gente había perdido.
—Creo... —empezó, tras apartar los ojos de los abdominales de Spider-Man y volver a la herida del pecho—. Creo que puedo coserlo.
—Qué dulce —suspiró Spider-Man—. Eres el mejor, doc.
—No digas eso hasta que terminemos con esto —advirtió—. Va a doler. Y mucho.
—Puedo soportarlo.
Taehyung se mordió el labio inferior.
—Puedo hacerlo, Taehyung. Tengo–; puedo curarme más rápido que cualquier ser humano normal.
—¿Entonces por qué no te estás curando ahora?
Spider-Man rió, pero pronto se convirtió en algo parecido a un quejido—. Soy un superhéroe, Tae. No un dios.
—Vale. Vale, okay. No te mueras, entonces.
—Sí, preferiría que no.
Taehyung estaba lo suficientemente lúcido como para recordar que tenía que esterilizar el equipo antes de comenzar con nada, así que se quitó los guantes que llevaba puestos y se colocó unos limpios después de tomar la botella de alcohol etílico y un paquete de toallitas desinfectantes. Sacó una de las agujas de su envoltorio protector y la bañó de alcohol antes de frotarla varias veces con una toallita, cuidando de no pincharse accidentalmente en el proceso.
Fue sorprendentemente fácil enhebrar la aguja con un hilo sintético de sutura, aunque fue un poco más complicado atar su extremo con un nudo lo suficientemente fuerte. Aún recordaba haber aprendido esto hace unos años, cuando estaba aburrido entre las semanas que transcurrieron entre el final del campamento de ciencias y el inicio de clases, donde su madre había accedido a enseñarle algunos trucos básicos de primeros auxilios. Eso había sido el principal desencadenante de su sueño de ser cirujano, y hasta había llegado a preguntarle a mamá si podía ir con ella al trabajo algún día.
Ella se lo había negado con un no rotundo en ese entonces, y ningún tipo de súplica ni intento de manipulación había logrado convencerla. Por desgracia, papá también le había dado la razón, así que era un dos contra uno. Recordaba que le había parecido ridículo que doce años fuera 'demasiado joven' para visitar el ala de traumatismos en el hospital, pero ahora Taehyung entendía que ellos habían tenido la razón, viendo cómo le temblaban las piernas sólo por tener que hacer unos puntos.
Aunque mamá le había dejado acompañarle al hospital el año pasado, después de todo, tras haber sido trasladada a oncología. Taehyung lo había odiado tanto que se marchó incluso antes del mediodía: no podría haber soportado un día entero rodeado de tantos enfermos crónicos. La tristeza y la quietud eran tan abrumadoras, tan asfixiantes allí dentro, que no sabía qué era peor. Al menos con la cirugía sabía que podía ver resultados rápidamente. Que podía ver cómo la gente mejoraba gracias al trabajo de sus propias manos.
Y era eso lo que rogaba que ocurriera ahora, mientras apuntalaba de nuevo el hombro de Spider-Man y, sin más rodeos, atravesaba el borde de la herida con la punta de la aguja.
—Joder —exhaló el pelinegro, tensándose—. Joder, mierda.
—Relájate —Taehyung le susurró—. Si te relajas, dolerá menos.
Spider-Man soltó todo el aire de sus pulmones, recostándose contra los cerámicos fríos de la pared detrás suya—. Vale. Okay, sólo dame un segundo, doc.
Taehyung esperó pacientemente hasta que el héroe le hizo un gesto afirmativo con la cabeza, y se alegró porque tuviera los ojos tapados ahora mismo. Así no podía ver cómo temblaba de los nervios frente suyo. Aunque sus manos, por extraño que pareciera, eran igual de firmes que una roca.
Sería un buen cirujano, se dijo a sí mismo, y eso le dio un poco más de valor.
