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Purgadores

El sonido de estática de un televisor, cuando cambia de canal, duro por un cierto periodo de tiempo hasta detenerse en el número 777. Donde la música de fondo estuvo en armonía con la presentación del comercial, que la pequeña espectadora conocía a la perfección como para emocionarse, dando aplausos alegremente.

— ¡Oh, pobre ser en desgracia, que sufre sus últimos momentos por la culpabilidad de sus acciones pasadas! De seguro te sientes con la carencia del perdón, que nadie va a absolver tus pecados por la seriedad de estos mismos, y que no queda nada más que aceptar tu cruel destino entre las llamas del infierno.

El actor estaba acostado sobre una camilla de traslado, fingiendo estar agonizando después de haber recibido una herida de bala en el pecho. Claramente actuando más chistoso que mal, pues no podía hacerlo ver tan drástico siendo un comercial para todo público.

— No tema, que cuenta con una última oportunidad para salvarse ¡Aquí, en Purgatory Corporation!

En un chasquido, el actor en agonía cambió de escenario, estando en frente de lo que parecía ser la entrada principal de un territorio desconocido para la espectadora. Ahí estaba el mismo promotor dándole la bienvenida, siendo este un hombre alto y de traje negro detallado con el mismo tono de su cabello azulado.

— Cada vez que alguien se arrepiente verdaderamente de sus malos actos, Purgatory Corporation está ahí para guiarlos hacia el camino de la redención. — Explicó, mientras un diagrama ilustrativo era presentado de fondo. — Dependiendo de la gravedad de tus pecados cometidos en vida o en tu no vida, seleccionamos la zona, en la que estarás expuesto al medio de purificación más factible para tu sucia alma.

Rápidamente se mostraron varias imágenes, acompañadas de uno que otro grito de desesperación, que la niña en frente del televisor no pudo observar y sólo pudo reaccionar con una inclinación de cabeza extrañada por lo corto de su duración.

El promotor volvió a aparecer, y si tenía señales de estar nervioso nadie se daría cuenta hasta que tosió de manera forzada mientras cubría su boca con una mano.

— Alguien acaba de perder su trabajo. — susurró muy rápido, para después volver al show como si nada hubiera pasado. — Conocemos el reto, el margen de maldad aumenta, y los pecadores se han vuelto más violentos con el paso del tiempo ¡Claro, "PC" está preparado con los mejores purgadores y métodos de reprensión!

La niña volvió a extrañarse por lo último dicho, había palabras que no podía entender, pero mientras pudiera ver cómo los pecadores al final sonreían al alcanzar la luz del cielo, le bastaba y sobraba para creer en las palabras del hombre. Sobre la existencia de la redención.

— ¿Qué son unos años de purificación comparado al castigo eterno? — Hubo una breve pausa antes de que el promotor riese. — Así que no esperes más, arrepiéntete y reconoce la escoria que eres, que estaremos más que encantados de recibirte, ¿o no, mi pequeña bendición?

Las cámaras apuntaron hacia una bebé aferrada a la pierna del hombre, lo que dejó enternecidos a muchos del equipo técnico (sin que los espectadores lo supieran). El hombre la tomó entre sus brazos y comenzó a acariciarla mientras ella balbuceaba cosas sin sentido. Hasta que pudo decir lo que nadie esperó durante la filmación.

— ¡Si! ¡Aquí, en Purgatory Corporation!

Después de salir de su estupefacción, el hombre sonrió orgulloso de las primeras palabras de su hija antes de reírse con ella. Ambos viéndose tan cercanos que la niña al otro lado de la pantalla no pudo evitar envidiar esa relación, acercando una de sus manitas con lentitud antes de alejarla y mirar hacia la puerta de su habitación.

Afuera se escuchaba el ruido de las herramientas de percusión de su padre, seguramente ocupado en otro de sus muchos proyectos en solitario. Algunas veces iba a verlo, ansiosa por escuchar sus historias de ensueño, pero últimamente su madre había agarrado el hábito de separarlos sin alguna explicación. Sintiendo de ese modo que su relación familiar se fracturaba de poco en poco.



Charlie vio sus manos una última vez antes de cerrarlas, formando puños como señal de una determinación y coraje reunidos para lo que diría próximamente.

— ¡Es por eso que espero contar con su ayuda para la muy pronta rehabilitación de los pecadores! — Tras eso, aplausos se escucharon de parte de dos espectadores sentados enfrente de ella.

— Estuvo excelente, amor. — dijo Vaggie, acercándose para colocar una mano sobre el hombro contrario. — Con ese discurso de seguro los dejarás sin palabras.

— ¿Tú crees? — cuestionó Charlie mientras volvía a checar sus tarjetas guía que sacó del bolsillo. — Porque estuve despierta toda la noche pensando a detalle qué decir.

— Todos nos mantuvimos despiertos por tu jodida insistencia de prepararnos para esos pendejos. — comentó Husk sentado en un postura que dejaba en claro su fastidio ante la situación. — Hasta Niffty se quedó dormida por el cansancio.

Los tres miraron a Niffty acostada sobre el mueble, roncando levemente mientras un hilo de saliva se escurría de sus labios. Charlie aprovechó ese momento para volverla a arropar, ya que Niffty se movía bastante estando así.

— Tienes razón, sé que les exigí mucho esta vez, pero las personas que vienen no sólo podrán apoyarnos a comprobar que la redención es posible, sino que también podrán darle una mejor imagen al hotel con su presencia.

— ¿Hablas de que algunos se quedarán a trabajar aquí?

— Si tenemos suerte, yo espero que sí. — Acabo diciendo antes de voltear hacia ambos lados, y preguntar. — Por cierto, ¿dónde está Angel?

— Se tuvo que ir por cuestiones de trabajo. — respondió Vaggie, sacando su celular para mandarle un mensaje al mencionado. — Él dijo que regresará antes de que los purgadores lleguen, y más le vale cumplir con su palabra si no quiere una lanza atravesando su pecho.

— De ser así, yo estaría más preocupado de que ese imbécil no nos dejé más en ridículo de lo que ya estamos. — Confesó Husk, tomando un trago de licor barato.

— Tranquilos, todavía tenemos mucho tiempo. — Charlie sonrió más que contenta, sabiendo que todo lo tenía bajo control. — Es por eso que decidí pedirle a Alastor preparar uno de sus mejores platillos para sorprender a nuestros invitados.

Husk casi se atraganta con su bebida al escuchar eso.

— ¿En serio? Porque no lo he visto por ninguna parte desde hace un rato. — expresó Vaggie

— Oh, eso es porque salió a buscar los ingredientes que le hacen falta.

— Si, no hay duda de que esto nos va a ir como la mierda. — susurró Husk sin que lo oyeran ambas chicas, obviamente sabiendo algo que ellas no.

Después de practicar el discurso un par de veces más, y hacer unos últimos retoques de limpieza, había pasado el tiempo suficiente como para creer que los otros dos miembros del hotel estaban por llegar. Se escucharon golpes a la puerta, y Charlie fue a recibir con una enorme sonrisa, una que muy pronto se desvaneció al ver quien en realidad estaba detrás.

— Buenas-

Charlie cerró la puerta abruptamente, después de unos segundos la volvió a abrir, queriendo comprobar si realmente se trataba de ese mismo hombre.

— Tardes.

La volvió a cerrar, pero ahora más asustada.

— ¡Vaggie! — Se lanzó hacia la nombrada, quien no pudo estar más confundida por su reacción. — ¡Los purgadores están aquí!

— ¿Qué? ¿No se supone que vendrían en cuatro horas?

— Se nos adelantaron.

— Okey, cálmate. — pidió, tomándola de ambas manos. — Mhm, puede ser que los estés confundiendo con pecadores interesados en el hotel.

— ¿Qué? No, yo sé a quien vi. — Charlie admitía que había pasado muchas horas que no dormía, y que probablemente estaba ilusionando, pero la verdad no era así. — Está entre ellos nada menos que... el Director Ejecutivo de los Purgadores del Orgullo, Dante.

Silencio, es lo que apareció durante unos largos y tortuosos segundos, mientras se le pasaba por la cabeza la pregunta "¿por qué de entre todas las personas, él está aquí?" Suerte o no para ambas, al final Vaggie pudo romper ese frío momento con lo próximo.   

— Puta madre. — Sudaba frío, pero aún mantenía la compostura o lo poco que le quedaba, pues no se le podía permitir perderla ahora. — L-Llamaré a Angel para que vuelva lo más pronto posible. Debemos mantenerlos entretenidos mientras tanto.

— Está bien. — musitó a duras penas, viendo de soslayo como su pareja hacía lo dicho de manera rápida para después intentar despertar a Niffty.

Charlie suspiró profundamente, se encaminó hacia la entrada y la abrió, pero esta vez sorprendiéndose de ver a una mujer más bajita detrás del hombre.

— No deberías cerrar la puerta enfrente de la cara de alguien, dulzura. Es de mala educación y puede llegar a molestar.

— Por supuesto. Lamento mi rudeza. — respondió Charlie, haciendo su mejor intento por no sonar nerviosa. Después, estiró su brazo indicando que podían pasar. — ¡Bienvenidos al Hazbin Hotel! Estamos muy felices de que hayan aceptado venir. 

Ambos purgadores aceptaron su invitación, entrando y observando su alrededor. Charlie utilizó  ese momento para verlos detenidamente.

El hombre no había cambiado desde la última vez que vio su programa televisivo. Aún mantenía ese aspecto jovial y apuesto, vestido con una gran gabardina negra y larga que llevaba cerrada para no exponer absolutamente nada de su piel. Encima, llevaba guantes y botas largas que aseguraban su deseo por lo reservado. Su cabello de peculiar tono azulado peinado hacia atrás, con dos mechones caídos en cada lado de su rostro, seguía intacto. Como si el mismo tiempo se hubiera detenido para este hombre, dejándolo en un luto perpetuo.

En cuanto a la mujer, era la primera vez que la veía. Tenía pestañas largas y rizadas, y labios pintados con un delicado rosa palo. Su piel blanca y sin mancha, y su cabello negro y alargado, con degradados magenta, terminaban de darle esa típica imagen de muñeca de porcelana. Era realmente bellísima, aún si estaba vestida como el contraste de su compañero, con un vestido de oficina de mangas abiertas y que le llegaba por debajo de las rodillas. Haciendo juego con su sombrero cordobés, adornado con flores y una calavera en el centro.

Eran realmente atrayentes a simple vista, pero lo que mayormente capturó su interés era el enigma del porqué ambos cubrían sus ojos, ya sea con una máscara de cuervo o unas gafas de sol redondas. De la misma forma, porqué ambos tenían una sonrisa sospechosamente amigable...

Un chasquido de dedos delante de su cara terminó sacándola de ese pequeño trance, volviendo a colocar su atención sobre el hombre, que le había extendido una mano enguantada con intenciones de estrecharla con la suya. Charlie aceptó con gusto, dando un leve apretón.

— El placer es nuestro, señorita Morningstar. — dijo el purgador, después de saludarla debidamente como negociantes. — No se preocupe por lo de antes, la verdad es que le debemos una disculpa. Hubo ciertos cambios de horario imprevistos y tuvimos que venir más temprano de lo acordado.

— ¡Pero! Eso no es ningún problema para ti, ¿cierto? — de repente, la mujer se interpuso entre ambos, cruzando el espacio personal de Charlie. — Después de todo, un hotel siempre debe estar preparado para recibir invitados.

— Tienes toda la razón. — contestó Charlie con cierta rigidez, pero esos nervios se desvanecieron al darse cuenta que en verdad estaban interesados por el hotel. — De hecho, hay muchas cosas que quiero mostrarles ¡Vengan, vengan!

Aprovechando la cercanía entre ambas, Charlie tomó la mano de la mujer con ansias de presentar a sus colegas. La llevó al recibidor y presentó a Vaggie y Husk, pero extrañamente no vio señales de Niffty. Hasta que el hombre, que las había seguido por detrás, escuchó leves ronquidos cerca de la sala.

Vaggie se mordió el labio inferior cuando el hombre se acercó al pequeño bulto sobre el mueble y se deshizo de la sábana, descubriendo a la bichita en sueño profundo. Como si no pudiera empeorar, Charlie cometió el error de presentarla sin saber qué pensarían los purgadores al respecto.

— Empleada durmiendo en hora de trabajo. — mencionó la mujer aparentemente animada, soltándose del agarre de Charlie. — Eso no es bien visto.

— Sólo está tomándose un merecido descanso. Como podrán ver, el hotel no estaría así de limpio si no fuera por ella. — Se excusó Vaggie.

— Lo que tú digas. — dijo sin más, volviendo a dirigirse a Charlie. — ¿Y dónde está el resto del personal del hotel?

— Bueno... también está Alastor, nuestro amable gerente administrativo. — Hubo silencio en espera de una mejor presentación del nombrado, pero Charlie solo pudo reír apenada. — Y él no está aquí por el momento.

De acuerdo, esta fue una muy mala primera impresión. 


Hace una hora.

Con el estruendo de muchos pecadores gritando, y la pólvora y fuego entremezclados por el aire, se desarrollaba otra guerra conflictiva en el anillo del orgullo. La misma que se podía escuchar a kilómetros de distancia, pero que no alcanzó a perturbar al demonio de la radio, que caminaba plácidamente por barrios "más tranquilos".

Este mismo tenía una sonrisa amplia mientras tarareaba una canción muy conocida de su época. Sin importar que su presencia causara miedo, y algunos pecadores corrieran ante el mínimo saludo suyo. Al menos con caníbales, le devolvían el saludo sonrientes y cubiertos exageradamente de sangre. Pero no juzgaba a nadie.

Solo era otro día infernal para el caballero vestido de rojo, quien detuvo su paso enfrente de una gran carnicería. Entró y saludó carismáticamente al grupo de carniceros, encargados del negocio y con robusta apariencia porcina.

— ¡Buenos días, Caballeros! — Se acercó al mostrador, mirando la variedad de carnes detrás del vidrio expositor. — Ha pasado un tiempo desde la última vez que compré sus delicias de tan alta calidad.

Al principio nadie tomó muy en cuenta sus palabras. Hasta que dos de los cinco carniceros, con más tiempo en el negocio, reconocieron al demonio como el señor supremo que venía seguido por el mismo pedido de siempre. Hace exactamente siete años.

— ¿Señor Alastor? — murmuró uno de ellos. Sin cruzar la línea entre comerciante y cliente.

— Oh, es un gusto que haya algunos que se acuerden de mí. De lo contrario sería... — se detuvo, viendo las nuevas caras que carecían de cualquier simpatía, para agregar en un tono oscuro y distorsionado. — Muy desafortunado para otros.

Todos se quedaron en silencio, siendo presas fáciles del pánico. Sudaban frío, y algunos incluso temblaban debido a la cercanía que tenían con el demonio, pues con una simple expresión aclaró que tan aterrador era en realidad.

Claramente, Alastor ignoró esto antes de preguntar como si nada:

— ¿Siguen teniendo venado fresco?

— Si, señor. Llegaron recientemente unos buenos cortes. — respondió el mismo que lo había reconocido, yendo rápidamente a traer una buena pieza, bajo la mirada del resto.

— ¡Excelente! Ya sabes como me gusta.

El carnicero se puso a cortar y tirar la piel dañada de la carne, evitando cualquier contacto visual con el demonio; ya limpia de impurezas, envolvió la pieza y la entregó en una bolsa sin parar de temblar. Sólo esperaba no haber cometido algún error al cortar.

— Gracias por su amabilidad, buen hombre.

Alastor dio media vuelta y dejó el negocio, aún manteniendo una sonrisa complacida. Era agradable que después de años ausente, todavía quedaban algunos que sabían cómo comportarse. Así no tendría molestias y seguiría con su camino tranquilamente.

Sin embargo, tuvo que detener progresivamente sus pasos al visualizar a tres carniceros acorralando a alguien. Justamente al lado de la carnicería, en un callejón oscuro y sucio.

— No me estoy quejando.

Alastor se acercó al reconocer de quien provenía esa voz, pero aún sin intervenir.

— Sólo estoy pidiendo una devolución porque me vendieron esta pieza de carne.

— Está bien lo que te dimos, pero los pecadores adinerados como tú son tan pesados que si ven algo malo en su compra quieren de vuelta su dinero. — contestó con brusquedad, uno de los carniceros cruzado de brazos.

— ¿Algo malo? Está tan podrido, que ni siquiera me atreví a dárselo a los carroñeros. — devolvió con el mismo tono, la mujer de traje azul y cabellera albina. — Si es por el dinero, me lo pueden devolver con otra pieza que esté en buenas condiciones.

— No hay devoluciones de ningún tipo. — dijo otro antes de acercarse más de lo debido, viéndola de arriba abajo. — Al menos que quieras convencernos con otros medios.

Ni un segundo pasó para que un apestoso pedazo de carne se estrellara contra el porcino rostro del carnicero, quien iracundo estuvo a punto de atacarla.

— ¡Maldita perra! — pero antes de que pudiera tocarla, uno de sus brazos había sido cruelmente cortado.

La siguiente escena sangrienta, acompañada de gritos agónicos, paralizó a los carniceros hasta que reaccionaron, dándose la vuelta con intenciones de correr despavoridos, pero no pudieron dar ni un paso al ver quien se interpuso entre ellos y su único escape.

— Es una pena que sus superiores no les hayan contado de mí. — Con la estática tergiversando ondas de su voz, Alastor se alzó en su forma más macabra. Sus cuernos se alargaron, su cuerpo incrementó de tamaño, y sus dientes y garras se afilaron demasiado. — Así sabrían lo mucho que odio aquellos que no pueden mostrar un poco más de respeto para aquellos que tratan de ser justos. Es bastante desagradable. Es como carne podrida.

La mujer cerró sus ojos y cubrió sus oídos, quedándose completamente quieta en su lugar. Sabiendo lo que se desenvolvía delante suyo y no queriendo ser partícipe de ello. Así estuvo por un buen rato con un semblante tranquilo, así como su conciencia, antes de que un último crujido de huesos diera fin a la cruda masacre.

— Ya puedes abrir los ojos, Selene. — dijo Alastor antes de cortar distancia entre ambos, pero aún respetándola. — Que agradable volvernos a encontrar, después de tanto tiempo, en una situación como esta, ¿no lo crees?

Selene no respondió, sino que lo vio cruzando los brazos por detrás. Alcanzando a ver que ocultaba una bolsa que escurría sangre y estaba al tope de carne. Con razón, no había indicios de esos cerdos por ningún lado.

— Si que no desperdicias nada. — comentó ella, notando que el contrario esperaba algún tipo de agradecimiento. Rodó los ojos, indiferente. — Gracias por ayudarme. Aunque no era necesario.

— ¡Claro que no lo era! — exclamó Alastor, lamiendo la sangre sobrante de sus labios. — Eres una Overlord, pero no muestras ninguna señal de autoridad. Esta gente no va a respetarte, si sigues comportándote tan lamentablemente.

— Algunas cosas nunca cambian, ¿sabes? — se limitó a responder. — Así como tu mal gusto por denigrar a otros.

Alastor soltó una enorme carcajada.

— Solo estoy siendo sincero, queridita. Es una lastima que estos siete años no te hayan servido para reflexionar al respecto. — sacó su reloj de bolsillo para ver qué tan tarde se le había hecho. — Pero ya luego podremos ponernos al corriente. Estoy seguro que también quieres saber qué fue de mi.

— Como no tienes idea. — dijo Selene sarcásticamente, seguido de más risas de parte contraria. Alastor no tomaba en serio sus palabras y por eso no se molestaba en lo absoluto.

— Si sobra algo del banquete que prepararé para tan "importantes invitados" de Charlie, me aseguraré de traerlo la próxima vez que nos veamos.

Alastor ya se había dado la vuelta para comenzar a retirarse, cuando de repente fue detenido por Selene enfrente suyo. Esto no provocó algún cambio, siguió igual de sonriente pero ahora con cierta intriga representada en una ceja alzada y una inclinación de cabeza.

— ¿Invitados? ¿Te refieres a los purgadores? — En un intento por quitarle la bolsa, el demonio alzó su brazo. No pudiendo evitar divertirse ante la situación, viéndola hacer de puntitas para alcanzarlo. — Ni siquiera pienses en ofrecer uno de tus platillos caníbales. Ellos no lo comerán de por sí.

— ¿Qué tratas de decir? — preguntó, estimulándola a continuar.

— Que no comen absolutamente nada. Hacen ayuno todo el tiempo.

Alastor extendió su sonrisa con cierta malicia.

— Los conoces. — Más que una pregunta, lo dijo como una afirmación. Algo que la hizo percatarse que habló de más, haciéndola retroceder unos cuantos pasos.

— No.. no del todo. — Sabiendo que no tendría escapatoria, simplemente alzó las manos rendida. No podía huir y mucho menos engañar al demonio de la radio, pues ambos sabían que ella no se especializaba en eso.

Justo cuando la tensión no podía ser más soportable, Alastor volvió a acercarse. Sólo que esta vez, ofreciendo su brazo derecho. Era tan clara su intención que Selene no pudo evitar tragar seco y poner su cuerpo tan rígido como un palo. No obstante, muy para su pesar, tuvo que responder el gesto, enganchando su brazo con el suyo.

— Sonríe, Selene. — ánimo Alastor viendo su cara de poco amigos, mientras ambos comenzaban a caminar hacia un destino indefinido. — Te he dicho miles de veces que no estás completamente vestida-

— Sin una sonrisa. Lo sé. — completó sin mostrar esta misma. — Tal vez lo haría si no supiera que intentaras sacarme todo lo que sé en lo próximo que viene.

— Estás dramatizando. Esto solo será otro de nuestros muchos paseos juntos mientras me compartes información. — su mirada rojiza pasó de la fémina hacia el frente, para que no pudiera ver cómo está cambiaba a su diabólico estado de radio. — Así como los viejos tiempos, amiga mía.  








La verdad ya no sé que decir... Si a alguien le sigue gustando esto, ok 




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