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Capítulo 6

Un resplandor como ese, nunca lo había sentido, y nunca más lo sentí

«Pero si no la tomo, si me echo atrás, perderé todo lo que he deseado, y el reino de mis sueños quedará fuera de mi alcance.» Macbeth. William Shakespeare

Cuando Adagny se despertó ese día, se encontraba ahogado en una tangente de emociones. Inquieto también sería la palabra, pero Adagny la odia. Sus ojos se abrieron y al divisar el cielo lleno de un suave color naranja y el sonrojo de las nubes volverse azules, estaba indeciso si levantarse o no, pero en eso, los ojos de Adagny recorrieron el bosque dándose cuenta que estaba solo. Desde que Verner había nacido nunca había estado solo, el niño necesitaba comer, el niño necesitaba cambiarse de ropa, el niño necesitaba demasiado, Adagny nunca vio eso cuando su madre estaba viva porque cuidada a Dominik cuando no estaba Adagny, pero como ella había perecido la noche de su coronación, Adagny se dio cuenta del cuidado exagerado que necesitaba un niño. Verner se había apegado tanto a Adagny como a Dominik que incluso Dagomar bromeaba con haberlo hecho su hijo.

Apenas Dagomar tomó a su primera esposa en la Toma con un impresionable Verner a sus pies, se dio cuenta que era lo único que necesitaba para ser dejado de lado y que Dagomar se encargará del niño de apenas 12 círculos de rotación.

Así que reiterando, estaba solo.

Unos murmullos en la distancia le hizo darse cuenta que quizás, era mentira. No creía estar tan lejos de su hogar, pero los murmullos suenan como personas, personas que no parecen conocer de su presencia. Se levanta del lugar y observa un círculo de hojas, sal y algunas ramas que bloquean el camino.

Adagny observó las marcas del círculo con indiferencia. La forma perfecta, el suelo alterado con la disposición precisa de las ramas y la sal, todo esto destinado a alejar a aquellos que no tenían la suerte de estar en la confianza de la bruja. Reconoce el territorio como algo que había visto alguna vez, también reconoce a la bruja a la que pertenece el lugar, sin embargo, el nombre del lugar se desvanece de su memoria. Él se había dado cuenta que mientras más tiempo pasaba en la tierra, los nombres de los lugares que visitaba se le olvidaban.

En el aire, una energía pesada comenzó a acumularse, pero no lograba ver nada. Camina rompiendo el círculo de sal y se abre paso entre las tierras, mientras se acerca a un cabaña, escucha murmullos. La cabaña es de roble oscuro y desprende un olor parecido a las cenizas después de haber lanzado agua sobre ellas, parece que fue reciente. En la entrada, varias calabazas y ojos castañas rodean el lugar.

— ¿Qué quiere un chiquillo como tú en este lugar? —Escucho Adagny desde la entrada, puede reconocer a las brujas del lugar, como un directo: No, en su presencia. Marlevoila es la bruja que odia su verdadero nombre, se hace llamar curandera, y a pesar de que viene de un linaje arraigado a las mujeres de su familia, ella negara cualquier deseo de ser uno.

—Yo quiero... Quiero saber si puedes ayudar a mi hermano —Esa voz no la puede reconocer.

—Hijo no puedo hacer lo que tu quieres.

Ella puede, pero no lo hará, ella sabe él porque no lo hará.

— ¿Por qué no? —Terco, y su voz es suplicante, casi desesperada—. Tú salvaste la vida de mi madre y la mía.

—Chico primavera*, los horrores que has vivido sé que han sido aterradores y quieres enmendarlos, pero yo no puedo restaurar un alma que no quiere, para despertar de este tipo de sueños debe desear estar despierto y tu hermano no lo desea. ¿Le quitarías tú la opción que tomó?

—Yo solo quiero disculparme —suena aun mas bajo, mas suave, y él puede reconocer el deseo en su voz. Adagny haría cosas impensables por sus hermanos.

—Él ya sabe eso en el fondo de su corazón, pero el despertarlo, ¿realmente valdrá la pena?

—Es mi hermano.

—Y es una víctima —puntualiza como recordatorio—, las cosas que hacen las sombras para la restauración de la población son horribles, nadie merece vivir eso.

Adagny recordaba la última vez que vio a las Sombras en acción. Parecían devotos, su presencia impregnada de una autoridad sagrada que hacía temblar a las comunidades. Hablaban del deber, de preservar a los humanos como si fuesen ganado. Pero él había visto lo que eso significaba realmente: sacrificios, humillación y actos que le revolvían el estómago. Todo por el pretexto de una "voluntad divina".

Adentro, alguien hablaba. No podía escuchar todo con claridad, pero las palabras que llegaban hasta él lo mantenían alerta. Lágrimas. Mencionan las lágrimas. El hombre sabía bien cómo las Sombras usaban las emociones humanas como combustible. No había nada puro en sus actos; todo tenía un propósito calculado, un fin más oscuro que la noche misma.

—¿Cómo sabes que no lo está?— escuchó que alguien decía, con una voz que cargaba un peso abrumador.

Y con eso la puerta fue abierta del lugar. Adagny estaba visible, pero el chico frente a él no parecía mirar nada más que al frente, su mirada perdida y sus mejillas sonrojadas.

Él es esplendor, gracia y cánticos sublimes combinados.