Taehyung repitió una y otra vez en su cabeza cada lección que su madre le había dado: la forma más bien curvada en la que debía guiar la aguja a través de la piel, los pequeños tirones del hilo para asegurarse de que estaba cerrando el corte con cada punto, y todos esos pequeños trucos que debía utilizar para que el paciente sintiera el menor dolor posible.
Spider-Man parecía estar llevándolo bien, aparte de unas cuantas maldiciones por aquí y por allá, o los frenéticos golpecitos con el puño al suelo cuando el ardor parecía ser demasiado.
Taehyung apenas se permitía respirar, concentrado en cerrar la herida tan bien como fuera posible. Al principio le había preocupado no poder coser a través del corte cuando llegase al punto más ancho del tajo, más o menos al centro de los pectorales de Spider-Man, pero cuando llegó allí se dio cuenta de que la brecha no era tan ancha como pensaba, y que era capaz de cerrarla con facilidad.
De hecho, mientras más avanzaba por la herida, menos grave parecía ser el daño, y sintió un escalofrío que le recorrió toda la columna cuando notó que estaba presenciando a Spider-Man, su superhéroe y amigo favorito, curarse en tiempo real, bajo sus manos.
Estuvo a punto de terminar la última puntada cuando se dio cuenta de que Spider-Man había dejado de responder; que ya no se sacudía como antes cuando la aguja le atravesaba la piel, ni jadeaba cuando el tirón del hilo unía los extremos del corte. Ya no reaccionaba.
La mano libre de Taehyung voló a la hendidura de su cuello para tomarle el pulso, y casi se él mismo se desmaya del alivio al sentir el boomboom natural de su sangre bombeando bajo la yema de sus dedos. Estaba dormido, nada más.
Fue fácil terminar y atar los últimos puntos, y fue sólo cuando Taehyung le limpió el corte ahora sellado con un algodón lleno de alcohol que Spider-Man despertó de su letargo.
—Mierda, doc —refunfuñó, con la voz ronca—. Eso quema.
—Perdona.
—¿Has acabado?
—Mhmm —Taehyung se quitó el segundo par de guantes y, en cuanto cayeron al suelo de la ducha, se desplomó contra una de las paredes, golpeado por una oleada repentina de agotamiento. Ahora podía permitirse sentir todo lo que su concentración le había negado: el sudor resbalando por su espalda, el fuerte dolor en sus rodillas por llevar tanto tiempo arrodillado sobre los cerámicos, y la necesidad de frotarse la nariz por el fuerte hedor a lejía.
—Supongo que debería irme, entonces.
Taehyung observó a Spider-Man dos, tres segundos antes de recordar que el pelinegro no podía verle—. Qué.
Spider-Man sonrió—. Definitivamente ya no soy bienvenido. Bueno, si es que siquiera fui bienvenido en un principio.
—Tú–; qué–; no... ¡No puedes irte!
El héroe ladeó la cabeza al oírle, y Taehyung sólo entonces se dio cuenta de que estaba llorando. No recordaba cuándo empezó, podría haber estado llorando todo este tiempo, incluso, pero lo único que sabía es que no tenía la fuerza suficiente como para dejar de hacerlo ahora mismo.
—No puedes... No puedes aparecer y casi morir y, y; y marcharte... no puedes... No puedo; tú...
—Hey —Spider-Man le dijo, suavemente—. Hey, Tae. Estoy bien.
—Creí que ibas a morir —sollozó, sin poder controlarse—. Pensé que ibas a morir, no... No puedes irte ahora. No puedes–
—Okay —Spider-Man levantó las manos, como si Taehyung fuera un caballo salvaje al que intentaba domar. El muchacho se sentía ciertamente salvaje ahora mismo, a juzgar por su corazón descontrolado y las lágrimas escociendo sus ojos de una forma casi preocupante—. Está bien. Me quedaré por un ratito más.
—Deberías —un hipo le interrumpió, y se enjuagó los ojos con el dorso de las muñecas—. Deberías darte un baño. Luces horrible.
