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Calido, de vez en vez.

De vez en cuando el clima nos juega malas pasadas. 

O eso pensaba Kakashi Hatake con unos pintorescos pómulos rosados y veintinueve grados en el ambiente natural. 

Su día iba demasiado bien, enroscado en cama hasta recibir noticias de trabajo a ultima hora. Si, en un domingo. La vida lo odiaba. 

Por si fuera poco estaban en medio verano y el papeleo se arrinconaba en las mesas y los cajones como niños alrededor de un juego en la feria, sin dejarle tranquilo para leer su texto favorito en tapas verduscas. En días como este el albino se preguntaba; ¿Qué demonios estaba haciendo el ahí?

-¡Cielos! ¡Cuanto calor! ¿No crees Kakashi kun?

Ah, si. Ahí estaba su razón de estar ahí. 

-Claro sensei. 

-Puff, ya lo creo.

Minato Namikaze oscilo entre palma y palma un abanico azulado,abasteciendo su sonrojado rostro de un poco de frescura con la brisa natural que provocaba el movimiento, todo bajo la discreta mirada de su alumno no tan menor que se deleitaba con la vista.

El rubio resopló al sentarse en el sofá, deshaciéndose de forma momentánea de toda rectitud para curvar ligeramente la espalda en una postura un tanto desaliñada pero no por eso mala. Realmente eran escasas las ocasiones en que alguna situación le sentara mal a semejante individuo y vaya que el Hatake lo sabia.  

De vez en cuando le gustaba apreciar la seriedad de su maestro en batalla o la quietud de los zafiros brillantes cuando estaba entrenando con él. No entendía porque, solo era satisfactorio.

Con el pasar de los años el ahora cuarto hokage se había convertido en una figura importante en su vida y Kakashi, ni que decir, era la mano derecha del  yondaime en cualquier problema. Cercanos. De vez en cuando, demasiado cercanos. 

Por estas razones ya a ninguno le sorprendía desvelarse mano a mano para terminar los deberes o ver al otro llegar corriendo porque escuchaba que algo andaba mal. Eran unidos. Podrían ser de diferente rango y edad pero eran un equipo, los últimos de aquel conjunto de antaño que la vida se encargo de separar.  

Los últimos. 

-Deja eso para mañana Kakashi kun. Ya terminaremos después, la misión que viene es importante y necesitas descansar o tendré que acompañarte. 

-Vamos sensei, usted sabe que en su cargo ya no puede hacer esas cosas de ir tras de mi, es el líder ahora. 

-Si estas en peligro lo haría. Que alguien trate de detenerme. 

La sonrisita cómplice del ojidispar corroboro aquella afirmación. Era obvio y era mutuo, en problemas las obligaciones de ambos desaparecían, su lazo no. En una pelea, en una infiltración, en el consejo de Konoha recibiendo una condena, en una premiación. Donde sea, pero juntos. 

-Me estoy tostando aquí...Kakashi kun, ven a sentarte un rato conmigo junto a la ventana, te hará bien respirar mejor un rato. 

-Si sensei. 

Los folios fueron abandonados en una montañita menor del lado derecho del escritorio de caoba, siendo removidos luego por el propio peliplomo que los empujo para sacar de entre estos su preciado libro verde. 

Durante el proceso, de vez en cuando el de hebras doradas echaba rápidas miradas furtivas a su acompañante, volviendo los ojos al abanico con un sonrojo mayor. Tal vez la culpa lo tenia inquieto, sabiendo que no era bueno tomar como excusa los trabajos para mandar a traer al joven a su oficina-apartamento pero era casi su única opción. 

¿Que se supone que le dijera? ¿Que necesitaba de su compañía? Eso no sonaba nada bien. 

De cualquier modo, el trigueño adoraba que su ex alumno acudiese a su llamado donde y cuando fuera, aun los días domingo, curiosamente el favorito de Minato. ¿La razón? Estaban solos y en ropa de civil. 

No lo malentiendan, el Namikaze no planea nada malo contra el menor, el jamas le haría daño es solo que el hecho de compartir espacio con mas personas aparte del chico no le agradaba mucho. Era casi una costumbre traerlo aun en su día de descanso para pasar el rato con el.Le queria tanto que a veces se llegaba a cuestionar.

¿Cuestionar que? 

Por un lado la confianza que se tenían, a tal grado de estar con ropa informal aun cuando se supone que uno estaba bajo el mando directo del otro. Si, eran títulos de respeto, sin embargo al estar solos no les importaba más. Así, Minato lucia unos pantalones grisáceos oscuros con una playera negra y camisa blanca desabotonada por el calor, sin la ostentosa capa de hokage que le pesaba en los hombros por la temperatura. Kakashi se vestía con su habitual playera negra de fondo y unos cómodos pantalones opacos que hacían contrastar de manera espectacular su piel.  Así, como en casa de un amigo, así se sentaba en el sillón de su maestro a leer una novela casi pornográfica. 

Pero a Minato no le molestaba. 

En realidad a ninguno de los dos. 

Acciones como esta eran ya naturales, lo mismo que comer juntos o esperarse en la entrada a la aldea cuando alguno regresaba de misión. Así eran ellos. Así habían sobrevivido. Con ese cariño (¿Cariño?) que los llevo a romper con el rígido trato mentor-alumno hasta que un día el "kun" se volvió un sufijo en el nombre del Hatake y el sensei se pronuncio con un tono dulzón. 

Asi, sin darse cuenta, Kakashi terminaba semi recostado contra el brazo de su mayor como lo estaba ahora, leyendo con comodidad sin percatarse de las observaciones de este. 

Apremiado en la lectura, el peliplata pasaba las manos con delicadeza por las esquinas filosas del papel, cambiando de pagina con velocidad. El tiempo necesario para que su ejercitado cerebro procesara la información era escaso y los periodos de lectura sublimes, permitiendo así al rubio embelesar su vista con la imagen de las hebras luna contra su cuerpo y los orbes rojizos-obsidiana ajenas a todo lo demás. 

Kakashi era tan lindo.

Su mente parecía gritarlo por dentro al ver descender la tela negra por el mentor del menor que, acalorado, la retiraba para poder respira mejor. 

No, Kakashi era hermoso. Ese rostro...ese chico estaba a otro nivel.

De vez en cuando las miraditas celestes se turnaban entre la palmada de su abanico y la imagen tan perfecta de su albino. 

De vez en cuando los labios del menor eran mordidos al sentir la calidez del cuerpo que usaba de apoyo o los temblores ligeros del brazo del mayor al abanicar.

De vez en cuando el clima favorecía en ciertos momentos. 

Y de vez en vez ambos se apenaban cuando sus vistas se llegaban a cruzar. 

19/08/2018

Dedicado a quecarajoconlavida que comento hace unos minutos xd <3 

Los amo uwu

Shuyaneko~

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