Sus pies se movían con sutileza y la sutileza de su caminar parecía embobar a Adagny. Su cuerpo es delgado y sus muñecas delgadas, vestía con pieles y cueros pesadas, algo que a su perspectiva le parece inequívoca, como es posible que un ángel vistiera con cueros, su piel resaltaría en sedas, raso y chiffon. ¿Qué hacen los ángeles vistiendo como los humanos? ¿En qué lugar estaba escondido? Su cabello blanco y sus ojos azules ven alrededor de los árboles, pero sin mirar a nadie realmente, como si todo el lugar lo conociera como la palma de su mano. Me pasó a la otra acera y dejó caer el collar de mi cuello sobre la hilera del bosque.

El chico se detiene ante el movimiento y revisa la pradera.

Sus ojos brillan y el pecho de Adagny se contrae, se reprime y se aquieta. Vicio. Él es la respuesta a las oraciones de todos los hombres cuando claman a un ángel para su salvación, cuando suplican misericordia para su alma libertina, a él es quien deberían rezarle. El problema es que los ángeles aparecen siempre ante los pecadores, y ellos por lo general, desean corrupción.

Lo miro fijamente, sus sueños al alcance de la mano y lo tomo. El problema es que Adagny sentía el cambio mutando en una criatura más, un subversivo y un deshonesto. Golpeó el cuello del hombre, quien cayó de golpe al suelo. Lo sostuvo entre sus brazos y giró el cuerpo entre el suyo.

La emoción cubrió su rostro y se dio cuenta que había algo más grande que lo estaba abarcando, algo que no entendía, su corazón late tan rápido que apenas podía creerlo. Su respiración se contrajo cuando rozó la mejilla del joven bajo la palma fría de su mano.

Él sabía lo que sentía, los Ascania siempre lo sentían una sola vez en la vida, una emoción sin nombre que abarcaba cada fibra de su ser.

—Te estuve esperando.

Lo toma entre sus manos y lo sujeta, junto a la cadena en la maleza. El puede escuchar pisadas y pasos mientras se adentra al bosque, mientras todo lo que parece absorber su alrededor es la maleza profunda. Lo huele antes de verlo, Dominik hasta a su lado, baja la vista encontrando el cuerpo del joven bajo su peso.

—Prepara la Toma* —ordenó, a lo que Dominik solo asiente, pero no se va—, quiero ver como se comporta.

Dominik se va.

Adagny quiere que despierte, no lo presiona para que despierte, solo quiere verlo despertar. Quiere ver la confusión, el miedo y el entendimiento, quiere ver la cadena en su cuello amarrada y quiere asegurarse de ser el único en su vida. Necesita que los ojos del joven sin nombre lo dirijan a una ruina tácita, Adagny no cree en algún Dios, más que en él mismo, pero esta completamente encantado en la forma en la que el joven respira. Pausado, establo con una gracia innovadora y un regocijo en su creencia.

La toma está lista a metros de distancia de la casa, el fuego arde con devoción, las llamas abrazan la madera y el aire se condensa con expectativa. El pueblo se emociona porque Adagny trae a alguien a casa. Esperan casamiento, Adagny aun no cree que el humano esté listo para eso. Lo dejo, no tan cerca de las llamas y con el cuerpo zumbando en un suave dormitar, tuvo que haber estado muy cansado si se rinde tan fácil a Morfeo.

Empieza el sonido de los tambores, y mi hermano Dagomar lleva a sus dos esposas a la toma, mientras Dominik y Verner están al ras de las piedras. El chico gime en reconocimiento y sus ojos se abren directo al cielo, parecen brillar por simple descubrimiento. Nítido, vivaz y pesado. Su respiración se aceleró y su labio tembló cuando se dio cuenta de que estaba en un lugar nuevo.

Me siento a horcajadas de su cuerpo y lo miro.

Él es esplendor, gracia y cánticos sublimes combinados.

Parpadea y odio la sensación de perder su atención por una acción necesaria. Grandes ojos, perfil encantador y esa sensación de peligro se condensa en la boca del estómago. Perfecto y precioso, se siente incompleto cuando su mirada se traslada a otras partes de su rostro y no a sus ojos. La marea de emociones se condensa en un solo pensamiento. Mírame, parece escucharlo cuando su mirada vuelve a ascender.

—Está despierto —La sonrisa de Adagny se ensancha—. ¿Cuál es tu nombre, joven criatura? Te oí hablar con la vieja bruja de Marlevoila, yo puedo sanar a tu hermano —Se acerca, agacha su tórax para quedar a la par, haciendo que ambos respiren el mismo aire. Adagny quería permanecer así para siempre—. Soy Adagny Ascania, ¿estarás bajo mi protección?

Respiro latente y en espera.

El deseo brotó de los ojos de Adagny, la sugestiva necesidad de tomar, devorar y saquear. Sabía reconocer el "no" como palabra, y no como una acción. No había nada en este mundo que pudiera apartarlo. El joven lo notó, algo duro se retorció en sus entrañas y quiso chillar.

—Si, estaré bajo tu protección, señor —dijo y fue inevitable para Adagny no sonreír, mostrando unos colmillos brillantes. 



Chico primavera: Dicho a aquellos nacidos en el comienzo de la primavera.

Toma: Ritual de celebración y cacería por parte de los Ascania.

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