Spider-Man rió—. Cierto. Lo haré. Ahora relájate, ¿quieres? No estoy muerto, me salvaste la vida. Y me quedaré aquí.
—...Sí. Sí, okay —y luego—: puedo hacer sándwiches.
Tan pronto como dijo eso, notó lo desesperadamente hambriento que estaba, al compás del rugido en el estómago del héroe que acompañó su pensamiento.
—¿Puedes hacerme dos? —preguntó Spider-Man, con una sonrisa, y Taehyung también se permitió sonreír.
—Claro —se restregó la cara—. Te traeré algo de ropa para que te cambies.
—Oh, gracias.
Taehyung pasó los siguientes minutos recogiendo los restos de su cirugía improvisada, y Spider-Man hizo lo que pudo por ayudar también, aunque con su visión limitada lo tenía más difícil, no haciendo más que quitarle las cosas de las manos a Taehyung. Después de la quinta vez que sucede, ambos coincidieron que la mejor ayuda era simplemente no ayudar, y rieron porque, Santo Cristo, aún lucía ridículo.
Taehyung rió tanto que ya le dolía el estómago, y creía que en parte estaba un poco histérico, sacando los nervios que le quedaban de toda esta loca experiencia.
Para cuando pudo dejar a Spider-Man a cargo de su propio ser, Taehyung fue capaz de sentarse en la punta del sofá del salón y recuperar un poco del color que su rostro había perdido del susto. El héroe no estaba bromeando con eso de la supercuración, y aunque era extraño poder verle prácticamente como nuevo en tan poco tiempo, al menos sus preocupaciones sobre la necesidad de una transfusión de sangre ya no tenían fundamento.
Taehyung tomó unos pantalones de chándal y la más suaves de sus camisetas para dárselos a Spider-Man, y los dejó en la puerta del baño. Se lo pensó un segundo, y volvió sobre sus pasos para añadir un par de calcetines felpudos, los que siempre le hacían sentir mejor y calentito cuando él estaba enfermo.
Luego, rebuscó en el fondo de su armario y sacó la sábana teñida de rojo que Spider-Man había utilizado anoche. Se le revolvió el estómago al ver tanta sangre, pero por algún milagro no había perdido el apetito ni la sangre había manchado la alfombra. Recogió la sábana con el resto de los desperdicios y lo tiró todo en la basura de la cocina, que escondió bajo otras bolsas de residuos fuera, en el garaje. Después se lavó las manos y empezó a preparar la comida de una vez por todas.
Resultaba extrañamente útil, eso de tener tareas metódicas. Le gustaba tener un proceso de paso a paso que seguir, una guía para ir de una cosa a la siguiente de forma ordenada y organizada con anticipación. Por eso amaba las matemáticas y la ciencia; por muy curioso que fuera, le gustaba tener—y mantener—el orden.
Cuando Spider-Man bajó las escaleras, él ya había preparado cuatro bocadillos (porque sabía que el héroe tenía más hambre de lo que alguna vez admitiría), y su corazón ya latía a la velocidad normal.
—Tiene buena pinta —le dijo Spider-Man, entrando a la cocina, y Taehyung se dio la vuelta.
—Ah, encontraste tu máscara —notó, e hizo lo posible por no sonar decepcionado. Ya le había tomado cariño a su cabello desordenado y esponjoso, y creía que le gustaba casi tanto como los labios del superhéroe, pero al menos esta vez había dejado que la tela se enroscara mucho más alto que las veces anteriores, dejando a la vista la punta de su nariz.
—Sí, estaba debajo de tu cama.
—Oh, genial. —Y le extendió un plato—. Buen provecho.
—Gracias, doc. Y gracias por la ropa.
—Mhmm —Taehyung estuvo a punto de darle un mordisco a su propio sándwich cuando detuvo sus movimientos—. Espera, ¿esos son mis...?
Spider-Man le regaló una amplia sonrisa después de subirse la mitad inferior de la máscara, y asintió—. No pude resistirme. Son la cúspide de la moda.
Taehyung soltó un gruñido, avergonzado por ver al superhéroe modelar sus Crocs lima-limón, que contrastaban de forma horrible con el resto de su atuendo color negro y su máscara roja y azul.
—Jesús. Son tan feas.
—Me da igual —Spider-Man rebotó sobre sus talones—. Siempre quise un par desde que era niño.
—Ugh. Quédatelas.
—¿En serio?
—Sí. Nunca las uso.
—¿En serio, en serio?
Taehyung agitó una mano, quitándole importancia. Sus padres siempre le decían que se deshiciera de las cosas que ya no usaba, así que fue una elección fácil.
—Hala, ¡gracias!
Taehyung bufó—. No me des las gracias. Y no te las pongas para ir al colegio, ¿me oíste? Serás el hazmerreír.
—No lo haré —carcajeó—. Pero son muy cómodas.
El muchacho rodó los ojos y, por fin, le dio un mordisco a su sándwich. Observó con algo parecido al asombro cómo Spider-Man hacía desaparecer el suyo, como si él no tuviera la necesidad de morder, masticar, y tragar antes de llevarlo a su estómago.
Había sido un día muy extraño.
Al terminar, Spider-Man pasó junto a un lado suyo de camino al fregadero para enjuagar su plato y meterlo en el lavavajillas, y Taehyung se sonrojó cuando el héroe tomó su propio plato por él para hacer lo mismo. Todo un caballero.
Y luego recordó los abdominales y pectorales de Spider-Man, y se sonrojó aún más (si es que eso siquiera era posible) antes de gritarse a sí mismo que se calme o esto sería el momento más vergonzoso de toda su vida, incluso por encima de cuando se quedó encerrado en un baño de la escuela.
—Eh, ¿te encuentras mejor? —preguntó, aunque la cortesía fue sólo para dejar de pensar en lo bueno que estaba Spider-Man.
—Mucho mejor, sí. Creo que... —pero se detuvo.
—¿Tú crees...?
—Hey, ven aquí.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Tienes mi sangre en la mejilla.
—¿Qué?
Spider-Man se mojó los dedos en el lavabo mientras Taehyung se acercaba a él arrastrando los pies. El héroe le tomó de la nuca para mantenerle quieto frente suyo, y se inclinó hacia él. Olía a su jabón de manzana verde, y a su shampoo de frutilla y coco. El corazón le dio una voltereta en el pecho.
—Justo aquí...
Taehyung dejó que sus ojos se cerraran, sintiendo la suavidad de los movimientos del pelinegro acariciar su mejilla izquierda, en pequeños movimientos que iban desde la comisura de sus labios hasta por debajo de su pómulo. No importaba cuán fuerte Spider-Man fuera, él era sorprendentemente gentil.
—Taehyung.
—Mmm.
—Gracias... gracias por todo esto.
—No es nada —murmuró Taehyung, y se ganó una sonrisa.
—¿No es nada? —repitió—. Me salvaste la vida.
—No sé si...
—Taehyung —cortó, y detuvo sus movimientos, pero no hizo ningún ademán de romper la cercanía. Sostuvo su barbilla, entonces, y le animó a levantar la mirada—. Me salvaste la vida.
Taehyung se estremeció ante el contacto, la suavidad de su voz. Spider-Man se acercó aún más.
—Taehyung...
Estaban a punto de besarse. Lo sabía. Estaba seguro.
Mi primer beso.
—Taehyung, creo que...
Pero entonces Spider-Man se alejó de él, y la emoción de decepción le invadió el pecho.
—Alguien viene.
—¿Q-qué? —Taehyung volvió a sentir los pies en la tierra,
—Alguien viene —siseó el héroe—. Puedo sentirlo.
—Joder, uh, quédate aquí —susurró Taehyung—. Si son mis padres tienes que...
—Por la ventana, lo sé —asintió, y bajó su máscara hasta que cada una de las facciones de su rostro estuvieron ocultas otra vez—. Soy bueno con eso de escabullirse, no te preocupes.
Taehyung asintió, girando en dirección a la puerta principal, pero entonces Spider-Man le tomó de la muñeca.
—Doc.
—¿Sí?
Spider-Man volvió a levantarse la máscara, sólo lo suficiente como para que sus bonitos labios estuvieran libres otra vez, y levantó la mano de Taehyung para dejar un casto beso justo por encima de sus nudillos.
—Gracias.
Te amo, Taehyung pensó.
Espera, ¿qué?
—Deprisa —instó el héroe, y le soltó la muñeca—. Se acerca por la entrada.
Taehyung se obligó a despertar de la especie de sueño en la que había caído y asintió, viendo la espalda de Spider-Man desaparecer por las escaleras mientras él corría hacia la puerta principal, justo cuando alguien llamó. No eran sus padres, al menos—ellos habrían usado sus llaves.
Se miró en el espejo del pasillo para asegurarse de que no tenía más restos de sangre en la cara y, cuando volvieron a llamar, él abrió.
—Taehyung, hola. ¿Te acuerdas de mí?
El muchacho parpadeó. Sí, se acordaba, pero no podía imaginar qué hacía aquí un sábado al mediodía.
—Soy Jin Kim, el...
—El tío de Jeongguk.
Jin parecía aliviado—. Sí. Sí, exacto.
—Uh, hola —Taehyung soltó, tratando de no sonar confundido a pesar de que lo está estratosféricamente. No había visto a Jin Kim desde principios del año pasado, cuando llevó a Jeongguk de vuelta a la escuela en su primer día a finales de septiembre. Le había visto por tan sólo un segundo en ese entonces, pero ahora le parecía mucho mayor. Tenía más canas en el pelo, y las arrugas a cada lado de sus ojos eran apenas más notorias en la palidez de su piel.
Taehyung recordó a Spider-Man, entonces, y sintió como que ahora podía entender un poquito cómo las cosas tristes y aterradoras podían llegar a envejecer a una persona.
—Hola, siento molestarte. ¿Están tus padres en casa?
—No —negó—. No, lo siento, se han ido de viaje este fin de semana. ¿Quiere... quiere pasar? Puedo traerle un poco de agua o...
—Oh, no, no. Está bien —sonrió Jin—. Es que, —tomó una bocanada de aire—, ¿has visto a Jeongguk últimamente? ¿Estuvo por aquí anoche?
Taehyung arqueó las cejas—. ¿Jeongguk?
Jin asintió.
—No, no le he visto. No desde... —Taehyung se interrumpió a sí mismo. Técnicamente, no le había visto desde Química Avanzada ayer por la mañana, pero nada más después de eso. Desde la oficina del director, quiero decir.
¿Tienes pensado llevarme de la mano todo el camino?
—...desde ayer, en la escuela.
Fue agradable.
Jin pareció envejecer dos años más en el siguiente segundo—. No desde ayer en la escuela.
—No, lo siento. ¿Por qué? ¿Va todo bien?
El mayor guardó las manos en los bolsillos, pero Taehyung aún así pudo ver que estaban temblando.
—Jeongguk no volvió a casa anoche.
Taehyung no supo qué decir. Ni tampoco cómo reaccionar.
—¿...Deberíamos llamar a alguien?
—Bueno, esperaba encontrarlo aquí contigo, en realidad —negó Jin, con la voz aún ligera de algún modo. Tenía esa mirada que ponen los adultos cuando intentan ocultar algo. Taehyung lo veía a menudo con su madre, cuando uno de sus pacientes fallecía durante alguno de sus turnos—. Él habla de ti todo el tiempo.
—¿Eh? ¿De mí? —Eso era nuevo para Taehyung.
—Ustedes dos son mejores amigos, ¿no?
Dos cosas nuevas para Taehyung.
—Uh...
La sonrisa tentativa en el rostro de Jin se desvaneció, pero no lucía sorprendido. Sólo decepcionado. Taehyung ahora sentía una horrible culpa, acumulándose en su estómago de forma dolorosa.
—¡Pero Jeongguk es genial! —se apresuró a decir, esperando sonar convincente—. Estamos en muchas clases juntos, y... y estudiamos juntos a veces, ya sabes que es muy listo, súper inteligente, así que me ayuda a–
—Taehyung —intervino el mayor en voz baja, y el nombrado cerró la boca—. Aprecio lo que estás haciendo, pero no necesitas mentir por él. No a mí.
El muchacho bajó la mirada a sus pies, avergonzado. Se sentía mal por Jin, que parecía estar pasando por un infierno por culpa de Jeongguk, pero también se sentía mal por Jeon. Su vida no era fácil, en lo absoluto.
—Creo que... —Taehyung empezó, e hizo una pausa mientras debatía si realmente debería decir algo al respecto o no.
—¿Sí? —Jin lo animó a seguir. Había un brillo de esperanza en su cálida mirada, y Taehyung no pudo quedarse callado.
—Creo que alguien le está molestando en la escuela.
—Ah.
—Lo siento, yo no... Probablemente ya lo sabías.
—He llamado a la escuela un par de veces al respecto, es verdad. Pero siguen diciéndome que no han visto nada.
—Yo tampoco, pero eso no significa que no esté pasando —respondió Taehyung, molesto por la incompetencia de Midtown Science—. ¿De dónde iba a sacar sino todos esos...? —pero se interrumpió otra vez, notando su error.
Jin sólo le dedicó una sonrisa resignada—. Todos esos moretones, lo sé. Se lo he preguntado un millón de veces, pero tampoco me ha dado ninguna respuesta.
—Lo siento mucho.
—¿Por qué? No eres tú el que le molesta, ¿verdad? —suspiró, y Taehyung negó frenéticamente con la cabeza. La sonrisa del mayor se volvió de un tono más cálido—. Sólo bromeaba.
—Es que... ojalá pudiera hacer algo para ayudar.
—Yo también. Pero creo que en este momento la única persona que puede ayudar a Jeongguk es él mismo —Jin se encogió de hombros—. Dale tiempo. Entrará en razón.
—¿Eso cree?
—Tengo que hacerlo —asintió, y sacudió la cabeza, como si hubiera despertado de un sueño—. Siento haberte molestado...
—No es ningún problema —soltó, porque en verdad no lo era.
—¿Crees que puedes llamarme si te enteras de algo? —Jin sacó una tarjeta de su bolsillo y se la tendió a Taehyung. El menor asintió—. Gracias. Uh, vale, me voy, entonces.
—¿Señor Kim?
—Jin, por favor. Llámame Jin.
—Jin —se corrigió—. Jeongguk... a veces le veo fuera de la tienda. ¿Quizá esté allí?
—¿Tienda?
Taehyung se encogió internamente, sin el corazón para poder especificar—. La tienda, eh, donde pasó...
—Oh —Jin asintió, entendiendo—. Bien.
Taehyung se sintió miserable por siquiera mencionarlo, pero Jin sólo sonrió, sin rastro de dolor o enfado en su mirada. En realidad, había algo de alivio en sus pupilas. Esperanza, otra vez.
—Gracias. Pasaré a ver.
—Te llamaré si me entero de algo —prometió Taehyung—. Puedo preguntarle a algunos amigos si saben de algo.
Jin asintió de nuevo—. Eres un buen chico, Taehyung.
El muchacho agachó la cabeza, sonrojado, y despidió al mayor con un gesto con la mano. Sólo entonces se le ocurrió mirar la tarjeta que le había dado.
NAMJOON KIM
Teléfono: (678)-850-3428
Email: [email protected]
Electricista
Forest Hills Electrical
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro