Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5.

5.

—¡Buenas noches, doctor Kim!

—Hola, Ernie. ¿Cómo va todo?

—No me puedo quejar.

—Abrigado y calentito, espero.

—¿Con este tiempo? No es una tarea difícil. Casi llegamos a los veintitrés grados hoy.

—Oh, ¿en serio?

—Pero si es frío para usted sólo hágamelo saber, doctor Kim. Quizá pueda encender la calefacción de su bloque unas semanas antes y...

—No te preocupes, Ernie, estoy bien. Gracias.

—Ah, tienes un invitado. Ya veo.

Jeongguk saludó con un pequeño gesto con la cabeza al portero del edificio de Taehyung, habiendo permanecido en silencio mientras los otros dos tenían su pequeño intercambio; observando cómo este tal Ernie lucía genuinamente complacido de ver al científico, al igual que la mayoría de la gente solía estarlo.

También había notado cómo la sonrisa de Taehyung había vacilado al oír que el calor estaba regresando. Él llevaba puesto un grueso abrigo de lana que era adecuado para la helada de hace unos días, como si la ola de frío nunca hubiera abandonado su cuerpo. Jeongguk se preguntó, por milésima vez, si tendría que ver con alguna consecuencia del accidente.

—Sí, ¿tengo que registrarlo en administración o...?

—Ay, no, no hace falta —cortó el portero, agitando la mano—. Suban directamente.

—Gracias —Taehyung respondió, sonriéndole de manera cálida—. Que tengas una bonita noche, Ernie.

—Igualmente, doctor Kim.

Jeongguk se despidió con un nuevo asentimiento, y esperó a que las puertas del ascensor se cerraran detrás de ambos para darle un codazo en el brazo a Taehyung, burlón—. ¿Doctor Kim, eh?

—He intentado un millón de veces que me llame sólo por Taehyung, pero no ha habido caso —suspiró el contrario, y le dedicó a Jeon una sonrisa irónica—. Aunque tampoco no está mal que alguien me llame así.

—A la mierda con el doctor Sims —Jeongguk soltó por su parte, y sólo se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta cuando Taehyung arqueó las cejas en su dirección, luciendo a punto de regañarle por ser tan inapropiado.

Cosa que no sucedió, pues una risa suave escapó en su lugar—. Tú lo has dicho.

Mientras subían los catorce pisos a toda velocidad hasta el apartamento de Kim, Jeongguk se asombró internamente por lo elegante que era el edificio completo. Un portero, suelos de mármol en el vestíbulo, un ascensor que funciona de verdad, paredes sin manchas misteriosas y ni una sola luz parpadeante en el complejo entero...

No debería haberle sorprendido el hecho de que un híper-mega-reconocido científico de la talla de Taehyung viviera en un rascacielos de lujo, porque, a ver, Ditko no se convirtió en el instituto de investigación número uno del mundo pagando poco a sus empleados de élite, pero eso no quitaba que fuera impresionante, sobre todo para alguien tan joven. Joven y con patologías complicadas que sin duda complicaban el día a día de una persona que se las apaña por sí solo.

Pero Jeongguk nunca diría algo así. Ambos ya habían caminado desde Ditko hasta aquí, y los pasos de Taehyung aún eran pesados en su caminar mientras avanzaban por el pasillo; su mala pierna con tan poca movilidad que entre vez y vez parecía que iba a terminar arrastrándose sobre la alfombra de felpa escarlata que cubría el suelo.

Jeon intentaba que su preocupación no fuera tan obvia, mordiéndose los labios y haciendo su mejor esfuerzo por relajarse un poco. Estaba claro que Taehyung odiaba que le tuvieran pena, aunque, por suerte, no parecía haberse dado cuenta del conflicto-interno andante que iba a su lado. Estaba metido en sus pensamientos, cosa que Jeongguk había notado que hacía a menudo.

—Bueno —Taehyung dijo, entonces, deteniéndose frente a la puerta de uno de los apartamentos—. Éste soy yo. Intenta no quedarte boquiabierto.

Jeongguk sonrió—. Haré lo que pueda, jefe.

—Dios, basta con eso —murmuró asqueado, tanteando con las llaves mientras intentaba abrir la puerta con una sola mano. A Jeon se le activó una alarma en su cabeza que decía AYÚDALO AYÚDALO AYÚDALO, pero se obligó a quedarse quieto—. Es demasiado extraño oírte diciéndolo que...

Se quedó callado,  Jeongguk frunció el ceño.

—¿Eh, se supone que alguien está esperando por ti?

Esa era la principal explicación lógica de que alguien estuviera haciendo ruidos raros del otro lado de la puerta. Eso, o le estaban robando.

EMERGENCIA ¿EMERGENCIA? ¡JEONGGUK, EMERGENCIA!

—No —Taehyung suspiró—. Pero seguro que se han autoinvitado dentro de todas formas.

Giró la llave y empujó la puerta para abrirla. Jeon se apresuró a deslizarse detrás de él para sujetarla mientras entraba, porque eso no contaba como ayudar. Sólo estaba siendo caballeroso.

—Oh, ¡Taehyung! ¿Quién es el caballero?

Jeongguk se esforzó por no sonreír tanto, y el dueño de casa puso los ojos en blanco.

—¿Qué están haciendo en mi apartamento?

—Colgando ese cuadro para ti, ¿por?

Había dos hombres en la cocina. Bueno, uno de ellos está de pie en la cocina; el otro está encima de la encimera, sosteniendo el marco de un póster. Por lo que Jeon podía ver a simple vista, ambos estaban más cerca a la edad de Jin que a la de él y Taehyung, pero se imaginaba que debían de estar en un punto intermedio.

Taehyung suspiró, otra vez—. Estoy...

—Eternamente agradecido, sí, lo sabemos.

—Puedes agradecérnoslo presentándonos a tu guapo amigo.

Taehyung se sonrojó, y era tan bonito que Jeongguk casi se quedó sin aliento incluso mientras le sonreía a los... ¿qué eran? ¿Amigos de Taehyung? ¿Familia, primos? ¿Simpáticos ladrones?

—El de allá es Yoongi, y ese es Hoseok —Kim murmuró, muy a su pesar—. Viven al otro lado del pasillo. Y este es Jeongguk.

—Ah, un gusto. Soy el asistente de Taehyung —saludó, acercándose para estrecharles la mano. Hoseok, el más alto, le sonrió.

—¿Asistente y guapo, eh, Taehyungie?

Taehyung se cruzó de brazos—. ¿Cómo entraron?

—Tenemos una llave de repuesto —dijo Yoongi, desde el mostrador—. Dime si esto está nivelado, ¿quieres?

—Muévelo un pelín a la izquierda —respondió Hoseok, apartándose de Jeon para mirar con más detenimiento la obra de diseño de interiores que estaban llevando a cabo—. Dije a la izquierda, terrón de azúcar.

Esta es la izquierda.

—Que yo sepa esa es la derecha.

—¿Qué...? Espera, ¿tu izquierda o mi izquierda?

—Ambas izquierdas.

—Así está bien —Taehyung intervino, pinchándose el puente de la nariz con los dedos pulgar e índice—. ¿Cómo es eso de que tienen una copia de mi llave?

—Me la dio el portero —Yoongi murmuró, bajando el marco del póster.

—No creo que eso sea legal.

—Puede que no —Hoseok se encogió de hombros—, pero después de lo del mes pasado sólo queríamos estar seguros.

—Oh. —Taehyung volteó a ver a Jeongguk, y él fingió estar de repente infinitamente interesado en la pared blanca a un lado suyo—. Vale, de acuerdo. Gracias.

El bichito de la curiosidad le picó a Jeon, entonces, invadido por dudas que le hicieron abrir la boca para preguntar de qué estaban hablando. Por suerte, pivotó por una alternativa en el último segundo—. Así que... ¿Taehyung les hará la cena a ustedes también?

—¿...Te hará la cena? —Hoseok abrió los ojos a todo lo que da—. ¿Taehyung? ¿Cocinando?

—Sí cocino —Taehyung se defendió.

—Claro, eres muy habilidoso con el microondas —se metió Yoongi—. Si no fuera por mí, tendrías sólo una comida sólida en semanas.

—Eh, escuché que hay un pez aquí —Jeongguk exclamó, acudiendo al rescate del científico—. ¿Puedo verlo?

—Oh, ¿te refieres a nuestro pez?

—¿Su pez?

—Sí. Nuestro pez —Hoseok dijo, enarcando una ceja—. Me da la sensación de que te trajeron hasta aquí con falsos pretextos, mi querido Jeongguk. Taehyung no tiene ningún pez.

—Es prácticamente mío —Taehyung murmuró, y se dirigió a la nevera—. Lo alimento cada vez que se van de viaje. Jeongguk, ¿quieres algo para tomar?

—Nosotros sí —Yoongi se asomó por encima de la puerta del refrigerador, ojeando las opciones.

—No. Ustedes vuelven a su apartamento.

—Pero somos nosotros los que tenemos el atún —canturreó Hoseok. Taehyung puso los ojos en blanco.

Era agradable verle relacionarse con sus amigos. Había pedacitos del Taehyung que había conocido en el instituto que se asomaban de vez en cuando, pedacitos que Jeongguk recordaba haber visto cuando se cruzaban en los pasillos o se sentaban cerca en clase. Kim Taehyung siempre había sido popular. Especialmente si lo comparaba consigo mismo.

Bueno, todo el mundo era popular comparado consigo mismo, pero tú entiendes.

—Puedes venir a verlo —añadió Hoseok, dándole un ligero codazo a Jeongguk—. Créeme que somos mucho más divertidos que tu jefe.

Taehyung, mientras tanto, se entretenía sacando dos vasos del armario que tenía por encima antes de acercarse a abrir la nevera. Dejó el bastón apoyado contra la encimera, y optó por moverse sin su ayuda. Su cojera resaltaba mucho más de esa manera, y a Jeongguk le dolió un poco el corazón al notarlo.

Y le dolió un poco más cuando Taehyung sacó dos botellas de leche de plátano y se las enseñó, volviéndose tímido de repente.

—Esta es la marca que te gusta, ¿verdad?

—¿E-eh? Ah, sí. Sí. La recordaste.

—Bueno, no iba a hacerte beber zumo de limón.

Jeon rió suavemente.

—¿A mí también me darás uno de esos? —Yoongi intervino desde su lugar, jugueteando con el marco del póster otra vez.

—¿Por qué te lo daría?

—Porque estoy colgando tu cuadro.

—Pues yo no te pedí que irrumpieras en la paz de mi apartamento para colgarlo.

Hoseok rió y giró sobre sus talones para dirigirse a Jeongguk, en tanto Taehyung y Yoongi discutían por el derecho a un poco de leche de banana detrás de él. Su mirada estaba cargada de calidez, casi como si se tratase de un rayo del sol en un día de invierno en persona.

—¿Te gusta trabajar para Taehyungie?

—Oh, por supuesto. Las cosas que se le ocurren son... Él es un genio.

—Mhmm.

—Nos conocemos desde el instituto, en realidad,

—¿Ah, sí?

—Sí.

—Antes del... —Hoseok no terminó la oración, pero Jeongguk sabía lo que quería decir. Antes del accidente. Se preguntaba cuánto era que sabían estos vecinos sobre Taehyung. Si lo sabían todo.

Jeon se conformó con asentir. Dudaba que Taehyung apreciara que se metieran en ese tipo de conversación con él de pie a unos cuantos metros.

Hoseok le sonrió otra vez—. ¿Era tan guapo entonces como lo es ahora?

Jeongguk desvió su mirada al científico, quien ahora se había rendido y estaba con mala cara dándole indicaciones a Yoongi (un poco a la izquierda, sólo un poco, no, no, te pasaste, derecha) para colgar su póster.

—Uh, sí. Sí, era bonito.

—¿Y ahora?

—Todavía lo es.

Hoseok resopló—. Mira, si voy a sacar un romance de jefe-asistente de esto, voy a necesitar algo más que 'bonito'.

Jeongguk se congeló en su lugar un milisegundo antes de darse cuenta de que el muchacho estaba bromeando. O a lo mejor no lo estaba, quién sabe, pero era mejor no preocuparse por eso.

—...aún no lo hayas colgado —Yoongi le estaba diciendo a Taehyung, ya habiéndose bajado de la encimera—. Te lo regalamos para Navidad.

—Me lo dieron para mi cumpleaños, en realidad.

—¿Y cuántos días después de Navidad es eso?

Cinco.

Jeongguk se mordió la lengua para evitar decirlo en voz alta.

Taehyung, por su parte, sólo se limitó a sacudir la cabeza con una sonrisa—. Bueno, gracias por colgarlo.

—¿Por qué contratar a alguien cuando puedes hacer que mi marido lo haga gratis? —comentó Hoseok. Yoongi le enseñó el dedo medio, pero inmediatamente después le guiñó un ojo de forma cariñosa. Jeongguk sintió el corazón encogerse durante un segundo, dándose cuenta que lo peculiar de esos dos le hacían recordar a Jin y Joon. La mayoría de las parejas felizmente casadas lo hacían.

—Jeongguk —Taehyung le sacó de sus pensamientos—. Aquí está tu bebida.

—Oh, gracias. —Se acercó antes de que él tuviera la oportunidad de moverse, aceptando gustoso el vaso repleto de leche de plátano.

—Y ustedes dos —señaló a la pareja vecina—, allá está la puerta.

—¡Qué grosero! —Hoseok jadeó, bromeando—. Jeongguk sólo está aquí para ver nuestro pececito, ¿y este es el trato que recibimos?

—Vámonos, amor —Yoongi le siguió el juego, posando una mano en su cintura—. No somos bienvenidos aquí.

—Bienvenidos o no, me duele creer que Taehyungie no nos deje quedarnos a cenar con él y su guapo asistente.

—Y ahora no son bienvenidos en serio —Taehyung murmuró—. ¡Adiós!

Hoseok puso los ojos en blanco—. Jeongguk, fue un placer conocerte. Ven a conocer al atún alguna vez, ¿vale? Y no traigas a tu jefe. Él no entra.

—El placer es mío —rió—. Y sí, lo haré. Gracias.

Yoongi le saludó con la mano y los dos se fueron un minuto después. Jeongguk pudo oír sus voces alegres en el pasillo hasta que su propia puerta se abrió y cerró al otro lado del pasillo.

—Hoseok dice eso —Taehyung sonrió—, y mañana ya me estará pidiendo que vaya a jugar al monopoly con ellos.

—Son guays —Jeongguk dijo—. ¿Los conoces desde hace mucho?

—Unos dos años, creo. Cuando me mudé aquí me trajeron una tarta casera y desde entonces no han parado. Ah, y por cierto, no bromean con lo de tu visita.

—Seguro que no. Lo estaré esperando con ansias.

—Siento lo del pez.

—¿Hmm?

—Es verdad que no es mío. Si quieres verlo tendrás que ir a su apartamento.

—Oh. —Jeon apoyó la cadera en el mostrador, y le dio un trago a su leche de plátano—. Taehyung, sabes que no he venido por el pescado, ¿verdad?

Por alguna razón u otra, él parecía sorprendido—. ¿No?

—No.

—Bueno, mierda. Si viniste por la buena comida creo que te irás decepcionado.

—Me las arreglaré. Siempre podemos pedir delivery.

—Ya hago eso demasiado —admitió Taehyung, arrugando la nariz—. Los repartidores ya están empezando a saber mi nombre.

—Entonces cocinaremos algo. —Jeongguk dejó el vaso a un lado y caminó hasta situarse junto al científico en la nevera—. Veamos qué tenemos.

Resulta que no tenían mucho, pero Jeongguk sabía que después de vivir con Jin, podía preparar algo. A Taehyung tampoco parecía molestarle la ayuda extra, aunque fuera sólo porque Jeongguk hizo una broma sobre no querer intoxicarse con la comida. Así que le dejó que ayudara, y Jeon pasó los siguientes cuarenta y cinco minutos intentando ser él quien se agachaba, estiraba y movía a lo largo de la cocina para que Taehyung pudiera quedarse quieto y relajarse de una vez.

Él, mientras tanto, le contaba historias de Hoseok y Yoongi, de cómo se habían conocido en la universidad de artes escénicas, y de cómo habían pasado juntos cada momento desde entonces. Yoongi era director de la Filarmónica de Nueva York, y Hoseok acababa de ganar un Tony el año pasado por coreografiar un espectáculo de Broadway. Jeongguk, por su parte, se abstuvo de preguntar si desbordar talento por los poros era un requisito para vivir en este edificio.

Y durante los momentos que ninguno tenía nada para decir, se dedicaba a echarle un vistazo al inmenso apartamento. Porque era inmenso: probablemente la casa entera de Jeongguk cabría sólo en la sala de estar. Todo parecía limpio y ordenado, acomodado de forma estratégica y de tal manera en la que parecía ser un copia y pega de una revista de diseño de interiores. Aunque había algo que faltaba.

No parecía que alguien viviera ahí. Era hermoso, claro. Cada rincón exhalaba elegancia. Pero aparte de las fotografías en las paredes que indudablemente le pertenecían a Taehyung, el lugar lucía inhabitado. El apartamento de Jeongguk también estaba limpio y organizado, pero bastaba con dar un pequeño paso dentro para saber que era suyo y de Jin.

Aunque a Jeongguk le fascinaban las fotos esparcidas por el lugar. Todas tenían algo que ver con la ciencia, ya sea una imagen de un viejo microscopio o una ilustración muy detallada de células musculares. El póster que acababa de colgar Yoongi era una cadena de ADN pintada con spray de colores, y en la esquina, podía verse una pequeña nota garabateada con rotulador:

Taehyung, eres un GEN-io

            –Y+H

Probablemente ellos fueran también los amigos que le regalaron a Taehyung las pegatinas de purpurina para su bastón.

Jeongguk había conseguido exitosamente hacer la mayor parte del movimiento en la cocina, pero cuando por fin fueron a sentarse a la mesa del salón para comer, al científico aún se le escapó una mueca de dolor en su expresión tranquila. AYÚDALO AYÚDALO AYÚDALO, gritaba una vocecita molesta dentro de su mente, y esta vez su preocupación no pasó por desapercibido.

Taehyung se acomodó en la silla y escondió su pierna mala bajo la mesa—. Entonces...

—Entonces... —Jeongguk repitió. Se hizo un silencio sepulcral que duró unos segundos más de los necesarios, y se maldijo mentalmente por su incapacidad para entablar una conversación trivial como ser humano común y corriente. Aunque no quería sólo ser trivial con Taehyung, porque sabía que podía hablar de un millón de cosas con él. Tal vez algo como...—. ¿Y cómo están tus padres?

Bueno, tal vez eso no. Pero, hey, no lo juzgues. Entró en pánico.

Algo centelleó en el rostro de Taehyung, pero desapareció de la vista antes de que Jeongguk pudiera pensar mucho en ello.

—Mis padres están bien. Se mudaron a Florida hace unos años.

—¿Ah, sí? Qué guay. ¿Has ido ahí alguna vez?

—¿A Florida? Unas cuantas veces.

—¿Por qué no te mudaste con ellos?

Taehyung dejó que su tenedor cuelgue suelto en su agarre, sin mucho interés en la comida. ¿POR QUÉ NO COME? DEBERÍA COMER. DILE QUE COMA.. cállate, Jeongguk. Por el amor de Dios.

—Eh, estaba terminando los últimos años de universidad, y yo... bueno, la playa no es realmente mi tipo de ambiente.

—¿El sol y la arena? —Jeongguk sonrió—. ¿Tan horrible es?

—La arena —Taehyung ladeó la cabeza—. Digamos que no le sienta muy bien a mi pierna.

—Mierda. Lo siento, no...

—Deja de disculparte —rió, y su sonrisa se volvió un poco más genuina—. Ya te dije que no es culpa tuya.

Jeongguk se metió unos espárragos enteros en la boca. Taehyung no parecía molesto; sólo sorbió su leche de plátano y esperó a que el contrario dijera algo más. Probablemente volvería a meter la pata, pero ya qué.

—Eh —tragó con dificultad las verduras—, ¿ahora tú vas a hacerme una pregunta de muy poco tacto?

—Tratando de hacerme sentir mejor, ¿eh, Jeon?

—Tratando de hacerme sentir a mí mejor, Kim. En serio, es como la décima cosa entrometida que te pregunto desde que llegamos aquí.

—Si crees que eso es ser cotilla, odiaría que pasaras una noche con Hobi, entonces.

Jeongguk frunció el ceño, confuso hasta que Taehyung señaló la puerta con la barbilla. Hoseok.

—Él es simpático —dijo—. Yoongi también.

—Tienen buenas intenciones. No siempre son buenos en la ejecución de ellas, pero...

—Mmm.

Taehyung se inclinó ligeramente hacia delante, y Jeon no pudo evitar imitarlo, como si estuvieran a punto de compartir un secreto del gobierno o algo así. A ver, que tratándose de ellos tampoco era tan improbable la cosa.

—¿Lo dices en serio? —Kim preguntó, bajando la voz.

—¿Qué cosa?

—Eso de que yo te haga una pregunta entrometida.

—Eh, sí. Cien por cien.

—Vale —tomó aire—. ¿Dónde...? —Hizo una pausa; la punta de su lengua de repente asomándose de repente en la comisura de sus labios. Algo que hacía cuando estaba concentrado. Bonito—. ¿Qué te pasó? Después del instituto.

Jeongguk levantó las cejas—. ¿Qué quieres decir?

—Sólo... Ah, te dije que es entrometido.

—No, no. Está bien. —Medio que quería que Taehyung se entrometiera. Jin también lo hacía, y era porque le importaba—. Anda, escúpelo.

Pero eso no quiere decir que le importas, le dijo la vocecita molesta otra vez.

Te dije que te calles, le respondió.

—Pero es entrometido. Y bastante grosero —Taehyung añadió.

—Eso está bien también.

Jeongguk ya había tratado con una buena cantidad de gente grosera como para pagarse una estadía en el Cielo. Trabajó para un periódico los últimos cinco años, después de todo.

—Yo sólo... —Taehyung comenzó, entonces—. Supongo que no puedo entender por qué– o qué– cómo tú...

—¿Cómo me convertí en una especie de inútil?

—¡No! —exclamó, casi espantado—. No, por Dios. Eso no es lo que iba a decir.

Jeon sonrió—. Era broma.

Bueno, en realidad no lo era, pero Taehyung no necesitaba saberlo.

—Iba a preguntarte por qué no te gustaba la universidad.

—¿Qué te hace pensar que no me gustaba?

—Te cambiaste. Dos veces.

Jeongguk se estremeció un poquitín. Taehyung debía de haber visto su currículum cuando solicitó el trabajo en Ditko.

—Sí, es verdad.

—Así que asumí que no... que tal vez no te gustó. O no la encontraste lo suficientemente buena o algo... no sé. Es una pregunta grosera.

—Era atrayente. Me especialicé en química.

—Lo sé.

—Supongo que... —hizo una pausa—. ¿Quieres la verdad?

—Necesitaba un descanso —Jeongguk confesó, jugueteando con los dobleces de una servilleta mientras intentaba continuar explicándose—. Tal vez se hizo esperar, pero... sí, después de la graduación empecé la universidad, y luego en algún punto del camino simplemente... me detuve, supongo. Me cambié la primera vez porque perdí la beca, y luego me cambié la segunda vez para poder tomar clases más flexibles mientras trabajaba para el Bugle —miró a Taehyung, intentando averiguar qué estaba pensando—. No bromeaba con eso de ser un inútil. Creo que la primera cosa buena que he hecho en mucho tiempo fue solicitar este trabajo.

—Debe haber sido muy duro para ti —él susurró, más para sí mismo que para Jeongguk—. Perder la beca.

—Fue culpa mía —se encogió de hombros—. Fue más duro para Jin.

—Y Jin es...

—Mi tío.

—Cierto.

—El que no está muerto.

Taehyung tomó una bocanada de aire. Jeongguk quiso darse una parada por hacer las cosas aún más incómodas.

IDIOTA IDIOTA IDIOTA.

—Él– Namjoon, ¿verdad? —Taehyung preguntó, en un tono suave. Su mirada es aún más amable.

Jeon se preguntó si alguna vez podría oír ese nombre sin querer echarse a llorar—. Sí. Sí, era él. Me sorprende que aún lo recuerdes.

—Claro que lo hago. Eh, estuve en el funeral.

—¿En serio?

—Ajá.

A Jeongguk no tendría que haberle sorprendido la noticia. La mitad de su clase estaba en el funeral, al igual que casi todo el vecindario. El intento de Jin de organizar algo pequeño en una funeraria fue rápidamente reemplazado por sus amigos voluntarios para que sucediera en la iglesia local en su lugar, así podría acudir más gente a presentar sus condolencias: Kim Namjoon era un pilar de la comunidad; eso era lo que decían todos.

Además, parecía que a Jin le ayudaba ver a tanta gente allí, así que Jeongguk no se opuso a la idea, aunque la detestara. Lo único que hacía era probar que, por mucho bien que Namjoon hubiera hecho en su vida, él ya no estaba ahí para hacerlo nunca más. Ya no estaba para Jeongguk, ni para todos los que estaban sentados en los bancos viendo su cajón cerrado a un lado del altar.

—Ni siquiera sé por qué pregunté eso —suspiró Taehyung—. Seguro que todo el mundo se pregunta también qué fue de mí después del instituto.

—Yo diría que te ha ido bien. Un doctorado a los veintiséis, no es para reírse.

El científico agachó la cabeza, momentáneamente tímido, y a Jeongguk se le derritió el corazón.

—En serio. Es impresionante. No sé cómo has podido estudiar tanto en tan pocos años.

—Dijiste que necesitabas un descanso. Yo necesitaba lo contrario —Taehyung arrugó la nariz. Su tenedor aún colgaba inútil entre sus dedos, y su plato continuaba demasiado lleno en comparación con el de Jeongguk—. Después de la graduación aún me estaba recuperando, pero tenía que alejarme de esa... de esa mentalidad, supongo. Echaba mucho de menos la vida normal, ¿sabes? Y estudiar, la escuela, mis amigos, todo eso. Era la mejor manera que conocía de volver a como era todo antes del accidente. No era lo mismo, pero casi.

—¿Como una distracción?

—Un poco —admitió, asintiendo—. Pero ayudó más que nada. Creo que pasé demasiado tiempo compadeciéndome de mí mismo. Y entonces entré a la universidad (en línea, desde mi cama) y después de esa primera semana de clases me di cuenta por fin de lo afortunado que era de estar vivo. De tener todavía mi mente, mi mente, incluso después del trauma.

Los ojos de Jeongguk se movieron involuntariamente hacia la alargada cicatriz que había quedado en su sien, curada y casi olvidada por el tiempo, apenas perceptible debajo de su cabello si no estabas lo suficientemente cerca como para notarla, pero permanente al fin y al cabo, como un recuerdo materializado. Taehyung pareció percibir hacia dónde es que la atención del pelinegro, y agachó la cabeza.

—Recuerdo haber hecho unos proyectos de cálculo contigo —dijo Jeongguk—. Querías resolverlos enteros a toda costa.

—Tú también querías. Sólo que eras demasiado tímido para admitirlo.

Jeon sonrió—. Me atrapaste.

—Nunca resolvimos el último de ese proyecto.

—Era imposible de resolver.

—Sí, pero quiero intentarlo otra vez —el rostro de Taehyung se iluminó con una idea—. Eh, si quieres, apuesto a que todavía tengo mis viejos cuadernos por aquí en alguna parte. Cuando mis padres se mudaron guardé un montón de cosas en este apartamento, y yo... Ay, déjame ver si puedo encontrar–

—Taehyung —Jeon intervino con suavidad—, tal vez deberías comer algo primero.

—Oh —Bajó la vista a su plato (lleno), como si apenas se hubiera dado cuenta de que lo tenía enfrente—. Sí, probablemente tengas razón.

Definitivamente tengo razón. La cena es la comida más importante del día.

—¿Qué no lo es el desayuno?

—Las tres comidas son la comida más importante del día.

—Mmm.

Taehyung parecía poco convencido, pero al menos comenzó a comer. Jeongguk, por su parte, intentó pensar en una manera de pedir una nueva ronda sin parecer un capullo desnutrido.

—Oye, hay más si quieres —el científico le leyó el pensamiento al mismo tiempo, tras meter un pequeño bocado de carne en su boca.

—¿No te importa si me sirvo un poco más?

—No, no. Adelante. Quedará en la nevera durante semanas si no lo haces.

Así que Jeongguk se sirvió una riquísima segunda ración, esta vez alargando el tiempo en el que se la devoraba para terminar cuando lo hizo Taehyung. Se alegraba de ver que él había comido todo lo que había en su plato, aunque no pudiera saborearlo demasiado.

Cuando ambos quedaron satisfechos, Jeongguk se puso de pie para limpiar la vajilla.

—Jeongguk.

—¿Mmm?

—Pensé que no ibas a hacer de esto un hábito —murmuró. Había un pellizco entre sus cejas, algo así como frustración mezclada con enfado. Tenía ese mismo aspecto cuando entraron al departamento y vieron a Yoongi colgando el póster.

—No lo hago —Jeongguk negó con facilidad. Entendía que Taehyung no quisiera que le ayuden, pero él no estaba ayudando; simplemente estaba siendo caballeroso una vez más—. Me estoy ganando mi ascenso, jefe, eso es todo.

Taehyung abrió la boca para decir algo más, pero al final sólo se levantó de la mesa con un suspiro—. Ahora vuelvo, entonces.

Jeon no perdió el tiempo viéndolo desaparecer por uno de los pasillos del lugar y se dispuso a limpiar de todos los rastros que habían dejado ambos lo más rápido posible.

Aunque al final no hubo necesidad de apresurarse en hacerlo, porque incluso media hora más tarde, Taehyung no había regresado. Jeongguk se entretuvo secando la vajilla limpia y repasando las migajas inexistentes de la mesa por segunda vez, y estuvo a punto de hacerlo una tercera antes de darse cuenta que tal vez debería ir a ver cómo está todo.

—¿Taehyung? —llamó, de pie entre la cocina y el comedor—. Eh, ¿va todo bien?

No hubo respuesta.

Jeongguk intentó que su sexto sentido arácnido le diera una señal si es que había algún problema, pero casi como si no lo tuviera, no sintió nada extraño.

—¡Taehyung! —volvió a llamar.

Pero él seguía sin contestar.

Y créeme que Jeongguk no era de los que husmean en los apartamentos de la gente, pero creía que este caso en particular estaba justificado.

—Taehyung —repitió—. Hey, ¿estás bien?

Había dos puertas al final del pasillo. Empujó con cuidado la de la izquierda, pero lo único con lo que se encontró fue un baño oscuro y vacío, y no pudo evitar sentir envidia por la bañera que había del otro lado de la habitación. Vaya, que apenas podía caber en la ducha que había instalada en casa.

Jeongguk se volvió hacia la otra puerta, sólo entonces notando el hilo de luz amarillenta que se colaba por sus ranuras.

—¿...Taehyung?

Giró el pomo de la puerta silenciosamente, pero no estaba seguro si entrar o no, indeciso por razones más que obvias. Por mucho que se llevaran bien y lo que sea, Taehyung seguía siendo su jefe. Jeongguk no creía que esto fuera algo que se supone que hacen los asistentes. O, bueno, tal vez sí. Pero era diferente en el caso de los asistentes de investigación.

Sin embargo, Jeongguk ya había cruzado la línea de preocupación, así que se permitió entrar de todas formas.

La habitación de Taehyung era como el resto del departamento: espaciosa, limpia y cómoda. Jeon sonrió para sí mismo ante los pósters encuadrados que había encima de la cama, sobre todo el de la tabla periódica y el famoso boceto de Da Vinci del cuerpo humano. Taehyung era un auténtico friki de la ciencia. También había algunas láminas de arte y una bonita foto en blanco y negro de lo que Jeongguk podía reconocer como el parque de Forest Hills, a menos de cinco minutos de donde creció. Casi se le olvidaba que su ahora jefe también había crecido allí.

Con una punzada en el corazón, reparó en que no había ninguna foto personal en todo el apartamento. Ni amigos. Ni familia. Ni Taehyung.

Quien, hablando de, estaba tumbado de lado en la cama, con la mejilla apoyada en el colchón y los labios ligeramente separados mientras dormía como un bebé. Había una pila de cuadernos a su lado, algunos medio abiertos y a medio ojear, y Jeongguk supuso que era porque había estado buscando ese problema de matemáticas que mencionaron en la cena.

Estuvo a punto de ponerle una mano en el brazo, pero se detuvo antes de hacerlo. Taehyung lucía tan tranquilo así, relajado de una forma que Jeon nunca le había visto. Él siempre trabajaba muy duro, tanto dentro como fuera del laboratorio, e incluso esta noche era fácil ver que su mente maquinaba a millones de kilómetros por minuto.

Así que Jeongguk se limitó a correr los cuadernos fuera de su alcance, apagar las luces y volver a salir antes de cerrar detrás suyo. Spider-Man tenía que salir pronto a hacer sus patrullas nocturnas de cualquier modo, y era mil veces mejor dejar a Taehyung durmiendo antes que inventar una excusa poco creíble más tarde.

Hace unos días habían intercambiado sus números de teléfono "sólo en caso de emergencias laborales," pero creyó que podía saltarse las normas por esta vez y le dejó unos mensajes de texto que esperaba que no le despertaran de su sueño rejuvenecedor.

yo [9:06 PM]
gracias por la cena, me lo he pasado muy bien

guardé las sobras en la nevera

Se replanteó todo el camino cuesta abajo en el ascensor si enviar o no el siguiente mensaje, pero decidió tomar riesgos por una vez en su vida (ser Spider-Man y combatir el crimen local no cuenta, para que lo sepas) y presionó el botón de enviar una vez llegó al vestíbulo.

yo [9:09 PM]
tráelas mañana al trabajo
y quizá vuelva a comer contigo

nos vemos mañana, tae

Taehyung se olvidó las sobras el día siguiente.

Jeongguk almorzó con él de todos modos.














Gracias por leer.
Con mucho, mucho amor,
zoqi.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro