XXII
Charlie se despertó pasadas las diez de la mañana. Con el rostro marcado de prominentes ojeras, la escritora se levantó hacia la cocina para hacerse algo para comer aunque era mucho más la inapetencia que tenía, sin embargo, llevaba demasiado tiempo sin tomar el desayuno, así que al menos debía intentar consumir algo.
Ya habían pasado varios días desde la última conversación que tuvo con Alastor y sencillamente no se encontraba bien.Apenas había podido conciliar el sueño las últimas noches, dando vueltas interminables en su cama hasta que llegaban las cinco de la mañana y su cuerpo exhausto, se quedaba dormido hasta el mediodía, impidiendo que pudiera levantarse de la cama al menos por una hora más, lo que la llevaba a no comer de forma adecuada todas sus comidas.
Con un suspiro agotado, se sentó en el comedor, rodeada de papeles y bocetos que aún no habían sido presentados. Tenía cerca de una semana sin ir a la oficina pero habiendo terminado sus proyectos, tampoco era que la necesitaran al 100% alli. Hubiera deseado al menos algo en que trabajar para enfocar su mente pero ni siquiera eso tenía, así que encerró su rostro entre sus manos con desesperación, sin saber qué hacer.
Estaba agotada física y emocionalmente, habiendo pasado el tiempo llorando y con pensamientos horribles que no parecían tener fin. Su corazón y su alma estaban rotos por lo que había hecho, y la imagen de Alastor, con su gélida mirada se repetía en su mente como un eco doloroso. Lo peor, es que fue su culpa. Apenas pudo conciliar al sueño, dado que su mente repasaba cada momento de esa separación y una punzada de culpa la atravesaba, convencida de que él ahora la odiaba. La idea de haberlo alejado, de haberlo enojado, era una carga que no podía soportar.
A pesar de su dolor, Charlie intentó consolarse con la idea de que había tomado la decisión correcta. Era lo mejor, después de todo. Alastor jamás podría abandonar sus votos con la iglesia, y ella solo era una mujer mundana, una escritora sin futuro que a duras penas podía manejar una columna semanal mientras evadía el legado de sus padres, el cual le dejaba asegurada una vida de éxito y reconocimiento.
Pero ella decidió seguir sus sueños, de tener una vida libre y construida por sus propias manos ¿Pero que cosas buenas le había traído eso? El comentario de Vaggie también flotaba en su mente, haciéndola sentir como una impostora, una carga para aquellos que la rodeaban, arrastrando a otros con su propia irresponsabilidad y falta de dirección. La amargura se apoderaba de su corazón, y cada pensamiento era una punzada de desesperación.
¿Qué había hecho bien? ¿Había algo bueno que hubiera logrado en su vida? ¿Algo que pudiera decir con orgullo? Esas preguntas la atormentaba, y el silencio de la noche parecía burlarse de ella, recordándole cada error, cada decisión equivocada. Se sentía atrapada en un ciclo interminable de autocrítica y desesperanza, donde cada intento de avanzar solo la hacía sentir más perdida. La soledad se cernía sobre ella como una sombra, y aunque sabía que había hecho lo correcto, el precio que había pagado era demasiado alto. La idea de ser solo una escritora anónima, una voz más en el bullicio del mundo, la llenaba de tristeza.
Lo mínimo que podía hacer era al menos verificar el estado de la fundación y que cosas habían por hacer, también necesitaba saber qué había estado haciendo Sir Pentious fuera de la ciudad, era lo mínimo que podía hacer y sería una buena forma de distraerse de lo que le pasaba.
Así fue como terminó comiendo un par de huevos con pan y fue a ducharse para maquillar su lamentable ser e intentar lucir presentable en su visita. Era un gran alivio que el orfanato y la iglesia estuvieran de polo a polo, había evitado salir durante tantos días por el simple temor de encontrarlo de nuevo, pero mientras iba de camino en su auto, Charlie estaba clara que no podría escapar mucho más, en menos de una semana sería el gran acto por el aniversario de la fundación de la iglesia y donde tendrían que presentar la revista conmemorativa que trabajaron juntos, y aunque quisiera excusarse, no podría hacerlo.
Terminó llegando más pronto que lo que esperaba, viendo cómo el orfanato seguía tan animado como siempre. Varios de los niños corrían y jugaban por los verdes pastizales y eso animo el corazón apubullado de Charlie quien los saludo con dulzura mientras se acercaba a la entrada de la gran casona.
Con cierta ansiedad, se pregunto donde podría estar Vaggie. No podía evitar sentirse algo nerviosa y ansiosa por su encuentro, incluso más que si se encontrará con Alastor, lo que si es que se alegraba de que esos dos nunca se hubieran encontrado alguna vez.
De repente, en medio del pasillo, vio a Vaggie. Pensó que estaba esperando para pasar a la oficina de Sir Pentious cuando se dio cuenta con horror que no estaba sola.
—No me puede estar pasando esto...
Charlie sintió cómo su corazón latía con fuerza, un tamborileo frenético que resonaba en sus oídos. Alastor, con su porte imponente, estaba al frente de Vaggie, quién lo miraba con desconfianza, sus cejas fruncidas en una expresión de desaprobación. El obispo, por su parte, parecía disfrutar de la situación, aunque su sonrisa no alcanzaba sus ojos. Era una sonrisa que prometía peligro, una advertencia que la hacía querer dar un paso atrás, huir de allí. Pero no podía. Estaba atrapada en el momento, incapaz de moverse.
La tensión en el aire era palpable, casi escabrosa, como si la habitación estuviera llena de electricidad.
Charlie sintió que el aire se le iba de los pulmones y que en cualquier momento caería al suelo.
— ¿Porque tenían que pasarme esas cosas? —susurró para sí misma, deseando que la tierra la tragara. No quería estar allí, no así, no en medio de ellos. Fue entonces cuando escuchó la voz de Sir Pentious resonando en el pasillo, como un faro en la oscuridad.
—¡Charlie! —exclamó, acercándose con una sonrisa amplia—. ¡Qué alegría verte! ¿Estás de visita hoy?
La tensión se cortó momentáneamente, y Charlie sintió como el color se le iba de la casa. Alastor y Vaggie se dieron cuenta de su presencia, y la mirada del obispo se centró en ella, como si fuera el único objeto de su interés en el mundo.
—B-bueno... Sir Pentious —respondió ella sin saber qué decir e intentando mantener la compostura, aunque su voz temblaba ligeramente—. V-venia para ver cómo se encontraba todo.
—Excelente, excelente. Pero espera un momento, debo atender primero al obispo Gallow —indico con entusiasmo.
—No es necesario estimado —intervino Alastor llamando la atención de ambos —. Solo vine a traer unas bolsas de alimentos como donación para el orfanato. "Amablemente", su querida institutriz tuvo la dependencia de recibirlos en su nombre y ya enterado usted, he cumplido mi labor aquí.
Sir Pentious asintió, genuinamente conmovido.
—Eso es maravilloso, nuestra eminencia. En nombre de toda la fundación y el orfanato , se lo agradezco muchísimo. Si gusta, puedo invitarle una tasa de té, Charlie prepara el más delicioso te de jazmín que he probado en mi vida.
La atención de Sir Pentious se desvió hacia Alastor, quien parecía completamente ajeno a la incomodidad de Charlie, que no esperaba ser tomada en cuenta para la conversación. Miro de reojo al obispo, quién tenía su mirada fija en ella desde que llegó, notando como en sus ojos había una mezcla de emociones que la desarmaban. El tiempo parecía detenerse mientras Alastor la miraba. Era como si estuvieran en una burbuja, ajenos al mundo que los rodeaba. La conexión entre ellos era innegable, y eso la aterraba.
No obstante, para bien o para mal, el obispo declinó su oferta.
—No es necesario —dijo Alastor, su voz suave pero firme—. Solo vine a cumplir con mi deber, me retiro.
—Entiendo, igualmente estamos muy agradecidos por su generosidad.
Finalmente, Alastor se dio la vuelta y pasó junto a ella, su presencia era abrumadora. Charlie sintió un escalofrío recorrer su espalda. La cercanía de él la hizo temblar, y su corazón se encogió. Mientras él se alejaba, ella se quedó paralizada, sintiendo cómo sus emociones se desbordaban. El dolor y la culpa la inundaban, y la idea de haberlo perdido para siempre se hacía cada vez más real.
Terminó sintiéndose pequeña, encogida, como si pudiera desaparecer en cualquier momento.
—Charlie ha venido a hablar contigo —interrumpió Vaggie, su tono directo y protector. Sir Pentious reaccionó, volviendo su mirada hacia Charlie.
—Oh cierto, pasa, pasa —la invitó a entrar en su despacho.
Ella asintió, pero su mente estaba en caos.
—Es maravilloso que hoy hayas venido para acá querida Charlie, las cosas han ido muy bien y estoy feliz de contarte cada detalle de mi viaje anterior ¡No imaginas todo lo que pasó! Ojalá hubieras podido acompañarme.
Charlie estaba sentada frente al escritorio dentro del despacho de Sir Pentious, quien lleno de energía, seguía hablar sin parar, su voz resonando en el espacio. El problema era que no podía atender todo lo que decía en ese momento, con su cabeza aún llena de ecos del reciente encuentro con Alastor.
Con la mirada baja, se sintió como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Por varios minutos estuvo distante al parloteo del hombre, con su vista perdida en las paredes de la oficina que estaban adornadas con diplomas y fotografías de eventos pasados, pero todo eso le parecía distante y ajeno.
—Y cuando pase por la enorme San Francisco, que gran y enorme metrópolis, nuestro pequeño pueblo quedó en el pasado comparado con ese lugar. Además, mientras estaba allá logré una alianza fantástica que podría beneficiar enormemente al orfanato. ¡Imagina! Podríamos convertirlo en un internado, donde los niños tendrían un futuro mejor una vez que salgan de aquí.
Las palabras de Sir Pentious se desvanecían en el aire, como un murmullo lejano. Charlie apenas podía concentrarse y se sentía mal, porque había venido con toda la intención de saber los resultados de su viaje, pero su mente seguía atrapada en la imagen de Alastor y la tensión de su encuentro.
—Y estoy muy feliz de que las rencillas con la familia Von Eldrich finalmente hayan culminado —continuó él, con una sonrisa amplia—. Ahora que hemos vuelto a trabajar de la mano, el futuro de la fundación que crearon tus padres seda cada vez mejor.
Esa frase logró captar la atención de Charlie. Su corazón dio un vuelco.
—¿Qué? ¿La familia Von Eldrich? ¿Cómo sucedió eso? —preguntó, levantando la mirada, una chispa de interés iluminando su rostro.
Sir Pentious se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando de emoción.
—Pues verás, tuve una espléndida reunión con el nuevo patriarca de la familia Von Eldrich. Tú lo conoces bien, el pequeño heredero de la casa, Seviathan es su nombre —dijo, como si cada palabra fuera un triunfo—. Al reunirme con el vi muy buenas perspectivas sobre el futuro, está decidido a recuperar las buenas relaciones que tenía con la familia Morningstar. Y, por supuesto, esperaba en los próximos días aprovechar la fiesta conmemorativa de la iglesia para tener una conversación adecuada contigo.
Charlie se quedó quieta, una ola de recuerdos y emociones la inundó. Seviathan Von Eldrich. Su ex prometido. La mención de su nombre la golpeó como un rayo, trayendo consigo un torrente de sentimientos que había intentado enterrar. —¿Seviathan? ¿El vendrá para acá?—repitió, apenas capaz de articular las palabras. Su voz sonó más suave de lo que pretendía.
—Sí, exactamente —respondió Sir Pentious, sin darse cuenta del cambio en su tono—. Es una maravillosa oportunidad para que retomen su amigas y estoy convencido de que este es un nuevo comienzo para todos nosotros. La familia Von Eldrich tiene mucho que ofrecer, y con la buena voluntad de Seviathan, podríamos lograr grandes cosas.
Charlie sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. La idea de volver a encontrarse con Seviathan, de revivir viejos recuerdos que terminaron con la muerte de sus padres, la llenaba de una mezcla de ansiedad y tristeza. Era un capítulo de su vida que había cerrado y que no tenía ánimos de volver a tocar, especialmente por el modo en cómo discutieron la última vez que se vieron.
Si llegaban a encontrarse ¿Què es lo que le diria? ¿Volvería a burlarse de ella y a menospreciar sus sueños como lo hizo en el pasado? El simple recuerdo hizo que su corazon se sintiera fatal, parecía que las cosas malas no tenian pensado parar y de verdad, ya estaba cansada de todo.
Parece que el primer encuentro aun es algo tenso entre Charlie y Alastor, pero como era de esperarse, los problemas no terminan de llegar, aun hay cosas del pasado que deben cerrarse ¿Que creen que pase a continuación? Vienen cosas fuertes mis queridos lectores, espero esten atentos a ello porque ya estamos llegando al climax de nuestra historia, espero de verdad que disfruten todo y que tengan un lindo inicio de semana
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